Fig. 9. Vista del Monumento. Foto Jaime Fernández Fuertes (IET)
Por Antonio Pérez Sánchez
Arquitecto
La erección de monumentos conmemorativos, ha sido una práctica a lo largo de la historia, que se generaliza en la segunda mitad del siglo XIX. Son los destinados a conmemorar hechos históricos o a recordar personajes relevantes en ámbitos científicos, artísticos, religiosos o políticos. En definitiva, son documentos urbanos que perpetúan su memoria y solían estar emplazados en paseos o plazas de primer orden.
En el caso de Teruel, de los cinco que se erigen entre 1891 y 1936, solo dos permanecen en pie, el del Venerable Francés de Aranda y el de José Torán de la Rad. Otros dos se hicieron a los botánicos Francisco Loscos y José Pardo Sastrón, pero únicamente quedan junto a la Escalinata los bustos de bronce que los coronaban y el quinto, el de los Héroes de la Libertad, desgraciadamente desapareció, parece ser que derribado en 1938 por los requetés franquistas.
El arquitecto de la Diputación Provincial, Francisco Reynals y Toledo, junto con su delineante Salvador Gisbert, realizan el proyecto del monumento a Loscos, cuyo busto fue obra del turolense Alejandro Escriche. Se colocó la primera piedra a finales de 1890 en la Plaza Castelar (actual plaza de San Juan), y se inauguró el 31 de mayo de 1891. (Fig.1)
El segundo monumento conmemorativo que se inauguró fue el de las víctimas del 3 de Julio y 4 de agosto de 1874, cuando las tropas carlistas, al mando del general Manuel Marco Rodrigo más conocido como Marco de Bello (municipio turolense en el que nació), asedió la ciudad de Teruel el 3 de julio siendo rechazado, tomó Cuenca, y el 4 de agosto vuelve a intentar tomar Teruel y tampoco lo consigue ante la defensa organizada por Victor Pruneda como Comandante de la Milicia Nacional junto con Jacinto Santa Pau Gobernador Militar de Teruel. El centro de la lucha fue el corral de Roquillo, situado al final de la calle de San Miguel y en la calle Los Corralejos, que posteriormente se denominó “3 de Julio” y tras la guerra de 1936, “22 de Febrero”. En la batalla murieron 24 defensores turolenses, considerados desde ese momento mártires de la libertad. El 3 de julio se convirtió en la más importante fiesta local de Teruel. (Fig. 2, 3, 4)
Tras estos acontecimientos, el Presidente interino de la República, Práxedes Mateo Sagasta, con fecha de 15 de Julio, decretó que se añadiera a la ciudad el título de Heroica, creó una medalla conmemorativa y el 9 de Agosto un nuevo decreto añadió el título de Siempre Heroica.
Dos años después de estos hechos, en 1876, se nombró una comisión presidida por Víctor Pruneda, compuesta en su mayor parte por exjefes y oficiales de la Milicia Nacional, formada expresamente para arbitrar medios con el fin de construir un monumento. Promovió una suscripción e inicialmente, con lo conseguido, se hizo un modesto catafalco diseñado por el arquitecto de la Diputación Eduardo Berdejo y Laredo. (Fig.5)
A comienzos de 1877, el alcalde Carlos Tarrat que ese año iba a abandonar el cargo, planteó poner una lápida conmemorativa en el salón del Ayuntamiento y en marzo convocó una reunión para añadir una placa de mármol que contenía los nombres de todos lo que habían fallecido en los enfrentamientos con los carlistas en defensa de la ciudad de Teruel. Tras la colocación, intervino Pruneda para dar las gracias. La placa hubo que modificarla, porque muchos nombres estaban equivocados.
La fiesta se iniciaba todos los años con la salida en comitiva desde el Ayuntamiento, hasta el Roquillo, donde estaba colocado el catafalco convertido en un monumento portátil. Distintas organizaciones depositaban coronas, y pronunciaban los correspondientes discursos. En el de 1882, Mariano Muñoz Nougués hizo alusión a la necesidad de construir un monumento. (Fig. 6)
Hubo que esperar hasta 1889 y a comienzos de ese año se presenta al Ayuntamiento el proyecto del monumento redactado, como el de Loscos, por Francisco Reynals y el pintor Salvador Gisbert, del que no existe documentación. El Turolense, Periódico Liberal Conservador del día 10 de marzo de 1889, describe el proyecto en estos términos: (Fig.7)
“La planta general es la de un octógono irregular sobre el que se eleva un basamento de forma ataluzada, sirviendo los pedestales en número de cuatro para la colocación de cuatro leones. De dicho basamento arranca otro zócalo en cuyos frentes van las lápidas conmemorativas coronadas por los escudos de Teruel. Sobre este zócalo se eleva un pilastrón ostentando en sus cuatro caras alegorías compuestas de flamas coronas y laurel, leyéndose en los centros de las coronas los lemas de LIBERTAD, PATRIA, 3 DE JULIO y 4 DE AGOSTO. Este pilastrón o columna cuadrada se halla coronado por un capitel en el cual van colocados los cuatro cuarteles de las armas de la ciudad las barras, los cañones, el murciélago y el toro en forma de escudo y sobre él una basa que sustenta la estatua de la libertad coronando a sus mártires.
