La Banda de Música Santa Cecilia de Teruel celebra su 40 cumpleaños
La formación que empezó con 17 músicos tiene hoy 200, distribuidos en varias agrupacionesHoy en día nadie concibe la actividad cultural de la capital turolense sin la presencia de la Banda de Música Santa Cecilia, formada por doscientos músicos de todas las edades bajo el paraguas de una asociación cultural que engloba, además de la Banda, una camerata, un coro, un ensemble de saxofones, un grupo de música tradicional y una orquesta sinfónica, y que gestiona desde hace once años la Escuela Municipal de Música.
La asociación da trabajo a 26 personas e implica a más de un millar, entre los 200 músicos diferentes que pertenecen a una o varias agrupaciones, los 300 socios protectores y los cerca de 600 alumnos que desde Educación Infantil acuden a la Escuela.
Durante este 2018 celebrará el 40 aniversario de una banda cuyo primer concierto tuvo lugar en noviembre de 1977, con veintidós músicos –cinco de los cuales eran amigos o conocidos que no pertenecían a la formación– dirigidos por José Martínez Gil, y que durante el año siguiente sentó las bases para que, casi medio siglo después, la Asociación Cultural Banda de Música Santa Cecilia de Teruel (ACBMT) sea uno de los activos más dinámicos y populosos del entramado social y cultural turolense.
El precedente de la actual banda fue la banda Municipal de Teruel fundada por Vicente Fabregat Boix en 1912, y que él mismo dirigió hasta 1930. Algunos de los instrumentos que utilizaba pueden verse expuestos en las paredes de la sede de la actual banda, en la carretera de Alcañiz.
Aquella banda que, a diferencia de la actual, era municipal, se disolvió durante la década de los 30 y volvió a reactivarse en 1946, con la ayuda del general Enrique Varela, a la sazón Alto Comisario del Protectorado de Marruecos y hasta el año anterior Ministro del Ejército –el mismo que participó en el sitio de Teruel de las fuerzas rebeldes–, que proporcionó parte de los instrumentos que utilizó la formación, procedentes de la Banda del II Tercio Duque de Alba.
Pero ese proyecto se dejó apagar, y cuando a finales de los años 60 su último director, Ramón Álvarez, dejó de serlo, ya no se renovó el puesto.
“Pero al morir Franco se generó un gran empuje a la formación cultural”, explica Antonio Civera, director de la Escuela de Músico y miembro de la junta de la ACBMT. “Antes no había apoyos oficiales ni se creía que este tipo de cosas fueran importante, pero eso empezó a cambiar. Junto con algunos responsables políticos que lo comprendieron se dio la circunstancia de que en Teruel hubo varias personas con capacidad y ganas para movilizarse”.
José Martínez Gil
Uno de ellos fue José Martínez Gil, primer director que tuvo la banda, y Aurelio Fabregat, primer presidente. Martínez Gil “es quien más sabía de música en Teruel en ese momento y un adelantado a su tiempo. Siempre tuvo claro en qué dos patas tenía que apoyarse la banda; convertirse en imprescindible para la ciudad, y organizar un sistema educativo que le proporcionara una buena cantera de músicos”, explica Civera. Dos líneas que se han mantenido invariablemente hasta ahora.
Suele hablarse a menudo de la gran afición de los turolenses por la música, pero Civera asegura que antes de 1978 “no había casi nada. Estaba el Instituto Musical Turolense, bastante caro y elitista, y orquestas y charangas como la de Esparrells y Sus Muchachos, pero la gran afición que existe ahora se generó a partir de estos años”, en los que se crearon no solo la banda, sino muchas de las asociaciones musicales que hoy perviven en Teruel.
Fiel a los principios de Martínez, casi al mismo tiempo que la banda se creó un primer germen de la Escuela de Música, que se denominaba la Academia. Sebastián Guitarte, actual presidente de la ACBMT, explica que “la gran ventaja que tuvo la banda de Teruel es que no se creó desde cero, sino que fue formada por casi 20 músicos que ya sabían tocar, porque procedían de la anterior banda municipal, y que además podían dar clase a los chavales jóvenes que se iban incorporando”.
La actividad de la banda comenzó en un pequeño local de la calle San Martín, aunque pronto, antes de terminar 1978, se trasladaron a la planta superior del antiguo Mercado de la plaza Domingo Gascón.
El crecimiento de la Banda de Teruel, tanto en número como en calidad, fue meteórico. En 1982 y en 1983 se ganó de forma consecutiva el Concurso Regional de Bandas, y la academia de música crecía con un funcionamiento completamente profesional.
