Marta Fresneda: “La reivindicación no cabe dentro del arte contemporáneo”
La sevillana expone en Híjar una muestra de escultura en alabastro sobre los derechos humanosBajo el título No es raro, es inhumano, la artista sevillana afincada en Italia Marta Fresneda expone una serie de once piezas en alabastro y hierro que podrán visitarse hasta el próximo 10 de marzo en la Sala de Arte Contemporáneo del Centro de Estudios del Bajo Martín, en Híjar.
La muestra responde a una de las tres residencias artísticas que tuvieron lugar el pasado año en Albalate del Arzobispo, dentro del Proyecto Alabastro financiado por el Programa Leader Adibama, en el que colaboran la Comarca del Bajo Martín y los ayuntamientos de Albalate y La Puebla de Híjar, coordinado por Santiago Martínez para llevar a cabo acciones culturales dirigidas a valorizar el alabastro de la zona. Los otros dos residentes de la Beca 2018 fueron la neerlandesa Anja Römer, que expuso en Híjar durante el pasado mes de noviembre y en muniesino Domingo Simón.
En cada una de las piezas hay explícita una denuncia que tiene que ver con la Declaración de los Derechos Humanos, y una realidad que nace “de algo que pasa en el mundo, en algún lugar donde los derechos de las personas son pisoteados”. Responde a la necesidad de sensibilizar al público “de lo que está ocurriendo cerca nuestro y que en ocasiones parece no importarnos”, para alguien que entiende el arte como un mecanismo de comunicación espontáneo y necesariamente comprometido socialmente. “¿Arte solo por la estética? La estética es relativa, pero lo que sucede en el mundo no”, sostiene la sevillana. “Los derechos humanos es lo que nos une a todas las sociedades, por diversas que sean, independientemente de las creencias y leyes de cada una. No son una energía sino una serie de derechos contra la barbarie... porque todas las personas somos diferentes entre nosotros, pero a nadie nos gusta pasar hambre o sufrir dolor”.
El proyecto de trabajar sobre la Declaración de los Derechos Humanos le rondaba desde hace años a Fresneda, pero ha sido sino a partir de Proyecto Alabastro cuando ha podido salir adelante. “Lo había presentado a Becas y Fundaciones, y empezaba a estar frustrada porque no es un proyecto que se venda fácil, porque la reivindicación no cabe dentro del arte contemporáneo y menos si puede dañar a alguna entidad de las que pagan”, asegura con ironía la escultora. “Pero yo todavía soy joven y me puedo permitir el lujo de ser utópica”.
El Ayuntamiento de Albalate decidió conceder a Marta Fresneda la beca del Proyecto Alabastro y la sevillana comenzó a trabajar. A diferencia de otros becados, que concentran su estancia creativa durante un mes, ella lo ha realizado con pequeñas estancias de varios días a lo largo de todo el año pasado.
El motivo es su peculiar proceso creativo. Cada pieza surge de un acontecimiento concreto que socava los derechos humanos en algún lugar del mundo. “Cuando leo en los periódicos algún acontecimiento de este tipo lo contrasto, sigo su desarrollo a lo largo del tiempo, reflexiono y esculpo una pieza inspirada en él, poniéndola en relación con alguno de los derechos de la Declaración”.
Miradas poliédricas
Así, las piezas que pueden verse en la exposición son niños soldados inspirados en los que existen en Sudán del Sur –”un país firmante de la Declaración”, subraya Fresneda–, o un rostro con los labios sellados en referencia a la censura y a la autocensura que se practica sobre el arte, y al derecho a la libertad de pensamiento y expresión, nacida a raíz de la demanda que la Fundación Francisco Franco interpuso contra Eugenio Merino por su obra Always Franco, que exhibió la figura del dictador metido en una nevera y que finalmente fue desestimada por los jueces en 2013.
También hay sitio para una mujer musulmana encerrada tras unas rejas en referencia a las vallas que separan Ceuta y Melilla del resto de África –”el cierre de las fronteras y que los gobiernos no sepan qué hacer con las personas refugiadas, enviándolas de un lado para otro, me parece sencillamente inconcebible”, asegura Marta Fresneda; o para el fenómeno de la tortura, representado por una gigantesca figura de gesto absolutamente inhumano, entre otros. Por cierto que No es raro, es inhumano, el título de la serie, hace referencia a la falta de empatía con la que Occidente suele recibir este tipo de noticias, asumiéndolas como acontecimientos poco habituales y no como lo que son, auténticas injusticias intolerables.
Junto a ese llamamiento a la empatía ante los casos de flagrante lesión de los derechos humanos, Marta Fresneda hace con su obra una reivindicación implícita a favor del alabastro, la piedra blanca que descubrió en 2013 precisamente en un Simposio en Albalate y que, desde entonces, se ha convertido en uno de sus materiales fetiche. “Es un material espléndido y versátil que, por alguna razón, nadie usa excepto para hacer yeso. Aragón tiene el mejor alabastro del mundo, un auténtico diamante en bruto que no aprovecha”. La artista, que está afincada desde hace años en Italia, explica que “en Volterra se venden muchísimas figuras de alabastro, haciéndolo pasar por propio cuando lo traen de Aragón”.
Arte conceptual figurativo
En relación a los fines sociales con los que entiende el arte, Marta Fresneda se decanta por el arte conceptual pero expresado a través del figurativismo. Porque el arte, ante todo, ha de ser comunicación. “Mientras hacía las piezas en Albalate todo el mundo las entendía, desde el campesino al diplomado. Por desgracia en el arte contemporáneo está de moda lo abstracto, pero yo creo que si el arte solo es entendido por la gente con mucha formación, o en algunos casos únicamente por el artista que lo ha creado, está fallando por completo”.
Como acto de comunicación, el arte de Fresneda es fresco y con un grado de espontaneidad que sorprende. Al contrario que la mayor parte de los escultores, que parten de dibujos y/o de bocetos en barro, Marta Fresneda ataca directamente el bloque de alabastro. “¿Si necesito expresar algo qué sentido tiene hacer un dibujo, y luego volver a expresar lo mismo a través de convertir ese dibujo en una escultura?”, asegura la sevillana, que afronta cada pieza casi como una conversación, con una idea para expresar y sin tener del todo claro a dónde puede conducirle.
“En ese sentido el alabastro me va muy bien, porque es muy versátil y me da muchas posibilidades en cuanto a los acabados, en el color, la opacidad, la textura que puedes ir modificando casi sobre la marcha”, explica Fresneda.
Además la sevillana incorpora en sus once obras pequeñas piezas de hierro oxidado, como contraste estético –el color pardo frente a la blancura de la piedra– y también conceptual, “ya que el hierro interactúa con la escultura, que para mí es casi una escenografía, donde pequeños hombrecillos de metal se mueven”.