La revista Cabiria vuelve ocho años después a la edición física con un alegato a los cines desaparecidos
El IET asume la financiación de una publicación anual en la que participan 14 firmas diferentesOcho años después de haber perdido su sustrato material, y de haberse editado en formato digital sin la regularidad anual deseada, la revista turolense de cine Cabiria regresa en formato papel, con un número catorce que incorpora textos de trece autores, que se distribuye gratuitamente en el Cine Maravillas –cerrada temporalmente por las limitaciones impuestas por la Covid- y en la sede del Instituto de Estudios Turolenses. Precisamente la intervención de la entidad que depende de la Diputación Provincial, que toma bajo su paraguas la publicación y sufraga los en torno a 1.500 euros que cuesta su impresión, es la que ha permitido rescatar a Cabiria, una de las cabeceras imprescindibles en el ámbito cultural de la provincia.
La revista no abandona el formato digital y, de hecho, ya puede descargarse gratuitamente a través de las webs del IET y del Cine Maravillas, donde se guardan los catorce números que se han editado desde su fundación en 2004. Las cuentas no salen para una publicación que ha tratado de mantener su periodicidad anual, pero que no siempre lo ha conseguido. Cabiria comenzó a publicarse en 2004, como una de las actividades del Cine Club del Maravillas y respaldada económicamente por el Ayuntamiento de Teruel. El último número que se publicó en papel fue el 9, en 2012. “Entonces llegó la crisis y dejó de financiarse la revista. En 2013 y 2014 no salió, y desde 2015 recuperó la periodicidad anual solo en formato digital, con la salvedad de 2017, que tampoco salió”, explica Gonzalo Montón, profesor del IES Segundo de Chomón, crítico de cine y uno de los fundadores de Cabiria.
Ahora el IET ha querido que se recupere la publicación de una revista que se detiene meticulosamente en numerosos asuntos relacionados con el cine internacional, aunque con especial hincapié en biografías, reseñas históricas o dossieres relacionados con la provincia de Teruel. En esta primera tirada de la nueva etapa se han imprimido 250 ejemplares en Terueligráfica, respectando el diseño tradicional, que serán distribuidos gratuitamente. En principio el compromiso de la institución es a largo plazo, ya que integra Cabiria en el listado de publicaciones propias. La financiación incluye únicamente los trabajos de impresión y maquetación.
Trece nombres aparecen ligados a los artículos que publica este número de Cabiria; Ángel Gonzalvo, Ana Asión, Gonzalo Montón, Elena Gómez, Ruth Gabriel, Carlos Gurpegui, Juan Villalba, Roberto Sánchez, Antonio Bordonada, Diego Arribas, Carmen González, Javier Martínez y José Baldó. Además el dibujante Toni Alcaine aporta sus ilustraciones en color.
Cines antiguos
El número 14 de Cabiria correspondiente a 2020 contiene tres artículos de una serie con la que el cuaderno se irá nutriendo en adelante, con algunos de los cines clásicos de la provincia de Teruel que han ido desapareciendo con los años. Estos tres primeros artículos están dedicados al Salón Avenida de La Puebla de Híjar, el Cinema Aragón de Caminreal y los Cines de Villel, y están firmados por Ana Asión, Gonzalo Montón y Elena Gómez Martínez.
Ana Asión es doctora en Historia del Arte, investigadora y especialista en cine. Además es la realizadora de El sueño de Ezequiel, un cortometraje sobre el antiguo Casino de la Puebla de Híjar. En este artículo se dedica a otro edificio histórico de los poblanos, el Teatro-Cine La Parra abierto en 1926, que se cerró en la guerra civil y se reabrió en 1947 como Salón Avenida, que se inauguró con El clavo (Rafael Gil). Manolo Vidal, los hermanos tena y Félix Fernández lo regentaron hasta 1961, como una empresa de proyecciones se hizo cargo. Hasta cinco personas llegaron a trabajar en él. Tras su cierre acogió una discoteca, y ahora el local se encuentra en ruinas. El Ayuntamiento conserva la cámara de cine original, según el artículo de Asión, mientras algunos particulares guardan algunas de las butacas originales.
Por su parte Gonzalo Montón hace referencia a la historia del Cinema Aragón de Caminreal, que como en el caso anduvo en paralelo al desarrollo económico y demográfico de la población. La original sala de baila y de proyecciones se convirtió en cine estable en 1950. Tras un periodo de decadencia que coincidió con la popularización de la televisión o del automóvil, el cine cerró en 1970, vendiéndose el edificio en 2004 para construir viviendas.
Por último, Elena Gómez repasa la historia del cine en Villel, cuya primera sala fue abierta en 1915 y que llegó a acoger dos de forma simultánea durante los años 50. Fue el Fuensanta y el Torrefiel, que se mantuvo abierto durante 18 años hasta 1972.
Carlos Gurpegui entrevista en la revista a Jordi Sánchez-Navarro, investigador de cine, a cuenta de su obra Una historia esencial del cine de animación, una obra de referencia obligatoria para todos los aficionados a este tipo de cine, mientras que la actriz Ruth Gabriel analiza desde un punto de vista personal su experiencia personal en el III Desafío Buñuel 2019, el último que pudo celebrarse antes de la irrupción de la pandemia.
Historias de Hollywood
Por su parte Juan Villalba escribe una reseña sobre una peculiar historia del Hollywood de los años dorados. En 1956 The brave one ganó un Óscar a la mejor historia original, pero el autor, Dalton Trumbo, no subió a recogerlo por tratarse de uno de los artistas depurados en Estados Unidos por sospechosos de comunismo.
La película cuenta la historia de un toro bravo criado por un niño, que tratará por todos los medios de que no sea llevado al ruedo para morir. El guión está basado en la historia real de Civilón, un bravo de la ganadería de Juan Cobaleda cuya peripecia narra Villalba en su artículo. Esta historia también podría haber inspirado la historia de Ferdinando el toro. Villalba rastrea en su texto una serie de rocambolescas situaciones en las que podría haberse plagiado y replagiado este historia, y que concluyen que el autor original bien podría haber sido Blasco Ibáñez, el escritor valenciano cuyo padre era originario de Aguilar de Alfambra.
Antonia Bordonaba y Roberto Sánchez hacen un lúcido estudio de la representación de los rusos soviéticos en el cine español, un tema que arrastró durante años el estigma que sufrió en el franquismo, y Elena Gómez Martínez dedica un artículo a las Pioneras del cine: directoras fuera de campo, en el que repasa nombres femeninos de muchas personas que trabajaron en la industria pionera del cine, muchos de los cuales están prácticamente en el olvido. Gómez sostiene que Alice Guy-Blache puede ser considerada la primera cineasta, incluso antes que cualquier hombre, y recuerda a Lois Weber, Germain Dulac, Dorothy Arzner, Lotte Reiniger, Maya Deren o las españolas Elena Jordi, Helena Cortesina, Jeanne Roques, Rosario Pi, Ana Mariscal o Margarita Alexandre.
Además el número 14 de Cabiria repasa el estreno y el éxito de Las niñas, una de las películas aragonesas que causaron sensación el pasado año, el contexto laboral en el mundo del cine, a través de un artículo de Diego Arribas, en cine español en la época de la primera posguerra (Javier Martínez).
En los capitulos de reseñas, José Baldo se detiene en La llamada (1965), película de terror española absolutamente desconocido “y muy reivindicable”, según el crítico, y El sur, segundo largometraje dirigido por Víctor Erice, en 1983.