Raúl Carlos Maícas, director de la revista Turia: “La apuesta por visibilizar Teruel a partir de la cultura sigue mereciendo la pena”
En noviembre de 1983 salió a la calle el primer ejemplar de la revista literaria Turia. Entonces parecía flor de un día, desafiando desde Teruel el fértil panorama cultural español que gravitaba casi en exclusiva en torno a Madrid y Barcelona. Hoy, 35 años después, ha sobrevivido a docenas de publicaciones de su tipo y se ha convertido en una referencia obligada, no solo en España sino en todo el mundo de habla hispana.
- ¿Cómo estaba el panorama de las revistas culturales y literarias en 1983, cuando se creó Turia?
- La democracia, y con ella la libertad de expresión, le sentó muy bien a la creatividad artística y cultural española. Tras los años de la Transición, las décadas de los 80 y los 90 del pasado siglo fueron un momento dulce para el mundo de las publicaciones culturales. Había un fervor por publicar que se plasmaba en el surgimiento de todo tipo de revistas, más o menos especializadas y de vida más o menos breve. Uno de los factores más novedosos fue la necesidad de crear revistas más allá de los dos tradicionales centros editoriales españoles, Madrid y Barcelona. Y en esa dinámica hay que situar el nacimiento de Turia. Aragón era casi un páramo en esta materia, sobre todo porque mi propósito fue siempre elaborar una revista de difusión nacional.
- ¿Qué recuerda de la puesta en marcha y la publicación de aquel primer número de noviembre de 1983?
- La revista Turia surge como una aventura personal que pronto se tornó colectiva. Aunque es de justicia reconocer que sólo puede entenderse este milagroso ejemplo de supervivencia si tenemos en cuenta que se trata de una publicación surgida en una ciudad tan insólita y difícil como Teruel, en la que no existían demasiadas oportunidades para ejercer como agitador cultural. Una tarea poco recomendable que viene ocupando mis desvelos desde que, a los catorce años, empecé a escribir y publicar en los periódicos aragoneses de entonces.
- ¿Qué campo de acción se planteó la revista en esos primeros momentos? ¿Nació con la vocación nacional e internacional que hoy tiene, o en los primeros tiempos tenía más complejos?
- Como explicaba en el editorial que apareció publicado en el número 0 de Turia, la revista la fundé con el propósito de que se constituyera en un ejercicio válido de pluralidad intelectual y en un intento de contribuir, desde Teruel, al relanzamiento del hecho cultural en nuestro medio cotidiano. También escribí entonces que las páginas de Turia irían contribuyendo número tras número a esa necesidad de un nombre propio que, en el aspecto cultural y en el mundo de las publicaciones, Teruel venía solicitando. Algo así como un precedente de ese célebre lema que, muchos años más tarde sería Teruel existe. ¿Por qué promoví esta iniciativa de editar en Teruel una revista cultural con pretensiones de calidad, plural y cosmopolita? Primero porque, a diferencia de mis compañeros de estudios universitarios, decidí quedarme aquí y contribuir a cambiar un poco las cosas en el ámbito de la cultura. Además, en el panorama de publicaciones periódicas de aquel entonces, y quizá también en el de ahora, había y sigue habiendo necesidad de revistas sin corsés ideológicos o estéticos, o intereses meramente comerciales, que lastren sus contenidos. Y Turia ha pretendido ser, desde su primera entrega, una revista al margen de grupos editoriales, intereses partidistas o camarillas y amiguismos. Siempre nuestra seña de identidad ha sido la pretensión de rigor, calidad e independencia. Nada más y nada menos.
- ¿Con qué financiación, con qué periodicidad, con qué formato y con qué tipo de colaboradores se lanzó el primer Turia?
- Turia inicia su trayectoria con un número 0 en noviembre de 1983 en el que ya se visibilizaban las líneas maestras que han caracterizado la revista. Porque Turia es una publicación que ha pretendido, desde sus comienzos, ejercer el mestizaje cultural e integrar diversas corrientes creativas y de pensamiento. Atenta tanto a lo particular como a lo universal, Turia surgió como aportación al desértico panorama aragonés de revistas culturales. Nunca olvidaré lo que de aquel número dijo El País: “Turia da una idea de universalidad de sus propuestas, de la conciencia de integrar lo propio en esta universalidad, de la que se procede y nunca puede renunciarse”. No hay mejor síntesis de lo que Turia ha sido y quiere seguir siendo.