Los materiales que deberían emplearse para su construcción, son piedras del país de diferentes matices, hierro fundido y mármoles.”
El monumento aunque respondiera esencialmente al proyectado por Reynals, pudo ser también ligeramente modificado pues posteriormente el nuevo arquitecto provincial y municipal interino Carlos Carbó, dedicó una reproducción acuarelada al Ayuntamiento. De hecho, en su ejecución no aparece ni la citada estatua de la libertad coronando a sus mártires. ni los cuatro leones, que se sustituyen por cuatro remates de piedra tallada con forma de concha gallonada. (Fig. 8, 9)
Ese mismo año de 1889 el alcalde Simeón Calvo impulsa importantes mejoras en la ciudad: pavimentación de calles, construcción de aceras, colocación de fuentes públicas y arbolado y plantea construir el monumento en la plaza Emilio Castelar, en la que todavía no se había levantado el de Loscos. También encarga a Honorio Bosch, maestro de obras del ayuntamiento que ocupaba el puesto de arquitecto cuando la plaza estaba vacante, el proyecto de la apertura de una calle prolongación de la de San Miguel, según expresa el autor en la memoria, por el “árido, desierto y célebre corral de Roquillo que comunicará directamente el centro mercantil con la carretera de Alcañiz”. Una amplia memoria fechada el 10 de agosto de 1889 realmente interesante por el análisis urbano que hace y el posible ensanche de la ciudad, que se puede conseguir prolongando la calle de San Miguel hasta la carretera de Alcañiz a través del puente de la Reina. La memoria concluye de esta forma:
“Siendo el corral de Roquillo destinado al emplazamiento de la nueva calle, el sitio donde tuvo lugar el triste suceso del 3 de julio de 1874 se ha creído oportuno proyectar en su punto medio próximamente una plazuela con un círculo de seis metros de diámetro en el centro de la vía circunvalado (sic) por un zócalo de sillería coronado por una verja de hierro y en su interior, además de ser el sitio real y verdaderamente apropiado para levantar el monumento que ha de inmortalizar el recuerdo de los valientes que allí derramaron su sangre en defensa del hogar doméstico de la honra y de la libertad se pueden plantar algunos arbustos y árboles de hoja pendula apropiados al objeto, y mientras la escasez de recursos no permitan la construcción de dicho monumento se podría destinar aquel respetuoso recinto a las ceremonias que anualmente se celebran en la expresada fecha”. (Fig. 10)
En enero de 1890 se inicia la apertura de la calle con el derribo de alguna de las casas de la plaza de San Miguel, al mes siguiente muere Honorio Bosch, y en junio toma posesión como arquitecto municipal Pere Caselles puesto en el que estuvo hasta abril de 1891 que se traslada a Reus, su ciudad natal, en la que realizará gran número de edificios modernistas. Caselles era compañero y amigo de Pablo Monguió hicieron juntos la carrera de Arquitectura en la Escuela de Barcelona. En diciembre de 1890, Caselles reforma el proyecto estrechando la calle un metro y suprimiendo la ubicación del monumento, que se plantea definitivamente en la Plaza de la Libertad
La construcción se adjudicó a Bautista Ferrando, y se decidió el 24 de junio de 1895 para la colocación de la primera piedra. Fue un acto muy similar al que un año antes se había realizado para la colocación de la primera piedra del monumento al Venerable Francés de Aranda, realizado también por Ferrando, que estando en construcción, se cambió su ubicación y que no llegó a inaugurarse hasta 1902.
