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El historiador de Teruel David Alegre tiene nuevo libro, ‘Comunidades rotas’: “Ninguna guerra civil es inevitable, todas dependen de quien toma las decisiones” El historiador de Teruel David Alegre tiene nuevo libro, ‘Comunidades rotas’: “Ninguna guerra civil es inevitable, todas dependen de quien toma las decisiones”
David Alegre durante la presentación del ensayo histórico en el Casino de Teruel

El historiador de Teruel David Alegre tiene nuevo libro, ‘Comunidades rotas’: “Ninguna guerra civil es inevitable, todas dependen de quien toma las decisiones”

Lo ha presentado recientemente en la capital y Andorra
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Tras La Batalla de Teruel (Esfera de los Libros) y Europa desgarrada (Prensas de la UZ), el joven historiador turolense David Alegre vuelve a trabajar al alimón con Javier Rodrigo –que junto a Miguel Alonso también participó en Europa desgarrada– para presentar Comunidades Rotas. Una historia global de las guerras civiles (1917-2017) (Galaxia Gutemberg). Los dos historiadores aragoneses cubren un hueco en la historiografía tradicional al analizar el fenómeno de la guerra civil en el último siglo de forma global, estudiando las recurrencia y las particularidades de cada caso, y aportando herramientas para analizar críticamente una tipología de proceso fundamental en la configuración del mundo actual, y que en opinión de los autores ha sido habitualmente ninguneada.

- ¿Por qué una historia global de las guerra civiles en los últimos cien años? ¿Cuál es la pertinencia de Comunidades Rotas?

- Es un tema de actualidad en un momento en el que la política europea está condicionada por la llegada de refugiados, y se refleja en la opinión pública de todo el continente, quizá más en otros países que en España. Y la llegada de refugiados está causada por las guerra civiles en Oriente Medio, principalmente Siria pero también Irak, el este de Turquía, Afganistán... Son problemas que nos interesa entender para conocer las razones de esas grandes oleadas de refugiados, que son uno de los grandes retos que nos toca enfrentar. Y otra cuestión es el caballo de batalla que siempre hemos tenido mis compañeros más cercanos, como el coautor Javier Rodrigo y yo mismo, que es situar en perspectiva la historia de España. Intentar romper ese falso mito de la particularidad hispánica, el tópico de que tenemos una tendencia fratricida que no existe en otros lugares, y cuya falsedad se pone precisamente de manifiesto cuando estudiamos a fondo la guerra civil como un fenómeno global. 

- ¿La historiografía oficial adolece de estudios de este tipo, que en lugar de analizar cada una de las guerra civiles las estudia como conjunto?

- No había nada. Se han hecho muchos intentos parciales pero desde una perspectiva cultural, estudiando los discursos o las ideas sobre la guerra civil. Pero nosotros la hemos estudiado como proceso, como acontecimiento, como hecho histórico radicalmente humano. Pensamos que una guerra civil no ocurre en el mundo de las ideas, que es lo que entiende la historia cultural, sino que es algo dramático que afecta a las personas como seres individuales. 

- Usted ha dicho que tras la era de los grandes conflictos internacionales, las guerras civiles son hoy el conflicto más habitual y recurrente... Pero los segundo siempre han existido y no son consecuencia de los primeros... ¿o sí?

- Las guerras internacionales, entre potencias, han tendido a disminuir de forma exponencial, sobre todo por la aparición de la bomba nuclear que impide la existencia de enfrentamientos directos. Pero al contrario vemos como en un contexto de expansión y consolidación del capitalismo, de descolonización durante al Guerra Fría, las grandes potencias empiezan a intervenir en los países de lo que hoy llamamos Tercer Mundo intentando controlar sus recursos naturales y sus élites políticas para atraerlos a sus esferas de influencia. Por lo tanto las grandes potencias en lugar de enfrentarse entre ellas dirimen sus cuitas en zonas periféricas, que es lo que hemos visto durante la segunda mitad del siglo XX. Ese repunte de las guerras civiles tienen que ver con causas internacionales geopolíticas pero también con causas domésticas. La verdad es que no podemos explicar las guerras civiles de África solo en base a los intereses externos y las presiones internacionales, que es otro topicazo. Y de hecho efectivamente las guerras civiles siempre han existido; en la Mesopotamia del 5.000 a. C. tenemos los primeros registros históricos, y en el s. IV a. C. aparece el primer tratado bien realizado desde el punto de vista historiográfico, con Historia de la guerra del Peloponeso de Tucídides. Los Bellum Civile fueron claves en la construcción del Imperio Romano. La guerra interna, la que rompe comunidades, es efectivamente tan vieja como el ser humano. 

