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Juan Pardo Gil, músico alcañizano, trombón solista en la Filarmónica Nacional de Armenia: “Aragón tiene un auditorio extraordinario pero no una orquesta profesional” Juan Pardo Gil, músico alcañizano, trombón solista en la Filarmónica Nacional de Armenia: “Aragón tiene un auditorio extraordinario pero no una orquesta profesional”
Imagen del trombonista alcañizano Juan Pardo

Juan Pardo Gil, músico alcañizano, trombón solista en la Filarmónica Nacional de Armenia: “Aragón tiene un auditorio extraordinario pero no una orquesta profesional”

El bajoaragonés volverá en breve con la Orquesta de Armenia, después del parón de la guerra con Azerbaiyán
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El trombonista alcañizano Juan Pardo es uno de los músicos turolenses más internacionales de la actualidad. Comenzó a los 13 años en la Unión Musical Nuestra Señora de los Pueyos y desde 2017 es trombón solista de la Filarmónica Nacional de Armenia, tras haber pasado por formaciones como la Orquesta Filarmónica de Jalisco, en México. Aunque se ha hecho a la vida entre aeropuerto y aeropuerto, añora una orquesta profesional en Aragón que permitiera a los músicos de la Comunidad Autónoma desarrollarse sin tener que salir fuera. 

-Recientemente hemos podido verle con la Orquesta Reino de Aragón (ORA) en el Auditorio de Zaragoza, con la Gala Lírica...

-Así es. Me une una buena amistad por su gerente Sergio Guarné y su director, Ricardo Casero, y es un lujo que se acuerden de uno aunque esté lejos y de vez en cuando me llamen para hacer alguna colaboración, porque para mí es un placer tocar en mi tierra. Es una pena que en Aragón no haya un proyecto musical serio y sólido que permitiera a los músicos aragoneses no tener que abandonar su casa. 

-La ORA es un proyecto serio...

-Desde luego que lo es, pero no es una orquesta que cuente con el respaldo institucional, como ocurre con el 99% de las orquestas del resto de España y del mundo. Funciona como una empresa privada y no puede ofrecer un programa continuo y sostenido para sus músicos, a pesar de que su esfuerzo es encomiable. Pese a la importancia que tiene la cultura y la música, en Aragón se está castigando mucho.

-¿Aragón es una excepción en cuanto a la existencia de orquestas profesionales públicas?

-Completamente. No existe un referente al que puedan aspirar todos los jóvenes que están aprendiendo música en Aragón. Una orquesta profesional genera mucho trabajo a su alrededor, además de una proyección cultural enorme. En Aragón tenemos un Auditorio que está entre los mejores de Europa, un Conservatorio Superior de Música de los mejores de España, cuyos alumnos tienen que irse fuera para dedicarse a la música, tenemos circuitos de carreras pero no tenemos una orquesta profesional que cuente con el respaldo de una administración.

-Usted trabaja desde 2017 en la Filarmónica Nacional de Armenia, país que se vio azotado entre septiembre y noviembre por la guerra con Azerbaiyán. ¿Cómo lo vivió?

-Pues ha sido el remate de un año de locura, y un auténtico shock. Cuando ves una guerra lejana en televisión puede que te afecte, pero cuando le pones cara es muy diferente. En agosto habíamos retomado la actividad en la Filarmónica, después de que la Covid-19 cancelara una gira por EE UU y un montón de actuaciones. Pero la cultura siempre se reinventa y, con formatos más pequeños, en verano habíamos retomado la actividad cuando estalló la guerra. Había habido un conato en julio, con la muerte de algunos civiles, porque allí hay un conflicto fronterizo anquilosado, pero nadie esperaba tanta violencia. En Armenia el servicio militar es obligatorio y a dos de mis alumnos les tocó en Karabaj, y tres de mis compañeros en la orquesta se marcharon voluntarios al frente. Ha sido un auténtico drama. 

-¿Cuál es su situación y la de la orquesta ahora?

-Ha vuelto a retomar la actividad. Ahora estoy de vacaciones en España, y cuando regrese, a mitad de enero, volveremos a hacer grabaciones. Grabaremos varias obras de Beethoven que se aplazaron el año pasado, y a finales de febrero volveré a Aragón para tocar también con la ORA.

-¿Cuál es el ambiente musical de Armenia?

-Espléndido. Aunque tiene un folclore muy específico, musicalmente está muy occidentalizado. No  hay que olvidar que perteneció a las repúblicas caucásicas de la URSS, y su conservatorio dependía directamente del Tchaikovsky de Moscú. Los grandes compositores armenios proceden de la escuela de occidente. Y existe una gran cultura musical. En la capital, Yerevan, existen la Orquesta Filarmónica Nacional de Armenia, la Orquesta Estatal de Armenia, la Orquesta de Teatro y Ballet y la Orquesta de Cámara. En una sola tarde puedes ver dos o tres óperas o conciertos de repertorio clásico. Y tienen un enorme prestigio, con continuas giras por EE UU, Europa, China...

-Tras haber estado varios años en México, mucho más cercano a España culturalmente, ¿se le está haciendo duro vivir en Armenia?

-Creo que la cultura o el idioma tienen poco que ver en cómo te encuentres en un lugar. Yo he tenido la gran suerte de encontrarme con gente excepcional tanto en México como en Armenia, que me han facilitado mucho la adaptación. En mi orquesta prácticamente nos entendemos en inglés porque hay músicos de todas las nacionalidades, aunque también hay muchos armenios, sobre todo las cuerdas. Sin embargo conozco las palabras básicas en armenio para saludar, dar las gracias, los números... aunque leerlo es imposible. Pero su cultura me atrae mucho, y los armenios agradecen que saludes en su idioma, y que hagas un esfuerzo por aprenderlo. 

-¿Visita a menudo Alcañiz?

-Siempre trato de estar muy activo y viajar todo lo que puedo, porque la vida de un músico no acaba en su orquesta. Estoy pendiente de que reprogramen un concierto en el Auditorio de Zaragoza que iba a ser el 15 de marzo, y hago clases magistrales en Zaragoza, Barcelona, toco en festivales por Europa o EE UU... Y desde luego siempre que puedo regreso a Alcañiz, donde tengo a mis padres y el resto de mi familia. Este año me pilló la cuarentena en Zaragoza, así que pude pasarla en Alcañiz.