El gaitero Carlos Núñez actúa el miércoles en Teruel: “En Villastar se encontró uno de los textos celtas más antiguos que se conocen”
Presenta La Hermandad de los Celtas’Decir Carlos Núñez es casi tanto como decir Paco de Lucía o Duke Ellington. Es un virtuoso, en su caso de la gaita, las flautas y la ocarina, y la mayor referencia de la música y la cultura celta fuera de las islas británicas. Pero sobre todo es un estudioso que ha ido más allá de lo musical, que ha ensanchado el concepto de lo celta y que lo ha convertido en un sustrato cultural que reúne y sintetiza elementos dispares desde hace al menos tres mil años, que proceden de África, de la India, de Irlanda, de su galicia natal o de la localidad turolense de Villastar.
Este martes 26 de diciembre, a partir de las 20.30 horas, Carlos Núñez debuta en Teruel, en un concierto que tendrá lugar en el Teatro Marín. Estará acompañado por su hermano Xurxo Núñez (percusión), Pancho Álvarez (guitarra atlántica, fídula), Jon Pilatzke (fiddle, step dance), Itsaso Elizagoien (trikitixa) y Yoann Le Goff (gaita escocesa), la banda con la que estará girando hasta primavera presentado el libro La Hermandad de los Celtas.
- Hábleme de La Hermandad de los Celtas. ¿En qué consiste esa obra?
- Yo necesitaba afrontar este libro, porque siempre ha existido una visión muy misteriosa, brumosa y mágica de todo lo que acompaña a la música celta. Se echaba en falta un estudio científico que arrojara un poco de luz. La editorial de Espasa me propuso hacer este libro y me preguntaron si en seis meses podría tenerlo listo. Yo les dije que sí, y les engañé, porque han sido tres años de trabajo. Pero estoy encantado porque he aprendido muchísimo. Han sido tres años a fondo con los mejores arqueólogos, lingüistas, historiadores y musicólogos especializados, y entre todos hemos podido constatar que el conocimiento sobre los celtas ha cambiado. Hoy hay una idea completamente diferente a la que se tenía hace algunos año. Siempre nos habían dicho que los celtas venían de centroeuropa, que eran unos señores con cuernos como los vikingos, que llegaban por los Pirineos... y hoy sabemos que fue todo lo contrario. Lo celta no ha sido una raza, ni un ADN ni nada de esto... lo celta fue un sistema cultural de intercambio cuya manifestación más antigua está en el Atlántico. Desde el Mediterráneo llegaban novedades y precisamente aquí, en la Península Ibérica, entraban en contacto con el Atlántico, y se reinventaban, se modernizaban... se hacía una síntesis y se convertía en celta. Y desde aquí, desde la península, seguía su transcurso hacia el norte, por el corredor atlántico, hacia las islas británicas, Bretaña, y su entorno. ¿Dónde encontramos a día de hoy las lenguas celtas más antiguas que se conocen? En la Península Ibérica.
- ¿Más antiguas incluso que en Irlanda o Escocia?
- Efectivamente. Las manifestaciones de la lengua celta escrita más antiguas se localizan en la Península Ibérica. En concreto en la zona de Tartesos, lo que hoy sería Cádiz y Huelva. Y las gaitas no vinieron de Escocia hacia el sur, sino que fue al revés. Aquí hay cantidad de estelas de guerreros grabadas en piedras de la Edad del Bronce, de hace 3.000 años, que mil años después te las encuentras en lengua celta, con carácteres latinos. Es decir, que los celtas de hace 2.000 años ya tenían sus propios celtas antiguos. Lo celta en el fondo es una filosofía que consiste asentarte en tus raíces del pasado, en tus ancestros culturales, y asimilar las cosas nuevas que te llegan para darles tu sello y hacerlas tuyas.
- Pero lo celta siempre evoca un gran sentimiento de pertenencia, de grupo...