- ¿Qué características comunes comparten las guerras civiles, que permiten observarlas como un fenómeno global?

- Tenemos que empezar pensando que son fenómenos complejos y variables, pero hay una característica común fundamental muy curiosa, y es que la guerra civil se resiste a ser nombrada. Nadie de los que combaten en una guerra civil suele reconocer que lo está haciendo porque hablar de hablar de guerra civil significa admitir la legitimidad el adversario, y en este tipo de conflicto eso se niega por naturaleza. En España por ejemplo los sublevados sostienen que luchan en una guerra de liberación nacional contra la influencia de la Unión Soviética que ha contaminado contra algunos individuos de la sociedad española. Esto es constante en todas las guerras civiles. En segundo lugar, una guerra civil se define por ser muy irregular desde el punto de vista militar. No suelen tomar parte en ellas ejércitos nacionales bien formados, con frentes buen definidos, con potencias de fuego constantes o batallas bien localizadas... Una guerra civil no es una guerra convencional, y en este sentido España sí que es una excepción, porque efectivamente tuvo dos grandes ejércitos de masas, con movilizaciones, frentes y batallas bien definidos, pero lo habitual es que estemos hablando de pequeños grupos armados que no actúan a campo abierto. Vietnam es un caso paradigmático, pero todas las que hubo en el Congo, en Centroamérica entre los años 60 y 90... lo que hoy llamamos guerras de guerrilla. Otra característica es que tienen lugar en países pobres, periféricos, no ocurren en los centros geopolíticos, y esto no es debido a que sean más atrasados, sino a razones que ya hemos apuntado antes. Estas guerras son inviables sin apoyo externo, precisamente porque tienen lugar en países pobres sin capacidad para mantener un esfuerzo de guerra prolongado. Otra característica importante es que, al contrario de lo que en ocasiones se opina, una guerra civil nunca es inevitable, ninguna guerra lo es, todas son contingentes. Es decir, todas dependen de que en un momento concreto alguien toma las decisiones dirigidas a que haya una guerra. Es decisión y voluntad de unas élites, que en el caso de las guerras civiles suelen tener que ver con el reparto de poder político o a la construcción del Estado, sobre todo en países que se están formando, pensemos en Asia, África o incluso Centroamérica. Y también destacaría que la guerra civil está definida por la existencia de un enemigo  interno. Mientras se hace a nivel militar frente a un enemigo armado frente a ti, tiene lugar una limpieza interna contra el enemigo político que se considera subversivo y contaminante. Al final una guerra civil es la búsqueda de la resolución de los problemas estructurales de forma radical, mediante la violencia, o al menos su ocultación, porque los problemas no se suelen arreglar nunca a través de la violencia. Y eso hace que todas las guerras, especialmente las civiles, escapen a cualquier planificación. Una vez se desatan cobran vida y ninguna mesa de operaciones, ningún Estado Mayor es capaz de controlar su desarrollo. 

- Ha hablado de guerra de guerrilla, lo que implica algo tan terrible como que difícilmente terminan con una victoria clara que pone fin al conflicto.

- Efectivamente. Nunca terminan con un tratado de paz a menos que venga impuesto desde fuera. Que ahora mismo recuerde la única guerra civil que termina con un tratado bien definido es la de Bosnia, y las guerras de Yugoslavia en general, que terminan en 1995 con los acuerdos de Dayton. Pero lo habitual es que se busque la victoria incondicional sobre el enemigo, y como el enemigo no se reconoce como legítimo, no es necesario un tratado de paz sino que es suficiente con aplastarlo. Nosotros hemos trabajado con el concepto de ciclos bélicos largos, que es una de las características importantes que atraviesan el libro. Y es que las guerras civiles suelen tener una dimensión contagiosa muy importante, y esto tiene mucho que ver con que están caracterizadas por la participación de militares profesionales. Gente que se gana la vida yendo de guerra en guerra. Eso hace que las prácticas bélicas y de violencia se reproduzcan de un conflicto a otro porque esta gente va pululando por el mundo, poniéndose al servicio de quien está interesado en hacer la guerra. 

