

Ignacio Cólera, escritor: “El deseo me permite creer que es posible un mundo mejor, de que el déficit quizá sea una oportunidad”
Este miércoles, la librería La Montonera de Zaragoza acogerá la presentación de ‘Morir donde nace el cierzo’“Como persona me siento aún en construcción, ya que mi experiencia vital continúa, al igual que mis errores. Hasta la jubilación, mi mejor fuente de aprendizaje era mi alumnado, que me ayudó a empatizar y valorar esa diversidad de miradas que han enriquecido mi vida siendo mejor persona. Espero no caer en la tentación de hacer lo que hago para dejar huella”, destaca Ignacio Cólera Beamonte. Su profesión ha sido la de educador, “aunque la vocación y la innovación las fui encontrando por el camino en las aulas de Elizondo, Andorra, Alcañiz y Zaragoza. Soy escritor a tiempo parcial y hago lo que puedo. No obstante, el entusiasmo de mis lectores y lectoras me anima a seguir adelante”. Ahora destaca en el panorama de las letras aragonesas con Morir donde nace el cierzo (Editorial Círculo Rojo), una profunda apuesta por la literatura y el sentido de la vida.
-¿Cómo han sido sus anteriores presentaciones? Esta semana será la próxima.
-La novela se presentó el pasado mes de agosto en la villa de Ágreda (Soria), con una buena afluencia de público. En octubre, se presentó en la Biblioteca de Aragón y, recientemente, fui invitado a compartirla en el Centro Soriano de Zaragoza. Este próximo miércoles 26, será el turno de la librería La Montonera (19 horas, calle San Pablo 26 de Zaragoza). Me siento profundamente satisfecho y agradecido por la acogida que ha tenido el libro en cada uno de estos espacios. Ha sido como regresar al aula, pero ante un público que comparte esa necesidad humana de plantearse algunas preguntas sobre la existencia.
¿En qué se diferencia este libro de sus anteriores escritos, especialmente de ‘El tiempo es de color azul’?
-El tiempo es de color azul es una gran saga en tres épocas distintas, conectadas por las mentes de tres niñas que pueden comunicarse a través del tiempo. Se trata de una aventura enmarcada en el género de la ciencia ficción. Morir donde nace el cierzo tiene un enfoque existencial y reflexivo, centrado en Juan, un hombre enfrentado a una enfermedad terminal que decide poner fin a su vida en la montaña del Moncayo. En ese itinerario explorará su relación con la muerte, la memoria y el amor. La novela viaja por sus recuerdos, su dolor y sus reflexiones vitales. Cada capítulo está ilustrado con un naipe del tarot que diseñé como significado simbólico adicional.
-¿Cómo nació la necesidad y la escritura de ‘Morir donde nace el cierzo’?
-Inicialmente era un breve relato sobre un hombre enfermo que decide morir bajo sus propias condiciones. Después sentí la necesidad de profundizar en las preguntas existenciales que siempre me he planteado y de proponer alguna respuesta literaria, en formato de novela.
-¿Cuánto hay de realidad y cuánto de ficción, sueño o deseo?
-Mi novela es ficción, pero a través de las vivencias y reflexiones de Juan intento explorar las realidades compartidas y las incertidumbres humanas. Este relato no refleja un sueño, sino el deseo, real aunque quimérico, de seguir existiendo después de haber vivido.
-Porque todo lo que usted propone es un intenso viaje existencial.
- Así es. El misterio de la vida está ligado al de la existencia. Descartes asociaba pensamiento con existencia, y podemos observar que muchos seres vivos no piensan y existen… y mueren. La gran incertidumbre, para mí, queda suspendida en esta cuestión: ¿Sólo muere lo que vive o también lo que piensa? Mientras tanto, disfrutemos del viaje de la vida.
-¿Se mueve nuestra sociedad entre déficits de significados ante la vida?
-Para encontrar significado a la vida ésta debe ser digna. Si un ser humano no tiene acceso a lo básico, no buscará ese significado, porque el entorno en el que vive no se lo permite. Tampoco es garantía tener cubiertas las necesidades básicas para hacerse las grandes preguntas. Vivimos en un mundo lleno de distracciones, que cambia rápidamente y eso puede generar una gran desorientación. Voy a confiar otra vez en el deseo, porque eso me permite creer que es posible un mundo mejor, que ese déficit quizá sea, en realidad, una oportunidad. Si trabajamos esa incertidumbre, sobre todo desde la educación, podremos tener mejores seres humanos.
