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Estudiantes para rescatar la Torre Blanca de Albarracín Estudiantes para rescatar la Torre Blanca de Albarracín
El trabajo consistió en retirar toda la tierra hasta llegar a la superficie rocosa

Estudiantes para rescatar la Torre Blanca de Albarracín

El Colegio La Purísima de Teruel realiza un campo de trabajo sobre patrimonio
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Cruz Aguilar

Un grupo de once alumnos del colegio turolense La Purísima y Santos Mártires ha realizado un campo de trabajo en Albarracín en el que se han familiarizado con el trabajo de albañilería y limpieza y han visto el patrimonio más de cerca, aprendiendo la importancia de cuidarlo. La actuación se ha centrado en la recuperación de la roca sobre la que se asienta la Torre Blanca.

La iniciativa partió del director del centro educativo, Eduardo Riaza, quien se puso en contacto con el gerente de la Fundación Santa María, Antonio Jiménez, de cara a establecer una colaboración para que los chavales pudieran contribuir a la mejora del patrimonio con su trabajo. Los once chavales son todos alumnos de 4º curso de Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO) del colegio turolense La Purísima y Santos Mártires y estuvieron de lunes a viernes limpiando la base de la piedra sobre la que se asienta la Torre Blanca. Esta actuación se enmarca en el proyecto de mejora del entorno de este monumento en Albarracín, en el que la Fundación Santa María lleva ya tiempo trabajando y que ha incluido la restauración de varios tramos de muralla.

Los estudiantes contaron en todo momento con la supervisión de los albañiles de la Fundación Santa María de Albarracín





Riaza hizo un balance muy positivo de esta actividad, que se desarrolló a finales del pasado mes de junio. “Les ha servido para saber lo duro que es un trabajo como ese, para hacer cosas por los demás y a la vez apoyar el patrimonio para mejorarlo”, especificó.

El trabajo matinal se alternaba con la cocina y la limpieza, ya que eran los propios chavales, de 16 años, los que se ocupaban de preparar su comida y limpiar el albergue en el que se alojaban. Por la tarde hicieron diversas excursiones por el entorno al parque faunístico de La Maleza, en Tramacastilla; a Albarracín Aventura, en Torres de Albarracín, o al Cañón del río Blanco, en Calomarde, y también por la propia ciudad, donde tuvieron como guía a José Luis Castán que es inspector de Educación de su colegio y fue profesor en el IES Lobetano de Albarracín.

JIménez comentó que el objetivo del colegio turolense era que los chavales “formaran parte del engranaje” de un trabajo que están ejecutando en el entorno de la Torre Blanca. En ese momento quedaba por rematar la limpieza de la roca de la torre y ellos se ocuparon de sacar una media de tres toneladas de escombro cada día, según precisa Riaza.

Una de las participantes, limpiando con una escoba el polvo de la piedra


Tanto Riaza como Jiménez destacaron el gran nivel de implicación de los alumnos, que trabajaron muy duro para sacar toda la tierra que cubría la mole de roca con pala. El trabajo consistía en picar con pala y luego recoger lo más grueso para, por último, barrer con una escoba el polvo. En todo momento los chavales estaban acompañados por el personal de la Fundación Santa María.

En opinión del gerente de la Fundación Santa María de Albarracín, la experiencia ha sido “muy positiva profesionalmente” porque ha posibilitado que los chavales “vean el patrimonio no como meros espectadores, sino que participen en su regeneración”.
 

Los chavales, sobre la mole de roca que limpiaron de tierra durante el campo de trabajo

Cada mañana, antes de comenzar el trabajo, Antonio Jiménez les ofrecía una pequeña charla sobre Albarracín o acerca del patrimonio en el que estaban actuando, cada día se centraban en un aspecto diferente para que conocieran que lo que estaban haciendo se enmarca en un proyecto de desarrollo cultural mucho más amplio. “Con todo ello refuerzas su labor de recuperación, empiezan a ver que su trabajo es importante, por ejemplo ellos actuaron sobre la roca, que es tan relevante como el propio monumento”, matizó Antonio Jiménez.

Eduardo Riaza indicó que su intención es dar continuidad al campamento en próximos años, siempre con alumnos del último curso de La Purísima, de forma que les sirva de despedida del colegio. El docente relató que estos campos de trabajo ya los realizaban en el colegio donde él impartía antes clase en Madrid y, cuando recaló en Teruel, decidió impulsarlos. Este verano ha sido el primero, pero la idea es realizarlos cada junio.