Eugenio Trías protagoniza un espectacular monográfico de la revista Turia
El filósofo, un barcelonés universal, está considerado uno de los grandes pensadores contemporáneos y su obra es clave para entender nuestra épocaEl escritor Ignacio Martínez de Pisón será el encargado de presentar el número especial que la revista cultural Turia ha elaborado, en su edición número 151, en homenaje al filósofo Eugenio Trías. El acto público tendrá lugar en Barcelona, en la sede del Museu Picasso, el próximo 19 de junio y a las 19,30 h. Con esta iniciativa, la publicación quiere contribuir al fomento de la lectura de la obra de Eugenio Trías cuando se cumplen once años de la muerte de este barcelonés universal.
Un homenaje colectivo que pretende reivindicar tanto su protagonismo en el pensamiento contemporáneo, como la singularidad y el valor de su obra intelectual. En él participan un total de 13 autores y especialistas que publican cerca de 150 páginas de textos originales sobre la rica y diversa labor de Trías. Además, Turia da a conocer material inédito del propio Eugenio Trías. En suma, un conjunto de artículos que brindarán al buen lector una aproximación completa, rigurosa y atractiva sobre uno de los grandes nombres propios de nuestra cultura.
Según el profesor Jordi Ibáñez, miembro del Centro de Estudios Filosóficos Eugenio Trías de la Universidad Pompeu Fabra y que ha coordinado el monográfico de la revista, “en los libros y la filosofía de Trías el pensamiento, el arte, la arquitectura, el psicoanálisis, la política, la religión, la música y el cine configuran el laberinto de callejuelas que palpita en el centro de una ciudad pensada y soñada, atravesada por las grandes avenidas de las vanguardias del siglo XX y conservando en sus barrios más antiguos, en sus calles y plazas más secretas, el cultivo de las grandes cuestiones clásicas de la filosofía. La obra de Trías se ha vinculado con la idea de límite, y de hecho se la ha llegado a conocer como una ‘filosofía del límite’".
"Pero se trata", continúa, "de un límite que articula más que corta o separa, de una experiencia del confín que permite asomarse tanto al abismo del ser como al propio proceso de significación, de ganarle sentido a lo oscuro, a lo ultramundano, a lo infinitamente extraño. En sus libros, desde el primerizo ‘La filosofía y su sombra’, de 1969, hasta los últimos trabajos sobre música o en el ya póstumo De cine, la creatividad filosófica y el impulso conceptual se encarnan en una receptividad cultural de primer orden, en el más afinado talento crítico y hermenéutico, y también en la asumida condición de ciudadano que registra, como un sismógrafo, las corrientes políticas y espirituales de su época. Su obra no solamente nos ofrece la arqueología más inmediata de nuestro presente. En ella está inscrita también la lógica que sigue dándole y quitándole sentido al mundo, así como la imagen inalcanzable en su totalidad del laberinto que nos tiene presos y al mismo tiempo nos incita a liberarnos”.
Es importante resaltar que, el monográfico sobre Eugenio Trías de Turia, recoge en sus páginas la colaboración tanto de reconocidos expertos en la filosofía de Trías como de jóvenes investigadores, así como el testimonio de amigos y familiares. Gracias a ese conjunto de aproximaciones, se ofrece una imagen caleidoscópica, única y original de un autor que siempre se movió con soltura entre la filosofía y la literatura.
La publicación brinda de este modo una ocasión excepcional al conseguir un doble objetivo: en primer lugar, permite que se calibre la vigencia de la obra de Trías entre quienes llevan tiempo estudiándola. Por otra parte, y como segunda línea de trabajo, el monográfico reivindica su actualidad y porvenir entre quienes se asoman a ella por primera vez.
Esta aproximación colectiva que ofrece la revista resulta, por tanto, muy atractiva no sólo para los lectores que ya conocen la producción ensayística de Trías sino para aquellos que quieran descubrir hoy las claves de la su obra, su actualidad y los motivos que fundamentan el que su autor esté considerado como uno de los grandes nombres propios de la cultura española de las últimas décadas.
Eugenio Trías, el filósofo español más global
Eugenio Trías (Barcelona, 1942 – 2013) es, sin duda, uno de los filósofos más relevantes del siglo XX y principios del XXI y el único pensador español distinguido con el premio Internacional Friedrich Nietzsche, concedido a la trayectoria global de un filósofo. Ese dato confirmaría la proyección universal obtenida por su pensamiento.
Tras cursar estudios de Filosofía en España y Alemania, fue profesor en distintas universidades y, desde 1992, ocupó la cátedra de Historia de las Ideas de la Facultad de Humanidades de la Universidad Pompeu Fabra. En esta misma universidad, en el año 2015 se creó el Centro de Estudios Filosóficos Eugenio Trías (CEFET) que alberga su biblioteca y archivo personal y que vela por la difusión de su obra.
