La última promoción de la Escuela de Teatro de Zaragoza representa este martes en Teruel "Así que pasen cinco años. Leyenda del tiempo"
Entre el reparto hay una turolense, Blanca Sánchez, que interpreta tres personajesCorría el año 1931, con una España sumida en un profundo cambio político y social con la llegada de la II República, cuando Federico García Lorca concluyó una de sus obras menos conocidas a la vez que más reveladoras de la personalidad del poeta y dramaturgo, Así que pasen cinco años. Leyenda del tiempo. La obra se representa este martes a las 20 horas en el Teatro Marín de Teruel a cargo de la última promoción de la Escuela Municipal de Teatro de Zaragoza
Así que pasen cinco años, subtitulada a su vez Leyenda del tiempo, es una de esas piezas que aparecen citadas en todos los sitios pero que apenas ha sido representada por su complejidad técnica. Muestra a un Lorca que bebe del surrealismo de Buñuel y de Dalí y que se rebela contra el arte burgués, como habían hecho sus amigos de la Residencia de Estudiantes, con quienes en aquel momento estaba distanciado tras producirse un alejamiento.
Hay quienes sostienen que la obra empezó a escribirla en Cuba, donde firmó El público, su primera pieza dramática netamente surrealista, aunque figura como concluida el 19 de agosto de 1931, justo cinco años antes de su fusilamiento el 18 de agosto de 1936.
No la pudo ver montada y representada en vida, y tras su muerte apenas se ha puesto en escena por el amplio elenco actoral que requiere y la complejidad técnica que entraña una obra que dibuja un círculo cerrado donde principio y fin se difuminan para acabar en el mismo lugar. Plagada de situaciones oníricas, Así que pasen cinco años es eso, un sueño en el que se cuenta una historia de amor y en el que se exteriorizan los temores del autor por el paso del tiempo y la muerte, que le sorprendería trágicamente un lustro después.
Alejamiento
Asegura Ian Gibson en su biografía sobre Lorca que el autor encuentra en Así que pasen cinco años “la más patética expresión de toda la obra de quien nunca se liberó del terror a la tumba, del terror a sentirse aún vivo en el ataúd, pudriéndose poco a poco y comido por los gusanos”, figuras que, por otra parte, son muy buñuelescas y recuerdan a los carnuzos de Buñuel y Dalí, que se habían alejado del dramaturgo en ese tiempo.
En Mi último suspiro, el cineasta de Calanda reconoció que la admiración que le merecía el teatro de Lorca era “más bien escasa” y que “su vida y su personalidad superaban con mucho a su obra, que me parece a menudo retórica y amanerada”.
Buñuel cuenta en sus memorias que poco antes de hacer Un perro andaluz en Francia con Dalí, de quien estaba enamorado Lorca, “una disensión superficial nos separó durante algún tiempo”, y que el autor de La casa de Bernarda Alba “creyó, o fingió creer”, que la película iba contra él, y que el perro andaluz al que se refiere el título era él. Sin embargo, este filme surrealista hecho por sus amigos de la Residencia pudo haber marcado un giro en su obra, junto a su viaje a Nueva York y su estancia en Cuba, al sentirse atraído por el surrealismo.
Así lo ha reconocido uno de los mayores expertos en Buñuel, Agustín Sánchez Vidal, aunque no se ha profundizado mucho en esa cuestión. En Buñuel, Lorca y Dalí: El enigma sin fin, apunta hasta qué punto pudo afectar al poeta “la aventura fílmica de sus dos amigos: no solo adoptaría la escritura surrealista en Nueva York, sino que, por primera y única vez en su carrera, ensayaría una incursión en el terreno propio de sus amigos/adversarios, el cinematógrafo”. Se refiere a Viaje a la luna, un guion de cine escrito en la ciudad de los rascacielos y que iba a realizar el artista mexicano de vanguardia Emilio Amero, aunque tampoco nunca llegó a ver la luz.
Lorca habló mucho de Un perro andaluz al llegar a Nueva York, pese a sus recelos sobre el título pensando que se pudieran referir a él. Se ha apuntado la posibilidad de que el autor de Poeta en Nueva York hubiera visto la película antes de su partida a América al pasar por París, donde se proyectaba en Le Studio des Ursulines.
