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Paula Ortiz firma ‘La virgen roja’, la increíble historia de la mujer que pudo ser y no fue Paula Ortiz firma ‘La virgen roja’, la increíble historia de la mujer que pudo ser y no fue
Paula Ortiz ha presentado su largometraje en San Sebastián. EFE / J. Etxezarreta

Paula Ortiz firma ‘La virgen roja’, la increíble historia de la mujer que pudo ser y no fue

El Cine Maravillas estrena el viernes la quinta película de la cineasta con ascendencia turolense
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Paula Ortiz, la directora zaragozana con raíces en la localidad turolense de Villahermosa del Campo, firma una de las historias más impresionantes de cuantas se han visto hasta ahora en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián. Su quinto largometraje, La virgen roja, recrea la corta vida de Hildegart Rodríguez (Madrid, 1914-1933), una insólita muchacha, engendrada y educada para ser la mujer perfecta del futuro, y asesinada por su madre al sentir fracasado su proyecto.

Aunque siempre pareció que Aurora, la madre asesina, era una loca que actuó contranatura, ésta no es la versión que observa la cineasta aragonesa. Según explicó la directora en una entrevista con EFE, La virgen roja no es “la historia de una psicópata, sino de una fanática”, lo que a su vez la convierte “en una historia política y atávica”.

“Como historia alberga un conflicto tan bestia que me parece, a la vez, una parábola de muchas tragedias del siglo XX y un relato extraordinario y único entre una madre y una hija”, afirma Ortiz, que estrena su película en la Sección Oficial, fuera de concurso.

Ortiz, que rueda por primera vez con guion de Clara Roquet y Eduard Solá, explica que la idea del rodaje partió hace cinco o seis años de la productora María Zamora, Premio Nacional de Cinematografía 2024, pero este personaje, el de la insólita Hildegart, ya le obsesionaba desde la universidad, “hace más de veinte años”.

“Su historia fue un tesoro”, explica. “Todos estudiábamos a Lorca, Buñuel, Dalí y yo no tenía conocimiento de las vanguardias feministas, hasta que me descubrieron a Hildegart y a su madre”. “La virgen roja”, se sincera Ortiz, “me ha obligado a explorar algo histórico, real, irresoluble y terrible, y he tenido que meterme en conflictos femeninos oscurísimos: navegar sobre la cara oscura del alma, de las ideas y de la violencia. Eso es algo que yo no había transitado y ha sido muy hermoso hacerlo a través de dos mujeres como ellas en el seno de la República Española”. “Creo que soy una hija más consciente de mi tiempo gracias a Hildegart”, afirma la directora.

Basada en hechos reales que ya fueron contados primero en una novela-reportaje de Eduardo de Guzmán en 1973, y después en 1977 por Fernando Fernán-Gómez en la película Mi hija Hildegart, La virgen roja cuenta esta misma historia pero no desde la mirada de Aurora, el monstruo, la auténtica encarnación del mal.

“Se trataba de verla desde nuestro contexto y nuestra generación, sin sentirnos arrollados, o filtrados, por la visión de Fernán-Gómez, que surgió en otro momento y con otra visión (...) Curiosamente -agrega Ortiz-, había en nosotros una voluntad de intentar vivir la historia desde Hilde y desde lo que hubiera sido si no la hubiera matado su madre”.

Aurora Rodríguez llegó a confesar en la cárcel a Eduardo Gúzman: “Para mí, un hijo que no venga a perfeccionar la generación de la que forma parte, convirtiéndose en un escalón del progreso humano, no tiene por qué nacer”.

Ortiz retrata con asepsia la infancia de una niña que acepta como un juego la brutal, estricta y prolija educación a la que le somete su madre -con cuatro años escribe a máquina y con ocho habla seis idiomas-: mientras toma su baño, la pequeña recita, y opina, sobre teorías de filósofos que ya domina.

A los dieciséis es abogada y escribe encendidos artículos sobre la educación sexual y la contracepción. Cuando acude a una asamblea socialista conoce a Abel Velilla (Patrik Criado), que le abre los ojos al mundo y ella siente la necesidad de huir del control materno. Pero Aurora no está dispuesta a permitirlo.