Eugenio Trías llevó a cabo una profunda reflexión sobre la condición humana, del hombre como habitante del límite, en ese espacio fronterizo entre el ser y la nada, lo divino, lo sagrado y lo trascendente. Todo ello lo divulgó en una ambiciosa producción de más de cuarenta títulos.
Fernando Pérez-Borbujo, profesor titular de Filosofía de la Universidad Pompeu Fabra es el autor del artículo introductorio del Cartapacio que Turia dedica al ensayista y docente barcelonés. En él se nos dirá que Trías “viene a cerrar hasta la fecha esa rica tradición filosófica española, iniciada con Unamuno y Ortega y Gasset y que llega hasta María Zambrano, pasando por Zubiri”.
No obstante, asegura Pérez-Borbujo que el hecho de que sólo haya transcurrido una década tras su muerte, “aún es poco tiempo para vislumbrar la huella que dejará la filosofía de Trías en la posteridad. Las nuevas generaciones se acercarán a ella desde inquietudes y presupuestos totalmente diferentes a los nuestros, con sus propios interrogantes en busca de respuestas. Aquí y allá se multiplican los estudios sobre su obra, abordando un mosaico abigarrado de temas: la religión, la pasión, el arte, el espacio-luz, la mística, el simbolismo, el habitar, la voz ética, el cine, la música. Tal era la voluntad de su autor: que esta filosofía «fecundase» los más diversos campos de conocimiento. Esta fecundidad, una verdadera «diseminación», constituye la virtualidad más grande de una propuesta filosófica que ella misma ha abarcado los más diversos ámbitos, abriéndose al diálogo con multitud de disciplinas y campos del saber humano: antropología, ética, política, religiones, música, cine, pintura, arquitectura y un largo etcétera”.
El editor de Galaxia Gutenberg, Joan Tarrida, relata en Turia que inició su vinculación con Eugenio Trías con la publicación del libro El canto de las sirenas, cuya lectura resultó para él “una iluminación”. Con ese título iniciaría una relación que se ha concretado hasta el momento en catorce libros, cifra que convierte a Trías en el autor con más libros editados en su sello junto a Tzvetan Todorov. También revela que: “Uno de los últimos días en que nos vimos, consciente de que su vida se apagaba, me hizo un último encargo: que publicáramos de nuevo su libro ‘El hilo de la verdad’. Me dijo que de todos sus libros era el que más ilusión le hacía ver de nuevo al alcance de los lectores. Él mismo había escrito que «si hay un libro mío capaz de defenderse solo, es este. Si se me diera a elegir un único libro susceptible de ser salvado de una catástrofe inminente, sin la menor duda elegiría este». Lo publicamos en febrero de 2014, justo cuando se cumplía un año de su fallecimiento”.
Sobre el impacto de la obra de Eugenio Trías en las jóvenes generaciones de universitarios amantes de las Humanidades, resulta muy significativo el artículo que publica Julia López García bajo el título “Trías al comienzo de casi todo”. En él se argumenta que esos jóvenes que leen hoy a Trías tienen “la peculiar sensación de haber encontrado en las páginas de sus libros una especie de origen, de comienzo de un camino”. Y ello ocurre porque “de sus libros y las conversaciones con los que le acompañaron, se desprende la intuición de que Eugenio
Trías fue, por encima de todas las cosas, un humano apasionado por su propia condición, a la cual quiso rendir culto y ofrendar con su obra. Su verdadero faro fue sentir con pasión la existencia, amar maravillado la vida y los misterios que la cercan, y perseverar en el don de la pluma, con el fin de encontrar ahí refugio, sentido y libertad”.
Otros artículos, que completan la aproximación de Turia a Eugenio Trías y su obra son los de Alberto Sucasas (La edad del espíritu. Una historia filosófica de la religión), Adrián Ruiz Fernández (Alma, historia y ciudad: hacia un diálogo con la herencia filosófica española), Jacobo Zabalo Puig (Crear en belleza: síntoma y celebración de una existencia escindida), Manuel Neila (Eugenio Trías y la escritura aforística), Miguel Trías Sagnier (Mi hermano Eugenio Trías), Marta Llorente (Eugenio Trías en la Escuela de Arquitectura de Barcelona: imágenes, estancias, territorios), Juan Antonio Rodríguez Tous (Hablando del límite. El seminario barcelonés en la casa de Eugenio Trías (1998-2005)), Patxi Lanceros (Eugenio Trías. Maestro y amigo) y Carlos Francesch (Biocronología de Eugenio Trías).
