Francisco Javier Aspas presenta su nuevo libro: “Hitler era un trasgresor, por eso tuvo una amante que fumaba y que escuchaba swing y foxtrot”
El autor de ‘Los hijos del Führer’ o ‘La canción de Auschwitz’ publica la vida novelada de Eva Braun, uno de los personajes más enigmáticos del III Reich¿Por qué Eva Braun, amante y esposa de Hitler, era una mujer tan diferente al ideal alemán? ¿Por qué se mantuvo en secreto esa relación y se prefirió un Führer soltero? ¿Es un mito la existencia de los Papeles Azules, el supuesto diario que ella escribió? ¿Hasta qué punto influyó política o militarmente en el genocida? Sobre estos interrogantes escribe el turolense Francisco Javier Aspas su última novela, La Rosa y la Esvástica. Vida y muerte de Eva Braun (Kailas). Autor de 16 milímetros, Los hijos de Führer, La Casa del bosque de Marbach y La canción de Auschwitz, esta obra, que ha llevado siete años de investigación, arroja toda la luz que es posible reunir sin sacrificar rigor histórico sobre uno de los personajes más apasionantes y esquivos de la historia del siglo XX.
-De entrada, La Rosa y la Esvástica es la primera biografía novelada de Eva Braun que se publica...
-Efectivamente. Todo lo que había publicado hasta ahora eran ensayos biográficos, y tampoco muchos. Hay información sobre Eva Braun en ensayos generales sobre el nazismo, sobre Hitler, sobre el círculo interior... pero centrados en su figura hay básicamente dos obras; uno de Nerin E. Gun, de mediados del siglo pasado, y otra reciente de Heike Görtemaker, muy bien documentado. También existe alguna novela sobre el personaje, pero en la que se ficciona su historia.
-Hay información histórica sobre Braun, pero muy poca que nos hable del personaje, que permita construir su personalidad...
-He bebido mucho de todos los ensayos que existen sobre Eva Braun, pero el trabajo más arduo, que me ha llevado siete años, ha sido recopilar los testimonios de personas que vivieron con ella, y que sí que aportan cosas que permiten hacerse una idea de cómo era Eva Braun. Muchas de las personas que vivieron con ella, y que sobrevivieron a la guerra, contaron su historia. Desde Traudl Junge, secretaria de Hitler o amigas suyas como Henriette von Schirach, que escribió un libro muy bueno que se llama El precio de la gloria, donde cuenta el día a día que vivía con ella... He compulsado los testimonios dejados por la gente que convivió con Eva Braun con lo que narran los historiadores, intentando extraer una verdad.
-¿Hay demasiada paja entre el grano?
-Eva Braun es un personaje que ha estado rodeado por un gran componente de leyenda, y también ha sido un trabajo importante desgranar todo eso.
-Quizá esa leyenda es lo que hace de Eva Braun un personaje apetecible para leer...
-Cuando me planteé escribir este libro no quise hacer una biografía llena de datos, aunque todos fueran ciertos, porque no quería algo demasiado engorroso para el lector. Así que creo una trama paralela en la que introduzco las leyendas que han corrido sobre ella. Desde el presunto plan para eliminarla que ideó Himmler hasta el asunto de los Papeles Azules, un diario escrito por Eva, que para los historiadores ha sido uno de los grandes misterios sobre esta mujer.
-¡Menuda bicoca si hubiera un diario personal escrito por la amante del Führer!
-Imagínate. Hubiera sido muy revelador sobre el Hitler más desconocido, el íntimo y personal. No tendría precio. Este supuesto diario ha sido uno de los grandes rumores sobre Eva Braun, y en su día debió de existir, pero se cuenta que tras el primer intento de suicidio de Eva, su hermana mayor, Ilse, lo descubrió, y lo tiró al fuego porque era muy peligroso contar cosas sobre Hitler. Pero se salvaron dos páginas que Nerin E. Gun conservó, y de hecho las describe en su libro. Yo lo que he hecho ha sido unir esto a otros rumores o leyendas que se cuentan sobre ella, y reunirlas en una trama paralela en el libro.
-¿Pero los presenta de forma que es evidente para el lector qué es realidad y qué es leyenda?