- Sí, lo que se denomina the Celtic Connection. Pero no es incompatible. Siempre en lo celta existe una voluntad de conectar, de hacer el esfuerzo por encontrar el común denominador, los contactos y los parecidos con otras cosas. En cierto sentido es todo lo contrario a lo que ocurre con otros géneros, como el flamenco, que basa su seducción en la exclusividad, en la necesidad de nacer gitano para sentirlo completamente. Sin embargo lo celta consiste en establecer puentes y en ver cosas parecidas a lo propio en culturas diferentes.
- En ‘La Hermandad de los Celtas’ habla de muchos lugares clave en la cultura celta dentro de la Península Ibérica, y uno de ellos está en Teruel, el Santuario Celtíbero de Peñalba de Villastar... ¿en qué sentido fue importante este emplazamiento?
- Fue importantísimo. Y de hecho hice un viaje a Irlanda exclusivamente para hablar con un profesor de lenguas celtas antiguas, que se llama Graham Isaac, de la Universidad de Galwin. Le llevé un texto encontrado en Villastar dedicado al dios celta Lug, uno de los textos más antiguos que se conocen en el mundo en lenguas celtas. Ese texto es de hace unos dos mil años, viene a decir algo así como que ese lugar se dedica al dios Lug, y lo escribió un bardo que ya tenía una intención poética, seguramente acompañado de una lira para cantarlo. Tiene rima, aliteración, musicalidad... Eso significa que ya tiene influencia latina, que los bardos ya eran bilingües. Estaban por aquí los romanos y los bardos que hablaban las lenguas celtas que se utilizaban en Teruel ya estaban aprendiendo de ellos a escribir con caracteres latinos. Los arqueólogos calculan que hubo dos o tres siglos de bilingüismo hasta que se cambió definitivamente al latín y después se originaron las lenguas romances. Ese texto es fascinante, porque cuando Isaac me leyó el poema me pareció como un conjuro, como algo mágico... Me explicó que nunca sabremos exactamente cómo se pronunciaba, porque al ser lengua celta escrita en carácteres latinos es como si leemos un texto en francés sin saber esa lengua, pronunciándola con la fonética española. Pero aún así era evidente que tenía rima y ritmo interno.
Ese texto se lo descubrí a Alan Stivell, uno de los grandes de la música celta que la hizo muy famosa en Europa en los 60 y 70, y como es bretón entendía algunas de las palabras. ¿No te parece precioso e impresionante que un bretón del siglo XX entienda parte de un texto que se escribió en Teruel hace unos 2.000 años?
- ¿Esa latinización, esa romanización, no supuso el fin de lo celta?
- Lo más impresionante de todo es que tras dos o tres siglos de bilingüismo los bardos pasaron a ser romances y a hacer canciones en la lengua latina, pero eso no quiso decir que se olvidaran de su pasado, de sus leyendas, de sus historias. Sencillamente se transfirió la tradición celta, anterior, a la lengua romance que entonces era el futuro. Así que del mismo modo que hoy en día tenemos palabras celtas, como perro o centolla, pues Martín Almagro, catedrático de Arqueología de la Complutense, ve en el Mío Cid un romance escrito en lengua castellana, pero con muchas similitudes a las estelas sobre los guerreros celtas que aparecían hace dos mil o tres mil años en la Península Ibérica. Y en Irlanda se dio un fenómeno muy similar, porque pasaron a hablar inglés pero, gracias a los monjes que copiaron muchas de sus tradiciones célticas anteriores, todavía se conservó mejor ese legado. En suma, todo esto indica que no hubo cortes en el desarrollo cultural, sino transferencias de éxitos anteriores reutilizados continuamente.
- ¿En la música también aparecen esos sintomas de continuidad, de no ruptura?