Turia publica el texto que Trías escribió diez días antes de morir
De singular relevancia es el material inédito del propio Eugenio Trías que publica Turia. Se trata de un texto titulado Ideas y es lo último que escribió Eugenio Trías diez días antes de morir. En él reconoce el filósofo barcelonés: “Mis grandes pasiones culturales son la música, el cine y la filosofía. A través de ellas consigo comunicarme con algún sector de lectores que se complacen con estos mismos gustos. Música y cine tienen mucho en común. Ambas tienen la durée como hábitat y el espacio lanzado hacia el tiempo como eje prioritario. La música es, sin duda, más abstracta, pero el cine le da una argumentación distinta de la que dispone la literatura, épica, lírica, dramática o novelesca”.
Se trata de un esbozo de artículo destinado a la tribuna del diario ABC conocida como La Tercera. Visto al cabo de los años, ofrece el testimonio extraordinario de un hombre que, sabiéndose condenado, pide tiempo —«si los dioses me protegen»— y traza planes, duda entre seguir con un tercer libro dedicado a la música u otro dedicado al cine, esboza listas de compositores y cineastas pendientes de tratar en los otros libros, y al final se fija en ‘Qué bello es vivir’ de Frank Capra —el mundo deja de ser el mejor mundo posible si se borra la existencia de un solo individuo, por anodina que este piense que ha sido su vida—, en los flashbacks de Mankiewicz y en el panteísmo sabio y conciliador de ‘El río’ de Jean Renoir. Pero también en la gran maniobra surrealista de «un mundo al revés» en ‘El fantasma de la libertad’ de Luis Buñuel. El «habitante del límite» que acabó siendo para sí mismo el propio filósofo apuntó líneas de trabajo que son toda una muestra de carácter y templanza: el empuje del deseo de vivir, la aceptación de la gravedad real de su situación, la ambiciosa seriedad del propósito y el humor”.
Ignacio Martínez de Pisón y Turia
Muchos son los ejemplos que acreditan la estrecha y dilatada vinculación del escritor Ignacio Martínez de Pisón con Turia. Aragonés residente desde hace tiempo en Barcelona, Pisón es uno de los autores españoles más valorados tanto por los lectores como por la crítica, y su trayectoria creativa se encuentra estrechamente ligada a la de la propia revista. Buena prueba de ese reconocimiento es su presencia en sumarios especialmente simbólicos de la revista. Así ocurrió en 2008 cuando, con motivo de su 25 aniversario, la revista dedicó un monográfico a Luis Buñuel que fue presentado en Teruel por el propio Ignacio Martínez de Pisón. En aquel momento aseguró que la longevidad de Turia era un hecho felizmente insólito entre nosotros, máxime porque, según este autor galardonado con Premio Nacional de Narrativa, es "una revista llena de palabras que nos reconcilia con la idea natural de la cultura, la palabra escrita".
Otro momento especial de esa prolongada relación con Turia fue cuando, en 2013, Ignacio Martínez de Pisón protagonizó el monográfico del número 105-106 de la revista turolense. Se presentó en el Teatro Principal de su ciudad natal, Zaragoza, y en aquel inolvidable sumario se reunieron destacados estudiosos de las letras españolas como José María Pozuelo Yvancos, Fernando Valls, José Carlos Mainer o Jordi Gracia. También fueron importantes los testimonios de amigos y creadores como Enrique Vila-Matas, David Trueba, José Luis Melero Luis Alegre o Daniel Gascón. Asimismo se publicó entonces una extensa entrevista exclusiva en la que Pisón aseguraba, al periodista cultural Fernando del Val, que: “La realidad teje historias tan literarias que yo mismo tendría problemas para crearlas”.
No obstante, la primera colaboración de Ignacio Martínez de Pisón data de 1985 y fue un texto narrativo que apareció en el número 2-3 de la revista, bajo el título de “El rey sin nombre”. A partir de entonces se iniciaría una fructífera relación con la revista que permitió a Pisón ofrecer a los lectores no sólo nuevos textos creativos originales, sino artículos y críticas de libros. De igual forma, buena parte de sus libros han sido reseñados en esta publicación. Por tanto, bien puede decirse que su vinculación con la revista ha sido notable, sólida y constante a lo largo de los años.
Turia es una revista que tiene una edición en papel de periodicidad cuatrimestral y otra digital (web y Facebook) de difusión diaria. Fue fundada en Teruel en 1983, su difusión es nacional e internacional por suscripción y está considerada como una de las publicaciones periódicas de referencia en el ámbito cultural.
Está editada por el Instituto de Estudios Turolenses de la Diputación de Teruel, y cuenta con el apoyo de la Caja Rural de Teruel, del Ayuntamiento de Teruel y el Gobierno de Aragón. Este número especial sobre Eugenio Trías ha sido posible gracias a la financiación del Centro de Estudios Filosóficos Eugenio Trías de la Universidad Pompeu Fabra y del Ministerio de Cultura.