-¿Espiritualidad y ciencia pueden ser las dos caras de una misma moneda?
-Quizá ciencia y humanismo sí formen parte de una misma moneda, pero no así la espiritualidad cuyo significado varía según la cultura. Para mí, la espiritualidad no está ligada a la religión, sino a la búsqueda de significado, a la reflexión sobre la vida y la muerte, y a la conexión con algo más grande que uno mismo, como la naturaleza o el universo, que son campos que sí estudia la ciencia.
-¿Cuánto le ha ayudado su formación y experiencia como científico para la construcción de este relato?
-Creo que la formación científica deja una huella profunda en el pensamiento y resulta positiva cuando se acompaña de valores humanos. En la novela creé un personaje llamado Ignacio, amigo matemático de Juan, en quien volqué mi perspectiva lógica y especulativa sobre la consciencia, la muerte y la posibilidad de un Más Allá desde otro punto de vista sin desconectar de la realidad tangible y comprobable.
-¿Y cuánto le ha facilitado su pasión por la narrativa y el audiovisual?
-Aprendí a contar historias a mis compañeros de juegos en las noches de verano en Ágreda, porque antes mi padre me contó muchos cuentos. También fui asiduo a las sesiones continuas de los cines de reestreno y a las series de televisión. Más tarde, junto a dos grandes compañeros, enseñé a mi alumnado a crear cortometrajes escolares. Si observo esta novela en retrospectiva, visualizo una escena de película en cada capítulo. En cierto modo, ‘me cuento películas’, lo que facilita el proceso de escribir.
-Un volumen donde uno de los grandes protagonistas es el mítico Moncayo soriano.
-El Moncayo, en mis dos novelas, es un personaje que cambia de vestuario según la estación o la hora del día, imponiendo sus reglas como protector, justiciero o amigo. En Morir donde nace el cierzo es coprotagonista de Juan, siempre presente en su viaje.
-La montaña, sin duda, misterio y símbolo de otro escenario posible.
-En mi relato, le otorgo al Moncayo poderes fantásticos, porque tal vez tiene la capacidad de conectar universos paralelos, un tema también presente en mi anterior novela, El tiempo es de color azul.

-Mons Caius, una sierra, paisaje y territorio donde las historias de tiempos pasados ya guardan una gran magia.
-Para los celtíberos que habitaban en sus alrededores era una montaña mágica, un santuario en el que estaban presentes sus dioses. Los romanos temían al Moncayo y el cristianismo puso a su cima el nombre de San Miguel. Su presencia actual, “como un Dios que ya no ampara”, como dice Labordeta, conecta con ese déficit de significados ante la vida mencionado antes.
-Por tanto, ¿cuánto debe usted al Moncayo y a su Ágreda?
-Es parte de mi identidad saludable. Todos los veranos de mi vida los he pasado en Ágreda, una villa soriana profundamente ligada al Moncayo. Aunque nací en Zaragoza, mi familia materna es oriunda de esta zona. Para mí, esta tierra representa el escenario de una infancia feliz, un refugio emocional y un lugar clave en los años en los que mi identidad se forjaba a través de una educación nacionalcatólica, algo que también reflejo en la novela. Hoy en día, sigue siendo mi refugio existencial y emocional ante los retos e incertidumbres de la vida.
-‘Morir donde nace el cierzo’, una historia para aprender a vivir en el horizonte de una última etapa.
-Cuando firmo ejemplares de mi libro suelo escribir en la dedicatoria: “Disfruta de esta historia que pretende ser una celebración de la vida y la existencia”. La muerte sigue siendo un tema tabú en nuestra cultura, lo mismo que la eutanasia. El personaje de Juan, a pesar de todo, desea vivir, y el Moncayo le regala la mejor experiencia tanto vital como mortal.
-Enseñanzas y lecciones aprendidas para una amplia mochila de sentires y saberes.
