El nombre de Javier Sierra ya luce en la biblioteca de Teruel: "Me da un poco de vértigo, pero no puedo sentirme más orgulloso de ser de donde soy"
La directora del centro dice que es el pago de una deuda que se tenía con el escritorLa Biblioteca Pública de Teruel pasa a denominarse Biblioteca Pública del Estado en Teruel Javier Sierra, según la orden publicada en el BOE el martes. El cambio de denominación es “el pago de una deuda que desde la institución tenemos contraída con Javier Sierra” según la directora de la institución, Mar Sarto, y “un honor cuya emoción es difícil de expresar, y que ni siquiera podría haber soñado”, en opinión del escritor turolense autor de El Fuego Invisible, premio Planeta 2017, entre otras obras.
La iniciativa partió de la propia dirección de la Biblioteca y del Gobierno de Aragón, institución que gestiona el centro a través de un convenio con el Ministerio de Cultura, que mantiene su titularidad. Se puso en marcha hace algo más de un año, ya que el cambio de nombre de una biblioteca dependiente del Estado no es proceso burocrático corto ni fácil, pero “hay que agradecer tanto al Gobierno de Aragón como al Ministerio de Cultura que no ha habido trabas en ninguno de los pasos que se han ido dando”.
Desde Madrid, Javier Sierra expresó su agradecimiento a la dirección de la Biblioteca turolense, porque “No es un lugar cualquiera”. Según el escritor, “ocupa un lugar importante para mucha gente, dentro del tejido de la ciudad, y para mí siempre fue un faro que iluminó mis pasos desde niño”. Sierra, que a pesar de tener su residencia en la capital de España mantiene muy vivos sus vínculos con la provincia, colaborando con clubes de lectura, colegios e iniciativas culturales y llevando siempre a gala sus orígenes, ya ha dicho en varias ocasiones que su “primer carné de verdad” fue el de la Biblioteca de Teruel, que se sacó a los nueve años en 1980, cuando abrió la sección infantil. “Fue un revulsivo vital para mí. De repente tuve acceso a un enorme universo de libros, cómics y de historias que yo en mi casa no podía tener y que de repente se ponían a mi disposición. Mi cabeza se ha construido gracias a las lecturas de esa biblioteca, y que ahora esa institución lleve mi nombre es algo que ni siquiera podía haber soñado”.
Mar Sarto, directora de la Biblioteca Javier Sierra, asegura que “para mí es un orgullo y además el pago de una deuda que teníamos con Javier”. “No tengo que explicar lo mucho que él trabaja para Teruel, pero es que además reconoce todos los días la labor de las bibliotecas en el campo cultural, atendiendo a todas, grandes o pequeñas, que le llaman. Nos da una gran proyección como centro de cultura, y su pasión en verdadera y genuina, para nada impostada”.
Esa fue una de las razones por las que Mar Sarto inició los trámites para el cambio de denominación, pero no fue el único. “Lógicamente es importante que es un escritor y que es nacido en Teruel, pero para mí también es insoslayable que aúna voluntades y que su figura no es excluyente. Ya se vio cuando Teruel le concedió el título de Hijo Predilecto que todo en Javier Sierra concita unanimidad. Esto es vital porque la Biblioteca es una casa de todos, y si yo hubiera detectado dudas o división el proceso no hubiera seguido adelante”.
Reconocimiento en vida
Se da la circunstancia de que, a diferencia de las bibliotecas de titularidad municipal, no son demasiadas las estatales que llevan el nombre de una persona. La Carles Rahola de Girona o la Adolfo Suárez de Ceuta son dos de las últimas que han cambiado su nombre en honor de una personalidad. Pero todavía lo son menos las que llevan el nombre de alguien vivo. La Biblioteca Pública del Estado Infanta Elena de Sevilla y la Javier Sierra de Teruel son dos de las poquísimas excepciones. “A mí me han regalado una vida extra”, asegura Sierra con sentido del humor. “Porque esto uno no lo suele ver. Que haya un reconocimiento en vida a una persona que no ha cumplido 50 años no es habitual en ningún lugar del mundo. Además es un reconocimiento que llega para quedarse, porque hablamos del nombre de una institución... Me da un poco de vértigo pero no puedo sentirme más orgulloso de ser de donde soy”.
De algún modo y en ese sentido la Biblioteca de Teruel es una anomalía, aunque prácticamente ya lo es desde 2007, cuando Javier Sierra donó una copia de todas sus publicaciones, soportes y traducciones al centro para que este fuera depositario de su legado. Un legado que “Javier trajo aquí para servirnos, y no para que le sirviéramos”, como dijo en su día Mar Sarto, y que desde entonces ha ido creciendo con cada nueva edición, que el escritor se ha encargado de hacer llegar puntualmente a la Biblioteca de Teruel, y que ya alcanza las 260 piezas. La última en incorporarse fue un retrato del escritor Juan Martín Villate que cuelga de sus paredes desde primeros de año.
A este respecto, Javier Sierra explicó que “no hay mucha conciencia entre los autores contemporáneos de legar su obra a las bibliotecas para futuras generaciones, pero yo creo que es importante”. En los últimos años la Biblioteca Nacional está pidiendo a los autores vivos ser los depositarios y legatarios de correspondencia, cuadernos de notas o archivos, “material que generalmente las familias, a la muerte del autor, malcuidan hasta terminar desapareciendo. Y se trata de un patrimonio muy importante. Pero no es habitual que los autores dediquen una reflexión a lo efímero de nuestro paso por el mundo. Yo, que sí pienso mucho sobre el tiempo y la muerta, que están muy presentes en mi obra, sé que mis años en la Tierra son finitos y quiero ser coherente con eso”.
Por su parte Mar Sarto asegura que “los reconocimientos hay que hacerlos en vida, y este era un momento muy especial. Sierra está orgulloso de Teruel y nosotros podemos estarlo de Javier Sierra”.
¿Novela para 2020?
Tras el notable éxito de El Fuego Invisible, que ganó el Planeta el 2017 y que desde entonces apenas le ha dejado tiempo entre gira y gira, el escritor publicado en 45 países –desde el reciente lanzamiento de El ángel perdido en Armenia– asegura que en 2020 podría estar lista su próxima novela. “La concesión del Planeta ha sido un torbellino y desde entonces he tenido el tiempo muy tasado. Yo sabía que iba a ser así, pero en mi ingenuidad pensaba que esto duraría un año”, explica Sierra. “Pero ahora ya tengo en la mente el esquema de lo que quiero que sea mi próximo libro, y creo que podré ponerme a trabajar en firme en él a partir de diciembre de este año, cuando me aparte un poco del mundo y me olvide de todo excepto de escribir”.