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‘Geografía poética’ o cuando el arte conecta y actúa sobre el territorio ‘Geografía poética’ o cuando el arte conecta y actúa sobre el territorio
La intervención artística de Javier Lupón, ayer en Castralvo, dentro del proyecto ‘Geografía poética’

‘Geografía poética’ o cuando el arte conecta y actúa sobre el territorio

Alumnado de Bellas Artes hace intervenciones en los diez barrios de Teruel
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El arte ha conectado con el territorio y la comunidad este fin de semana pasado en la segunda edición de Geografía poética, un ciclo de intervenciones artísticas impulsado desde el grado de Bellas Artes de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas del Campus de Teruel -con el patrocinio del Ayuntamiento de Teruel, la colaboración de la Fundación Universitaria Antonio Gargallo y el Instituto de Investigação em Arte, Design e Sociedade da Faculdade de Belas Artes da Universidade do Porto (Portugal)- que se desarrolla en los diez barrios pedáneos de la capital donde se han realizado 19 acciones con la participación de 18 jóvenes creadores.

La iniciativa promovida por las investigadoras y profesoras de la titulación Holga Méndez y Belén Díez ha ido más allá de estos dos intensos días, en los que un autobús ha trasladado a los artistas y sus acciones por las pedanías turolenses, ya que los autores de las intervenciones han pasado varias semanas acercándose a los espacios donde iban a desarrollar sus obras para inspirarse y para reflejar en sus trabajos la esencia de estos barrios turolenses.

El resultado ha sido muy satisfactorio y ha completado la formación que los estudiantes reciben en las aulas, al mismo tiempo que ha conseguido despertar el interés de los vecinos.

Vecinos de El Campillo y artistas en la intervención de Álvaro Salcedo

“Todos los artistas han conectado con la comunidad, con el territorio y con el arte que es lo que buscamos y han puesto en valor el arte, el patrimonio natural y el patrimonio cultural que es lo importante y lo que busca el proyecto”, aseguró Belén Díez quien subrayó que esta experiencia es “un contacto real a nivel profesional” para los estudiantes de Bellas Artes.

Además, buena parte de los participantes durmieron acampados en la casa consistorial lo que ha contribuido a que el fin de semana haya sido muy intenso y se hayan generado “muy buenas sensaciones”, aseguró Belén Díez.

Geografía poética arrancó el sábado a las 16.00 horas en el barrio de El Campillo con la asistencia de los concejales del Ayuntamiento de Teruel Carlos Méndez y Ana Oliván, el director de la Fundación Universitaria Antonio Gargallo, Alfonso Blesa, y el coordinador del grado de Bellas Artes, Alfonso Burgos, y fueron recibidos por el alcalde pedáneo, Bienvenido Julve.

El grupo de artistas de ‘Geografía poética’ el sábado en El Campillo

El autor de la propuesta, el estudiante Álvaro Salcedo pasó una semana en El Campillo para poder conocer la realidad de este barrio y apostó por una acción reivindicativa. “Hay veces que hay que silenciarse uno mismo para darte cuenta de qué es lo que está pasando y así me pude enterar de las problemáticas principales del pueblo”, explicó el joven creador que detalló que, tras ese proceso, pensó en las piezas que mejor podrían abarcarlas.

Como también ocurre en otros pueblos, el bloqueo para la construcción, venta o alquiler de vivienda y las dificultades de comunicación, tanto en cobertura como en autobús, fueron las cuestiones con las que trabajó Salcedo.

Así hubo varias intervenciones que se conectaban entre sí. El artista colocó carteles de “Disponible” con su número de teléfono en todos los locales y solares que estaban vacíos. “Eran provocaciones, remover para que la gente piense qué está pasando y qué podemos hacer para no quedarnos cada vez menos”, explicó.

La otra parte estaba más dirigida a reivindicar a las administraciones “servicios mínimos”. Se repartieron hojas de censo de empadronamiento y todos los que iban en el autobús (habitantes temporales) las rellenaron. Después, el autobús llegó a la parada que había construido Salcedo y allí se encontraron con los vecinos originales que viven en El Campillo, cuando se marchó el vehículo los habitantes se despidieron “como en una espera eterna”, detalló el artista.

Marta Burriel durante su intervención en Tortajada. ‘Geografía poética’

La segunda parada fue en San Blas, donde Isabel Llanos y Perla Guiba realizaron su intervención Ventanas para una vivencia.