- Los musicólogos han encontrado elementos activos de las liras de los bardos, que hoy conocemos por restos científicos, con ceros y unos, que son códigos binarios que representan las armonías que se tocaban con liras y arpas, mucho más antiguas que las músicas medievales. Esos ceros y unos, que denominan la double tonic era un sistema de armonía basado en el contraste entre tensión y no tensión, muy antiguo y al mismo tiempo muy moderno, muy minimalista, como una foto en blanco y negro. Y ese sistema ha sobrevivido en muchas músicas contemporáneas, entre ellas el rock and roll. En el siglo XVI muchos británicos pobres se marcharon a Estados Unidos, aquello se mezcló con lo africano y se renovó. Y cuando con The Beatles volvió en forma de pop a las islas británicas en los años 60, los británicos lo que hicieron fue recibir de vuelta sus tradiciones célticas, renovadas y ganadoras con ese componente rítmico africano que había adquirido en EE. UU.
- Pero el desarrollo cultural también debería nutrirse de creaciones, de cosas realmente nuevas.
- Es que en realidad lo son, una vez se funden. Una de las reflexiones del libro es animar a los jóvenes creadores a que no copien directamente de los américanos o los ingleses. Desde los años 80 en España, especialmente en Madrid, se cayó un poco en esa modernidad mal entendida, en que había que desconectar de nuestras tradiciones y nuestro pasado para ser modernos. Y apenas unos meses después de publicar el libro tienes a Rosalía haciendo pop desde las raíces flamencas, cambiando el cajón o la guitarra por palmas o sonidos de músicas urbanas. O a Amaya cantando un villancico asturiano con una pandereta, o a Salvador Sobral cantando canciones en euskera o gallego... Está pasando algo, hay una nueva generación que está empezando a conectar con las tradiciones, y eso me hace estar muy esperanzado con nuestra música en el futuro.
- Hace 30 años el fenómeno de la música Celta no era en España lo que es ahora... ¿Cómo logró introducirla a pesar de la gran influencia mediterránea?
- En España hay una diagonal que descubrió el profesor Manzano, que parte desde Cádiz hasta los Pirineos pasando por al sur de Teruel. De esa diagonal hacia arriba tenemos instrumentos como la gaita y semejantes. Instrumentos antiguos con una teoría musical anterior a la música alemana de acordes mayores y menores y la escala dividida en doce semitonos. Y de esa diagonal para abajo está el mundo de la guitarra. Y los expertos identifican esa diagonal con la misma que marca la diferencia de las lenguas celtas y las íberas. Es decir, que casi 3.000 años después la frontera entre el mundo celta e íbero sigue correspondiéndose con el mundo de las músicas celtas y el de la guitarra y el flamenco. Madrid, que está en el centro de esa diagonal, desconectó del norte en los años 80 y se tiró en plancha hacia el rock y hacia el flamenco, que están muy bien, pero desdeñó una parte muy importante de su tradición.
- ¿A qué se debió esa toma de partido que desechó la herencia celta?
- Quizá por comodidad. Era más fácil tirarse a lo que funcionaba, a lo que gustaba a los turistas. Y con el rock igual; siempre es más fácil copiar el género de moda del momento, que ya te viene servido desde Estados Unidos y solo tienes que traducirlo al castellano.
- ¿La popularización de lo celta supone un riesgo de que se desvirtúe en exceso?
- Eso no es un riesgo. Bajo el paraguas de lo celta se hace música indie, rock, pop, electrónica, clásica incluso... Realmente la música tradicional no debería ser un nicho más, sino un sustrato sobre el que todos bebamos, hagamos la música que hagamos. En latinoamérica cualquier músico, sea del estilo que sea, siempre pone con orgullo un sello de identificación de su país, sea Juanes, Shakira, Gustavo Santaolalla o León Gieco. Eso es deseable y en España es muy difícil encontrarlo, sobre todo con artistas del norte, de esa franja de la que te hablé hacia arriba.
- ¿Qué diferencias existen entre la gaita de boto aragonesa y la gaita gallega o la escocesa?
