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El tesoro ibérico y de la Edad del Bronce del Matarraña ya reposa en el Museo de Teruel El tesoro ibérico y de la Edad del Bronce del Matarraña ya reposa en el Museo de Teruel
Diego Piñeiro, Manuel Rando, Pilar Punter y Jaime Vicente (de izda. a dcha.) muestran algunas de las 399 piezas que el Museo de las Terres de l’Ebre ha decido al Museo de Teruel

El tesoro ibérico y de la Edad del Bronce del Matarraña ya reposa en el Museo de Teruel

El Museo de Amposta ha cedido por cinco años 399 piezas para su restauración y catalogación
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El equipo de restauradores del Museo Provincial de Teruel ya ha comenzado a trabajar sobre las 399 piezas arqueológicas procedentes del Matarraña que han sido cedidas por el Museo de les Terres de l’Ebre, en Amposta, y que tras un trabajo previo de inventariado, restauración e investigación, serán expuestas al menos en las dos localidades de cuyos yacimientos proceden, Ráfales y Fuentespalda.

Se trata de 399 piezas cerámicas y metálicas en su mayor parte, que fueron excavadas entre finales de los años 70 y principios de los 80 por Josep María Ubiergo Monclús, antes de que fueran depositadas en el Museo de Amposta en 2011. Casi un centenar de piezas proceden del yacimiento Cova de la Ribera del Tastavins, en Fuentespalda, un yacimiento de la Edad del Bronce con piezas cuya edad se eleva en algunos casos hasta los 3.500 años. Las otras 301 piezas están datadas en época íbera, las del yacimiento del Tossal de les Vinyes de Ráfales, y sus piezas podrían datarse en torno al siglo IV o V antes de nuestra era.

Una de las piezas más grandes sobre las que se trabajará, una vasija decorada de la Edad del Bronce

Manuel Rando, presidente de la Diputación Provincial de quien depende el Museo de Teruel, visitó ayer lunes  las instalaciones del Polígono la Paz donde se clasifican y almacenan cuidadosamente las piezas y donde los restauradores tienen su taller. Acompañado por Diego Piñeiro, diputado de Cultura y Patrimonio, del director del Museo de Teruel, Jaime Vicente, y de la restauradora Pilar Punter, Rando celebró que dichas piezas, que cubren un importante vacío arqueológico que existía en el discurso del Museo, referido al Matarraña, y agradeció al Museo de Amposta su colaboración “porque así es como se hacen las cosas bien”.

Rando explicó que ahora la intención de los técnicos del museo es restaurar, catalogar e investigar las piezas a fondo, con el objetivo final de que sean expuestas en sus dos municipios de procedencia, Ráfales y Fuentespalda, tal y como ya se ha acordado con sendos ayuntamientos. Para ello en cada uno de los dos pueblos se habilitará un espacio expositivo acondicionado para el mantenimiento de los objetos, en el que se mostrará una selección de las piezas más significativas.

Dos de las piezas metálicas encontradas en Fuentespalda, de la Edad del Bronce, con una edad aproximada que podría elevarse a los 3.500 años

Para Jaime Vicente Redón, director del Museo, tiene todo el sentido que estas piezas se cataloguen y expongan en la provincia de Teruel, “por su vinculación con el territorio y sobre todo porque significa ponerlas al servicio de los investigadores y de los habitantes del territorio”.

Importancia arqueológica

Las 399 piezas procedentes del Matarraña se encontraban en un almacén visitable que tiene el Museo de las Terres de l’Ebre. Según Jaime Vicente, la importancia de estas piezas es doble para el patrimonio turolense. “Primero en sentido territorial, ya que en el Museo tenemos algo de material procedente de la cuenca del Matarraña, de yacimientos antiguos de principios de siglo, pero nos faltaba una visión más precisa de las características de los poblamientos de esta comarca”, visión que aportan en buena medida estas casi 400 nuevas piezas.

Y en segundo lugar, Vicente recordó que, sobre todo en el caso de Ráfales, se trata de un yacimiento ibérico muy especial. “Está fortificado y es muy pequeño, con materiales de la época de transición entre la edad del hierro y el ibérico. Su antigüedad y el contacto con la zona de la costa hace que sus materiales sean muy especiales. Ese proceso de la influencia mediterránea lo tenemos constatado ya en otros yacimientos, pero no con la intensidad con la que se produce en Ráfales. Así que cuando tengamos la información científica ligada a las piezas, puede ser un material muy importante para conocer mejor cómo se forma la cultura ibérica en el Bajo Aragón y en resto del territorio aragonés”.

Pilar Punter señala alguno de los ‘desperfectos’ de las restauraciones originales

La Diputación Provincial ya ha elaborado un plan de intervención en ese yacimiento con la idea de profundizar en su conocimiento, ya que se cree que todavía guarda muchas sorpresas para los investigadores.

Comienza un trabajo laborioso para restaurar y contextualizar todo el material

Las 399 piezas que están ya en manos del personal del Museo de Teruel y que una vez termine el trabajo previo podrán verse expuestas en Ráfales y Fuentespalda fueron excavadas entre finales de los 70 y principios de los 80 por Josep María Ubiergo Monclús, aficionado a la arqueología y las antigüedades. Cuando este falleció, en 2007, Jesús Bru, su heredero universal, donó parte del legado arqueológico que se encontraba en diferentes propiedades de Peñarroya de Tastavins Sentmenat (Barcelona), y Vilalba dels Arcs (Tarragona), donde tenía intención de crear una fundación. Entre las piezas donadas en 2011 al Museo de les Terres de l’Ebre se encontraban las procedentes de Ráfales y Fuentespalda, y el consorcio de esa institución documentó el fondo e informó en 2012 a las direcciones generales de Patrimonio Cultural de los gobiernos catalán y aragonés. En 2020 el Museo de Teruel solicitó el préstamo de los objetos y finalmente el acuerdo se rubricó en diciembre de 2022. Desde entonces las 399 piezas han sido cuidadosamente embaladas y transportadas en cajas hasta el Museo de Teruel, donde se va a proceder a desembalar, catalogar y restaurar.

Las 399 piezas están ya depositadas en el almacén del Museo de Teruel

En su día las piezas fueron excavadas por aficionados y eso complica el trabajo que tiene que realizar el equipo del museo. “Es un material que nos llega descontextualizado”, explicó Jaime Vicente. “Nos faltan las referencias topográficas que se toman en las excavaciones, con sus referencias, los estratos en los que aparecen las piezas... y los propios aficionados que extrajeron las piezas las restauraron y recompusieron ellos mismos”. Aunque la legislación sobre expolio que prohibe la excavación de piezas arqueológicas existe desde principios del siglo XX, Jaime Vicente explicó que al menos en la extracción original de estos materiales no hubo un afán de venta o enriquecimiento, y que para estar restaurados sin aplicar los procesos científicos habituales en la época “no se han causado demasiados daños en el material”.

Pilar Punter, conservadora del Museo y coordinadora de los trabajos de transporte de las piezas desde Amposta a Teruel, explicó que “el hecho de que las piezas aparezcan ya restauradas generalmente es más un inconveniente que una ventaja, porque algunos materiales utilizados han envejecido y han perdido su eficacia, y en esos casos es más complejo retirarlos o rectificarlos que abordar una pieza desde cero. Pero tampoco es la primera vez que nos enfrentamos a este tipo de contingencias, por lo que no ofrece más dificultad que en otras ocasiones”.

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