Marta Robles, escritora y periodista: "Un artista puede ser alguien malvado y seguir teniendo una obra maravillosa"
La madrileña presentó en Teruel 'Lo que la primavera hace con los cerezos'Tras Pasiones Carnales (Planeta de los Libros, 2021), donde la periodista y escritora Marta Robles analizaba cómo afectan y han afectado a las relaciones personales, íntimas y sexuales de los reyes y poderosos a lo largo de la historia, la madrileña ha publicado Lo que la primavera hace con los cerezos, (Planeta de los Libros, 2022), un ensayo que se detiene en artistas de todos los tiempos, y en la influencia que el amor, la pasión y el sexo ha ejercido en su obra. El viernes presentó su libro en la Feria de Teruel y firmó ejemplares del mismo.
-¿Por qué elige este verso de Neruda para dar título a su libro?
-El título del libro está extraído del último verso del poema 14 de Veinte poemas de amor y una canción desesperada de Pablo Neruda, que completo dice “quiero hacer contigo lo que la primavera hace con los cerezos”. Me parece que es el mejor símbolo del buen amor, del que consigue sacar lo mejor del otro.
-Pero su libro habla del buen amor, pero también del mal amor...
-Amar bien es muy difícil, y mi libro de lo que va, al final, es de la relación entre amor, el desamor y la pérdida, y la propia creación. De cómo los sentimientos llenan de emoción las obras de los artistas y las convierte en obras de arte. Lo que pasa es que para que haya un terrible desamor tiene que haber habido un amor previo. Ojalá todos los amores consiguieran sacar siempre lo mejor de la persona amada, pero ya te digo que es muy difícil amar bien.
Selección
-¿En base a qué seleccionó los artistas de los que habla?
-Son setenta personajes relevantes, desde pintores a cineastas, pasando por literatos, músicos, pintores... Desde Tchaikowsky a Lorca, pasando por Dalí, Lucian Freud, Alma Mahler, donjuanes, mujeres fatales... Incluso depravados, porque Freud, no Lucian sino Sigmund, decía que una relación comenzaba con la fantasía sexual, y hay una línea muy fina que separa esa fantasía y la depravación. Y cuento el caso, por ejemplo, de Lewis Carroll, que era un tipo absolutamente apasionante desde el punto de vista de la creación, pero tenía una tara, y es que le gustaban las niñas, y fotografió a un centenar. En el libro estudio cómo todas las emociones de los artistas son imprescindibles para la creación, y cómo el hecho de que las obras de arte necesitan de esta emoción, para no quedarse en un simple trabajo correcto.
-Los artistas, en general, ¿salen bien parados en eso de amar bien?
-Ni los artistas ni los no artistas. Si cada uno de nosotros tuviera 24 horas al día un foco nos encontrarían todas nuestras miserias ocultas. Todos tenemos escaparate y trastienda, lo que ocurre es que ese concepto de que las personas guapas son buenas, que procede de la Grecia Clásica, nos hace pensar que los artistas, por ser artistas, tienen que ser buenas personas. Y hay artistas muy malos, malvados. Por eso yo abogo por ir en contra de la cultura de la Cancelación. Los versos que elijo para el título del libro son de Neruda, y Neruda no era una buena persona. Abandonó a su mujer, que es una cuestión moral, pero también a su hija, que tenía una hidrocefalia. Y eso es de ser mala personal. Y además de eso, al publicarse sus memorias póstumas descubrimos que había violado a una menor. Siempre digo que un artista que comete un delito tiene que estar en la cárcel, pero que no nos priven de sus obras, porque eso significa castigar a la humanidad.
-Esa reflexión es interesante y peliaguda... ¿En ningún caso la mala conducta, la perversión o maldad de un artista, debería deslegitimar su obra?
-En ninguno, según lo entiendo yo. A nivel moral puede que la forma de ser de un artista haga que no te guste su obra, que personalmente elijas rechazarla, como quizá decidas no ir a un restaurante porque no te cae bien su propietario. Eso es legítimo. Pero el hecho de que se cancele, de que un artista se borre de la corriente, simplemente porque alguien decide que era mejor o peor persona, no me parece oportuno. Ser un buen tenista o un buen cocinero no significa que vayas a ser buena persona necesariamente, y con el artista sucede igual.
-¿Por qué el libro se define como ensayo novelado? ¿En qué registro está escrito?
-En un ensayo muy literario, no es un ensayo periodístico en absoluto. Pero tampoco hay ficción en las historias de los artistas. Lo que hago, a veces, es introducir algún concepto con un fragmento de ficción, en el que recreo, por ejemplo, mi concepto de Don Juan del siglo XXI, o el de Mujer Fatal. Pero las historias de los protagonistas son absolutamente reales, sin un ápice de ficción o invención. Pero es muy literario, está contado como yo creo que se tienen que contar las historias.