- La gaita se actualizó hace mil años en la Península Ibérica. Aquí llegan todas las novedades y adelantos tecnológicos del Mediterráneo, entre ellos los calibres cónicos que hicieron que pudiera tocarse a mucho mayor volumen. Mi gaita produce 110 decibelios, que es más de lo que puede tocar AC/DC en un concierto en Suiza, por sus leyes. A partir de ahí la gaita se extendió desde la península hacia el norte, y se conviertió en un lenguaje común igual que lo fueron las lenguas celtas. Y poco a poco cada país fue cambiando su gaita. Los escoceses en el siglo XIX la convirtieron en un superhombre militar, fabricaron un mito con las plumas encima de la cabeza para que fuera más alto, puesta como si fuera un papagayo. Y en Aragón la gaita de boto se vistió con el traje de una niña, que después viajó a Baleares e incluso en el sur de Italia, por influencia de la Corona de Aragón.
- De hecho en el Teatro Marín le veremos tocando con gaitas de boto turolenses...
- Sí, estamos preparando sorpresas, y de hecho queremos contar con gaiteros jóvenes de la zona con la que prácticamente vamos a formar una banda. Y si alguien toca música tradicional y tiene algo que decir, desde la gaita o desde la guitarra eléctrica, le invito a que contacte con nosotros a través de las redes sociales. Para mí los conciertos siempre son una plataforma para enriquecernos en este sentido. Esta experiencia la viví con The Chieftains, que me subieron al escenario cuando yo tenía 18 años, y me cambió la vida.
- Casi no hemos hablado del concierto... ¿qué temas va a repasar, qué podremos escuchar?
- Estaremos el grupo con el que estoy girando este último año. Entre ellos estará Jon Pilatzke, uno de los mejores violinistas de música celta del mundo, que es parte de The Chieftains. Kyra Taff interpretará con arpas antiguas músicas del manuscrito Ap Huw, que se ha descubierto recientemente con las músicas de los bardos más antiguas que se conocen. Y también tendremos al pipe major de la New York Pipe Band, Yoann Le Goff, que también nos acompaña en la gira. Va a ser un concierto muy especial, y además será la primera vez que toquemos en Teruel.
- ¿Cuál es la diferencia entre estar orgulloso de tus raíces, sean celtas o de cualquier otro tipo, y ser un nacionalista exclusivista?
- El arqueólogo Barry Cunliffe me explicó una vez que Europa es un pedazo de tierra rodeado de cinco mares. Cada uno de esos mares es una casa, y cada casa tiene una energía y una filosofía de vivir. El Mediterráneo desde la antiguedad es una casita pequeña, segura, conocida, y el Atlántico es un mundo gigante, sin límites conocidos, lleno de misterios, de preguntas, de enigmas... Así que es inevitable que desde el Mediterráneo la filosofía de vida sea más realista, y en el mundo celta todo sea pura síntesis, pura mezcla. Lo grandioso del mundo celta es que siempre hay conexiones comunes con los demás, una de sus características definitorias es el respeto por la variedad y, al mismo tiempo, el disfrute de esa variedad. Paul McCartney dijo una vez que en la música celta encontraba algo que conectaba con la música de la India, los mismos bordones y muchas cosas similares. Esas cosas que encontramos en común en el fondo tienen sustratos más antiguos que nos llevan a otras partes del mundo. Las blue notes del blues existen en las músicas celtas, en las músicas más antiguas de las islas Orcadas, pero también en músicas africanas. Otra cosa es que desde la política se intente utilizar en diferentes momentos de la historia la tradición para intereses particulares. Napoleón ya habló de la música celta como a él le interesaba, o cuando se descubrieron las lenguas celtas en las islas británicas, en el 1500, Irlanda y Escocia lo aprovecharon como elemento nacionalista, para diferenciarse de los ingleses. Pero eso, en el fondo, no tiene nada que ver con lo que significa el universo celta.