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Fernando Romero cambia el punto de vista  y especula sobre el universo desde su cénit Fernando Romero cambia el punto de vista  y especula sobre el universo desde su cénit
Imagen del lienzo ‘Nacimiento de un río en Gliese 667Cc’, un exoplaneta descubierto en 2011 que se encuentra a 24 años luz de la Tierra

Fernando Romero cambia el punto de vista y especula sobre el universo desde su cénit

El pintor turolense expone ‘... desde lejos muy lejos’ en el Museo Juan Cabré de Calaceite
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Fernando Romero (Teruel, 1983) se licenció en Bellas Artes en 2007 en la Politécnica de Valencia, donde cursó el Máster de Producción Artística que terminó con el proyecto Convivencias:Sobre la coexistencia de valores tradicionales en la pintura contemporánea. Ese trabajo hablaba sobre la relación entre la pintura y lo pintado, de la contraposición entre abstracción y figuración, entre pintura referencial y arreferencial. De algún modo estaba sentando las bases de por donde está yendo su trabajo casi dos décadas después, cuando el todavía joven artista turolense comienza a ocupar un espacio relevante en el panorama aragonés de la pintura contemporánea.

Esos derroteros últimos tienen que ver con la relación entre las representaciones cartográficas, los mapas de toda la vida, y el referente al que aluden, el paisaje que reproducen cenitalmente. Y es que el paisaje es la auténtica obsesión de Fernando Romero, el referente único de su quehacer pictórico. Pero un paisaje que tiene poco que ver con lo que tradicionalmente se ha entendido por tal cosa en la pintura clásica; la suya es una representación que tiene más de abstracción que de figuración, y que se nutre de una continua exploración que le lleva cada vez más lejos de los conceptos tradicionales.

Los primeros paisajes con los que Fernando Romero comenzó a hacerse conocido tenían un componente tecnológico, futurista y hasta distópico que no ha abandonado. Sin embargo su punto de vista era muy diferente al actual. Adoptaba una perspectiva isométrica, y su pintura tenía un componente geométrico fundamental. Se observa bien en Nube sobre plano, uno de los cuadros con los que Romero comenzó a darse a conocer y que ganó en 2014 el premio BMW a la Innovación, dotado con 6.000 euros. Y se hace todavía más evidente en Paisajes especulativos, proyecto con el que expuso en el Museo Provincial de Teruel en marzo de 2019. estaba formado por cuatro series diferentes: Paisajes especulativos, Fragmentos de Paisaje, Trilogía del plano y Retrovisor y paisaje, y tenía en el espectador un efecto hipnótico similar al que ejercía el salvapantallas Pipes3D que el sistema operativo Microsoft Windows hizo tan popular entre 1994 y 2007.

Cambio de perspectiva

Desde 2020 Fernando Romero ha cambiado completamente su punto de vista, yendo desde la perspectiva isométrica a la cenital, la que mira desde arriba. Una perspectiva que ha estado vetada al ojo humano hasta el siglo XX, cuando el ser humano desarrolló la aviación y fue capaz de mirar el paisaje desde arriba. En el siglo XXI, gracias a los satélites y la generalización de la fotografía cenital y de los navegadores gratuitos, esa nueva visión se ha popularizado y cualquiera puede ver como un río o una carretera se convierten en una línea curva sobre el plano, las montañas forman texturas o los campos de cultivo se yuxtaponen formando diseños inimaginables a ras de tierra. En otro ámbito del arte, la fotografía, otro turolense, Uge Fuertes, ha obtenido imágenes impresionantes desde un dron, jugando al gato y el ratón con el espectador, que trata de dilucidar si la imagen que tiene ante sí es un estuario o un pequeño vaso capilar obtenido con fotografía microscópica.

Fernando Romero es turolense, vinculado a Villastar y afincado en Zaragoza


Esta nueva perspectiva cenital del paisaje tomó cuerpo a partir de 2022, cuando Fernando Romero ganó una residencia artística en el IAACC Pablo Serrano de Zaragoza al ganar la Beca de Creación y Producción Artística Pablo Serrano/ Juan Francés. El proyecto ganador se titulaba Orografía de lo invisible, y la exposición a que dio lugar En regiones tan claras, expuesta en el Pablo Serrano entre mayo y julio de 2024. Ahora el turolense regresa a Teruel, en concreto al Museo Juan Cabré de Calaceite, para presentar...desde lejos muy lejos, una nueva muestra producida por el Gobierno de Aragón que redunda en el mismo concepto. Está formada por 14 cuadros, cuatro de ellos de gran formato, se inauguró el pasado miércoles y permanecerá en la sala del Matarranya hasta el mes de junio.

El interés por la representación cartográfica se despertó en Fernando Romero durante la pandemia cuando, como otros muchos, se dedicó a otear en Google Maps y aplicaciones similares adonde viajar cuando el confinamiento lo permitiera. Romero observó las formas, texturas y patrones que se dibujan y captó todo el valor pictórico que encierran, llenando de ellas su cabeza. “Sin embargo mi auténtico interés por la imagen aérea se gestó tras asistir a unas Jornadas de Estudios de la Imagen en el Centro de Arte 2 de Mayo (C2M) de Madrid”, como explica el propio pintor en un texto que abre el catálogo de la exposición el Calaceite. En esas jornadas la ponente Klara Capova explicó el proceso que utilizan técnicos de la Nasa para dibujar mapas simulados de los exoplanetas cuya existencia se conoce, pero no lo suficiente como para que los datos nos den pistas de cómo es realmente su superficie.

