“El periodismo de papel se ha rendido ante el tsunami digital sin ni siquiera plantearle batalla”
Manuel Hidalgo, director de El Cultural, presentará hoy la revista Turia recién galardonada con el Premio Aragón, en la Residencia de Estudiantes de MadridDos días después de recibir el Premio Aragón 2023 de manos del presidente de Aragón Javier Lambán, el director de la revista literaria turolense Turia, Raúl Carlos Maícas, presentará el último número de esta publicación cuatrimestral en la Residencia de Estudiantes de Madrid. La dimensión simbólica de este espacio tiene que ver con que Turia ha abierto el año de su 40ª aniversario, con un número dedicado al cineasta calandino, y 40 años se cumplen de la muerte de Buñuel, cuya huella indeleble en la cultura española empezó a forjarse en ese icónico espacio de la calle del Pinar en Madrid, a pocos metros del paseo de la Castellana. El encargado de presentar junto a Maícas este acto, que tendrá lugar a partir de las 12 horas de hoy, será el periodista cultural Manuel Hidalgo.
-Como primer número del año del 40ª aniversario de Turia, regresando a su gran fetiche Luis Buñuel, en un espacio como la Residencia de Estudiantes de Madrid y con el Premio Aragón 2023 que la revista literaria recibió el domingo todavía caliente, la presentación de hoy no puede ser más especial...
-Así es, porque todos esos detalles le dan un significado particular, y además tiene mucho sentido que una revista aragonesa, pero de raíz y matriz turolense como esta, regrese a Luis Buñuel, cuando además se cumple el 40 aniversario de su muerte, en este caso en julio. Y el lugar es el más indicado, ya que la Residencia de Estudiantes fue un espacio decisivo para Buñuel, al que llegó muy joven y, aunque ya era un gran lector, experimentó un salto de gigante en su formación cultural, entre otras cosas por ese encuentro con otros jóvenes que después fueron figuras decisivas en la cultura española, como Lorca o Dalí. Se da una especie de círculo concéntrico entre Turia, Buñuel, la Residencia de Estudiantes y una época de enorme trascendencia para nuestra cultura.
-El premio Aragón 2023 que recibió el domingo la revista Turia la reconoce, entre otras cosas, como “un referencia en la creación cultural de Aragón”. ¿Está de acuerdo con esta afirmación?
-Desde hace décadas teníamos ya la certeza, en la medida que se pueden tener certezas en el mundo del arte, de que la vigencia de Buñuel seguiría viva en el futuro. Pero en el caso de Turia su propia vigencia tiene una mérito extraordinario. Su trayectoria particularmente larga se ha fundamentado en el hecho de publicar números del máximo interés y de la máxima altura intelectual y literaria. En este caso vuelve a tener a Buñuel en su centro, como lo ha tenido en otras ocasiones, pero además siempre incorpora muchas piezas de creación y ensayismo de mucho interés, junto a esos dossieres integrados por críticos y escritores de gran talla. Turia es hoy por hoy una revista fundamental para la cultura en castellano.
-¿Sorprende que Turia se gestara y se desarrollara en Teruel, tan alejada física y conceptualmente, especialmente hace 40 años, de los centros de creación cultural españoles?
-Que Turia es clave y medular en la cultura aragonesa es obvio. Y aunque pronto dio indicios de que trascendería su ámbito territorial, no deja de ser un gran mérito y hasta una sorpresa, efectivamente, que haya conseguido desde un lugar pequeño como Teruel trascender, servir a la cultura aragonesa y derramarse sobre el resto de España. Eso tiene que ver con que quienes la han venido haciendo han conseguido, a través de demostrar una calidad y una exigencia muy alta, persuadir a todos sus colaboradores, importantes dentro y fuera de España, de que vale la pena estar entre sus páginas. Esto es lo que remata el asombro de esta larga historia de Turia, que Turia pide y la gente responde. Ha conseguido tener esa credibilidad y esa gran historia a sus espaldas que hace que críticos, estudiosos, expertos, historiadores, poetas y narradores de toda condicion quieran estar en Turia cuando esta les convoca.
-Usted mismo ha colaborado en un buen número de los casi 150 números que ha publicado la revista... ¿recuerda alguno con especial cariño o interés?
-Recuerdo que he colaborado con textos para números sobre Carlos Saura, Berlanga o Azcona, así como algún otro número dedicado a Luis Buñuel. Pero dado que esto puede entrar dentro de lo previsible, dada mi mayor especialización en el mundo del cine, recuerdo con especial ilusión unos textos que se publicaron en la sección de Turia en la que adelanta libros inéditos, aunque por desgracia todavía no he llegado a completar. Se trataba de unos diarios de mañana que trataban sobre las primeras horas del día, con el despertar y las primeras anécdotas y personajes del día, habitualmente cotidianos. Recuerdo con especial cariño ese textos, y siempre estoy en promesa conmigo mismo para terminarlos.
-En este número Turia regresa a Buñuel, como ya ha hecho en otros aniversarios importantes, pero lo hace desde una faceta menos investigada. ¿Hasta qué punto es interesante y oportuno detenerse en el Luis Buñuel escritor?
