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María Zabay presenta ‘Aislada’, primera novela sobre el Covid-19: “Deberíamos admirar a aquellos que realizan grandes acciones silenciosas cuidándonos” María Zabay presenta ‘Aislada’, primera novela sobre el Covid-19: “Deberíamos admirar a aquellos que realizan grandes acciones silenciosas cuidándonos”
María Zabay sintió la necesidad de escribir para reflejar por lo que estamos pasando.

María Zabay presenta ‘Aislada’, primera novela sobre el Covid-19: “Deberíamos admirar a aquellos que realizan grandes acciones silenciosas cuidándonos”

Una gran historia de amor y suspense
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Escritora, periodista, asesora en comunicación y gran humanista. Así es la carta de presentación de María Zabay. “Abogo por la defensa de la cultura como herramienta de poder del pueblo. El conocimiento da la capacidad de discernir, valorar, decidir y avanzar”, actitudes y habilidades muy presentes en su último libro, Aislada (disponible de forma física y digital), que recoge la cronología del Covid-19 y nos invita a reflexionar sobre su gestión y la vida que llevamos, a través de la historia de dos erasmus en Venecia que se ven separados por las difíciles circunstancias.

-En estos momentos, ¿qué es lo que más le inquieta a usted? ¿Qué sentimientos son los que se entrecruzan?

-Hay dos inquietudes que me preocupan por igual. La erradicación de esta pandemia que ha parado el mundo y nos está haciendo perder a mucha gente; y la restricción que hay a nuestra libertad, sobre todo de  expresión. ¿No podemos opinar lo que queramos? ¿Por qué se están borrando cuentas y publicaciones de las redes sociales? ¿Cómo es posible? ¿De verdad no podemos decir lo que pensamos? ¿Quién tiene ese criterio objetivo supremo para eliminar comentarios y perfiles de las redes sociales? ¿Cómo es posible tal aberración? No hay un sólo motivo que la justifique. Ni uno sólo. Si alguien se considera víctima de un bulo, lo que tiene que hacer es presentar una demanda y emprender acciones judiciales. Para eso vivimos en un Estado de derecho. 

Honestamente, me siento como en los Juegos de verdad de Michel Foucault. Como él, opino que no es suficiente con pensar. Las ideas que no se ejecutan, los derechos que no se respetan, únicamente son entelequias. Ahora mismo, somos una sociedad invadida por el pánico a contagiarse. El miedo es catastrófico porque paraliza. Lo digo en Aislada y reflexiono sobre ello. Una de las grandes estrategias de manipulación de las masas es el miedo, porque bloquea. Y ante una sociedad que no reacciona ni puede salir de casa, se pueden adoptar medidas que en cualquier otro momento serían inaudibles porque la gente se rebelaría. Bajo la rendija del temor se puede colar el abuso. 

Tenemos muchos precedentes en la historia, basta con echar un vistazo (y no muy lejano, por ejemplo Venezuela). Creo que debemos tener esto presente. Ser conscientes de que esta pandemia puede desembocar en sistema de vigilancia total; en una sociedad controlada en cada movimiento. Esto que puede ser bueno para contener y erradicar el Covid-19, puede suponer también el fin del liberalismo y el inicio de un sistema disciplinario. Tenemos países a los que mirar.

-Es como si el planeta hubiera explotado, ¿no?

-Lo ha hecho en cierta medida. Se ha parado. Nada va a ser igual. Ni la política ni la economía ni el espíritu de la gente. Gran parte de la población va a tener que reinventarse y, durante un largo tiempo, nuestra vida va a estar más limitada físicamente e, inevitablemente, va a ser más virtual de lo que ya lo era. La vuelta será gradual, los saludos cambiarán. Los abrazos se reducirán. 

Por otro lado, viene una gran recesión económica (quizá depresión) que cambiará paradigmas. Va a haber un nuevo modelo económico en el mundo. Un elevado porcentaje de la población va a tener que reinventarse, especialmente en países con grandes déficits públicos como España. Es un hecho que no afectará igual a países como Luxemburgo, Alemania u Holanda, con abultados superávits, que a España, Francia, Chipre o Italia, con grandes déficits. Muchos trabajadores no volverán a ser necesarios, habrá negocios que no puedan soportar la asfixia de este cese de actividad y consumo, y tengan que cerrar. 

-En su texto arranca apocalíptica con Petrarca: ¿Es posible que la posteridad pueda creer estas cosas? Ante este escenario, reinventarse o morir.

-Sí, por eso digo que muchos vamos a tener que reinventarnos, buscar nuevos proyectos que nos ilusionen y nos ofrezcan un futuro. El teletrabajo se va a imponer en muchos casos para optimizar recursos y contener gastos, y tocará familiarizarnos todavía más con las tecnologías. No olvidemos que, además, vamos hacia la automatización.

