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Ignacio Mayayo, o la voluntad de colocar al espectador ante la mirada del artista Ignacio Mayayo, o la voluntad de colocar al espectador ante la mirada del artista
Ignacio Mayayo (dcha.) junto a Ricardo García Prats durante la inauguración de la muestra este domingo

Ignacio Mayayo, o la voluntad de colocar al espectador ante la mirada del artista

El pintor zaragozano protagoniza la exposición estival de la Sala de la Villa de Puertomingalvo
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En la obra del pintor aragonés Ignacio Mayayo (Layana, Zaragoza, 1953) se funden y se confunden la pintura, la mirada y la realidad. Para este artista los pinceles son casi una extensión de sus propios ojos, una especie de estación término de un trayecto que comienza observando, empapándose y seleccionando. Su exquisita técnica en la pintura realista hacen que sus lienzos parezcan un fidedigno reflejo de la realidad, de la naturaleza tal cual. Pero su dilatado oficio le permite, en realidad, reproducirla no tal cual es, sino tal cual la percibe un artista visual. Con la luz adecuada, la atmósfera pertinente y la composición idónea. el pintor oscense Pepe Cerdá suele insistir en que pintura y realidad no son la misma cosa. Y es cierto, aunque los grandes autores saben jugar a que lo parezca. De este modo, Ignacio Mayayo convoca a sus espectadores a meterse en la cabeza del artista, a ponerse tras sus retinas y ser capaces de ver lo que mira un pintor.
 

‘Puertomingalvo’ es una de las pinturas más recientes de la exposición, realizada por Mayayo a propósito para ella este año

Mayayo es el protagonista de la exposición estival que este año el Ayuntamiento de Puertomingalvo invita a disfrutar en la Sala de la Villa. Comisariada por Ricardo García Prats, La pintura y la realidad fue inaugurada este domingo y permanecerá abierta hasta el 8 de septiembre. La muestra puede visitarse de martes a viernes de 10 a 14 horas y de 16 a 19 horas; los sábados de 10 a 14 horas y de 16 a 20 horas, y los domingos de 11 a 14 horas.

La exposición ofrece un recorrido por algunos de los espectaculares paisajes aragoneses que han salido de los pinceles de Mayayo, entre ellos localidades turolense como Puertomingalvo, Linares de Mora o Mosqueruela, así como otros lugares emblemáticos del Pirineo que también han cautivado su mirada.

Ignacio Mayayo fue el encargado de inaugurar la muestra, en un acto en el que estuvo acompañado por García Prats, director del Museo de Puertomingalvo y del Salvador Victoria de Rubielos, el alcalde de la localidad, Manuel Zafón, y la concejala de arte y cultura María Josefa Bou. También estuvieron presentes en el acto la diputada provincial y alcaldesa de Albentosa, Yolanda Salvador Corella, la directora del Museo Provincial de Teruel, Beatriz Ezquerra Lebrón y el alcalde de Rubielos de Mora, Ángel Gracia Lucía. Unas 130 personas llenaron la Sala de la Villa durante la presentación de la muestra.

La pintura y la realidad es una selección de 16 pinturas de paisaje realista, la mayor parte de ellas en gran formato. La más antigua de ellas, Florencia, está fechada en 2006, aunque la mayoría de las pinturas que pueden verse pertenecen a la segunda década del presente siglo. Y tres de ellas, Puertomingalvo, Linares de Mora y Puente romano, pintado entre Mosqueruela y Vistabella, son muy recientes, de este mismo año.

En algunas de las piezas, como Los Mallos de Riglos con niebla o la tormenta representada en Cielo oscuro beben del británico J. M. W. Turner, uno de los autores admirados por Mayayo, conocido por su capacidad para captar la violenta luminosidad de las tormentas y los cielos alterados. García Prats, en un texto que ha realizado para el catálogo de la exposición, explica que mientras Mayayo pintaba el boceto al óleo del cuadro Puertomingalvo le hablaba de las técnicas del claroscuro de Caravaggio, de cómo realzar ese plástico contraste entre la luz y la sombre, que también se manifiestan en este lienzo.
 

Paisaje de Linares de Mora

Tanto la fotografía por motivos técnicos como la conexión entre el ojo y el cerebro tienden a hacer homogéneas las áreas de luz y de color, inventando gamas medias que, a través de la pintura sin embargo, se pueden admirar en sus tonalidades más puras y casi ideales.

En este punto, Ricardo García Prats valora la profesionalidad de Ignacio Mayayo en el sentido de que sus exposiciones nunca están organizadas a la ligera, picoteando una selección de piezas que rellenen el expediente, sino que busca conectar con el visitante y su territorio. De este modo, a lo largo de 2024 Mayayo recorrió zonas de la provincia de Teruel para que la exposición de Puertomingalvo, como todas las que ha organizado, sea coherente e irrepetible.

También incluye paisajes radicados en Zaragoza, donde adquiere protagonismo el agua del Prepirineo, o lienzos como Refugio en un bosquecillo, Fortaleza de Portalet, Estudio -contraluz del taller donde trabaja el pintor pintor- Roble y un retrato frente al espejo titulado Florencia, permite hacerse una idea, a grosso modo pero con numerosos elementos de juicio, de hasta donde puede llegar la mirada de Mayayo.

Sin embargo es importante subrayar que el zaragozano se rebela ante la costumbre de interpretar la pintura -quizá por eso se ha decantando por el paisaje, quizá el género que mejor se autoexplica-. Aunque en su caso está claro que la pintura y la realidad son cosas bien distintas, hay que saber que a lo que se enfrenta el espectador de sus lienzos va más allá de la percepción personal de tal o cual artista ante un roquedal, un pueblo de tejados rojos o una escena cotidiana. Se trata de aprender a mirar a través de los ojos del pintor, de saber evadir la mirada en la dirección adecuada para captar la abstracción idealizada de cuanto nos rodea.
 

‘Estudio’ presenta un contraluz del taller donde trabaja el pintor

Trayectoria sólida

Ignacio Mayayo es una de las referencias pictóricas aragonesas entre las últimas décadas del siglo XX y las primeras del XXI. Nació en la localidad zaragozana de Layana en 1953. Entre 1970 y 1973 cursó Arquitectura Técnica en Burgos, profesión en la que trabajará esporádicamente -entre 1979 y 2019 trabajó en la Escuela de Artes de Zaragoza- pero que será determinante a la hora de cimentar su solida percepción visual y compositiva. Desde muy temprano mostró inclinaciones por el arte y en 1975 expuso por primera vez. Sus primeras piezas fueron de clara influencia surrealista, aunque sus intereses fueron evolucionando, especialmente a partir de 1983, cuando prácticamente abandona el surrealismo y se interesa hacia el realismo naturalista. El óleo sobre lienzo será la principal técnica que utilice, aunque no en exclusiva. Ha participado en más de cuarenta exposiciones colectivas y en torno a una treintena de muestras individuales.