Síguenos
Gabriel Sopeña, músico, compositor y poeta: “A un artista hay que valorarlo por su forma de cambiar  y de moverse” Gabriel Sopeña, músico, compositor y poeta: “A un artista hay que valorarlo por su forma de cambiar  y de moverse”
Gabriel Sopeña está terminando la gira de ‘Desiertos’ y a punto de entrar a grabar su próximo disco en solitario. Gustaff Choos

Gabriel Sopeña, músico, compositor y poeta: “A un artista hay que valorarlo por su forma de cambiar y de moverse”

El zaragozano cierra en Hinojosa de Jarque el ciclo de Vermús Poéticos del IET
banner click 236 banner 236

Gabriel Sopeña es doctor en Filosofía y Letras, músico y poeta. A punto de terminar la gira con su disco Desiertos -confiesa que no le gustaría darla por cerrada sin haber podido defenderlo en directo en Teruel y en Huesca- en pocas semanas comenzará a grabar el que será su quinto trabajo en solitario. Mientras tanto está trabajando en proyectos tan dispares como Ara Malikian, el grupo aragonés Copiloto, el almeriense JJ Fuentes o la checa Lucía Soralova.

Sopeña, para quien la música es prácticamente lo mismo que la poesía, participará este sábado en el último de los Vermús Póeticos que el IET y la Plataforma de Poetas por Teruel han organizado en la provincia. En esta ocasión tendrá lugar en el Atrio de la Iglesia de Hinojosa de Jarque (12 horas), y contará con la compañía de Marisol Julve (Hija del carbón) y el músico Frankcho Gallego.

-La gira de su último disco, Desiertos, está a punto de terminar y todavía no lo hemos escuchado en Teruel... ¿vamos a tener ocasión?

-Pues ojalá. Es verdad que esa gira terminará este invierno, tocando en febrero en Radio 3. Y es curioso porque Desiertos ha sonado en muchos lugares de España pero no en Huesca ni en Teruel. Yo tenía la intención de traerlo en directo al Teatro Marín y de hecho grabar un directo, pero ya veremos... lo cierto es que el panorama de los teatros en Aragón no se está moviendo demasiado.

-Tras actuar en el Jardín de San Pedro en 2023 regresa a la provincia para recitar poesía, en el último de los vermús poéticos que tiene lugar este sábado en Hinojosa de Jarque...

-Así es. Me parece una iniciativa extraordinaria lo de los vermús poéticos del Instituto de Estudios Turolenses, y toda la actividad que se está impulsando desde la Plataforma de Poetas por Teruel. Es un formato muy típico de Europa; en Francia se hacen muchos y en Italia también. Hay que llevar la poesía a los pueblos, y con poetas de calidad, como Jorge Ortiz, que estuvo en Mirambel. Y también es fantástico que haya turolenses en cada cita, sobre todo porque son mujeres turolenses en cada una: Isabel Martínez de Mirambel, Cristina Giménez en Albarracín y Marisol Julve está conmigo en Hinojosa. Ella es una mujer que ha publicado un librazo, tiene muchísima poesía.

-¿Qué poemas va a elegir para recitar en Hinojosa?

-Pues de entrada me gustaría recital algún poema de Marisol, y seguramente le propondré un pequeño juego. En realidad tengo muchas cosas sobre Teruel, como San Juan Mudéjar, una canción del último disco dedicada a la ciudad, pero quería elegir poemas que reflejen un convencimiento que tengo. Teruel tiene algo que comparte con muy pocas ciudades, quizá con Praga, pero que no tienen Nueva York, París ni Londres.... tiene la prerrogativa de ser un surtidor de evocación multiforme. Me explico: Teruel te permite pisar el suelo y sentir toda la potencia telúrica de la España vaciada, pero al mismo tiempo te proyecta a un mundo multicultural. Te abre a Castilla, a la costa de Levante, al valle del Ebro, y por encima tienes el cielo de Teruel, que es un cielo que no puede verse en ninguno de los territorios colindantes. Praga, que tiene un puente gigante como el viaducto de Teruel, es la única ciudad en la que siento una sensación parecida. Así que elegiré poemas que me evoquen eso... quizá Nunca he despertado junto a ti o Lisboa, una ciudad que, no me preguntes por qué, la encuentro con identidades muy parecidas... quizá porque la zona de la Calle Nueva me recuerda mucho a Alfama... en Teruel está el mundo.