-Interesante desde luego. Y oportuno también, aunque hay otros aspectos de Buñuel sobre los que merecería la pena seguir indagando, aspectos sobre todo biográficos, personales, en los que queda todavía mucho por descubrir de Buñuel a pesar de que ya existen muchas biografías, algunas de ellas incompletas, como la macrobiografía de Ian Gibson que está interrumpida porque no tuvo el apoyo necesario para que fuera prolongada. Apuntado esto, con toda la intención... ¿es oportuno estudiar la literatura de Buñuel? Buñuel escribió, desde luego,pero no tengo claro que fuera un auténtico escritor. No todo el que se escribe se decanta como escritor, igual que quien hace dos o tres películas no tiene por qué ser cineasta, con todas las letras y en mayúscula. Se necesita una trayectoria larga, sostenida y de altura, si lo que queremos es ponderar la calidad de esa carrera. Buñuel coescribió muchos de sus guiones, aunque cuando un cineasta escribe tenemos que tener en cuenta que muchas veces su tarea consiste en sugerir ideas, situaciones y personajes, aunque la escritura en página normalmente es rellenada por su coautor, el guionista literario. Dejando aparte, como decia, esos guiones, Buñuel escribió sus textos hasta los 35 años, y es significativo que el libro que en muchas ocasiones se tiene como nuclear en la vida de un escritor, y por qué no también en la de un cineasta, que son las memorias, en este caso nunca se han visto como una creación literaria del propio Buñuel, ya que como todos sabemos fueron escritas en realidad por su gran guionista Jean-Claude Carrière, a través de la grabación de numerosas entrevistas, a las que dio forma literaria con todas las consultas que fueron necesarias, y por cierto sin que quedaran exentas de errores, al no dominar completamente algunas cuestiones que tenían que ver con España. El conjunto de la obra literaria de Buñuel se formó por aluvión, de forma dispersa, agrupando poemas durante muchos años, acumulándose narración, textos ensayísticos y críticas de cine, que no son críticas genuinas como las entenderíamos hoy sino más bien pequeños ensayos. Esas críticas de cine rara vez las añadiríamos a la obra literaria de cualquier otro autor, y en el hecho de que en el caso de Buñuel sí se añadan es significativo. Así pues, insisto en que Buñuel escribió pero no estoy seguro de que realmente fuera un escritor, con lo que de pequeña paradoja tiene. Dicho de otro modo, lo que escribió Buñuel tiene interés literario porque lo escribió Buñuel.
-Hoy se celebra el 40º aniversario de Turia, y usted dirige El Cultural, semanario de referencia en España. El año pasado participó en el Curso de Periodismo de Alcañiz donde se debatió acerca del futuro de las revistas culturales en nuestro país... ¿qué porvenir tienen?
-Si abrimos el foco a un plano más general, parece que todo el mundo anuncia desde hace tiempo la muerte del papel... así que cuando hablamos de revistas literarias no estamos pensando en sus versiones digitales, o en las que únicamente se editan en formato digital, sino que manifestamos, al evocarlas, el aprecio largo e histórico por las publicaciones en papel. Dicho esto, si ahora cerramos el plano y hacemos zoom hacia lo concreto, efectivamente se observa cierta supervivencia de algunas revistas culturales, generalmente de periodicidad mensual, trimestral o incluso más amplia. Revistas que necesitan de ayudas, es cierto, pero que tienen en mi opinión muchas posibilidades de sobrevivir en sus respectivos nichos. Y es verdad que necesitan apoyo público, porque las leyes del mercado no son las mismas que antes, por multiples razones que no vienen al caso y cuyo análisis daría para un libro. Pero a partir de esas ayudas, que son legítimas por necesidad, por razones de prestigio y también por razones de conciencia, de saber que hay algo en ellas que, por el bien de todos, debe mantenerse, estas revistas sobrevivirán en sus respectivos nichos. Son nichos de minorías, sí, pero de minorías influyentes. Son como pequeños reductos que quizá no brillarán por su número de ventas, pero que actúan como manchas de aceite que caen sobre un tejido y se extienden lenta pero inexorablemente.
-¿Cómo ha tenido que transformarse el periodismo cultural que usted realiza desde hace décadas, si es que lo ha hecho, para adaptarse a los públicos cambiantes?
-También es un tema amplio, demasiado amplio... pero desde hace año y medio dirijo El Cultural que ha experimentado una mutación importante. Desde enero de 2022 hemos dejado de ser un suplemento integrado, vinculado y distribuido con un periódico nacional -El Mundo y La Razón-, para convertirnos en una revista serial y cultural que sale a pecho descubierto en el kiosko cada semana.
-Es un salto hacia delante...
Es un arriesgado salto hacia delante, porque hemos abandonado el cobijo de un periódico de tirada nacional, pero un salto que me parece apasionante, porque o mucho me equivoco, o es la última revista semanal cultural que se publica en España y que cubre todo el abanico de las letras a las ciencias, del teatro a la música o al cine... Trata de ser una revista muy prescriptora, que pretende hablar de todo lo bueno en el campo de la creación para que sea atendido por el público.
-¿Pero tiene que cambiar la forma de entender o de escribir el periodismo cultural para que sobreviva con salud?
-El periodismo cultural es una aventura que vale enormemente la pena, aunque hacer predicciones no suele conducir a ningún sitio, pues la situación es volátil. Hay una línea en el periodismo, el cultural y el general, que parece que lleva inexorablemente hacia el mundo digital, aunque están por decantarse todavía las excepciones. Y a ese respecto creo que se necesita mucha más imaginación por parte de quienes hacemos periodismo. La respuesta del periodismo de papel, sea de las características que sea, hacia la tecnología digital, ha sido la de rendirse y levantar los brazos. Nos hemos pasado a lo digital sin haber ni siquiera intentado presentar batalla, sin haber reflexionado sobre qué teníamos que haber hecho para enfrentar el tsunami de lo digital. No ha habido imaginación ni riesgo para cambiar lo que fuera necesario para que el papel siguiera siendo imprescindible. Y no es una cuestión de nostalgia, aunque quienes tenemos cierta edad la sintamos, es una cuestión de que el papel, por múltiples razones históricas, tiene un valor cultural en sí mismo suficientemente acreditado, que lo digital no siempre o no necesariamente tiene.
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