En Caudé, Patón desarrolló una intervención-acción comunitaria en un muro del barrio bajo el título Escribir Caudé, construir Caudé.

La ruta continuó en Concud con dos propuestas: Significar el cannabum, de Ignacio Aparicio, y CelebrarNOS, de Melisa Vezhdieva.

En Tortajada hubo otras tres intervenciones. Marta Burriel fue la autora de la primera Enraizada en la que vecinas de la pedanía le ayudaron a trenzar su pelo con cebada sin arrancar la planta del suelo. “Me enredaron con el espacio”, señaló la artista quien explicó que en toda su proyección artística y su investigación relaciona los conceptos de “el ser, el tiempo y el lugar” y que en esta ocasión los conectó con las personas que viven en Tortajada ya que participaron en la intervención le contaron que ellas no eran de allí pero que llegaron a ese lugar y echaron raíces.

María Burriel se mostró “encantada” de poder participar en este proyecto porque le permite expresarse como artista fuera de un lugar más académico en el que no podría hacer estas propuestas y, además, crear vinculos con personas que “no están tan dadas a ver el arte como nosotros lo vemos”.

Andrea Tolosa iluminó las cuevas de Villalba Baja. ‘Geografía poética’

Ya en Tortajada el cielo amenazaba tormenta pero pudieron llegar a Villalba Baja, donde Patricia Menjón hizo su particular homenaje a los peirones de este barrio que ya han desaparecido. Entonces comenzó a llover, cayó un fuerte chaparrón pero se refugiaron y esperaron a que amainara para poder terminar la jornada con Luces del pasado, de Andrea Tolosa-Cotoré, una intervención con la iluminación de las cuevas de Villalba.

La jornada de ayer comenzó temprano. El autobús salió hacia Valdecebro a las 9.30 horas, donde presentaron sus acciones Inés Escartín, Los rastros del camino, y Ana Vilchez, Soledad compartida.

La ruta continuó en Aldehuela, donde Gelifracción trabajó con la población del barrio varios talleres entorno al jabón.

En esta misma población, Clara Romeo presentó su propuesta en un muro donde había utilizado pigmentos salidos de la tierra y la naturaleza en los que plasmó el campanario de Aldehuela, el porche de la plaza y el contorno del barrio visto desde arriba

“Cuando trabajamos en el campo pictórico estamos muy acostumbrados a comprar la materia elaborada o con su aglutinante ya hecho. Al final he cogido la riqueza natural del propio medio de la Aldehuela y la he transformado con diferentes procesos para convertirla en una especie de tizas”, explicó la artista.

Así, la joven utilizó arcilla blanca de esta zona, arcilla roja, la flor de la aliaga, lirios, perejil y un árbol calcinado (a modo de carboncillo).

Clara Romeo explicó su proceso creativo en Aldehuela. ‘Geografía poética’

El espacio elegido para la intervención fue un muro que tiene un espacio abierto en el que se ve “de dónde proceden los propios pigmentos, el espacio natural”, destacó Romeo que explicó que la elección del formato de tiza buscaba también ver cómo con el paso del tiempo iba desapareciendo, algo que se aceleró con la tormenta.

El siguiente destino fue Castralvo con dos propuestas vinculadas entre sí. El estudiante Javier Lupón mostró la obra que había realizado en el monte donde con una serie de piedras había plasmado “una raíz”. Explicó que la idea surgió paseando por Castralvo donde iban encontrando diferentes bifurcaciones y que era una metáfora de la propia vida en la que hay que ir haciendo elecciones.

Seguidamente, el grupo de artistas se trasladó al centro del núcleo urbano de Castralvo. Allí la profesora Holga Méndez explicó su experiencia artística durante diez días en este barrio, también vinculada a la forma de espina de esta población. En este caso había buscado la conexión con los habitantes, una tarea que había tenido sus dificultades. Para culminar su propuesta se hizo una acción con la participación de todo el grupo en la que se iban diciendo los nombres de aquellos vecinos que los habían compartido con ella y luego terminó yendo “a pedir luz” a unos vecinos, “simbolizando esa energía que se va acercando” entre las personas.

La Geografía poética 2022 tuvo su última parada en Villaspesa con El escondite de los recuerdos, de Ana Luque, y el Pasacalle de la rambla, con Ángel Celiméndiz.

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