-Volviendo a ‘Desiertos’... ¿Cómo ha funcionado el disco?

-Estoy muy satisfecho, sobre todo por el equipo humano de diez personas que hemos montado, entre músicos, técnicos y producción. Hemos recuperado ese formato de la gira con mucho tiempo entre concierto y concioert, no como esas giras inhumanas con muchas actuaciones seguidas, hemos podido elegir formatos y salas cuidadosamente... Ha sido una gran experiencia, y poder llevar el libro Cantar 40, con una selección de 500 canciones que he compuesto también. Es una experiencia de las que gusta repetir, tengo ganas de cumplir 45 años de profesion para hacer otra igual.

-¿Sigue concibiendo el disco como un libro con canciones? ¿O las canciones ya tienen vida propia?

-Ahora ya se sabe que los discos tienen una vida muy corta y no se venden como antes; son más bien como una tarjeta de presentación. Pero deben servir para poner un discurso en orden. Al final, el disco queda como una obra completa, no como un conjunto de canciones separadas. Ahora mucha gente saca canciones sueltas, pero eso no va conmigo. Billy Joel dice que ya no es capaz de organizar diez canciones con un discurso coherente en un disco. Bueno... puedo entenderlo, pero desde luego no es mi caso.

-¿Y para cuándo el próximo?

-En 2026 me gustaría publicar uno en directo, una grabación que me gustaría hacer en Teruel. Pero antes sacaré otro en estudio, que creo que llegará para primavera de 2025 -será el quinto en solitario, tras 1000 km de sueños, Sangre sierra, La vida es de los que arriesgan con Loquillo, Desiertos.-

-¿Ha empezado a grabar?

-No, pero estoy a punto de entrar. Tengo otros proyectos, pero como me considero fundamentalmente compositor, me dedicaré a esto principalmente. Al haber trabajado con Loquillo, que es un tipo muy absorbente, me he acostumbrado a trabajar así.

-Esos proyectos incluyen música propia, ajena, poesía, ensayo, teatro... ¿cómo se define cuando le preguntan?

-De entrada no me importa definirme... mucha gente dice que huye de las etiquetas, pero todos las ponemos, ellos también. Cuando uno dice que huye de etiquetas, ya se está etiquetando. Dicho esto, me considero sobre todo músico, pero me definiría como escritor. A veces escribo palabras y a veces notas musicales, pero todo es escribir. De todos modos, si tengo que elegir una palabra que me englobe por completo, elegiría humanista, en el gran sentido del término. Nada de lo humano me es ajeno, me interesan todas las formas de expresión, incluida la conversación. Soy un fanático del diálogo, que es la gran cura que existe en nuestro tiempo. Hablar y escuchar, hablar y escuchar... y me tengo por un gran conversador, pero mis amigos dicen que soy un gran escuchador. Desde luego, es mucho más importante escuchar que hablar. Cuando escuchas, aprendes; cuando hablas, no sueles aprender, a menos que aprendas a escucharte a ti mismo.

-¿Qué podremos esperar de ese nuevo disco en 2025?

-Será mucho más áspero, con cierta esperanza pero duro. Hemos salido de la pandemia peor de lo que entramos. La generación que le toca gobernar ahora es peor, más egoísta e insolidaria

-Pues mire que tenían el listón alto...

