José Baldó, flanqueado por Juan Villalba (izda.) y Mario Hinojosa en la presentación de 'Instrucciones para el fin del mundo' en el Museo de Teruel
El Instituto de Estudios Turolenses amplía su línea editorial de narrativa con 'Instrucciones para el fin del mundo' de José Baldó
El libro, coeditado con Prames, se presentó este viernes en el salón de actos del Museo de Teruel
Con el libro Instrucciones para el fin del mundo de José Baldó el Instituto de Estudios Turolenses (IET) amplía su línea editorial de narrativa. Así lo ha destacado el vicedirector de la entidad cultural dependiente de la Diputación de Teruel (DPT), Juan Villalba, este viernes durante la presentación en el salón de actos del Museo de Teruel de la obra de “un escritor local con gran influencia” al que ha augurado “un gran futuro”.
El libro ha sido coeditado con Prames en su selecta colección Las tres Sorores lo que, en palabras del vicedirector del IET, Juan Villalba, ayuda a “romper las fronteras provinciales par ampliar la distribución nacional”.
La obra de Juan Baldó es una antología de trece relatos agrupados en cuatro bloques para darle una estructura más definida. Por lo general, están centrados en el misterio, el suspense, el terror o el thriller, aunque “también participan otras categorías”, según ha señalado Mario Hinojosa, encargado de hacer hablar al autor durante el acto de presentación a través de una minuciosa entrevista tras un breve análisis y la opinión personal sobre la misma.
El propio Baldó ha confirmado que el elemento fantástico “es el nexo de unión de buena parte” de los relatos. “Funciona casi como una “marca de la casa”, mi manera de contar una historia”, ha dicho al definir un primer grupo de narraciones como “de misterio”. “Hay algo de terror de corte clásico e, incluso, un horror más apegado a la realidad que entronca casi con el género criminal o negro”.
En la segunda agrupación, las historias están protagonizadas por niños. Baldó ha admitido que se siente “cómodo narrando desde su punto de vista. La infancia como patio de recreo donde pueden llegar a producirse las situaciones más extrañas y terroríficas”. En tercer lugar, el tema principal es el amor, pero “envuelto por un velo fantástico que difumina las fronteras entre lo real y lo irreal”.
La última parte de la publicación es la más cruda, “con un terror más visceral”, ha apostillado el escritor. Se incluyen tres cuentos que se desarrollan en un escenario más o menos apocalíptico donde “sus personajes se encuentran en situaciones límite, huyen de una amenaza o deben enfrentarse a sus propios miedos”.
Al preguntarle por su inspiración para escribir, Baldó ha dicho que la iluminación puede surgir en cualquier momento y en cualquier lugar, a partir de imágenes, de vivencias… “No tienes por qué estar sentado en la mesa de escritura, sino que puedes estar haciendo cualquier otra cosa, cocinando, comiendo… Es un trabajo que te lo llevas a todas partes; cuando las ideas te secuestran, hay que dedicarles tiempo hasta aterrizarlas en el papel”.
En cuanto a decantarse por los cuentos o las narraciones breves y no por la novela u otro género literario, Baldó ha defendido que, aunque se consideran géneros narrativos menores en muchas ocasiones, “son muy auténticos, muy complejos porque exigen máxima concentración y condensación, encontrar la palabra justa”.
Asimismo, considera que “el relato es cómodo para el lector porque lo lee del tirón y, en ocasiones, también lo es para el escritor porque el desarrollo del bosquejo general sale de un proceso de escritura febril, de una sentada”.
El libro ha sido coeditado con Prames en su selecta colección Las tres Sorores lo que, en palabras del vicedirector del IET, Juan Villalba, ayuda a “romper las fronteras provinciales par ampliar la distribución nacional”.
La obra de Juan Baldó es una antología de trece relatos agrupados en cuatro bloques para darle una estructura más definida. Por lo general, están centrados en el misterio, el suspense, el terror o el thriller, aunque “también participan otras categorías”, según ha señalado Mario Hinojosa, encargado de hacer hablar al autor durante el acto de presentación a través de una minuciosa entrevista tras un breve análisis y la opinión personal sobre la misma.
El propio Baldó ha confirmado que el elemento fantástico “es el nexo de unión de buena parte” de los relatos. “Funciona casi como una “marca de la casa”, mi manera de contar una historia”, ha dicho al definir un primer grupo de narraciones como “de misterio”. “Hay algo de terror de corte clásico e, incluso, un horror más apegado a la realidad que entronca casi con el género criminal o negro”.
En la segunda agrupación, las historias están protagonizadas por niños. Baldó ha admitido que se siente “cómodo narrando desde su punto de vista. La infancia como patio de recreo donde pueden llegar a producirse las situaciones más extrañas y terroríficas”. En tercer lugar, el tema principal es el amor, pero “envuelto por un velo fantástico que difumina las fronteras entre lo real y lo irreal”.
La última parte de la publicación es la más cruda, “con un terror más visceral”, ha apostillado el escritor. Se incluyen tres cuentos que se desarrollan en un escenario más o menos apocalíptico donde “sus personajes se encuentran en situaciones límite, huyen de una amenaza o deben enfrentarse a sus propios miedos”.
Al preguntarle por su inspiración para escribir, Baldó ha dicho que la iluminación puede surgir en cualquier momento y en cualquier lugar, a partir de imágenes, de vivencias… “No tienes por qué estar sentado en la mesa de escritura, sino que puedes estar haciendo cualquier otra cosa, cocinando, comiendo… Es un trabajo que te lo llevas a todas partes; cuando las ideas te secuestran, hay que dedicarles tiempo hasta aterrizarlas en el papel”.
En cuanto a decantarse por los cuentos o las narraciones breves y no por la novela u otro género literario, Baldó ha defendido que, aunque se consideran géneros narrativos menores en muchas ocasiones, “son muy auténticos, muy complejos porque exigen máxima concentración y condensación, encontrar la palabra justa”.
Asimismo, considera que “el relato es cómodo para el lector porque lo lee del tirón y, en ocasiones, también lo es para el escritor porque el desarrollo del bosquejo general sale de un proceso de escritura febril, de una sentada”.