Me gustaría también recordar que el propio nombre de la revista no es nada casual, reúne la reivindicación y el homenaje. Turia quiere dar testimonio de reconocimiento a una publicación turolense, la Revista del Turia, que constituyó una de las más señeras muestras de la notable actividad cultural y ciudadana que vivió Teruel en las últimas décadas del siglo XIX. Retomar ese dinamismo, servir de cauce a los nuevos autores, ejercer de puente cultural entre Aragón y otros territorios, fueron los propósitos prioritarios que guiaron la aparición de Turia y que continúan alentando su etapa actual.
Con una cabecera diseñada por Gonzalo Tena, una portada ilustrada con una viñeta de Lapayese y algo menos de cien páginas, el número 0 de Turia contó ya con un sumario muy atractivo para los lectores. Sus protagonistas fueron, entre otros, Pablo Serrano, Carmen Conde, Francisco Ynduráin, José Luis L. Aranguren, Javier Tomeo, Ana María Navales y Federico Jiménez Losantos.
- ¿Cuales fueron las principales dificultades de Turia en los primeros años de vida? ¿Las financieras, o aquellas derivadas de abrirse paso, de ganarse la confianza de los lectores y también de los escritores y colaboradores?
- Si hablamos de los primeros años de Turia, es inevitable y necesario recordar la enorme labor que realizó la escritora zaragozana Ana María Navales como codirectora de la revista durante dos décadas y hasta su muerte. Sin duda, su nutrida agenda de contactos como secretaria del jurado de los Premios de la Crítica hizo posible que fructificaran la mayoría de las ideas y propuestas que aquel joven agitador cultural turolense quería llevar a cabo. Luego, una vez consolidada la revista, ya no causaba sorpresa entre los autores el recibir una propuesta de colaboración desde Teruel. Al contrario, desde hace ya unos cuantos años estamos desbordados de ofrecimientos de material inédito, y tanto escritores como editores valoran mucho ser publicados en Turia. Es una alegría y un orgullo poder decirlo hoy, 35 años después.
- Muchas de las revistas literarias y culturales españolas fueron de vida efímera… ¿Qué nombres recuerda especialmente y qué diferenció a Turia de ellas para llegar a cumplir 35 años?
- El formato de Turia nos aproxima a una revista cultural de tanto prestigio y longevidad como la ya clásica Revista de Occidente. Incluso ha habido en estos años quien nos ha definido como la Revista de Occidente de Aragón, lo que sin duda para nosotros es un elogio y un estímulo. Sin embargo, en los orígenes de Turia hay que situar a una revista de filosofía similar, por su pluralismo y su vocación integradora, que se editaba en Asturias y que surge en los inicios de la década de los 80 del pasado siglo. Era una revista que se llamaba Los Cuadernos del Norte y la dirigía un personaje tan admirable como Juan Cueto, un escritor del que se ha dicho que es el patrón laico del columnismo español.
-De entre los cientos de colaboradores y escritores que han escrito en Turia, o que han sido objeto de sus cartapacios, entrevistas o reseñas, de cuál o cuáles guarda un recuerdo más especial o han significado más para la revista?
- Es difícil e injusto citar sólo a unos pocos nombres propios entre los más de mil autores que han publicado en Turia. El gran referente de la revista, el protagonista indiscutible es Luis Buñuel, al que hemos dedicado más de mil páginas de textos inéditos distribuidos en ocho monográficos. Nos gusta Buñuel porque fue un inconformista permanente. Su irreverencia, su sentido del humor, nos siguen interesando a muchos. Además, Buñuel sigue siendo, 35 años después de su muerte, un referente internacional de buen cine, de ahí que el interés por su figura y su obra resulte inagotable.
Si hacemos, no obstante, una sucesión cronológica de los acontecimientos vividos, tendría que citar la multitudinaria e inolvidable presentación en el IVAM de Valencia de nuestro monográfico dedicado a Max Aub. O el extraordinario número dedicado a Dalí escritor, que presentamos en el Palau Macaya de Barcelona. Constituyó el pórtico del año Dalí y para elaborarlo contamos con el apoyo de la Fundación Gala-Dalí, y las intervenciones de ese extraordinario crítico de arte que es Daniel Giralt-Miracle y del siempre recordado escritor, profesor e investigador Jorge Wagensberg.
