El próximo número de Turia entrevista a fondo a Ana Blandiana y Sergio del Molino
La prestigiosa escritora rumana pide “luchar contra la censura interior” y Del Molino señala que “la literatura autobiográfica ayuda a expiar culpas”Los lectores del nuevo número de la revista Turia, que se distribuye este próximo mes de julio, podrán disfrutar de dos entrevistas a fondo con los escritores Ana Blandiana y Sergio del Molino. Se trata de dos conversaciones exclusivas, que permiten no sólo conocerlos mejor, sino también descubrir sus opiniones sobre un amplio repertorio de temas de interés. Ambos son dos de los más valiosos protagonistas de nuestra actualidad cultural: la escritora rumana Ana Blandiana, es toda una referencia de la mejor literatura europea y siempre concibió su vocación creativa como una forma de resistencia moral. Por su parte, Sergio del Molino es uno de los escritores y periodistas del momento, posee una personalidad cercana y vivaz, un sentido crítico muy acusado y una imperiosa necesidad de atrapar en sus libros y colaboraciones en prensa y radio cuanto nos ocurre y reflexionar sobre ello.
Ana Blandiana y Sergio del Molino son, sin duda, dos personalidades muy atractivas y su opinión nos enriquece a a la hora de interpretar este tiempo tan complejo y difícil que vivimos. En el nuevo número de la revista editada por el Instituto de Estudios Turolenses de la Diputación de Teruel hablan, con absoluta libertad y franqueza, de sus respectivas obras y trayectorias. Y, sobre todo, con sus respuestas se ocupan también de abordar diversas cuestiones que afectan o interpelan a toda la sociedad.
Por ejemplo, Ana Blandiana habla ampliamente sobre literatura y política, de la necesidad de reflexionar sobre el totalitarismo: “en mi generación éramos incapaces de imaginar que el comunismo se acabaría alguna vez”. Además, en la entrevista se analiza el papel de la poesía y lo importante que sería recolocarla en en centro del mundo: “en la Antigüedad lejana la poesía estaba en el centro del mundo. De hecho, la poesía y la religión se confundían. No podemos olvidarlo”.
Sergio del Molino es una de las voces españolas más autorizadas para hablar de nuestro presente. Así, su libro La España vacía revalidó su labor como ensayista pionero en denunciar la actual desestructuración económica y poblacional de nuestro país. Unos pocos años antes, su libro La hora violeta, en el que describe la enfermedad y muerte de su hijo Pablo, marcó su rumbo de escritor y permitió que numerosos lectores accedieran a su obra. En la entrevista que publica Turia, reconoce que le “gusta jugar con la realidad y el mito” y que esa es la función del escritor. Y también asegura creer “en la obra en marcha, en la imperfección y el ir probando”. Para él, “la literatura es el intento de reflejar la incomodidad de vivir que todos tenemos”.
Por otra parte, y entre otros contenidos relevantes, el nuevo número de Turia publica un texto inédito de Luis Landero, que es la versión actual de un capítulo de su nuevo libro. Una obra que está previsto aparezca el próximo año. Sin duda, la presencia de un original de Landero enriquece el interés que ofrece la revista al lector. Máxime teniendo en cuenta que se trata de uno de los autores más apreciados por el público y la crítica, como prueba la elección de su novela “Lluvia fina” como la mejor de 2019.
Ana Blandiana
Ana Blandiana (Timiçoara, Rumanía, 1942) es ya una figura legendaria de la literatura rumana, en la que ocupa un lugar comparable al de Anna Ajmátova o Vaclav Havel en las letras rusas o checas. Destacada opositora al régimen dictatorial que gobernó muchos años su país, Blandiana es una de los escritoras más sugestivas y originales del panorama de la cultura en Europa. Autora de libros de poesía, narrativa y ensayo, su obra ha sido traducida a veinticinco idiomas y ha obtenido numerosos y relevantes premios en distintos países.
Fue el Ana Blandiana, durante mucho tiempo, un nombre prohibido en su país y sus textos circularon de manera clandestina. Otros verían la luz tras la revolución democrática de 1989. Tras la caída del régimen comunista, Blandiana fundó y presidió la Alianza Cívica (1991-2001), organización independiente que luchó por la democracia e hizo posible la entrada de Rumanía en la Unión Europea. Al amparo del Consejo de Europa, Blandiana ha creado en la ciudad de Sighet el Memorial de las Víctimas del Comunismo y de la Resistencia (1993), museo, centro de investigación y escuela de verano que lleva por lema una frase suya: «Mientras la justicia no logre ser una forma de memoria, la memoria en sí misma puede ser una forma de justicia».