El proceso

La mecánica del proceso de pintura tiene mucho de imaginativo, y también de fortuito, ya que elementos de azar toman parte para que el propio autor sea el primero en sorprenderse ante los nuevos paisajes cartografiados. Pintando con aerógrafo Fernando Romero se sintió seducido por los patrones que formaba la pintura sobre el papel arrugado que en ocasiones se utiliza para proteger partes del cuadro o del mobiliario mientras se pinta.

Fernando Romero, al fondo, durante la inauguración de la exposición que puede verse hasta junio en el Museo Juan Cabré de Calaceite


Así que se llevó ese efecto al lienzo. Arrugándolo de forma que se crearan depresiones y elevaciones en el soporte, que después cubría con pintura con aerógrafo. Los pliegues quedaban fijados al lienzo, que después se tensa y se coloca sobre el bastidor, de forma que el soporte recupera su condición plana, mientras que la pintura muestra la fotografía de su tridimensionalidad, con transiciones muy sutiles y delicadas, pero perfectamente visibles. El pintor subraya: “Creo que es un ejercicio interesante de simulación, pasando de la tridimensionalidad de la tela a la bidimensionalidad de la imagen pintada, pero manteniendo perfectamente el registro en pintura de todo el proceso. Con el tiempo fui perfeccionando el sistema y pude realizar composiciones más complejas”.

A medida que ha ido avanzando este proyecto pictórico, Romero ha ido variando y evolucionando su técnica para dar cada vez menos protagonismo a los materiales y al azar -al efecto de valles/montañas producidos al arrugar el lienzo-, y más a la intervención del pintor, sin perder el factor de lo espontáneo. “Tomé un camino intermedio, uno que permitiera construir la imagen pintada con mayor control, pero que también resaltara los registros gráficos surgidos de la interacción entre pintura y tela. En las últimas obras, el cálculo del plegado de la tela era mucho mayor: intentaba dibujar y modelar los pliegues con mayor precisión”, afirma el turolense en la conversación que mantiene con Joaquín Jesús Sánchez en el texto del catálogo.

Esto no es un exoplaneta

En el fondo del discurso artístico de Fernando Romero se halla el eterno debate de la representación pictórica, del Ceci n’est pas una pipe de René Magritte. La pintura de los paisajes remotos, inaccesibles a la veracidad de la fotografía o de la percepción directa del ojo, sigue teniendo la capacidad de construir los referentes reales que existían en el siglo XIX €ˆcuando los pintores inventaban imágenes de lugares exóticos, en cuadros cuyos compradores jamás visitarían. Fernando Romero reinventa la pintura para que esta recupere esa función que va más allá de la pura representación cuyo culmen podría estar en el hiperrealismo, y que parecía haber quedado obsoleta.

Uno de los jóvenes pintores aragoneses con mayor proyección en el panorama del arte contemporáneo

Fernando Romero nació en Teruel en 1983, y mantiene un estudio de pintura en Villastar pese a vivir afincado en Zaragoza. Entre sus numerosos reconocimientos destacan la Beca de Producción Artística Pablo Serrano/Juana Francès (2022) IAACC Pablo Serrano (Zaragoza), las Ayudas a la Creación (2021) de Vegap, Madrid, el Primer Premio de Arte Santa Isabel de Aragón de la Diputación Provincial de Zaragoza (2021), la Beca de Comisariado Etopia: Centro de Arte y Tecnología (2018) otorgada al colectivo D11 por la Fundación Zaragoza Ciudad del Conocimiento, el 2º Premio de Pintura Joven IberCaja (2017), el Premio BMW de Pintura a la Innovación (2014), la Beca de la Diputación de Teruel para Artistas Turolenses (2011), el 3º Premio Arte Joven del Instituto Aragonés de la Juventud y el Accésit del Premio de Pintura Delegación del Gobierno en Aragón (2009).

‘Deshielo en K2-18b’ imagina una cordillera en un exoplaneta que contiene agua


Ha realizado varias exposiciones individuales, entre las más destacables se encuentran En regiones tan claras en el IAACC Pablo Serrano (2024), Paisajes especulativos en el Museo de Teruel (2019), Paseo hasta la linde en la Galería A del Arte de Zaragoza (2016), Motionless en Foyer VM 2 de la Comisión Europea en Bruselas (2011), Instantes fugaces en el Patio de la Infanta en Zaragoza (2010) y Convivencias en la Sala de exposiciones de la Cámara de Comercio e Industria de Zaragoza (2008).

En los últimos años, ha participado en numerosas exposiciones colectivas, entre ellas Painting in Love en DA2, Domus Artium, Salamanca (2022), Pinturas de paisaje en la Galería La Casa Amarilla, Zaragoza (2022), La colección crece en IAACC Pablo Serrano, Zaragoza (2021), Posespacios en Injuve, Sala Amadís, Madrid (2019), Premios Mardel, CCC Centro del Carmen Cultura Contemporánea, Valencia (2018), Singulares en la Galería A del Arte, Zaragoza (2018), Los otros paisajes, territorios incógnitos en la Sala Juana Francés, Zaragoza (2017), y Obsolescencias en el Centro de Historia de Zaragoza (2017), entre otras.

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