La comitiva salió de la Casa Consistorial y por la calle de los Amantes, plaza del Mercado, Tozal y Rubio llegaron a la plaza de la Libertad. La iniciaban timbaleros y alguaciles, y a la cabeza de la presidencia la bandera de la Ex-milicia Nacional que portaba el teniente alcalde Manuel Baquedano, acompañado por el siempre presente en este tipo de actos Mariano Muñoz Nougués, y Vicente Tarrat, a cuya salida sonó el Campanico del Ángel y música. Cerraba la comitiva el alguacil mayor en traje de gala, y otros con la caja de metal que ha de encerrarse en la piedra, paleta de plata, taza de argamasa y los documentos periódicos y monedas que iban a introducirse en ella y finalmente la banda de música de la Beneficencia y el piquete de la guardia civil. Por la tarde se repartieron 800 raciones a las familias pobres consistente cada una en 1000 gramos de pan 367 de arroz y un chorizo. (Fig.11)
La construcción duró un año y se inauguró el 3 de julio de 1896. El ayuntamiento designó a Mariano Muñoz Nougués para ofrecer en nombre de la corporación municipal la corona que todos los años dedicaba a las víctimas que como siempre pronunció un discurso emotivo. Se dedicaron otras coronas por la Ex-milicia, el Centro Federal, la Juventud Republicana y el Turolense. Y finalmente como era tradicional se repartieron 25 pesetas a cada una de las viudas, que aún vivían, de los fallecidos defensores de Teruel.
El monumento se incluyó en la segunda serie de postales editada hacia 1905 por la imprenta de Ángel Mallén, pero impresa en la casa E.J.G. PARÍS IRÚN, de la que hubo dos versiones en fototipia, una de ellas iluminada y otra en blanco y negro, tomads en dirección hacia la Casa de la Comunidad de la que solo se ve la puerta y los huecos de la Logia por la masa de árboles. En 1920 se editó otra postal en dirección contraria, con fondo del cimborrio de la Catedral. Lo interesante de ambas es comprobar la diferencia de las lápidas. Fue el 27 de mayo de 1914, cuando el ayuntamiento acordó hacer lápidas nuevas, sustituyendo la de mármol negro que inicialmente se habían colocado, por piedra blanca. (Fig. 12, 13)
Tras la guerra civil, se prohibió la celebración de las fiestas. De los monumentos existentes, tanto el del Venerable como el de los Mártires de la Libertad, no sufrieron excesivos daños pero este, como se ha comentado pudo ser derribado por los requetés que lucharon junto al franquismo. Lo que se puede confirmar es que se arrancaron las 4 lápidas con los nombres de los 24 que habían muerto. (Fig.14)
Arquitecto
La erección de monumentos conmemorativos, ha sido una práctica a lo largo de la historia, que se generaliza en la segunda mitad del siglo XIX. Son los destinados a conmemorar hechos históricos o a recordar personajes relevantes en ámbitos científicos, artísticos, religiosos o políticos. En definitiva, son documentos urbanos que perpetúan su memoria y solían estar emplazados en paseos o plazas de primer orden.
En el caso de Teruel, de los cinco que se erigen entre 1891 y 1936, solo dos permanecen en pie, el del Venerable Francés de Aranda y el de José Torán de la Rad. Otros dos se hicieron a los botánicos Francisco Loscos y José Pardo Sastrón, pero únicamente quedan junto a la Escalinata los bustos de bronce que los coronaban y el quinto, el de los Héroes de la Libertad, desgraciadamente desapareció, parece ser que derribado en 1938 por los requetés franquistas.
El arquitecto de la Diputación Provincial, Francisco Reynals y Toledo, junto con su delineante Salvador Gisbert, realizan el proyecto del monumento a Loscos, cuyo busto fue obra del turolense Alejandro Escriche. Se colocó la primera piedra a finales de 1890 en la Plaza Castelar (actual plaza de San Juan), y se inauguró el 31 de mayo de 1891. (Fig.1)
El segundo monumento conmemorativo que se inauguró fue el de las víctimas del 3 de Julio y 4 de agosto de 1874, cuando las tropas carlistas, al mando del general Manuel Marco Rodrigo más conocido como Marco de Bello (municipio turolense en el que nació), asedió la ciudad de Teruel el 3 de julio siendo rechazado, tomó Cuenca, y el 4 de agosto vuelve a intentar tomar Teruel y tampoco lo consigue ante la defensa organizada por Victor Pruneda como Comandante de la Milicia Nacional junto con Jacinto Santa Pau Gobernador Militar de Teruel. El centro de la lucha fue el corral de Roquillo, situado al final de la calle de San Miguel y en la calle Los Corralejos, que posteriormente se denominó “3 de Julio” y tras la guerra de 1936, “22 de Febrero”. En la batalla murieron 24 defensores turolenses, considerados desde ese momento mártires de la libertad. El 3 de julio se convirtió en la más importante fiesta local de Teruel. (Fig. 2, 3, 4)
Tras estos acontecimientos, el Presidente interino de la República, Práxedes Mateo Sagasta, con fecha de 15 de Julio, decretó que se añadiera a la ciudad el título de Heroica, creó una medalla conmemorativa y el 9 de Agosto un nuevo decreto añadió el título de Siempre Heroica.