En cuanto al comportamiento sociológico, durante un tiempo, vamos a ser una sociedad atemorizada que va a valorar las pequeñas cosas y que vivirá más hacia dentro. Ojalá no olvidemos y, después de esta dura pandemia, seamos mejores personas y mejor sociedad, conscientes de que nos acechan más ententes revestidos de avances como la robotización, la automatización, el 5G y el transhumanismo que cambiarán el mundo. Puede que el COVID-19 sea el punto de inflexión o el catalizador del transhumanismo.

-¿Qué es el libre albedrío?

-¿Me preguntas si existe esa capacidad de elegir, incluso entre lo bueno y lo malo? ¿O lo menos malo entre lo malo? Como apasionada de la filosofía, busco la verdad desde la razón, la lógica y la intuición. El libre albedrío es el punto de partida del análisis de la libertad del hombre que hace Schopenhauer. Yo creo en la intelectual, pero  la moral y la física están muy condicionadas. Mi postura es que no somos tan libres como creemos. Vivimos sujetos a normas, condicionados por creencias, moralidades o inmoralidades. Incluso diría que hoy en día casi no somos libres ni de pensamiento; aun en las democracias, el libre albedrío es más una ilusión que una realidad. 

-En su nueva novela ‘Aislada’, también somos las decisiones que tomamos, ¿no es cierto?

-Siempre somos las decisiones que tomamos. Cada cosa que hacemos, cada dirección que emprendemos, tiene consecuencias en mayor o menor medida. Esto también lo abordo en profundidad en la novela que escribí sobre el ascenso de Hitler al poder, El zapato de la lengua rota.

-En papel y en edición digital, ¿cuándo empezó (y terminó) de escribir este libro del momento?

-Empecé a escribirla 4 días antes del confinamiento y la publiqué el 2 de abril. En total, un mes, entre doce y catorce horas al día porque llevaba inquieta desde enero y, al estallar, sentí la necesidad constante (y en parte también la obligación) de escribir para reflejar por lo que estamos pasando, darle forma, reflexionar sobre nosotros como individuos, como sociedad; intentar darle un sentido a esta desgracia.

-En ella, el Covid-19 sorprende en Venecia a una pareja de enamorados. El mundo se para pero la vida, el latido sigue.

-Claro. Sigue el amor, el cariño, la resiliencia, la ilusión en el futuro, en pensar en cuando esta pesadilla acabe. La novela es un reflejo fidedigno de lo que estamos viviendo.

-¿Primera novela en habla hispana sobre el Covid-19?

-Sí, me decían el otro día en una entrevista que era la primera y única a nivel mundial. Por ahora, que se sepa, no han aparecido ficciones. Si que hay algún ensayo.

-¿Cuánto hay de realidad y cuánto de ficción en ‘Aislada’?

-Los protagonistas son ficción, pero lo demás es cierto. Recojo datos de investigaciones periodísticas que estoy realizando, los informes, reuniones, comunicados, datos oficiales y diferentes teorías sobre las que se especula. Es una novela de suspense con una cronología rigurosa de los acontecimientos que han parado el mundo a causa de Covid-19 y un análisis de la gestión de la pandemia, así como de la situación política actual, de la repercusión económica del parón, de la globalización y del estilo de vida y valores tanto de la sociedad como de los individuos. Lo narro a través de Olivia y Jimmy, dos universitarios madrileños de Erasmus en Venecia, que se ven separados por los acontecimientos. Ante la impotencia de Jimmy de no poder llevar a Olivia a Madrid con él, inicia una investigación acerca de lo que está ocurriendo.

-¿Cuál es el papel de la OMS en su novela?

-El que ha tenido en la realidad. Escaso. Al principio relativizó, después alertó a los Estados y fue ignorada. Aquí podríamos entrar en un análisis bastante arduo acerca de su politización o no; de sus gestores y de otras críticas que recibe.

-También sus protagonistas se enfrentan a un entorno, hoguera de vanidades.

-Sí, porque lo digo hace mucho y lo sostengo en el libro: vivimos en la era de las vanidades y eso tiene consecuencias tristes de asumir. En Aislada digo: “Nosotros (los de la primera persona del singular) llevamos años enfermos; muriendo. Nuestra educación, la cultura, el conocimiento. Es la era de las vanidades de una sociedad que es de casi todo menos humana. La era en la que dialogar con los libros es de necios (…)”.

-¿Homo sapiens, ludens o faber?

