"Los Amantes" de García Martínez se dan un baño de multitudes en el Mausoleo
Más de cien personas acudieron a las conferencias impartidas por profesionales de arteMás de un centenar de personas asistieron el jueves a los actos organizados por la Fundación Amantes de Teruel en torno al cuadro Los Amantes, de Juan García Martínez. Una pieza que el Museo del Prado cedió en depósito el pasado mes de diciembre a la Fundación para su exposición en el Mausoleo de los Amantes.
Jesús Pedro Lorente, catedrático de Historia del Arte; Luz Pérez, técnico de gestión del Servicio de Depósitos de Obras de Arte del Museo Nacional del Prado; y Pilar Camón y Elena Naval, conservadoras y restauradoras, protagonizaron las ponencias en el Salón de Actos del Museo Provincial, y después se realizó una visita por las instalaciones del Mausoleo de los Amantes para ver la obra.
Además, para completar la programación cultural de la jornada, la Fundación organizó los talleres infantiles Los Amantes entre bambalinas, para niños y niñas, que se desarrolló desde las siete de la tarde en el Mausoleo. De esta manera, padres y madres pudieron asistir a las conferencias mientras sus hijos se divertían aprendiendo arte de la mano de Sonia Villanueva y María Hernández.
Respecto a las ponencias, el catedrático Jesús Pedro Lorente comenzó la ronda de intervenciones. El catedrático explicó los puntos más relevantes de esta obra del siglo XIX, que respondía al gusto de la época. “Destaca el punto focal de sus miradas y sus gestos”, dijo, “donde la protagonista es Isabel de Segura”, añadió.
Para Lorente, este aspecto es fundamental en la pintura de García Martínez, aunque por otro lado, también era un recurso muy utilizado por el resto de artistas de la época. De hecho, según relató el catedrático, el pintor pudo haberla aprendido en su época como pupilo de Léon Cogniet, que también utilizó esta técnica en su famoso cuadro de 1853, Tintoretto pintando a su hija muerta: “Lo que importa de esta obra es el juego de miradas, todo nos hace mirar a la hija muerta”.
En este sentido, Lorente describió Los Amantes, como “un cuadro ecléctico, con fondo negro, muy característico de la época y de esa pintura”. “Sabe jugar con la luz”, añadió. Incluso esa oscuridad fue un práctico recurso para el pintor. “Al fondo de la obra se puede vislumbrar la iglesia de San Pedro, pero García Martínez no sabía como era y sale oscura”, señaló.
En una tónica diferente, continuaron las intervenciones del resto de las ponentes. Más centrada en la historia del Museo del Prado y del traslado de la pieza, la técnico del Museo del Prado, Luz Pérez, explicó como nació en 1872 lo que actualmente se conoce como Museo del Prado.
Aunque ya existía con anterioridad bajo el nombre de Museo Real, fue en esa fecha cuando se fusionó con el Museo Trinidad. “Eran tiempos de penuria y querían ahorrar”, dijo Pérez, “además se dotó a España de un museo nacional y se desvincularon los bienes de la Corona”.
A raíz de esta fusión, indicó la técnico del Prado, las instalaciones de no podían acoger la gran cantidad de piezas que había. Y fue entonces, en 1872, cuando se decidió dispersar las obras en museos provinciales, universidades, institutos, diputaciones o ayuntamientos. Así fue como llegó Los Amantes de Juan García Martínez a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza.
También Pérez expuso las diferentes etapas que se habían llevado a cabo para poder trasladar la obra desde Zaragoza a Teruel, y sus respectivos trámites burocráticos.
En este sentido, las conservadoras y restauradoras, Pilar Camón y Elena Naval, mostraron cómo se llevó a cabo la inspección de desperfectos de la obra y su restauración. En primer lugar, Camón ilustró con unas imágenes los fallos que había, como una escorrentía, que pudo haberse causado a raíz de una humedad y la gota de agua recorrió el lienzo levantando el pigmento, una mancha posiblemente de café, excrementos de moscas, polvo, pequeñas zonas levantadas y algunos salpicones de pintura.
Naval por su parte, ilustró también con fotografías como fue el proceso de restauración, que se realizó en la misma Facultad de Filosofía y Letras para evitar traslados innecesarios del cuadro.
Tras la ronda de intervenciones, público, expertos y autoridades se trasladaron al Mausoleo de los Amantes, para ver en directo la obra de arte. Incluso allí, de nuevo volvieron a relatar algunos de los aspectos más interesantes del cuadro, y respondieron las preguntas que los asistentes les hicieron.
La obra
Los Amantes de Teruel de Juan García Martínez es una de las primeras representaciones que se conocen de la leyenda. El autor pintó esta obra en 1857 en París, y fue premiada con medalla de Segunda Clase en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1858. Allí el autor viajó para completar su formación en el taller de Léon Cogniet, aunque previamente, había estudiado en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, con Antonio Maffei y Federico de Madrazo.
El lienzo narra la historia de amor imposible entre Diego Martínez de Marcilla e Isabel de Segura, utilizada también como argumento en importantes obras del Romanticismo español. Se trata de un óleo sobre lienzo de 200x249 centímetros en el que se representa la escena del fallecimiento de la joven turolense sobre el cadáver del caballero.
García Martínez representa en primer plano un Diego Martínez de Marcilla desfallecido sobre el féretro, que se halla cubierto por un pesado faldón. Junto a él, y arrodillada a la derecha está Isabel de Segura, desvanecida, que acaba de caer muerta abrazada a su figura y apoyando la cabeza sobre el hombro de su amado. En segundo término, se encuentran tres personajes, que quedan despavoridas ante la escena. Y al fondo, en semipenumbra, varias figuras completan la composición.
Es una pintura de corte académico, dibujo correcto y tintas planas, en consonancia con las composiciones clásicas propias de la primera generación de pintores de Historia.
Emplea unos colores que fueron muy elogiados por la crítica del momento: Una gama cromática de grises y negros fundamentalmente para conseguir esa sensación de frialdad y tragedia que el pintor quiere transmitir, apreciándose un trasfondo romántico en conexión con las corrientes artísticas de la época.
Desde diciembre en Teruel
La obra fue adquirida al autor por el Museo de la Trinidad el 10 de febrero de 1859, por 12.000 reales, pasando con posterioridad a formar parte de los fondos del Museo Nacional del Prado. En 1884 el cuadro fue depositado en la Universidad de Zaragoza, expuesta en la Facultad de Filosofía y Letras, y allí permaneció hasta 2017, cuando se depositó en la Fundación Amantes de Teruel, coincidiendo con la celebración del 800 Aniversario.
A solicitud de la Fundación Amantes de Teruel, tras diversas consultas efectuadas por la alcaldesa de la ciudad, Emma Buj, el cuadro fue cedido en depósito por el Museo Nacional del Prado, para su exhibición en la sala de exposición permanente de la Fundación Amantes de Teruel en el Mausoleo de los Amantes. El periodo de duración de este depósito temporal es de cinco años, renovable tras la revisión técnica del cumplimiento de las condiciones de cesión por parte del Museo.