Desde hace once años, la revista compatibiliza su tradicional versión en papel con otra en formato digital. Tanto la web como su página en Facebook ofrecen gratuitamente y en abierto una selección de textos procedentes de la edición en papel y otros contenidos escritos directamente para ser leídos sólo en soporte digital. Mientras que la web consigue un promedio de 7.000 lectores mensuales, y es también tienda virtual desde la que resulta fácil y rápido adquirir los ejemplares en papel, en Facebook la revista tiene actualmente más de 14.000 seguidores.
FRAGMENTO DEL TEXTO INÉDITO DE MIGUEL TRÍAS SAGNIER:
Mi hermano Eugenio Trías
Uno de los testimonios inéditos más íntimos, reveladores y sugerentes del monográfico que Turia dedica al filósofo Eugenio Trías es el elaborado por su hermano Miguel Trías Sagnier, prestigioso abogado y catedrático de Derecho Mercantil de Esade. Adelantamos a continuación un fragmento de ese artículo:
“Lo primero que recuerdo de Eugenio es su ausencia. Mis primeros años de memoria coinciden con sus años universitarios en Navarra, en Madrid y en Alemania. Después se asentó en Barcelona, donde residió hasta su muerte con el relevante paréntesis de un viaje a Latinoamérica que emprendió con nuestro hermano Carlos y su mujer Cristina Fernández Cubas y que relata bajo el título de “viaje iniciático” en su libro de memorias ‘El árbol de la vida’.
Mi primer contacto de verdad con él fue en otro viaje, éste a Italia, que hicimos junto con mi madre y mi hermana Inés en el verano de 1972. Mi padre había muerto tres años antes y Eugenio ofició allí un difuso papel paterno en el que nunca se imbuyó del todo.
Teníamos que coger el Canguro (así se llamaba el barco transbordador que hacía el trayecto de Barcelona a Génova), pero por una razón que no recuerdo el barco no salió, así que decidimos cubrir el trayecto en coche, haciendo noche por el camino. Al no haber reservado habitación fuimos a parar a un extraño hotel de carretera regentado por un émulo de Anthony Perkins. Eugenio y mi madre se pasaron la cena bromeando acerca del lugar en el que debía guardar la momia de su madre o del peligro que representaría la ducha matutina. Compartían la afición por el cine de Hitchcock. A mi madre siempre le gustaron las películas escabrosas y disfrutaba con el humor negro. Lo siniestro se hallaba presente en casa. Una cabeza de jíbaro reducida colgaba de uno de los peldaños de la escalera de caracol de hierro colado que conectaba el primer y el segundo piso de la calle Balmes donde vivíamos. Mi madre, que conjugaba la indicada afición con un marcado sentido práctico la colocó allí para evitar que nadie se diera con la cabeza en la parte posterior de la escalera. A Eugenio también le atraía lo escabroso. Una de sus series favoritas fue ‘Seis pies bajo tierra’, en la que se narran las aventuras y desventuras de la familia que regenta un tanatorio.
Tras iniciar el viaje por el camino de lo siniestro, transitamos hacia la explosión de belleza de Florencia. Allí descubrí de su mano el ‘Nacimiento de Venus’ y la ‘Alegoría de la Primavera’ de Botticelli. Fue para mí un ejercicio de autocontención, a mis 14 años, estar parado media hora enfrente de cada uno de los cuadros. Eugenio los escrutaba, se sumergía en ellos. En ocasiones me hacía una breve observación. Pero su posición ante la obra de arte era la del diálogo interior que quedó reflejado en algunas páginas de su ensayo ‘Lo bello y lo siniestro’, en las que describe con intensidad ambas obras sublimes y recogió esa imagen de Venus en la portada de su primera edición.
Mi madre y mi hermana Inés se adelantaban y quedábamos con ellas más tarde. Yo aprendí a contemplar el arte y a conmoverme frente a las obras que han marcado nuestro imaginario pictórico del ‘Quattrocento’. Junto a Botticelli descubrí de su mano a Masaccio, Benozzo Gozzoli, Fra Angelico, Piero della Francesca, Fra Filippo Lippi y Ghirlandaio. Disfrutamos también de las puertas del Baptisterio de Ghiberti, y por supuesto de la maravillosa cúpula de Brunelleschi.
Estaba entonces Eugenio elaborando los conceptos que, más adelante, plasmaría en ‘El artista y la ciudad’ y el viaje le sirvió para observar de primera mano esa ciudad real renacentista en la que, siguiendo el discurso de Pico de la Mirándola, se consuma «esa última esencia del platonismo que implica la reintegración del artista en la ciudad». Tuvimos entonces nuestras primeras conversaciones como adultos y, pese a que me doblaba en edad, encontré en él la complicidad de un hermano con el que compartir intimidades”.
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