Dos años después de estos hechos, en 1876, se nombró una comisión presidida por Víctor Pruneda, compuesta en su mayor parte por exjefes y oficiales de la Milicia Nacional, formada expresamente para arbitrar medios con el fin de construir un monumento. Promovió una suscripción e inicialmente, con lo conseguido, se hizo un modesto catafalco diseñado por el arquitecto de la Diputación Eduardo Berdejo y Laredo. (Fig.5)
A comienzos de 1877, el alcalde Carlos Tarrat que ese año iba a abandonar el cargo, planteó poner una lápida conmemorativa en el salón del Ayuntamiento y en marzo convocó una reunión para añadir una placa de mármol que contenía los nombres de todos lo que habían fallecido en los enfrentamientos con los carlistas en defensa de la ciudad de Teruel. Tras la colocación, intervino Pruneda para dar las gracias. La placa hubo que modificarla, porque muchos nombres estaban equivocados.
La fiesta se iniciaba todos los años con la salida en comitiva desde el Ayuntamiento, hasta el Roquillo, donde estaba colocado el catafalco convertido en un monumento portátil. Distintas organizaciones depositaban coronas, y pronunciaban los correspondientes discursos. En el de 1882, Mariano Muñoz Nougués hizo alusión a la necesidad de construir un monumento. (Fig. 6)
Hubo que esperar hasta 1889 y a comienzos de ese año se presenta al Ayuntamiento el proyecto del monumento redactado, como el de Loscos, por Francisco Reynals y el pintor Salvador Gisbert, del que no existe documentación. El Turolense, Periódico Liberal Conservador del día 10 de marzo de 1889, describe el proyecto en estos términos: (Fig.7)
“La planta general es la de un octógono irregular sobre el que se eleva un basamento de forma ataluzada, sirviendo los pedestales en número de cuatro para la colocación de cuatro leones. De dicho basamento arranca otro zócalo en cuyos frentes van las lápidas conmemorativas coronadas por los escudos de Teruel. Sobre este zócalo se eleva un pilastrón ostentando en sus cuatro caras alegorías compuestas de flamas coronas y laurel, leyéndose en los centros de las coronas los lemas de LIBERTAD, PATRIA, 3 DE JULIO y 4 DE AGOSTO. Este pilastrón o columna cuadrada se halla coronado por un capitel en el cual van colocados los cuatro cuarteles de las armas de la ciudad las barras, los cañones, el murciélago y el toro en forma de escudo y sobre él una basa que sustenta la estatua de la libertad coronando a sus mártires.
Los materiales que deberían emplearse para su construcción, son piedras del país de diferentes matices, hierro fundido y mármoles.”
El monumento aunque respondiera esencialmente al proyectado por Reynals, pudo ser también ligeramente modificado pues posteriormente el nuevo arquitecto provincial y municipal interino Carlos Carbó, dedicó una reproducción acuarelada al Ayuntamiento. De hecho, en su ejecución no aparece ni la citada estatua de la libertad coronando a sus mártires. ni los cuatro leones, que se sustituyen por cuatro remates de piedra tallada con forma de concha gallonada. (Fig. 8, 9)
Ese mismo año de 1889 el alcalde Simeón Calvo impulsa importantes mejoras en la ciudad: pavimentación de calles, construcción de aceras, colocación de fuentes públicas y arbolado y plantea construir el monumento en la plaza Emilio Castelar, en la que todavía no se había levantado el de Loscos. También encarga a Honorio Bosch, maestro de obras del ayuntamiento que ocupaba el puesto de arquitecto cuando la plaza estaba vacante, el proyecto de la apertura de una calle prolongación de la de San Miguel, según expresa el autor en la memoria, por el “árido, desierto y célebre corral de Roquillo que comunicará directamente el centro mercantil con la carretera de Alcañiz”. Una amplia memoria fechada el 10 de agosto de 1889 realmente interesante por el análisis urbano que hace y el posible ensanche de la ciudad, que se puede conseguir prolongando la calle de San Miguel hasta la carretera de Alcañiz a través del puente de la Reina. La memoria concluye de esta forma:
