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La pintura de Joaquín Sorolla y el piano de  Marta Espinós sanan cuerpo y alma en Molinos La pintura de Joaquín Sorolla y el piano de  Marta Espinós sanan cuerpo y alma en Molinos
Inauguración oficial de la exposición, ayer en Molinos. Adema

La pintura de Joaquín Sorolla y el piano de Marta Espinós sanan cuerpo y alma en Molinos

Adema y la Fundación Cultura en Vena ponen de largo una exposición que este mismo mes visitará Cantavieja
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La Fundación Cultura en Vena puso de largo este sábado en Molinos la exposición itinerante ¿Sorolla en un hospital? dedicada al pintor impresionista valenciano (1863-1923) con raíces en Cantavieja, municipio que acogerá la muestra a mediados de mes. En ella se recogen reproducciones de una parte fundamental de la obra del artista en cuatro bloques (intuición, sensación, pensamiento y sentimiento) entre los que hay que dejarse llevar para sanar.

“Porque el arte, como ya avala la Organización Mundial de la Salud, también puede ayudar a sanar”, explica en una nota Cultura en Vena, que de la mano de la Asociación para el Desarrollo del Maestrazgo (Adema) guió este sábado una interesante visita en la que Joaquín Sorolla se presenta como un médico que cambia su bata de pintor por otra de sanitario, y su paleta y pincel por un bisturí y un fonendoscopio.

El acto consistió en una visita mediada de la mano del coordinador de Adema, Jorge Abril, seguida de un reconfortante concierto de piano a cargo de Marta Espinós bajo el título Sorolla: un imaginario musical.

En el acto participaron, entre otros, el presidente de Cultura en Vena, Juan Alberto García de Cubas; el presidente de la Comarca del Maestrazgo, Fernando Safont; el consejero de patrimonio del Maestrazgo y presidente de Adema, Roberto Rabaza, y el alcalde de Molinos, David Ferrer.

La exposición, que recoge una muestra significativa de la obra impresionista y luminista del pintor valenciano, lleva instalada en la sede de Adema en Molinos desde el 28 de junio y permanecerá hasta el 10 de julio. Del 19 al 24 de este mes visitará el ayuntamiento de Cantavieja.

La muestra está formada por una selección de 25 de las más de 2.200 obras que se atribuyen a Sorolla. Las reproducciones han sido cedidas por el Museo Sorolla, Museo del Prado, Museo Carmen Thyssen Málaga, Museo de Bellas Artes de Asturias, Museo d’Orsay (París), Galleria Internazionale d’Arte Moderna (Venecia) y la Hispanic Society of America (Nueva York).

Arte ambulatorio y rural

¿Sorolla en un hospital? forma parte del programa Arte Ambulatorio que Cultura en Vena creó en 2023 con motivo del centenario de la muerte del pintor. Desde agosto del año pasado la exposición ha viajado por numerosos centros sanitarios, creando espacios expositivos dentro de hospitales y centros de salud para el disfrute de pacientes, familiares y personal sanitario.

Sin embargo, Cultura en Vena decidió extender Arte Ambulatorio y amplió su radio de acción a las regiones rurales con baja densidad de población, para contribuir a la dinamización territorial y a su propia visibilización. De ese modo la muestra itineró previamente por cinco comunidades rurales de menos de cien habitantes y en riesgo de despoblación –Famorca, Benillup, Sempere, Villores y Castell de Cabres– de la Comunidad Valenciana. Ahora, por partida doble, visita por primera vez una localidad turolense, acompañada de visitas guiadas que desentrañan el significado de las pinceladas de Sorolla en su contexto histórico y artístico. La itinerancia es posible gracias al apoyo del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico y la colaboración de Adema, la Comarca del Maestrazgo y el Ayuntamiento de Molinos.

Cuadros con mil matices

Cultura en Vena puso en marcha un proyecto similar, ¿Goya en un hospital?, que viajó a Cuevas de Cañart, Pancrudo o Las Parras de Martín durante el GoyaFest de 2021. La fundación regresa ahora a la provincia de Teruel con una muestra que propone abrir un espacio público a la reflexión a través de la mirada poética y contemporánea de Joaquín Sorolla. Está concebida para todos los públicos y con la voluntad de que el arte con mayúsculas llegue a puntos donde no suele hacerlo con facilidad.

Las obras se agrupan en cuatro bloques: intuición, sensación, pensamiento y sentimiento –categorías de nuestra psique según el psiquiatra Carl Gustav Jung–, a manera de paisajes emocionales por los que pasea el visitante. Un recorrido para que los espectadores puedan atravesar sus recuerdos, emociones y vivencias a través de los lienzos de Sorolla, que tanto apelan a nuestros sentidos, a momentos de nuestra propia biografía individual y de identidad colectiva.

Jorge Abril destacó el componente innovador de esta exposición, que “intenta analizar el contexto histórico del cuadro pero también que los visitantes tengan sensaciones visuales de su infancia”. Algo que el autor logra en obras como Patio de la casa de Sorolla (1917), que traslada a los aromas y frescura de un patio o un huerto; Corriendo por la playa (1908), donde casi se puede tocar la arena y sentir la brisa de los chiquillos persiguiéndose por la orilla del mar; o Sol de la tarde (1903), representación en la que los detalles permiten conocer cómo era la ardua tarea de entrar y sacar barcos pesqueros del mar con ayuda de los machos.

Maestro impresionista

Sorolla fue “uno de los maestros de la luz, de la técnica del impresionismo”, explicó Abril. “Estuvo en la Escuela de Artes de Valencia y ya tenía muchas dotes para la pintura” que mejoró cuando la Diputación de Valencia le dio “una beca para formarse en Roma”. Allí “recibió todo el impacto del arte y de la pintura italiana y luego estuvo en París, donde conectó con esa corriente de los impresionistas”.

“Escuchemos todo lo que tiene que decirnos el mar, como metáfora del nacimiento y disolución de la vida, como un ciclo infinito”, propone la mediadora Ana Folguera, que ha escrito los textos que ayudan a comprender y disfrutar mejor la exposición.

La exposición ofrece réplicas desde ¡Aún dicen que el pescado es caro! (1894), una de las más conocidas de su época de realismo social, hasta Rocas de Jávea y el bote blanco (1905), en la que el impresionismo explota hasta casi codearse con la abstracción, pasando por La actriz María Guerrero como la Dama Boba (1906), en la que se advierte la profundidad psicológica que desarrolló en el retrato. No faltan otras míticas como El baño del caballo (1909), Cosiendo la vela (1896) o un retrato de su mujer, Clothilde en traje de noche (1910).

“En el valenciano, el mar va mucho más allá de un simple espacio físico y se configura como una metáfora que tiene que ver con el inicio de todo, con la disolución y el cierre del ciclo vital, como el espejo que refleja la luz o como el medio en el que se forjan como seres humanos los desposeídos. Y en ese sentido puede mirarse un cuadro de Sorolla desde la perspectiva campesina de tierra adentro o de los paisajes duros y abruptos de la montaña. Sus lienzos son capaces de apelar a los recuerdos, emociones y vivencias de cualquiera, venga de donde venga”, explica Folguera.