Melchora Herrero, una mujer adelantada a su tiempo que no olvidó Villarluengo, su pueblo
Manuel Gil Marconell presenta un libro sobre esta educadora de principios del siglo XXEste mes de agosto, de regreso temporal a los pueblos, es también el de las semanas culturales y las presentaciones de publicaciones que permiten adentrarse en el conocimiento de las raíces a través de paisajes y personajes históricos. Este sería el caso de Melchora Herrero Ayora (1875-1933), una mujer adelantada a su tiempo, maestra pedagoga y escritora, natural de Villarluengo que, como muchos que estos días se encuentran en los pueblos de la provincia, tuvo que marcharse a Madrid para trazar su futuro sin olvidar nunca su “patria chica”, que no dejaba de visitar en verano.
El responsable de arrojar luz sobre su trayectoria vital y profesional, ha sido Manuel Gil Marconell, que ha escrito un libro editado por el Centro de Estudios del Maestrazgo Turolense (Cemat), que se presentó hace unas semanas en el salón del Ayuntamiento de Villarluengo, donde Herrero tiene una calle con su nombre. A la presentación acudió numeroso público, entre el que se encontraba algunos familiares de la propia Melchora Herrero.
Gil Marconell se topó con la figura de Herrero Ayora cuando estaba preparando su primer libro, presentado precisamente hace ahora dos años y que se centra en Villarluengo, en el convento de Monte Santo y en la familia Balfagón, apellido de su esposa. La presentación coincidió con la conmemoración del quinto centenario de la aparición de la imagen de la Virgen de Monte Santo.
Durante sus pesquisas, “iba guardando y archivando” la información que iba encontrando sobre este célebre personaje de la época, sobre la que Gil siguió investigando tras la publicación de su primer libro. Ahora, todo ese compendio ha salido a la luz con la publicación editada por el Cemat.
Un siglo antes, Herrero Ayora había sido una invitada destacada en su localidad natal durante la conmemoración del 400 aniversario del hallazgo de la imagen de la Virgen de Monte Santo, y sobre la que hizo referencia en su libro En mi patria chica.
En la presentación del pasado 3 de agosto Manuel Gil destacó que Herrero hizo de cronista de aquella conmemoración y posteriormente lo plasmó en su libro. “Yo no había oído hablar de ella pero precisamente, al investigar sobre el convento de Monte Santo, descubrí su libro y entonces comenzó a interesarme el tema”, explicó.
Lo que encontró fue más allá del interés de esta mujer por difundir la historia y las costumbres de su tierra. Detrás, había una pionera del feminismo, visto desde un punto de vista conservador, “alejado de las tendencias francesas o anglosajonas del tipo revolucionario o radical”, como señala el propio autor en este libro divulgativo.
Gil ha dedicado horas y horas a investigar sobre esta figura que tenía “una convicciones muy adelantadas para su época”, aunque hoy puedan parecer obvias.
Para ella el feminismo era “evolución hacia el progreso”, basada en cultura femenina, capacitación para el trabajo en el hogar y fuera de él. Y en su trayectoria profesional lo ligó al magisterio y a la pedagogía en muy diversos ámbitos, incluido el interés por mejorar la higiene entre las mujeres.
En una época en la que no era habitual que las mujeres hicieran estudios superiores, Melchora Herrero obtuvo varios títulos. Estudió Magisterio en Segovia y obtuvo los títulos de enseñanza elemental y enseñanza superior. También realizó otros estudios como Comercio. Fue directora de la Escuela de Hogar y Profesional de la Mujer; inspectora general del Centro Iberoamericano; profesora de Gramática, Caligrafía y Mecanografía en la Escuela Central de Intendentes Mercantiles; formó parte de tribunales de oposiciones oficiales y escribió distintos libros de temas muy diversos, que Manuel Gil ha recogido en su publicación, como también artículos de prensa, “con un potente calado pedagógico y dirigidos a las mujeres”, destaca este estudioso sobre esta destacada figura turolense.
Herrero, que se había desplazado desde su Villarluengo natal hasta Madrid muy joven para cuidar de los hijos de unos familiares bien posicionados socialmente y para estudiar, se relacionó con personas de un alto nivel cultural y con personalidades influyentes, participó en conferencias y actos sociales y estaba bien considerada como escritora, pedagoga y profesora, sin olvidar nunca sus raíces aragonesas.
Todo ello ha sido recogido por Gil Marconell en la publicación, en la que ha recopilado referencias a diez libros publicados por la pedagoga, artículos en prensa y fotografías.
A este investigador le ha quedado la espinita de saber algo más sobre la infancia de Herrero en tierras turolenses, ya que no se conservan los libros de la iglesia o la escuela. Sabe que nació en la masía Nogueruelas, propiedad de sus abuelos maternos, y que tuvo al menos tres hermanos. Sus dos hermanas también se trasladaron a Madrid y su hermano emigró a Argentina donde todavía viven sus descendentes. De hecho, Manuel Gil mantiene contacto con sus sobrinas nietas a través de redes sociales.
Tampoco se sabe mucho sobre el marido de Melchora, Ricardo Vidal, aunque en los primeros libros la escritora lo incorporó a su firma y lo hacía como Melchora Herrero de Vidal.
Libros
Si algo destaca de la bibliografía de esta escritora de Villarluengo es su variedad de estilos y de géneros, en la mayoría poniendo a la mujer como protagonista. El primer de ellos publicado en 1905, se titula precisamente Para las mujeres, Lo dedicó a la científica y ginecóloga Concepción Aleixandre, y en él ya aparecen “verdaderos alegatos feministas”, destaca Manuel Gil, pidiendo para ellas “trabajo, enseñanza y educación”.
Al año siguiente publicó una novela pedagógica, El jardín de las mujeres, dedicado a la reina Victoria Eugenia. “Es un libro autobiográfico en el que empodera a las niñas y futuras mujeres dándoles confianza y seguridad en sí mismas”, comenta Gil.
Le siguieron cuentos para niños bajo el título Las cuatro estaciones; unas publicaciones sobre el arte de las labores, y sobre el de la cocina -escritos con su hermana Florencia- otro sobre higiene doméstica, economía, puericultura y educación.
En la década de los 20 publicó un libro que recoge 500 cantares para jota, donde no puede falta uno dedicado a su pueblo y a los sentimientos nostálgicos que le produce su recuerdo. De esta época es también su libro Mi patria chica.
Hace ahora un siglo, en 1924, Melchora Herrero escribió la novela El triunfo de Amalia, pero recibió el informe negativo de la Real Academia de la Lengua, aunque también hay referencias a esta obra que la ensalzan, como expone Gil en su publicación.
El autor turolense ha tenido ocasión de acceder a algunos de los parajes o de las publicaciones que detalla por la colaboración de vecinos de Villarluengo y de parientes de la propia Melchora. Por ejemplo, tuvo la posibilidad de leer el tratado gastronómico Cocina selecta y clásica, escrito en 1927, gracias a la generosidad de una familiar que se lo dejó.
Melchora Herrero falleció por un tumor con 59 años. A pesar de toda esta prolífica carrera, en su partida de defunción indica como profesión “sus labores”.
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