Obras como El público y Así que pasen cinco años era el tipo de teatro que quería hacer Lorca, adelantado a su tiempo y que no tenía salida comercial. Él mismo reconoció en más de una ocasión que su “auténtico” teatro era ese, no éxitos como Bodas de sangre.
En una carta dirigida a su familia durante su estancia en Nueva York y La Habana en 1930, probablemente refiriéndose a El público, escribió: “He empezado a escribir una cosa de teatro que puede ser interesante. Hay que pensar en el teatro del porvenir. Todo lo que existe ahora en España está muerto. O se cambia el teatro de raíz o se acaba para siempre. No hay otra solución”.
Un nuevo teatro que artísticamente suponía la reconciliación con sus dos amigos de la Residencia, de ahí el gran interés que tiene la representación que podrá verse mañana en el Teatro Marín, por poder disfrutar de una obra que apenas ha sido puesta en escena y por sus vínculos, directos o indirectos, con Luis Buñuel.
La representación de Así que pasen cinco años es el proyecto de fin de carrera de la última promoción de la Escuela Municipal de Teatro, de cuya dramaturgia se ha encargado su director, Rafael Campos Lozano, quien reconoce sentirse encantado y emocionado con el trabajo que han hecho los alumnos.
Estreno
El montaje escénico se estrenó la semana pasada en el Teatro Principal de Zaragoza y podrá verse este martes, día 18, a las 20 horas en el Teatro Marín de Teruel. Entre el reparto hay una turolense, Blanca Sánchez, que interpreta tres personajes de los más de veinte que tiene la obra: Niño, Arlequín y Maniquí.
Campos explica que de esta manera, en el último curso de su formación ponen en marcha una obra de teatro completa para su representación en público, por la importancia que tiene para los alumnos poder contrastar su trabajo con los espectadores.
De Así que pasen cinco años, Campos recuerda el paso de Lorca por la Residencia de Estudiantes junto con Buñuel y Dalí como “una época que le influyó mucho”. Explica que hizo esa obra, además de El público, “sabiendo que son textos que es muy difícil que se estrenen”.
“Él habla un poco de un teatro imposible, un teatro difícil, que escribía no para el tiempo presente sino para más adelante, porque tenía la idea de que el teatro que se estaba haciendo era distinto, y como lamentablemente murió en circunstancias tremendas, pues no pudimos saber nunca cómo se hubiera concretado eso en Lorca”, argumenta el director, quien añade que en estas obras, como la que se representa mañana en Teruel, “sí que da esas pinceladas y está muy influida por el surrealismo; es una especie de sueño y muchos psicoanalistas han analizado un poco el personaje central de la obra y los exégetas de Lorca apuntan con bastante acierto a que es una especie de personaje donde él se proyecta con todos sus miedos y contradicciones respecto del amor, de la vida o de los temores a la muerte y al paso del tiempo”.
El director de la Escuela Municipal de Teatro de Zaragoza afirma que la obra “tiene momentos verdaderamente magníficos, aunque es un relato que si bien no se acomoda al esquema narrativo habitual de lo longitudinal, puesto que es un relato circular que parece a veces más una especie de sueño, y que responde la estructura como a la lógica de los sueños, o más bien a la falta de lógica de los sueños, tiene estampas verdaderamente sobrecogedoras”.
Momentos brillantes
“Verdaderamente Lorca era un privilegiado, con unos momentos tan brillantes de escritura que sobrecoge verlos”, afirma el profesor de teatro, quien sostiene que prueba de ello fue la excelente acogida que tuvo entre el público la obra la semana pasada en su estreno en Zaragoza. Además, admite que ha tenido “la suerte de contar con una promoción, con un grupo de actores y actrices con una gran sensibilidad, que nos metimos en este proyecto con la vocación de descubrir lo que había aquí porque era un texto difícil de hacerlo en el escenario”.
Del montaje asegura que están “muy contentos”, sobre todo de la capacidad que han tenido los actores de “resolver” las situaciones. “El resultado ha sido plenamente satisfactorio y todos hemos acabado con la sensación de que se ha hecho un trabajo brillante”, concluye Campos.