Trashumantes y peripatéticos o cómo aprender de ovejas a marchas forzadas
Los profesores de Veterinaria editan un libro con los testimonios de 8 años haciendo la veredaIsmael Martínez igual se atreve con los clásicos que con Sabina o Javier Krahe y es que a la luz de la lumbre en medio de la vereda la poesía solo se puede entender en boca de un pastor trashumante. Estas coplas y otras historias, muchas, narradas al calor del fuego son algunas de las cosas que más recuerdan los estudiantes de Veterinaria que cada año hacen la vereda junto a los pastores de Guadalaviar. Ahora los testimonios de los peripatéticos –que son aquellos que, como los estudiantes que hacen la vereda, aprenden andando– se ha trasladado a un libro en el que imagen y texto se alían para mostrar una visión diferente de la trashumancia, que no es solo una práctica ganadera, como aclara Juan José Ramos, uno de los autores del libro, “sino una forma de vida”.
La obra se titula Crónica de la vereda. Peripatéticos y trashumantes de Guadalaviar a Vilches y recoge los testimonios, en forma de libro de viajes, de 8 años en los que los estudiantes de Veterinaria de la Facultad de Zaragoza han hecho el camino junto a los pastores de la Sierra de Albarracín y sus miles de merinas de los Montes Universales.
El material sobre el que se ha elaborado el libro se ha obtenido de las reseñas que los propios estudiantes han ido redactando de sus jornadas y que se habían compilado en el blog conlatrashumancia.com. Juan José Ramos fue el encargado de hacer una selección y elaborar los textos que ahora componen el libro.
Todos los años, el 1 de noviembre, los pastores –y desde hace 8 años también los peripatéticos de la Facultad de Veterinaria– inician el camino en Guadalaviar. El recorrido es aproximadamente el mismo cada día por lo que prácticamente el trayecto transcurre temporalmente de forma similar. “A la mañana siguiente, día de Todos Los Santos, nos levantamos a las seis de la madrugada. Aún no es de día y hace frío, pero se trata del sano frío de la sierra”. Así comienza la primera jornada de la vereda, a la que siguen otras muchas hasta completar, el 24 de noviembre, el viaje de vuelta desde Vilches a Zaragoza. Ramos ha planteado la obra como un libro de viajes en el que se narra cada una de las jornadas del camino. “A partir de los 8 años de material recopilado yo hago uno con las anécdotas e historias que más nos han llamado la atención”, comenta el profesor universitario.
Marian Ramo, que es otra de las autoras del libro y también profesora de Veterinaria en la Universidad de Zaragoza, indica que el primer año les costó captar voluntarios para hacer la vereda pero ahora tienen más demanda que plazas. “La mayoría se quieren dedicar a los pequeños animales y esta es una actividad eminentemente ganadera”, relata la docente. Cada semana van 8 estudiantes acompañados por 2 profesores que realizan el tramo del camino que corresponde junto a los pastores de Guadalaviar. Esta convivencia resulta muy enriquecedora para los alumnos, que conocen de primera mano la ganadería extensiva y su problemática. Pero como apunta Juan José Ramos, los peripatéticos a veces también son muy útiles a la hora de echar una mano en el manejo del ganado o, porqué no decirlo, para amenizar la charla de cada noche a la luz de la lumbre.
Junto a Juan José Ramos y Marian Ramo, también son coautores de la Crónica de la vereda Delia Lacasta, Francisco Saura y Luis Miguel Ferrer.
Anécdotas
Las anécdotas a lo largo de 8 años de unión en el camino han sido múltiples y, como recuerda Ramos, pastores y peripatéticos han tenido que enfrentarse a algunos momentos duros, como la visita de la Guardia Civil porque hacer fuego al aire libre es ilegal y, aunque los trashumantes pueden hacerlo, la benemérita quiso saber qué hacía un grupo de jóvenes compartiendo con ellos el calor de la lumbre. También hay personas que se encuentran por el camino que se sorprenden de que junto a los ganaderos viajen varios chavales y, en una ocasión, dos agricultores jóvenes llegaron a preguntarles si no estarían mejor en Benidorm cuando los encontraron en el límite de un barranco que bajaba tan crecido que el ganado no se atrevía a pasar. “El padre sí que se planteó ayudarnos y las ovejas al final cruzaron gracias a ellos”, explica el autor de los textos.
Los relatos se alternan con en torno a 200 imágenes, algunas de ellas de gran belleza estética porque, como explican los autores, el hecho de realizar todo el camino permite aprovechar las mejores luces del día y plasmar todos los paisajes y las inclemencias meteorológicas, como la niebla, el viento o incluso la nieve.
Es un libro de viajes por el que pasan numerosos personajes –además de los protagonistas, que son sin duda los pastores, el ganado, los perros y, como no, el burro–. Algunos son fijos en el camino porque están en los pueblos que se atraviesan y casi forman parte del paisaje, “pero otros son espontáneos”, comenta Juan José Ramos.
No es la primera vez que el material recopilado por los alumnos llega al público ya que algunas de las fotografías se han expuesto en ferias ganaderas como la de Cedrillas o Torralba de los Sisones. El libro se editó con el fin de difundirlo entre los sectores implicados en su elaboración, pero ha generado tal interés en el resto del público que, finalmente, se hará una nueva edición con la intención de su comercialización, según adelanta Marian Ramo.
A los pastores les ha gustado el libro porque “son los protagonistas y a ellos está dedicado”, pero sobre todo porque cada una de las páginas destila el poso que la vereda ha dejado en los participantes, que abandonan el camino a duras penas y algunos incluso entre lágrimas. El calor humano y la empatía que surge en el grupo suple con creces las carencias de elementos tan cotidianos como un baño o el teléfono móvil. Ahora el libro busca rendir un homenaje a los pastores de Teruel que cada año muestran la realidad de la ganadería a un grupo de estudiantes que, como aquellos alumnos del filósofo Aristóteles, aprenden mientras caminan.
Este año la vereda se quedará sin peripatéticos debido a la pandemia sanitaria y pese a la insistencia de muchos de ellos por participar. Tal vez la primavera llegue ya libre de Covid-19 y sea ese el momento de escuchar de nuevo los poemas de Ismael frente a la hoguera.