Blandiana se muestra crítica con el presente que vivimos. Así, en la conversación que Turia publica y que ha sido realizada por el también poeta Jordi Doce, dice: “el arte y la literatura de consumo de nuestro tiempo han creado una forma de subcultura que sale en todos los medios, la televisión, las redes sociales, y que aniquila la cultura de una forma semejante. Hoy sigue siendo imperativo luchar por la verdadera cultura”.
También asegura Ana Blandiana que “vivimos en un mundo en el que ya no hay criterios (…) En realidad, ya no hay valores absolutos. Es cierto que la técnica, la ciencia, siempre van a más y no dejan de progresar, pero en los asuntos del alma las cosas son distintas. Ese equilibrio en los asuntos del alma se ha perdido, y a lo peor los escritores, que deberían hacer de contrapeso, no cumplen con su deber”.
Sergio del Molino
El escritor Sergio del Molino (Madrid, 1979) es, por derecho propio, uno de los nombres más destacados de las letras y el periodismo español de nuestros días. Cuando acaba de llegar a las librerías una nueva novela, La piel, y todavía está muy reciente su biografía Calomarde. El hijo bastardo de las luces, mantiene para Turia una conversación sin desperdicio con el también periodista y escritor Juan Carlos Soriano. Gracias a ese diálogo intenso y revelador conocemos más a fondo a a este madrileño trasplantado a Zaragoza, ciudad en la que reside.
Autor de doce libros, entre novelas y ensayos, Sergio del Molino es también columnista de prensa y tertuliano radiofónico. Sobre su interés por un personaje histórico tan controvertido como Calomarde, asegura que “no he pretendido hacer un ensayo académico, sino un retrato literario y periodístico, porque me gusta jugar con la realidad y el mito. Es la función del escritor. Para desmitificar ya están los historiadores. Y Calomarde es un ministro muy importante en el momento en el que se está fundando el Estado Español, con la estructura que hoy conocemos. Una de mis querencias por él es porque representa muy bien la figura del arribista”.
Si hay un libro que marcó un antes y un después en la obra de Sergio del Molino es “La hora violeta”. La leucemia que acabó con la vida de su hijo Pablo poco antes de que cumpliera dos años le condujo a escribir ese libro que conquistó a miles de lectores. Reconoce que lo escribió en condiciones muy desesperadas: “En trance y casi, casi, sin ninguna pretensión literaria. O sí. O con todas las pretensiones literarias del mundo. Ahí desarrollo una idea para mí elemental: que la literatura es una misma cosa con la vida. Y la literatura es significativa en la medida en que exprese bien todas las rarezas y las asperezas de vivir”.
En 2016, con La España vacía, inauguró una serie de libros y reportajes sobre el éxodo rural en nuestro país y el desequilibrio de la balanza demográfica. Sergio del Molino, que dio el pistoletazo de salida a otros autores, considera espantosa e innecesaria la corrección “vaciada” que han impuesto, después de publicado su libro, los movimientos sociales y medios de comunicación.
En el fondo, todos los libros de Sergio del Molino, ya sea a través de pueblos abandonados, islas dentro de un continente o la literaturización de su propia familia, acaban hablando de España. “Creo que hay dos perfiles que están contaminados dentro de mí como ensayista. Pero a la vez se diferencian mucho. Hay uno más intelectual, del escritor que interviene públicamente en su tiempo, a través de ensayos, artículos, tertulias o conferencias. Y a ése le preocupa que esté en peligro la construcción de la convivencia en España”.
Luis Landero
Uno de los principales autores de las letras españolas de las últimas décadas, Luis Landero, abre la sección que Turia dedica a la creación literaria con un atractivo texto inédito. Se trata de la versión actual de un capítulo de la obra que está escribiendo en estos momentos y cuya publicación está programada para el próximo año.
En este original de Luis Landero, que la revista cultural de la Diputación de Teruel publica bajo el título de “Viajar, soñar, contar”, el autor señala: “Yo creía que mis padres, mis abuelos, mis tíos, mis primos mayores, y en general toda la gente mayor, habían viajado mucho. Hablaban de lugares que yo me imaginaba lejanos y llenos de prodigios. Nombres casi mágicos, como Montemayor, Valle oscuro, Bacoco, la sierra de la Carava, Chandavila, el Zángano, o simplemente “donde Pache”. Cuando fuese mayor, pensaba, también yo viajaría mucho, porque no había en el mundo nada tan hermoso y apasionante como viajar y correr aventuras, y llegaría a ser un hombre con experiencias, con cosas propias que contar. Luego pasó el tiempo, me hice mayor, y un día descubrí sin apuro que a mí en realidad no me gusta viajar. Me gustó de muy joven, más que por vocación por empeño romántico, pero finalmente acepté mi secreta condición sedentaria y me sentí como aliviado de un deber sentimental francamente enojoso.