-A mis 62 años no salgo de mi asombro. Tengo amigos en todos los espectros políticos, pero ahora se buscan adhesiones absolutas e inquebrantables. Hay gente que me pregunta cómo puedo ser amigo de Luis Alberto de Cuenca, siendo tan de derechas. Y yo estoy harto de decir que aquí cabemos todos... yo no voy preguntando a la gente por sus filiaciones, ni creo que esas filiaciones los definan. Estoy seguro de que, en el fondo, todos estamos hechos de la misma pasta; todos queremos a nuestros hijos, todos queremos que nuestra tierra prospere y que al prójimo no le ocurra nada malo. Tener que adscribirse a una corriente, a una ideología, y a todo el pack que viene con ella me parece una ridiculez. Ni la cultura ni nada en la vida está formado por compartimentos estancos... y menos ahora, que lo que hay que hacer es descerrajar todos los pestillos para abrirlos. Pues de todo eso irá el nuevo disco.

-¿A qué se refiere?

-Yo tengo ya 62 años y he tenido tiempo para ver algunas cosas. Sufrí una neumonía bilateral y un infarto de miocardio en 2022 que casi se me lleva por delante. Y lo digo porque tengo la sensación de que tras la pandemia deberíamos haber entendido de qué va esto. No somos más solidarios, ni más universales, ni menos mezquinos, sino todo lo contrario. Y las generaciones nuevas aún menos. Mira lo que está ocurriendo con Errejón. Mientras un juez no determine si es cierto o no yo sigo creyendo en la presunción de la inocencia, pero si se confirma que las acusaciones de abusos son ciertas... Sería tremendo que una persona joven, y con un discurso que podía convencer a gente razonable de derechas en algunas cosas, termine haciendo exactamente lo contrario de lo que decía. Estamos en un tiempo en lo que lo importante es el discurso, no los hechos.

-¿Los discursos han de cambiar? ¿Un artista debe evolucionar, como Loquillo, o mantenerse fiel a su estilo, como Carlos Segarra?

-Bruce Chatwin, en su libro La alternativa nómada, habla de que el nomadismo, al estar siempre en movimiento, garantiza la estabilidad y la salud de las sociedades e individuos. Según él, hay menos enfermedades emocionales y físicas. Estar siempre en el mismo lugar puede estar bien, pero significa que te has instalado en una zona de confort, y eso no es bueno. ¿Es legítimo? Incontrovertiblemente. Por citar a Segarra, a quien mencionas y a quien tengo mucho cariño, tiene un potencial musical mucho más amplio del que muestra. En ese sentido, fueron más arriesgados y tuvieron carreras más largas todas las personas que se dejaron aconsejar por grandes arreglistas y no tuvieron miedo de evolucionar. Mira a Charles Aznavour o Tony Bennett... Los grandes crooners supieron evolucionar. Bennett cambió las formas de trabajar con los coros, dejó los estándares de los 50 para usar otros sonidos. Y te estoy hablando de un género que parece especialmente anquilosado. Treinta años después no eres la misma persona porque has vivido cosas, has conocido, has aprendido... Si no ves las cosas de la misma manera no tiene mucho sentido que sigas diciendo lo mismo o del mismo modo.

-¿Hay canciones antiguas suyas que ya no firmaría?

-Sí, bastantes. Quiero beber de Mas Birras, por ejemplo -Quiero beber / beber contigo / hasta el ombligo / esta noche de cerveza me llenaré- Con 19 años estaba bein, pero ahora no tiene sentido y no la cantaría. Ahora Javier Macipe, cuando la canta con La Estrella Azul, me dice que como hacíamos para cantar eso, a la velocidad que va y en un tono tan alto. Otros temas de la época los sigo cantando, como Vuelta atrás o Kass, pero otros no... yo que sé... El siguiente eres tú, Oh, Ana...

-Pero esa es muy divertida.

-Pero ya no tengo el mismo espíritu y no tiene sentido fingirlo. A ver, si cojo a Irene Alquézar y José Luis Esteban, después de una fiesta de entrega de premios en Teruel, con jamoncito... pues igual sí que me animo. Pero así en frío no. Y de Ferrobós también hay alguna que ya no cantaría, alguna de amor. Pero es porque ahora puedo expresar el amor mejor, sé más de amor ahora que antes. Sangre de Luna no la cantaría, porque era como sentía el amor Gabriel en 1988, y ahora sabe hacerlo mejor. Ya no estoy tan atormentado...