-Yo creo que sí. El día a día real de Eva Braun es más ensayo novelado, y la otra parte es más novela de ficción. Al final del libro también explico al lector cómo he trabajado, y ahí lo dejo suficientemente claro.
-¿Qué voz narrativa utiliza?
-La del único personaje inventado de la novela. Cuento la historia desde la perspectiva de la persona a la que Hitler confía la seguridad personal de Eva. Al final de la guerra cae prisionero de los soviéticos y cuenta a sus interrogadores la relación entre Hitler y Eva Braun para elaborar el Informe Hitler. Esta figura realmente existió aunque no se sabe quién fue. Yo creo haber llegado a saber quién fue, pero no hay pruebas que lo confirmen.
-¿Qué es eso del Informe Hitler?
-Cuando acabó todo, Stalin se interesó muchísimo en saberlo todo sobre Hitler. Se creó una comisión en la Unión Soviética dirigida por la NKVD, lo que luego sería el KGB, para crear un informe que recopilara toda la información posible a través de los prisioneros de guerra nazis que tenían y que habían pertenecido al círculo más interior de Hitler. Ese informe todavía se guarda en el Kremlin, y recopilaba todo sobre su vida privada, cómo accedió al poder, gustos, aficiones, trato con las mujeres... Mi novela es una especie de flashback con la narración de este prisionero a sus interrogadores, un personaje inventado, pero basado en Otto Günsche, edecán o ayuda de cámara de Hitler, y Heinze Linge, su mayordomo. Estos dos hombres efectivamente cayeron presos de los soviéticos y la mayor parte del Informe Hitler se basa en sus testimonios.
-¿No estuvo tentado de escribir desde la primera persona de Eva Braun?
-Era la otra alternativa que tenía. Pero como narrador no me parece bien ponerme en la piel de un personaje histórico que ha existido. Es imposible saber cómo pensaba Eva.
-Por cierto, ¿qué objetivo tenía ese informe para Stalin? ¿Aprender de sus errores?
-Stalin admiraba a Hitler, y el sentimiento era recíproco a pesar de ser tremendos enemigos. Hitler en el búnker donde finalmente se suicidó no dejó de repetir que tenía que haber imitado a Stalin y haber fusilado a sus generales. Y Stalin tenía interés en conocer cómo había compaginado Hitler su vida privada con su vida política, cómo había manejado el poder y cómo había dirigido la nación alemana. Ese informe está publicado por dos editores alemanes (Henrik Eberle y Matthias Uhl, 2005), y es un libro brutal, que llega mucho más lejos que adonde han llegado los historiadores, porque esta relatado por personas que vivieron en primera persona los hechos, y eso, en historia, es lo más valioso que hay.
-¿Se conocen suficientemente los instantes finales de Eva Braun y Hitler, a solas en su despacho del búnker el 30 de abril de 1945 instantes antes de suicidarse? ¿O también forman parte de la leyenda?
-Hay bastante información, aunque ese episodio, el del suicidio, es el que más he trabajado. De hecho lo escribí antes de redactar el resto del libro. Yo lo recreo desde el momento en el que se despiden de sus colaboradores, entran en el despacho y cierran la puerta. Y a partir de ahí cuento lo que contaron que vieron los primeros que entraron, unos minutos después. Otto Gunsche fue el primero que lo hizo. Su declaración coincide con lo que contó Junge, que también estuvo allí, Linge, y el resto de colaboradores que estaban en el búnker. Solo hay algunas pequeñas dudas, como la de la hora del suicidio. Traudl Junge escribió en su libro Hasta el momento final que fue antes del té, antes de las 17 horas, y Gunsche dijo que era después del té... Pero en general sus declaraciones coincidían en todo. Y la escena de la incineración de los cadáveres en los jardines de la Cancillería también está reconstruida a partir de testigos presenciales. Erich Kempka, su chófer, escribió sus memorias tituladas Yo quemé a Adolf Hitler, en las que relataba cómo fue a por la gasolina y fue todo ese proceso. Todo eso está bastante documentado.
-¿Como novelista no ha tenido la tentación de recrear la última conversación entre Eva y Adolf antes de tomar la pastilla de cianuro y dispararse? ¡Nadie se la hubiera podido rebatir!