- Rodrigo y usted han acotado su trabajo a los últimos cien años, entre 1917 y 2017. ¿Por qué precisamente este periodo histórico?

- Durante ese periodo analizamos varias decenas de conflictos con bastante exhaustividad y referenciamos muchos más de forma más o menos extensa, porque guerras civiles han habido como 250 en los últimos 50 años. Empezamos en 1917 porque es el año de la guerra civil rusa derivada de la revolución soviética, porque consideramos que este fue el acontecimiento capital del siglo XX. La alternativa comunista al capitalismo será lo que condicione el siglo, cuya doctrina emancipadora será muy influyente en los países nacientes tras la descolonización, y que será copiada, reinterpretada y puesta en marcha a su modo por el modelo Chino comunista, que también se impone tras una guerra civil. Y llegamos hasta 2017 de forma un poco simbólica, porque en realidad nuestro análisis más profundo termina con las guerras derivadas de la disolución del comunismo. Vemos hasta qué punto la implosión del sistema comunista, sobre todo en Rusia y en Europa central, acabó generando un conjunto de guerras civiles muy lesivas en todo el conjunto del antiguo imperio soviético. 

- Sin embargo hay que aclarar que Comunidades Rotas no es un compendio, un listado de las guerras civiles en orden cronológico sin más...

- No. Eso ya existe y todo el mundo tiene muchos recursos a mano para conocer cada conflicto de forma individual. Por eso nosotros queríamos aportar claves interpretativas para comprender qué recurrencias, qué continuidades y qué disrupciones hay entre ellos. 

- ¿Qué papel juega España en ese ‘continuum’ de guerras civiles en el último siglo? ¿Qué particularidades tiene? ¿Hasta qué punto constituyó un ensayo de la guerra mundial por encima de otras consideraciones?

- No está mal traído eso de que sea un preludio de la guerra mundial, porque los republicanos sabían que iban a perder militarmente y sus esfuerzos iban dirigidos a ganar tiempo para conseguir que la guerra civil española fuera parte de un conflicto europeo, y en la que el apoyo de Francia e Inglaterra sería decisivo para la victoria. Estuvieron a punto de conseguirlo, porque la Batalla del Ebro es de julio a noviembre de 1938, y en ese momento ya tuvo lugar la crisis de los Sudetes en Munich. Ahí se acordó repartir Checoslovaquia a espaldas de los checoslovacos, y digo esto por lo autocompasivos que somos los españoles muchas veces, los españoles de izquierda, evidentemente, cuando se lamentan de que las democracias europeas dejaron abandonada a España... Pero a los checoslovacos directamente les repartieron el país sin preguntarles. Las potencias mundiales decidieron que para intentar acabar con el factor de conflictividad y evitar una guerra mundial era mejor sacrificar a los checoslovacos, dividir el país, entregar los Sudetes a Alemania, que era donde tenían la frontera y todas las fortificaciones.  

Dicho esto, nosotros encuadramos la guerra civil española dentro de un ciclo bélico largo que de hecho inicia, el del fascismo contra el antifascismo. Es la primera de una larga serie de guerra que luego veremos en diferentes zonas de Francia durante la ocupación alemana, en Italia hay una guerra muy cruenta entre 1943 y 1945, en la Yugoslavia ocupada por el Eje hay numerosas guerras civiles, en los territorios ocupados por la Unión Soviética también. Lo que comparten estos conflictos es la lucha entre el fascismo y el antifascismo, entre otros muchos elementos que analizamos en el libro. En este sentido la guerra civil española, que tuvo gran impacto mediático, fue el espejo donde se miraron las que vinieron después. Marcó el camino de la izquierda europea a la hora de entender, por ejemplo, que para derrotar al fascismo tenían su sumar fuerzas demócratas liberales y revolucionarios. Por tanto España no es tan diferente al resto de Europa hasta en año 45 o 47... a partir de ahí, cuando aquí sobrevive el fascismo y en el continente se imponen las democracias es cuando empieza la especificidad de España. Eso si que es una especificidad real. Lo fundamental en el caso de España es que en Comunidades Rotas planteamos interrogantes al lector para que salga del espacio de confort que suele ser ese ombliguismo que tenemos, que tampoco nos caracteriza a nosotros, ya que todos los países están centrados en sus problemas y son autocompasivos, con esos típicos discursos nacionalistas, y queremos romper eso, porque pensamos que son discursos muy al servicio de determinados intereses políticos, y van en contra de la conciencia crítica que creo que hay que promover. 