-La curiosidad es un gran motor para aprender y aumentar nuestra sabiduría, pero lo que más nos enseña son las experiencias vitales, tanto positivas como negativas. El nacimiento de un hijo y, sobre todo, la pérdida de un ser querido, nos obligan a tomar conciencia de la alegre o triste realidad que nos rodea. A pesar de todo, considero que hay que esforzarse en saborear la vida, para que no se nos escape nada, para que nos marque con sus huellas, sutiles o profundas, y para dejar un buen recuerdo en nuestros seres queridos.
-Como hace usted, historias, literatura y cine contemporáneos se enfrentan con valentía, sinceridad y sin tabús a diagnósticos terminales.
-Es cierto, como la película Los destellos, de Pilar Palomero. Allí se dice: “La presencia de la muerte hace mucho más interesante la vida”, una frase que me quedó grabada pocos días después de llevar a imprenta mi libro. Una novela que me impactó fue Tránsito de Connie Willis sobre las Experiencias Cercanas a la Muerte (ECM). Y todos recordamos la película Mar adentro de Amenábar. Pero, como también especulo en mi relato sobre las posibilidades de un Más Allá desde una perspectiva científica, no puedo olvidar la película de ciencia ficción, Proyecto Brainstorm (Douglas Trumbull, 1983) con su polémico e inolvidable final.
-¿Somos las decisiones que tomamos?
-Sí y no. Hay factores que no controlamos, como el entorno donde nacemos o situaciones causadas por el azar, como accidentes o determinadas enfermedades. Sin embargo, con cada decisión consciente que tomamos, trazamos un camino que nos define. Pero, ¿qué pasa con las decisiones que no tomamos? La interpretación de los universos paralelos de Hugh Everett sugiere que, al escoger una opción, se genera un universo alternativo donde elegimos lo contrario. Si fuera cierta, existirían infinitas versiones de nosotros mismos. Ahí lo dejo. Sin embargo, en esta realidad concreta, somos el resultado de las elecciones que hacemos con lo que sabemos y sentimos en cada momento.
-¿Cuánto hay en su novela de conciencia y de consciencia?
-Hay conciencia en el sentido de reflexión moral, porque el protagonista se enfrenta a profundos dilemas sobre el sentido de la vida, el amor, la integridad moral, el dolor y la muerte. Pero también hay una exploración consciente de sí mismo y de su entorno. La montaña del Moncayo y la soledad son elementos que agudizan su consciencia en el esfuerzo de comprender su propia existencia. La novela abarca y enlaza ambas dimensiones.
-Un sentido, el que nos brinda y ofrece usted, hacia la restauración y la reconciliación pacífica con la vida.
-El protagonista busca una reconciliación, no solo con su pasado, sino con la vida misma. A través del viaje hacia su propio final, hay un intento de cerrar heridas y de aceptar lo que es y lo que ha dejado de ser. Tal vez todos necesitemos un proceso de ‘restauración’ para vivir en paz con nosotros mismos y con el tiempo que nos queda.
-A fin de cuentas, con su escritura nos ha hecho de explorador filosófico, aportando luz y color en una etapa de invierno y de otras cavernas existenciales.
-Agradezco estas palabras, pero no me atrevo a llamarme filósofo. He abordado temas que forman parte de la naturaleza humana. Soy alguien que se plantea las mismas preguntas que todos, pero con el deseo de darles forma a través de las palabras. Confío en que el verdadero explorador sea el lector. Si en estos momentos oscuros que vivimos descubre algo de claridad, me sentiría más que agradecido. Mi intención no es que encuentre respuestas sino que se haga muchas preguntas, verdadero primer paso de ese método científico que muchos se atreven a despreciar.
-¿Qué le pide Ignacio Cólera a la nueva primavera?
-En principio, le pido algo que aún requiere aprendizaje: serenidad; también, en la medida de lo posible, salud; un poco más de alegría y buen humor, y, sobre todo, más confianza en aquellos que saben de historia, educación, arte, ciencia, paz…
-Y para terminar, invítenos a visitar su interesante y atractivo espacio web.
-Es un espacio donde comparto mis ocurrencias: creaciones audiovisuales, imágenes de la Tierra Mítica del Moncayo, algunas reflexiones sobre educación y misterios fascinantes. ¡Pasen al fondo! www.ignaciocolera.com