El Museo de Albarracín muestra las creaciones fantásticas del herrero Adolfo Jarreta
La forja del mito
Sirenas, toros, serpientes o dragones. Animales reales que viven en la sierra o seres imaginarios que se formaron, golpe a golpe, en el yunque de Adolfo Jarreta, el que fuera herrero de Albarracín desde los años 60 y que compaginaba los arreglos en los aperos de labranza con la creación artística. El Museo de Albarracín acoge hasta finales de diciembre una exposición titulada Adolfo Jarreta, la forja del mito, en la que se exhiben un total de 26 piezas relacionadas con la simbología o el mundo de la fantasía.
Se trata de piezas que forjaba “por el puro placer de hacerlas”, ya que no tienen funcionalidad, pero las trabajaba con técnica tradicional e impregnando su huella, según explica Carmen Martínez Samper, que es la comisaría de la exposición y profesora de Historia del Arte.
La experta destaca de Jarreta la técnica, de gran calidad, y sus particulares acabados, “que son parte de su firma”. Según Martínez Samper, el tratamiento del hierro de Jarreta “es reconocible”, ya que “es pasional más que mecánico”. En este sentido, destaca la impronta “expresionista” que tienen sus obras, que están llenas de detalles pero con un acabado que no está totalmente definido sino que “sabe en qué punto puede dejarlo”, dijo. “Sus escamas no son perfectas ni geométricas, es más pasional y va marcando conforme le dice la pieza, con texturas desiguales que logran crear sombras”, dijo la comisaría.
Las obras que ahora se exponen en el Museo de Albarracín son un total de 26 y forman parte de la colección de más de un centenar que la familia Jarreta ha cedido a la Fundación Santa María para que puedan exponerse en los Espacios y Tesoros que gestiona la entidad. Martínez Samper ha dividido las piezas en diversas secciones en función de la temática y la primera muestra, realizada en el año 2018, estuvo centrada en la figura humana. En esa segunda entrega del trabajo de Jarreta se han escogido las obras de temática mitológica y fantástica.
Las creaciones muestran animales muy vinculados a la Sierra de Albarracín, como los toros o las serpientes, pero también otros procedentes del mundo de la fantasía, entre los que se encuentran los dragones o las sirenas. “Adolfo Jarreta tiene mucha curiosidad y habla con mucha gente, además de ser un gran observador de la naturaleza”, comenta Carmen Martínez Samper, quien detalla que fruto de ese conocimiento del medio que le rodea es la gran cantidad de víboras y lagartos que integran su colección.
La muestra despertó una gran curiosidad el día de la inauguración, que fue el pasado 18 de mayo, ya que el herrero era muy conocido en la localidad, pero también por lo sorprendente que resulta la representación de lo fantástico. “Te esperas las rejas o los llamadores, pero en la muestra hay piezas que van más allá de lo típico, creaciones independientes que cada una tiene su protagonismo y que aquí expuestas se pueden ver por todos los lados”, dice la comisaría.
Entre todas ellas destaca una pareja de dragones en los que el Hierro cobra textura y movimiento. Los dragones son figuras que aparecen en los llamadores de las puertas desde la Edad Media porque se les atribuía una función de protección al domicilio familiar.
Piezas de uso común
En la muestra que ahora se puede admirar en el Museo de Albarracín hay también varios certificados de los concursos de artesanía en los que tomó parte el herrero Adolfo Jarreta durante los años 60 y 70, en los que obtuvo varias menciones. Se trata además de certificados ilustrados que resultan muy llamativos.
La obra de Jarreta dará mucho más de sí en próximo años y tanto la Fundación Santa María como Carmen Martínez Samper ya están trabajando en la siguiente entrega, que estará dedicada a los objetos propios de su profesión, entre los que destacan sin duda las rejas o los llamadores, pero también hay otras piezas relevantes como ceniceros o tederos. Se trata de obras que no vendió pese a que eran las habituales que le demandaban. El motivo era, posiblemente, que había invertido un gran tiempo en ellas y no prefería mantenerlas en su colección que venderlas a bajo precio, desprestigiando con ello su trabajo.