- ¿Hay alguna otra guerra civil que le llame especialmente la atención por algún motivo?

- Hay muchos, pero hay un caso muy curioso en el caso de la guerra de Corea (1948-53). Es una guerra civil donde el componente internacional que siempre existe en todas es especialmente importante, y es extremadamente parecida a la española. El primer año las unidades tienen mucha movilidad por toda la península coreana, y termina estabilizándose en un frente muy definido, muy cruento, con mucho desgaste y mucha represión en la retaguardia, tanto en la comunista como en la del sur. El resultado es diferente, en este caso hubo una partición en dos países, en gran parte por la igualdad de fuerzas y el estancamiento militar debido al apoyo de China y la Unión Soviética por un lado y Estados Unidos por el otro, pero las similitudes de esta guerra con la española son sorprendentes. 

- Sivan Zerdesti, del Congreso Nacional Kurdo, estuvo en 2017 en Teruel y dijo, entre otras cosas, que todos los estados modernos han nacido a través de la sangre y las guerras. ¿Está de acuerdo con esta afirmación?

- Completamente. Además lo dice un kurdo, que lo puede afirmar de primera mano, porque el estado turco es uno de los que más se ha forjado en base a la violencia colectiva, con procesos de limpieza contra armenios, contra griegos y ahora mismo contra los kurdos desde los años 80, con un conflicto abierto en toda regla en la fronteras orientales de Turquía. Nosotros defendemos que las guerras civiles han estado sorprendentemente en una posición secundaria entre las preocupaciones de la historiografía y de las opiniones públicas. Y sin embargo definen el mundo en el que vivimos; el mundo actual es deudor de guerras y procesos de violencia masiva. No todo son guerras civiles, porque si el Estado ejerce el monopolio de la violencia sobre una minoría es otro tipo de problema, como un genocidio o una limpieza étnica, pero efectivamente la guerra civil está en el centro de la formación de la mayor parte de los estados que conocemos. 

- Eso da que pensar. ¿Quizá el concepto de Estado moderno es un concepto fallido, en el sentido de que ha de forjarse sobre la violencia?

- Los estados modernos se forjan en el siglo XIX. Un estado contemporáneo implica la extensión de una burocracia y de unas redes clientelares que implican mucho poder. No es casual que en la península ibérica haya al menos tres guerras civiles en ese siglo, las Carlistas, que son por la definición del estado. El reparto de poder supone reparto de beneficios económicos y muchas otras cosas muy jugosas. Y si ves vedado tu acceso a ese reparto de poder tomar las armas parece una buena opción en muchos casos. 

- ¿Comunidades Rotas está dirigido a estudiosos de la historia o a un público general?

- Yo siempre he querido escribir para todos los público. El trabajo del historiador o de cualquier humanista solo tiene sentido si tienes un público amplio, no tiene sentido escribir para cuatro colegas. Yo trato de esmerarme mucho con la escritura, que creo que en general está muy devaluada. Acudo a todos los sitios donde me invitan para tener contacto con la gente porque eso me ayuda a saber qué espera el público de mí. Y siempre intento plantear retos a la gente, sacarlos de su espacio de confort y ayudarles a desarrollar una conciencia crítica. Yo creo que Comunidades Rotas es un libro con muchos niveles. Creo que es fácil de leer, que todas las partes están bien conectadas a través de una narrativa, pero con partes individuales que funcional lo suficientemente bien por sí solas, como para que si a ti te interesa una guerra en concreto, puedas consultarla, te enteres perfectamente, y además conozcas los ecos previos y posteriores que implicó, para lo cual es muy útil un buen índice onomástico que incorporamos. Por su volumen el libro puede asustar un poco, pero invito a la gente a que no se sienta abrumada.  Estamos en una batalla de la cultura y el conocimiento y tenemos que ganarla precisamente ganando al gran público. La gente tiene interés por las cosas, en mi gremio y en el de los docentes hay mucha autocompasión con aquello de que "la gente no tiene interés", pero igual es porque nosotros estamos haciendo algo mal