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Los esperantistas turolenses homenajean al pionero alcorisano Julio Belenguer Los esperantistas turolenses homenajean al pionero alcorisano Julio Belenguer
Foto de familia del acto que se celebró frente al nicho donde descansan los restos de Julio Belenguer

Los esperantistas turolenses homenajean al pionero alcorisano Julio Belenguer

Algunos de sus familiares y miembros de la asociación Liberanimo honraron su memoria
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El Día Internacional del Esperanto se celebró en Teruel con un acto simbólico de reconocimiento hacia Julio Belenguer (Alcorisa, 1868-Teruel, 1927), un destacado esperantista en Aragón y España, en el que participaron miembros de la asociación turolense de esperantistas Liberanimo, algunos de los descendientes de Belenguer y el historiador turolense Serafín Aldecoa, que ha estudiado la figura de este personaje, en general bastante desconocido, y ofreció una breve charla sobre él. 

El acto tuvo lugar frente al nicho donde están los restos de Julio Belenguer, en el cementerio de Teruel, donde ya se instaló en su día una placa para recordar que este turolense fue uno de los grandes pioneros de la lengua esperanta en Aragón y de que no solo la enseñó a través de las clases que impartió sino que además consiguió que en Teruel entrara dentro de los planes reglados de educación. 

El esperanto es una lengua creada artificialmente en 1887 por el oftalmólogo polaco Ludwik Lejzer Zamenhof, con el objetivo de que fuera fácil de aprender y sistemática en su aplicación, sin irregularidades, para que se extendiera y sirviera como instrumento universal de comunicación que sirviera a todos los seres humanos, con independencia de su nacionalidad. En la sociedad expansionista y racionalista de finales del XIX esta lengua creció y pronto se formaron grupos esperantistas en todos los países europeos, especialmente formados por profesionales liberales y burgueses ávidos de novedades y progreso. También algunos sectores tradicionalmente conservadores, como el clero, fueron pioneros en algunos lugares, como la propia provincia de Teruel, donde fueron decisivos los Padres Escolapios.

Fue posteriormente cuando, precisamente por su vocación internacionalista, el esperanto comenzó a ser muy cultivado por el movimiento obrero y anarquista, de forma que ambos elementos  se fueron identificando hasta que el orden conservador fue alejándose cada vez más del esperanto, llegándose a prohibir incluso en los regímenes totalitarios, como el franquista. 

Una provincia pionera

Según explica el historiador Serafín Aldecoa, a pesar del tradicional aislamiento de Teruel, el esperanto llegó pronto a la provincia, pues según un anuario esperantista (Hispana Jarlibro) de 1907, ya en 1903, existía un grupo esperantista destacado en Albarracín con el nombre de Santa María y en el que se integraban, sobre todo, religiosos procedentes del colegio Escuelas Pías fundado ya en el siglo XVIII y de la catedral de la ciudad (presbíteros, canónigos...). El grupo esperantista de la ciudad de Teruel surgió unos tres años más tarde, donde el verdadero iniciador, promotor y difusor del esperanto fue Julio Belenguer. 

Serafín Aldecoa es uno de los más profundos conocedores de la figura de Belenguer, protagonista de alguno de los artículos que ha publicado en DIARIO DE TERUEL. El historiador asegura que se sabe que Belenguer nació en Alcorisa en 1868 y que trasladó su domicilio a Teruel por alguna razón. Allí inició la Segunda Enseñanza a una edad avanzada, 23 años, y fue empleado de la delegación de Hacienda de Teruel, aunque durante algún momento de su vida también pudo estar destinado en Toledo. 

“Uno de sus nietos, que todavía pervive y reside en Teruel, me confirmó que casó con la también turolense María Alcalá Fuertes, (al contrario que otras fuentes, que señalaban que su esposa era otra esperantista de apellido Batlle) con la que tuvo un hijo, Arturo, que estudió la carrera de Medicina y ejerció como médico durante décadas en la ciudad de Teruel falleciendo en el mes de mayo de 1983.

El turolense realizó reuniones con esperantistas a Burgos o Valencia, e incluso asistió al Congreso Mundial de París de 1914, hecho que Aldecoa reseña por ser poco habitual en la época ver turolense viajando por el mundo. Sin embargo ese congreso fue suspendido tempranamente por la Primera Guerra Mundial, y no se tiene constancia exacta sobre si Belenguer llegó a cruzar la frontera. 

Solidaridad esperantista

Precisamente esa guerra provocó una reacción de la Asociación Universal del Esperanto, que organizó un servicio especial para ayudar a personas afectadas por la guerra. Julio Belenguer y José María Lozano, esperantista de Albarracín, se involucraron organizando un grupo de acogida de niños austríacos separados de sus familias tras la finalización. Aunque, según la investigación de Aldecoa, parece ser que la Iglesia trató de apropiarse de ese acto piadoso, las comunidades de esperantistas de Teruel estuvieron detrás de ella, y cuatro niños austríacos residieron en Teruel entre 1921 y 1922. 

Belenguer impartió clases de esperanto en su casa de la calle San Esteban, pero entendía que para difundir la nueva lengua era necesario que la asumiera el Estado en los planes de estudio oficiales. Y según escribe Serafín Aldecoa, “en agosto de 1911 nuestro personaje consiguió su anhelado propósito: el Gobierno, debido a las presiones recibidas desde varios sectores, autorizó, mediante un decreto aparecido en la Gaceta de Madrid (actual BOE), la enseñanza del esperanto en los centros públicos. Los alumnos recibirían un diploma acreditativo y los profesores serían personas reconocidas por las sociedades esperantistas locales”. En octubre de este año, según las investigaciones del historiador, Belenguer anunció el inicio de las clases de esperanto en Teruel en tres centros: el Instituto de Segunda Enseñanza, la Escuela Normal de Magisterio y la Escuela de Comercio. También se comunicó por estos días el comienzo de las clases en el colegio privado Ntra. Sra. del Corazón de Jesús. No es de extrañar esta última convocatoria pues la directora era Gregoria Pérez, primera mujer esperantista de Teruel.

Belenguer murió el día 25 de junio de 1927 sin llegar a cumplir los sesenta años. Según Serafín Aldecoa, la revista esperantista valenciana La Suno Hispana (El Sol Español) le dedicaba una sentida necrológica en la que lo presentaban como “el paladín del esperanto” por su dedicación a esta lengua y por su bondad. Unos meses más tarde, su viuda recibía una pensión del Estado de 1.000 pesetas anuales.