“Siendo el corral de Roquillo destinado al emplazamiento de la nueva calle, el sitio donde tuvo lugar el triste suceso del 3 de julio de 1874 se ha creído oportuno proyectar en su punto medio próximamente una plazuela con un círculo de seis metros de diámetro en el centro de la vía circunvalado (sic) por un zócalo de sillería coronado por una verja de hierro y en su interior, además de ser el sitio real y verdaderamente apropiado para levantar el monumento que ha de inmortalizar el recuerdo de los valientes que allí derramaron su sangre en defensa del hogar doméstico de la honra y de la libertad se pueden plantar algunos arbustos y árboles de hoja pendula apropiados al objeto, y mientras la escasez de recursos no permitan la construcción de dicho monumento se podría destinar aquel respetuoso recinto a las ceremonias que anualmente se celebran en la expresada fecha”. (Fig. 10)
En enero de 1890 se inicia la apertura de la calle con el derribo de alguna de las casas de la plaza de San Miguel, al mes siguiente muere Honorio Bosch, y en junio toma posesión como arquitecto municipal Pere Caselles puesto en el que estuvo hasta abril de 1891 que se traslada a Reus, su ciudad natal, en la que realizará gran número de edificios modernistas. Caselles era compañero y amigo de Pablo Monguió hicieron juntos la carrera de Arquitectura en la Escuela de Barcelona. En diciembre de 1890, Caselles reforma el proyecto estrechando la calle un metro y suprimiendo la ubicación del monumento, que se plantea definitivamente en la Plaza de la Libertad
La construcción se adjudicó a Bautista Ferrando, y se decidió el 24 de junio de 1895 para la colocación de la primera piedra. Fue un acto muy similar al que un año antes se había realizado para la colocación de la primera piedra del monumento al Venerable Francés de Aranda, realizado también por Ferrando, que estando en construcción, se cambió su ubicación y que no llegó a inaugurarse hasta 1902.
La comitiva salió de la Casa Consistorial y por la calle de los Amantes, plaza del Mercado, Tozal y Rubio llegaron a la plaza de la Libertad. La iniciaban timbaleros y alguaciles, y a la cabeza de la presidencia la bandera de la Ex-milicia Nacional que portaba el teniente alcalde Manuel Baquedano, acompañado por el siempre presente en este tipo de actos Mariano Muñoz Nougués, y Vicente Tarrat, a cuya salida sonó el Campanico del Ángel y música. Cerraba la comitiva el alguacil mayor en traje de gala, y otros con la caja de metal que ha de encerrarse en la piedra, paleta de plata, taza de argamasa y los documentos periódicos y monedas que iban a introducirse en ella y finalmente la banda de música de la Beneficencia y el piquete de la guardia civil. Por la tarde se repartieron 800 raciones a las familias pobres consistente cada una en 1000 gramos de pan 367 de arroz y un chorizo. (Fig.11)
La construcción duró un año y se inauguró el 3 de julio de 1896. El ayuntamiento designó a Mariano Muñoz Nougués para ofrecer en nombre de la corporación municipal la corona que todos los años dedicaba a las víctimas que como siempre pronunció un discurso emotivo. Se dedicaron otras coronas por la Ex-milicia, el Centro Federal, la Juventud Republicana y el Turolense. Y finalmente como era tradicional se repartieron 25 pesetas a cada una de las viudas, que aún vivían, de los fallecidos defensores de Teruel.
El monumento se incluyó en la segunda serie de postales editada hacia 1905 por la imprenta de Ángel Mallén, pero impresa en la casa E.J.G. PARÍS IRÚN, de la que hubo dos versiones en fototipia, una de ellas iluminada y otra en blanco y negro, tomads en dirección hacia la Casa de la Comunidad de la que solo se ve la puerta y los huecos de la Logia por la masa de árboles. En 1920 se editó otra postal en dirección contraria, con fondo del cimborrio de la Catedral. Lo interesante de ambas es comprobar la diferencia de las lápidas. Fue el 27 de mayo de 1914, cuando el ayuntamiento acordó hacer lápidas nuevas, sustituyendo la de mármol negro que inicialmente se habían colocado, por piedra blanca. (Fig. 12, 13)
Tras la guerra civil, se prohibió la celebración de las fiestas. De los monumentos existentes, tanto el del Venerable como el de los Mártires de la Libertad, no sufrieron excesivos daños pero este, como se ha comentado pudo ser derribado por los requetés que lucharon junto al franquismo. Lo que se puede confirmar es que se arrancaron las 4 lápidas con los nombres de los 24 que habían muerto. (Fig.14)