Teruel se suma al estreno

Protagonizada por unas soberbias Nawja Nimri y Alba Planas, La virgen roja llegará al Cine Maravillas de Teruel y el resto de salas españolas el 27 de septiembre. Después se podrá ver en Amazon Prime.

En el trabajo actoral de la película hay que añadir las estupendas actuaciones de Pepe Viyuela, como Guzmán, y Aixa Villagrán, como Macarena, la mujer que ayuda en casa, así como la destacable banda sonora compuesta por Guillermo Galván y Juanma Latorre (Vetusta Morla) que “navega por unas vibraciones subterráneas muy oscuras”, entiende Ortiz.

La directora de Teresa (2023) señala, fascinada, lo “inabarcable” de estos personajes y las numerosas subtramas que ha tenido que obviar, como su relación con Gregorio Marañón, o la existencia de ese primer ensayo que fue su sobrino Pepe, pianista desde los cuatro años.

“Todo lo que sale en la película es real”, señala Ortiz. De los artículos de Hildegart, sus discursos y los de los compañeros del Partido Socialista-, a los titulares, o la foto que sale al final de la película del funeral auténtico de Hildegart.

“Fue masivo. Era alguien muy significativo, una líder. Realmente fue una rockstar, su muerte conmocionó mucho y la gente fue a despedirla con sus libros y con lirios rojos”, una flor que abunda en la película y que Ortiz explica por ser una flor simbólica dentro de la República.

Hildegart y los Amantes de Teruel

Entre los temas que despertaron el interés de Hildegart Rodríguez Carballeiro en sus numerosos estudios, ensayos y artículos también estuvieron los Amantes de Teruel. En 1930, con quince años y medio, la Diputación Provincial de Teruel le publicó Tres amores históricos. Estudio comparativo de los Amores de Romeo y Julieta, Abelardo y Heloisa y los Amantes de Teruel. Fue la obra ganadora del Premio Diputación de Teruel de los Juegos Florales de la Corona de Aragón, celebrados en el recinto de la Exposición Internacional de Barcelona en 1929.

En el prólogo de la obra, Santiago Andrés cita de la descripción que la propia Hildegart hizo de sí misma con la entrega del trabajo para su valoración: “no concibo que un joven sea del día [moderno, actual] sin ser algo más que [otra cosa que no sea] republicano, laico y rebelde”. El prologuista dice de ella que es “vehemente y apasionada”, “socialista” que defiende sus ideas “con la pluma y la palabra” y “según varios testimonios domina el inglés y conoce, y así lo demuestra en este libro, el latín, francés e italiano”.

Andrés cita a la niña y dice que mientras estudia y publica artículos en El Socialista y otros periódicos, al terminar el estudio comparativo sobre los Amantes de Teruel estaba desarrollando además un artículo titulado El problema eugénico desde “el punto de vista de una mujer muy moderna”, además de otros titulados La limitación de la prole, La pena de muerte, Los fundamentos filosóficos y jurídicos de la propiedad y Los accidentes de trabajo en la legislación universal. Esto lo escribe una niña que no ha cumplido 16 años en 1930, con la II República en ciernes. Nada parecido volverá a producirse en nuestro país hasta pasados sesenta o setenta años.

Sobre el libro que prologa, Santiago Andrés dice que “su estilo es llano, sencillo, nada correcto, defectuoso sintáxicamente (sic); pero escrito al compás del vertiginoso pensamiento de su autora, revelándonos su exquisita sensibilidad, que vibra al unísono de sus héroes”. Andrés, que considera este librito como “un jalón en la reconstitución histórica y literaria de la célebre tragedia amorosa”, se despide del lector diciendo: “Recorre las páginas de este libro [] y adivinarás la figura de su autora, la Hildegart intelectual, erudita, filósofa, partidaria de las teorías eugénicas, rebelde, socialista y sobre todo mujer”.

Dos años después este portento moría de cuatro disparos a manos de su madre mientras dormía.