También nos ilusionó recibir, en 2002 y otorgado por el Gobierno de España, el Premio Nacional al Fomento de la Lectura. O comprobar, como me ocurrió con Luis Mateo Díez en León, el aprecio que siente un autor cuando es verdaderamente profeta en su tierra. Espero que tampoco los turolenses olvidemos la reciente intervención de Javier Gomá, de las mejores que he escuchado junto a la que tuvo el diplomático Emilio Cassinello en el Instituto Cervantes de Nueva York, con motivo del monográfico de Turia sobre Buñuel que allí presentamos.
Y cómo no agradecer de corazón la presencia en Teruel del Director de la Real Academia Española, José Manuel Blecua, junto a la también académica Soledad Puértolas, para festejar el número 100 de la revista que le dedicamos a la excelente escritora aragonesa. O el emocionante homenaje que supusieron los números dedicados a José Luis Borau o a la propia Ana María Navales.
- Y de los textos inéditos que ha publicado la revista… ¿cuál o cuáles diría que han tenido mayor importancia por su autor, altura literaria o por el hecho de ser una exclusiva editorial?
- Quizá el número de Turia más celebrado internacionalmente sea el dedicado a Roberto Bolaño, un autor que es ya todo un clásico contemporáneo de las letras latinoamericanas. Hace años que está agotado e incluso se han publicado traducciones al inglés de algunos de los textos que lo integran.
Una joya para conservar es también el número que dedicamos a Mario Vargas Llosa. Fue elaborado dos años antes de su publicación y contó con la complicidad e implicación de su autor. Estaba previsto presentarlo en Teruel con su presencia pero la concesión del Premio Nobel de Literatura trastocó todos los planes. Aún recuerdo como una de las experiencias más gratas que me ha deparado Turia la tarde de agosto que compartimos el periodista cultural turolense Juan Carlos Soriano y yo, junto a Vargas Llosa en su domicilio madrileño.
De los últimos monográficos publicados y presentados, hay que mencionar el que protagonizó Wislawa Szymborska. Mercedes Monmany en Teruel y Abel Murcia en Madrid, lo presentaron con éxito y acierto. En pocas ocasiones, como en esa presentación en un abarrotado salón de actos de la Biblioteca Nacional, ha sentido uno el calor y el aprecio del público lector. Sin duda, las exitosas presentaciones de Turia son un auténtico complejo vitamínico, como una especie de pócima de Asterix para mí. Animan a seguir trabajando y a superar las dificultades y problemas del día a día.
- Dígame algún contenido (entrevista, cartapacio, texto inédito) que le hubiera gustado publicar en Turia y que por alguna razón haya sido imposible al menos hasta ahora...
- Desde hace ya unos cuantos años la búsqueda y obtención de financiación condiciona en buena medida los contenidos de la revista. Ello supone la necesidad de conciliar el interés y la calidad de los autores y sus textos con la existencia de recursos presupuestarios suficientes. De ahí que los monográficos de Turia se hayan convertido en el eje y sostén principal de cada sumario. No obstante, y si hay que citar algún proyecto reciente que me haya dado especial rabia no poder llevar a cabo por falta de recursos, tendría que recordar los fallidos monográficos sobre Ángel González o Thomas Bernhard. Ambos no consiguieron la financiación necesaria para hacerlos viables.
- Turia ha tratado de adaptarse a las nuevas tendencias del mercado, que parece que pasan por internet y las redes sociales… ¿Cree que esto es una necesidad real para una publicación como Turia, o no deja de ser una moda pasajera a la que hay que subirse para no perder el tren?
- Desde hace cinco años, Turia tiene una versión digital muy completa y atractiva. Dimos el paso adelante para que la versión en papel no sólo sobreviva sino que mantenga su visibilidad e incremente su difusión. Además, nuestra página web no sólo ofrece contenidos gratuitos procedentes de la edición en papel, también brinda lecturas de textos sólo accesibles en la versión digital. El balance es positivo: en estos momentos tenemos una audiencia de 10.000 personas en nuestra página en Facebook y 5.000 personas al mes navegan por la web de la revista. Turia ha crecido en audiencia, nuevos públicos de diferentes países disfrutan ya de buenas lecturas en español. Pero hay mucho potencial y nos queda todavía un largo camino por recorrer y seguir creciendo en lectores.