-¿Se hace cansino que le pidan las mismas canciones?

-Lo de Apuesta por el rock and roll se está convirtiendo en un verdadero castigo. Supongo que a Bob Dylan, sin querer compararme con el gran Dylan, le pasa lo mismo con Blowin’ in the wind.

-Al ‘Loco’ le ocurre con las canciones viejas, las anteriores a ‘Hombres’... Por alguna razón les exigimos a los artistas que mantengan el tiempo detenido allí donde eramos jóvenes, fuertes y vigorosos...

-Sí, con las clásicas que están compuestas por Sabino (Méndez). Y sin embargo desde que empezó el Loco ya lleva más tiempo conmigo que con Sabino. Pero por alguna razón, por márquetin o por lo que sea se le ha querido conservar como un artista antiguo... En el repertorio de la gira que lleva actualmente lleva todo temas compuestos por mí, pero de vez en cuando aún canta alguna de Sabino. Y yo entiendo que para el debe de ser algo frustrante. La nostalgia es un burdo pasatiempo, y a mis hijas de 24 y 22 años les interesa más lo último que ha compuesto su padre que lo primero. No les intereso en mi zona de confort, sino saliendo de ella. No les interesa un tío que ha elegido quedarse en 1985.

-Y a usted también le interesa mucho más el presente que el pasado, me parece...

-Claro. Al artista se le tiene que valorar por su forma de moverse y de cambiar. Y en ese sentido estoy un poco furioso, e insisto en que esperaba que saliéramos mejor de la pandemia. Si tú vas a un concierto de Springsteen y te gastas 400 euros en San Sebastián, pues igual te interesa ver el estado mental de Springsteen, que lleva dos años sin componer, si está instalado en la nostalgia, si se va a quedar ahí, si se inclina por ser un artista country porque tiene que irse casa a cuidar a su mujer -dicho sea con todo el respeto-, si se va a quedar en el disco de Nebraska o si está rescatando canciones que antes no tocaba nunca, como Candy’s room del segundo disco. De ver a un artista en directo se aprende mucho.

En alguna de mis últimas conversaciones con Joaquín Carbonell él mismo me decía que se sentía sin fuerzas, como vacío, y aún así fue capaz de publicar El carbón y la rosa (2017) que ya no puede ser más bonito. Cuando tienes 70 entiendo que uno pueda no dar más de sí, pero si te consideras un artista en activo tienes que buscar cosas nuevas contínuamente.

-Antes ha mencionado a Javier Macipe... ¿qué opina del fenómeno ‘La estrella azul’?

-Creo que la academia ha cometido un error grosero con él (La estrella azul era candidata a representar a España entre las aspirantes al Oscar a Mejor Película Internacional, pero en su lugar fue elegida Segundo Premio, de Isaki Lacuesta, sobre el grupo músical Los Planetas), con una película sobre un grupo que no fue mejor que Mas Birras y cuya historia, bastante burda, no encaja con los estándares de Hollywood. Pero qué se puede esperar de una Academia que se cocina todo en Madrid. Espero que en los Premios Goya rectifiquen ese error, confío en ello, aunque hay demasiados intereses económicos.

Lo que nadie puede negar son los 25 minutos de aplausos que La estrella azul ha levantado en muchos festivales por todo el mundo. En Argentina han descubierto el interior de su propio país gracias al viaje de Mauricio... No sé si ahora, pero estoy convencido de que Javier Macipe va a ser uno de los grandes directores de nuestro país, uno de los más internacionales. Tiene un grandísimo talento, lo mejor que Mauricio Aznar se le quedó... ese talento amplio, penetrante, profundamente curioso... Y después el pulso del orfebre, porque lo que toca Javier lo deja niquelado. Sabe contar una historia como nadie, y con 36 añitos tiene una madurez que es un auténtico regalo para el arte en Aragón.