-No, en absoluto. Cuando escribes una historia como esta, tienes tanto interés en que se ajuste a la realidad que te da mucho miedo contar algo que te desvíe lo más mínimo de ese objetivo. Por eso es tan difícil escribir este tipo de novela. Una ficción inventada es un campo libre, pero una novela histórica es un pasadizo muy estrecho en cuyas paredes te vas pegando continuamente. Sí que recreo conversaciones de Hitler que están documentadas porque algunos de los miembros de su círculo interior han contado que tuvieron lugar. Por ejemplo se pegó sus últimos días hablando de suicidio y de cómo sería mejor suicidarse... estaba obsesionado.
-¿Cuántas personas había en el búnker en los instantes finales?
-Quedaron bastantes, aunque se fueron yendo muchas, y otros se escabulleron. De los grandes gerifaltes se fueron todos. Desde el 26 de abril, último cumpleaños de Hitler, se produjo el Vuelo de los Faisanes Dorados. Himmler, Goebbels, Göring... todos los altos cargos se despidieron y se fueron cada uno para su cuartel general. Solo quedó el círculo más cercano, entre edecanes y oficiales muy implicados. Pero seguirían siendo cien o doscientas personas hasta el final, además de los destacamentos de militares o de las SS.
-¿La relación entre Hitler y Eva Braun fue una relación sincera? ¿Basada en el amor?
-Es muy difícil saberlo. Por parte de ella, que tuvo incluso dos intentos de suicidio al principio de su relación, seguramente sí. En cuanto a Hitler... esa es la gran duda. La persona que más ha escrito sobre esto es Albert Speer, que era el único gran amigo de Hitler, junto a Heinrich Hoffman, su fotógrafo personal, en cuyo taller precisamente conoció a Eva Braun. Estos dos fueron los únicos amigos de verdad de Hitler, que nunca llegó a confiar en Himmler, en Goebbels o en Göring. Y Speer se planteó muchas veces la relación entre Adolf y Eva y pasó por todos los estadios. Llegó a pensar que para Hitler solo era un divertimento temporal y ocasional, que era alguien a quien utilizaba, y solo al final llegó a pensar que puede que él sintiera algo por ella.
-¿Por qué se ocultó sistemáticamente su relación a la sociedad?
-Hay que entender qué fue el mito de Hitler. Ian Kershaw lo describe muy bien en un libro que se llama así, El mito de Hitler. Y Joachim Fest, el historiados alemán, también. El nacionalsocialismo vendió un mito al pueblo alemán según el cual Hitler era más que un líder político. Era un Dios. Y el hecho de tener una mujer a su lado era demasiado banal, demasiado terrenal para él.
-Pero tener una familia y unos hijos era cosa de buen alemán...
-Para él no. La imagen que tenía que dar Hitler era que su familia era Alemania. Su mujer, sus amantes y sus hijos debían ser Alemania. Y había instrucciones concretas para que jamas se conociera la relación con Eva fuera del círculo más íntimo. Y ni siquiera todo el mundo del entorno más directo de Hitler llegó a saberlo. El programa de ocultamiento de Eva Braun también lo cuento en el libro porque es apasionante. Ella vivió en una casa de Munich, en un barrio normal, y en el Berghof. Cuando iba a la Cancillería ocupaba un ala donde se cerraban todas las cortinas y tenía prohibido asomarse a las ventanas y todos sus movimientos se controlaban. Alguna vez se la adscribía como secretaria, para tener pases de salida y entrada sin levantar sospechas.
-¿Eva Braun era bienvenido en el círculo hitleriano donde era conocida?
-Había mucha gente que se sentía incómodo, porque ella era muy diferente a lo que debía ser la mujer alemana ideal, personificadas en Magda Goebbels o Emmy Göring, las primeras damas. Sin embargo Eva era una chica bohemia de la República de Weimar. Fumaba a pesar de que Hitler odiaba ese vicio, bebía mucho, organizaba fiestas, le gustaba el foxtrot y el swing, se maquillaba, odiaba el cine alemán –esto lo compartía con Hitler–, la música alemana, jamás escuchaba la radio alemana y en su lugar, por la noche, se cubría con una manta para no ser oía y escuchaba música británica en la BBC.
-¿Por qué Hitler quería ese tipo de amante para sí mismo?