- En cualquier caso… ¿de qué lado se decanta usted en el dilema sobre si sobrevivirá el papel o no a la era digital?
- Somos firmes defensores de la lectura en papel pero en fructífera convivencia con el formato digital, con las pantallas. Las nuevas generaciones de autores y lectores no se plantean ya ese dilema ni tienen tanto prejuicio a verse o leerse sólo en la opción digital.
- Uno de los problemas que plantea una revista tan longeva como Turia es la recuperación de sus documentos… ¿Se ha planteado la posibilidad de digitalizar algunos de sus contenidos (entrevistas o cartapacios) para que puedan recuperarse a través de una base de datos con el ahorro de tiempo que eso implicaría?
- Con 35 años de trayectoria, más de 37.000 páginas publicadas y más de 1.000 colaboradores, Turia es un tesoro documental para cualquiera que desee tener una información completa acerca de lo que se ha escrito y leído en las últimas tres décadas. Ojalá tuviéramos recursos económicos para digitalizar todos nuestros contenidos y ofrecerlos a los lectores a un precio asequible. También nos gustaría publicar libros elaborados a partir de las entrevistas a fondo que publicamos. O a partir de nuestros monográficos, porque en la mayoría ocasiones ofrecen una completísima y atractiva aproximación a destacados autores de la literatura contemporánea. Hay que tener en cuenta que Turia se concibe como una revista para leer y conservar en la biblioteca, ya sea esta personal o pública, y disfrutarla o consultarla cuando se requiera.
- ¿Llegará Turia a los 50 años?
- La revista Turia goza de una excelente salud a nivel de contenidos. Con una presencia en Iberoamérica creciente y habiéndose convertido en una revista muy valorada tanto en los medios culturales y literarios de España y de otros países como instrumento útil para fomentar la creatividad, el ensayo, o como vehículo de promoción y difusión en español de sus autores.
Otra cuestión es la situación económica de Turia. Estamos permanentemente instalados en la precariedad, en la incertidumbre, más aún desde el estallido de la crisis en 2008. Pero hemos hecho de la necesidad virtud y seguimos peleando por la supervivencia, por poder seguir pagando a nuestro centenar de colaboradores por número. Porque siempre hemos valorado como merece el trabajo intelectual, y retribuirlo lo dignifica. También los creadores tienen derecho a ganarse la vida con su trabajo o cuando menos, a que se les vea mínimamente reconocido a nivel económico. Que los artistas no viven del aire.
Además, este tipo de publicaciones nunca han sido, ni serán, un negocio. Requieren sobre todo del mecenazgo, ya sea público o privado. Y también del apoyo de esos lectores que deciden dar un paso adelante y convertirse en suscriptores. Ojalá tuviéramos unos recursos financieros mayores y más estables, que nos dieran más autonomía y menos dependencia económica. En ese sentido, da un poco de rabia y de tristeza seguir instalados, 35 años después, en cierta fragilidad presupuestaria. Condenados a padecer periódicamente algunas políticas culturales que, o bien desdeñan nuestro trabajo o dilapidan los recursos económicos en otras nuevas iniciativas que no pasan de ser meros caprichos u ocurrencias de algunos responsables políticos. Porque la revista ha demostrado con creces que tiene un potencial enorme para convertir a Teruel en un referente internacional como lugar donde se edita una de las mejores publicaciones periódicas culturales en español. Y ya sabemos el brillante futuro que tiene el español en el mundo.
En Teruel no sobra nada ni nadie pero, en una época de recursos económicos limitados para la cultura, deberíamos saber priorizar y tener muy en cuenta el papel dinamizador y de seña de identidad de un territorio que juegan proyectos culturales como Turia, o como la Fundación Santa María de Albarracín, que dirige con enorme acierto Antonio Jiménez. En cualquier caso, y por decirlo de manera muy aragonesa, en Turia estamos acostumbrados a no reblar y seguiremos trabajando en libertad y con los medios disponibles en cada momento para ese objetivo tan ilusionante como es el fomento de la creatividad y la lectura. Por nosotros no va a quedar. Creemos que la apuesta por visibilizar Teruel a partir de la cultura sigue mereciendo la pena. Nuestro reto es seguir ofreciendo buenas lecturas a buenos lectores.