-Como digo en Aislada, ojalá volvamos a la esencia del ser humano sapiens sapiens que evolucionó de entre todos para crear el arte, la música, la filosofía… Ludens es inevitable y está bien, en la vida tiene que haber juego ocio, pero no puede ser sólo eso todo. Faber suma, construye; pero necesitamos recuperar el humanismo. Aportar valor a este mundo; admirar, no envidiar; recuperar valores como la lealtad, la generosidad, el altruismo.

-El oftalmólogo de Wuhan Li Wenliang avisó desde sus redes sociales de la existencia de un virus desconocido. ¿Se equivocó China al censurar a sus médicos? 

-La censura siempre es un error inadmisible. Ninguna sociedad debería tolerar la censura. Vuelvo a lo que comentaba al principio: la libertad de expresión tiene que ser un derecho fundamental y, por tanto, inviolable.

-Un volumen de suspense y lucha. ¿Qué es el heroísmo en tiempos de pandemia?

-Investigar para erradicar el virus, cuidar a los enfermos, limpiar las calles, hospitales, conducir ambulancias, autobuses, recoger la basura, repartir paquetes, trabajar en un supermercado… Esta pandemia tiene que servirnos para darnos cuenta que deberíamos admirar a aquellos que realizan grandes acciones humanas silenciosas cuidándonos, protegiéndonos y haciendo de este mundo un lugar mejor.

-Y de cuarentena, porque lo que más nos puede ‘aislar’ es precisamente el miedo, como efecto de parálisis que antes usted avanzaba.

-El gran peligro del miedo no es que nos aisla, sino que nos paraliza. No analizamos, pensamos, decidimos ni actuados con lucidez, sino condicionados por aquello que nos atemoriza, y ahí se abre la puerta para grandes riesgos. 

En cuanto a lo de aislarnos, afortunadamente vivimos en la era de la tecnología. Aunque tengamos lejos a nuestra familia, amigos y compañeros de trabajo, podemos sentirlos cerca gracias a videollamadas. Esto marca una diferencia tremenda con otros confinamientos vividos en la historia como el impuesto en Madrid en 1833 a causa del cólera. Entonces no había teléfonos ni ordenadores, la gente estaba sola de verdad.

-Olivia, mientras, apuesta por la sostenibilidad.

-Ella quiere concienciar al mundo de lo que maltratamos nuestro único hogar, la Tierra, movidos por el brillo del dinero. Contaminamos océanos, mares, el oxígeno, se deshielan glaciares, talamos árboles, debatamos tierras fértiles para construir edificios y autopistas… Una parte de esto es inevitable, pero otra se podría evitar. Podríamos llevar vidas más sostenibles, conscientes del daño que causamos al planeta y a las demás especies que habitan junto con nosotros en él.

-Un pulso global de gracia versus desgracia.

-Un pulso para pensar y replantearnos muchas cosas. Es nuestra oportunidad para encontrar fallas e intentar ser mejores; para darnos cuenta de que lo que de verdad es importante es justo lo que es gratis: andar, saltar, correr, abrazar, besar. Hay que saborear los momentos y disfrutar de las personas que nos importan porque un día, de repente, pueden no estar. Los virus y las pandemias no distinguen razas ni colores; no tratan mejor a los ricos que a los pobres. Todos somos iguales.

-En definitiva, su libro pone el foco en el tipo de sociedad que ojalá queramos ser.

-Sí. Aprovecho para contestarte con un párrafo del manifiesto de Olivia: "Si el esfuerzo se valora y se premia, si todos nos sumamos a esa rueda de aportar nuestro trabajo y nuestro talento, sin esperar de brazos cruzados a que otros lo hagan por nosotros; si todos admiramos, pero no envidiamos; entonces el mundo será mejor. Necesitamos un sistema eficiente, gente entregada, altruista y cuidadosa con los demás y con el medioambiente. Ojalá COVID-19 sea la catarsis que nos transforme. Sirva para unir. Para amar. Para cuidar. Para valorar”.

-¿Aprenderemos a vivir más (y mejor) desde el interior?

-Durante un tiempo sí, pero nuestra memoria borra rápido. Lo que es seguro es que después de esta hecatombe que asola el planeta (especialmente España e Italia), todos valoraremos mucho más tener a nuestro lado a las personas que nos importan; salir a la calle y pasear, correr, saltar… No será tan importante colgar lo que hacemos en las redes sociales; sino vivirlo.

-Un mensaje fraterno a los turolenses.

-Todo mi cariño y ánimo. Viene una época difícil, pero saldremos adelante. Muchos tendremos que reinventarnos, pero los turolenses somos gente entregada y acostumbrada al esfuerzo; así que estoy segura de que lo haremos. Y espero que incluso salgamos reforzados de este confinamiento. Estoy deseando que se levante el confinamiento y volver a mi querido Teruel a ver a los míos.