-Hitler fue un trasgresor, le gustaba trasgredir lo que él llamaba la moral judeoburguesa. En el fondo Eva era su propia trasgresión, una reliquia de Weimar que él mismo había destruido. Podía pasar perfectamente por una chica americana o británica. Eso le ponía.
-¿Y Eva qué? Parece bastante perverso enamorarse de un tipo como Hitler, que más allá de su catadura moral, tampoco era demasiado guapo...
-Cuando Eva conoció a Hitler ni sabía quién era, porque se presentó como Herr Wolf. Pero si Hitler pudo deslumbrar al pueblo alemán como lo hizo y engañar a toda la comunidad internacional, cómo no iba a deslumbrar a cualquier chica. Siendo el genocida que era, Hitler era capaz de convencer de cualquier cosa a cualquiera. Yo no he llegado a saber si Eva se enamoró del Hitler persona o del Hitler Führer, pero desde luego estuvo muy entregada. Esto es habitual en las mujeres que están junto a los dictadores. Le pasó lo mismo a Clara Petacci con Mussolinni. Tuvo la ocasión de irse de Italia al final del fascismo y prefirió quedarse para morir con él. Supongo que este tipo de personas tenían un magnetismo especial. Eva Braun llegó a decir que había algo diabólico en él, que cuando le hablaba ella callaba y prácticamente quedaba hipnotizada escuchándola... La idea que tenemos de Hitler es la del genocida y criminal, que lo es, desde luego. Pero hasta llegar ahí hay un personaje detrás muy complejo que fue capaz de convencer a sus enemigos. Y a los jóvenes y a las mujeres, en particular, llegó con muchísima más intensidad. El fanatismo de las mujeres y de los jóvenes, yo que escribí Los hijos del Führer, era absolutamente atroz. Hanna Reitsch, la aviadora, llegó al búnker al final y estaba decidida a crear un grupo de mujeres piloto para lanzarse sobre los soviéticos en el Oder. Y la cineasta Leni Riefenstahl se rindió completamente a Hitler. Era una intelectual, culta e inteligente, que había coqueteado con la izquierda alemana, y sin embargo decía que Hitler era el hombre más grande de la historia. Ella dijo que dentro de 75 años se repetiría más veces el nombre de Hitler que de Jesucristo... y no le faltaba razón.
-¿Eva llegó a influir política o militarmente en Hitler?
-Speer decía que, cuando la historia estudiara a Eva, vería que fue un personaje irrelevante en lo político y sorprendente en lo humano. Pero hay quien dice que, tras esa imagen, ella bajo mano influyó más de lo que creemos. En un momento dado Hitler decidió dejar de producir cosméticos en Alemania. Ella adoraba el maquillaje, y le convenció de que esa medida fomentaba el derrotismo. Le debió de montar un pollo de tal calibre que Hitler le dijo a Speer que se redujera la producción de cosméticos, pero que no se detuviera del todo. Incluso al final Eva fue un poco cruel, porque se sabe que utilizó a Hitler para vengarse de algunas personas que no la habían tratado bien, aunque no pudo frenar el fusilamiento de Hermann Fregelein, que era el marido de su hermana Gretl, a pesar de que lo intentó.
-¿Qué pensaba Eva Braun sobre los judíos o sobre la Solución Final?
-Otro misterio. Ella no militó en el partido y se cuenta que solo en una ocasión, en el Berghof, la vieron hacer el saludo nazi. Lo que he podido saber es que ella no conoció nunca la existencia de Auschwitz ni de Treblinka ni de ninguno de esos campos. Pero creo que si lo hubiera descubierto, no le hubiera importado. En el libro cuento una anécdota de que en un viaje a Viena ella fue testigo de una escena de maltrato a unos judíos por parte de las Juventudes Hitlerianas, y mientras que todos se quedaron un poco sorprendidos, ella se limitó a retocarse el gorro y a comentar si le quedaba bien. Como si no quisiera ser consciente de lo que estaba sucediendo a su alrededor. Eva Braun solía decir que el Führer siempre tiene razón, por eso es el Führer. Él es nuestro guía y todo lo que hace él está bien hecho. Yo creo que esto le pasó a muchísima gente en Alemania. Pero en cuanto a Eva Braun, es verdad que he mirado con lupa la opinión que pudo tener sobre estos temas, y nadie que la conociera pudo saber ni contar nada acerca de esto.