Los cristianos de Gea se rebelan contra la decisión de expulsar a sus vecinos moriscos
La representación estrena un guion más dinámico con mucha interacción entre los actoresObligados a salir del reino por sus creencias y a punta de lanza. A dejar su casa, a su familia y amigos y a huir con un pequeño hatillo con el resumen de toda una vida. La historia podía ser la de cualquier país actual en guerra, pero es la que ayer recrearon en Gea de Albarracín rememorando la expulsión de los moriscos en el año 1610. Más de cuatro siglos han pasado desde ese decreto de Felipe III y buena parte de la obra teatral representada ayer en la Sierra de Albarracín tenía una carga de racismo que, lamentablemente, no se hace extraña en la actualidad. Sin embargo, este año el guion de la representación dio un giro y mostró a los cristianos viejos defendiendo a sus vecinos y amigos y arropándoles hasta el mismo momento de una partida que resultó inevitable.
Se conocía como moriscos a los musulmanes que se convirtieron en el siglo XVI al cristianismo pero que a comienzos del XVII fueron obligados a salir de España. De Gea de Albarracín partieron 2.083 personas, todo el grueso de una población que se quedó vacía de vecinos, ya que apenas quedaron un centenar de habitantes. “Todo Gea se debería enfrentar a la Inquisición”, decía ayer una cristiana vieja, que es como se conocía a los cristianos que siempre lo habían sido, lamentando la expulsión de los que hasta entonces habían sido como de su familia.
“Cuando te ayudó a mover tu buey que poco hereje te parecía”, le espetaba a un hombre otra mujer cristiana protegiendo así al padre del niño que llevaba en su vientre. Este enfrentamiento entre los propios cristianos para defender a los moriscos fue la principal novedad de la escena teatral que se representó ayer bajo la dirección de Marian Pueo, que lleva al frente de esta recreación histórica desde sus orígenes. Surgió en el año 2010 para conmemorar el 400 aniversario de la salida de unos moriscos que partieron con lo puesto y ya nunca volvieron. Desde entonces, cada año lo rememoran como una forma de aprender de forma lúdica su propia historia y, sobre todo, de los errores cometidos en ella.
La representación se basó en un texto escrito por el dramaturgo de Monzón Carlos Espejo, en el que puso el acento en que muchos de los cristianos viejos de la propia población no veían con buenos ojos la expulsión de sus mujeres o maridos, vecinos y amigos.
Crudas despedidas
Las despedidas entre una pareja, ella en avanzado estado de gestación, o una familia donde madre e hijo se quedan mientras el padre es obligado a partir, fueron algunos de los momentos más tensos. Pueo indicó que la partida debió generar situaciones de gran dramatismo porque, recordó, muchos matrimonios eran mixtos y los hijos de moriscos que tenían menos de cuatro años no eran obligados a partir.
Precisamente para describir de forma metafórica todo ese dolor, la representación se inició con una danza contemporánea donde la bailarina profesional Ingrid Magriñá escenificó, sobre las notas de una melodía andalusí, la amargura que debieron sentir los moriscos al tener que aparcar su presente para iniciar un futuro incierto en un lugar lejano y repleto de costumbres musulmanas que tampoco eran ya las suyas.
La representación plasmó cómo los moriscos fueron obligados a convertirse: “Todos sabemos porqué se han bautizado, no son cristianos de verdad”, decían sobre el escenario los soldados del rey, tras reprocharles que no ingerían cerdo. Los vecinos de Gea con raíces musulmanas se defendían como podían, justificando que no lo comían porque “en casa no ha habido costumbre”, pero los argumentos sirvieron de poco y el capitán Agustín Mejía encabezó la comitiva que sacó a los moriscos por la vega, no sin antes decirles que no se quejaran, que eran los últimos en ser expulsados, después de los de otros lugares como Castilla o Andalucía. Todos ellos iniciaron el camino con el cántico de Amaya López y Salomé Abril como triste banda sonora.
Los geanos recrean su pasado con una gran rigurosidad histórica puesto que los datos, nombres y fechas que emplean en las representaciones están extraídas de una tesis doctoral realizada en la Universidad de Valencia por el historiador Francisco José Cantos Valverde en el año 2018.
La mayor parte de los actores son aficionados, algunos del propio municipio y otros colaboran desde Teruel, como es el caso de Adrián Cercós, al que ya todos los geanos ven como el capitán Mejía después de cinco años en el papel. En esta edición tuvo que aprenderse un guion nuevo, pero no le importó porque, aseguró, se trata de unos diálogos “más rápidos, más picados, no hay fragmentos tan largos, pero sí mucha interacción entre los actores y eso lo hace muy ágil”, especificó.
Los moriscos geanos partieron a través del puerto de los Alfaques, en Tarragona, y junto a ellos también viajaron personas que habían salido de otros lugares de Teruel como Bezas, Ejulve, Cella o Castellote.
Además del texto central de la expulsión a cargo de Carlos Espejo, durante los tres días de recreación histórica se representaron escenas y farsas de otros autores, como Javier Aviñó, que está vinculado con Gea, Miguel Ángel Ortiz Albero y Héctor Clemente.
Desde bebés a ancianos
Participan con papel en torno a una veintena de actores, pero a ellos se suman muchos figurantes que ayudan al espectador a hacerse una idea de la gran migración humana que supuso en Gea la expulsión morisca. En esta edición había desde bebés de apenas meses, mujeres embarazadas e incluso ancianos, puesto que la partida morisca de 1610 tampoco hizo distinción por edades.