Pero un revés llegó a principios de los 90 hubo que contratar profesores titulados para impartir clase, lo que hizo inviable el proyecto educativo desde el punto de vista económico. “Entonces la academia estuvo un tiempo paralizada, pero José Martínez se inventó lo que llamaría Taller de Iniciación a la Música para niños, que la reflotó. Se fue a Hungría y trajo un montón de ideas nuevas, que han sido las que después se han impuesto en todas las escuelas musicales”. Según recuerda Guitarte, “La anterior Banda Municipal había muerto por falta de relevo, así que él tenía muy claro que crear una cantera de músicos era tan necesario como la propia banda”.
Otras iniciativas de aquella época en este sentido fueron la creación del Campamento de Música de Verano. Actualmente sigue organizándose en Alcalá de la Selva, “y es una experiencia por la que han pasado casi todos los músicos y profesores de música de Teruel, y que sigue perfectamente vigente”, según Sebastián Guitarte. También se creó el Encuentro Provincial de Bandas de Música, que antes más que ahora suponían un enorme incentivo para los músicos más jóvenes, y en el que actualmente participan 23 bandas en varios encuentros anuales de dos o tres formaciones.
Mudanza a la sede actual
La ACBMT siguió creciendo, pronto se quedó pequeño el Mercado y tuvo que trasladarse al actual emplazamiento, el antiguo Matadero de la carretera de Alcañiz, en 1998. Allí compartieron salas con la asociación de vecinos, el Proyecto Hombre y varias agrupaciones más, aunque desde 2007, cuando terminó la reforma integral del interior del edificio –durante la cual la banda ensayaba en Los Planos y las clases de música se daban en el Francés de Aranda y el Colegio Anejas– la ACBMT pasó a ocupar la totalidad del edificio de titularidad municipal. Ese mismo año, 2007, la Escuela de Música pasó a formar parte de las Escuelas Municipales de Teruel bajo la gestión y dirección de la ACBMT.
Sebastián Guitarte, que es presidente después de Aurelio Fabregat, Salvador Soriano y José Luis Hernández Redolar, mantiene invariables esas dos máximas de la banda; la escuela de música como un elemento clave y la de hacerse imprescindible para la ciudad. Hoy en día son incontables las actuaciones, representaciones y actos en los que participa anualmente alguna de las agrupaciones que dependen de la ACBMT, desde el impresionante Concierto de Año Nuevo que la Sinfónica de Teruel, dirigida por Alberto Navas, ofreció el 1 de enero de 2017 abriendo los actos del Año del 800 Aniversario de los Amantes de Teruel, al tradicional Concierto Extraordinario de Santa Cecilia que cada noviembre congrega a cerca de cien músicos bajo la batuta de José Morales, y donde ya es tradición presentar a los nuevos músicos que se incorporan a la Banda de Música desde la banda juvenil. Pasando por conciertos temáticos, cuentos musicales o las actuaciones más dispares. “Hemos hecho conciertos de rock, hemos tocado junto a Barón Rojo, con Serafín Zubiri o macrofestivales infantiles... Sabemos que hoy en día los niños y los jóvenes tienen muchos estímulos, pero nosotros estamos siempre dispuestos a reinventarnos”, asegura Antonio Civera.
Por ahí pasa el futuro de la ACBMT, por la reinvención de un modelo que, pese a todo, sigue funcionando. Con unos 50 alumnos en los talleres de iniciación a la música y unos 550 en la Escuela Municipal, el centro tiene un techo natural dificilmente superable por las instalaciones con las que cuenta y por la demanda que ofrece Teruel, “donde además se ha multiplicado la oferta educativa musical”, recuerda Guitarte.
Instrumentos sinfónicos como arpa u órgano no contarían con una demanda suficiente, probablemente, y la oferta educativa de acordeón, bandurria o laúd está en parte cubierta por otras asociaciones. “Quizá una Escuela de Música Moderna o de Jazz sería un objetivo a medio plazo”, reflexiona Civera, “pero en ese caso no cabríamos en el actual edificio”.
Pero no solo se trata de cumplir una función docente para proporcionar activos a la Banda de Música, sino, y sobre todo, de cumplir una labor social. “En la Banda de Teruel no prima lo musical, sino lo social. Somos una gran familia y de aquí no se echa a un músico por tocar mejor o peor que los demás”, asegura Civera.
La dimensión social va más allá, ya que “tener ensayando un viernes por la tarde-noche a 50 chavales de entre 13 y 18 años es una alternativa de ocio perfecta para los jóvenes”. “Y los músicos no aprenden música solo para ellos, sino que es algo que después se pone al servicio de la ciudad”. Un recurso social que al final terminamos disfrutando todos los turolenses en el Marín, Los Planos, el (pequeño) auditorio de la Escuela o en cualquier pasacalles de la capital.