A pesar de eso, me he visto forzado a viajar mucho, primero cuando anduve de guitarrista en la farándula, y luego de escritor, que no deja de ser también otra manera de farándula. Pero de todos mis viajes, los que he vivido con más emoción e intensidad, los buenos, los inolvidables, los esenciales, los he hecho con Julio Verne, con Defoe, con Homero, con Stevenson, con Humboldt, con Darwin, con Kapuscinski, con Shackleton y con tantos otros. Pocos lectores habrán disfrutado tanto como yo con los libros de viajes y las novelas de aventuras. Desde mi madriguera de lector, he acompañado a los héroes de papel en sus maravillosas andanzas, y cuando digo acompañar quiero decir que he hecho presente con la imaginación cada una de las peripecias, he visto los paisajes, he sobrevivido a naufragios y terremotos, me he enfrentado a fieras y a bandidos, he pasado hambre y frío, me he extraviado en selvas y desiertos, he sufrido el escorbuto y la malaria, y todo lo he vivido con una convicción casi tan fuerte y real como la de don Quijote en la soledad alucinada de su biblioteca. Y es que yo soy como Quijana, y me conformo con mi rocín flaco y mi galgo corredor, y por supuesto con mi biblioteca y mi locura.”
Turia es, con 36 años de trayectoria y periodicidad cuatrimestral, una de las publicaciones culturales españolas más veteranas y reconocidas, por cuya labor obtuvo el Premio Nacional al Fomento de la Lectura. Desde hace un más de lustro, además de su edición en papel, la revista tiene una versión digital a través de una atractiva web y de una página en Facebook que está obteniendo una muy favorable acogida.
Un fragmento de la entrevista exclusiva con Ana Blandiana
El nuevo número de la revista Turia publica una amplia y reveladora conversación exclusiva con Ana Blandiana, la escritora rumana más internacional y cuyo nombre suele ser siempre citado anualmente entre las candidaturas al Premio Nobel de Literatura. La entrevista, realizada por el también poeta Jordi Doce, permite conocer a fondo su personalidad y su trayectoria, así como sus opiniones sobre un amplio abanico de cuestiones de interés. De ese material inédito, adelantamos el siguiente fragmento:
Ana Blandiana: “Lo más grave y terrible que está sucediendo hoy en el mundo es la corrección política"
- Me resulta impactante la idea de la prohibición total… Esa noción de que un autor no pueda publicar durante años, de borrarlo como figura pública. En España, durante la dictadura, existió una censura enérgica, pero en general se centraba en los libros y no en sus autores. Con la ventaja, es un decir, de que, si te censuraban un libro, podías optar por publicarlo en México o en Argentina. Pero la idea de que un escritor desaparezca públicamente implica una violencia feroz, casi un ensañamiento. Me pregunto en qué medida esa vigilancia, esa censura totalitaria tuvo consecuencias en la escritura y en su propia autoestima como poeta. Durante esas tres décadas de censura totalitaria, ¿cómo sustraerse a esa presencia opresiva? ¿Qué estrategias se pueden desarrollar para sortear la vigilancia asfixiante del poder y no caer en la desesperación?
- La primera medida de autodefensa es no admitir ninguna forma de censura interior. La censura interior es lo que más me asustaba. Es algo que no acepté jamás. Precisamente porque he vivido esa experiencia, me parece que lo más grave y lo más terrible que está sucediendo hoy en día en el mundo es la corrección política, porque la corrección política es la máxima forma de censura interior y de lavado de cerebro.
Yo nunca me he censurado a mí misma. Nunca me he dicho: «esto no lo puedo escribir porque no se puede publicar, porque no se acepta». Yo siempre he escrito lo que he querido. Desde el punto de vista psicológico, esto es muy importante.
Por otra parte, y esto puede sonar extraño, la censura nos obligaba a escribir de una manera que estaba en sintonía con la definición que damos a la poesía. Es decir, teníamos que amplificar los recursos de la imagen y la metáfora, adoptar un lenguaje más cifrado, y justamente por esto la poesía salía adelante.
Yo no viví los años más duros del estalinismo. No tuve que escribir durante la época del proletkult, ese empeño soviético en crear un arte nuevo, una estética de la clase obrera revolucionaria… No era tanto que los poetas tuvieran que manejar un bagaje ideológico determinado, sino que estaban obligados a escribir para los analfabetos, tenían que escribir estupideces para que las entendiera todo el mundo. El resultado fue una literatura vacía por completo de arte.