El artista hispano mexicano Vicente Rojo, en Turia: “Uso la geometría como un lenguaje: el que está en los orígenes”
La revista publica poemas inéditos del portugués Ruy BeloLos lectores del nuevo número de la revista TURIA, que se distribuye este mes de marzo, podrán disfrutar de dos entrevistas a fondo con el pintor, diseñador gráfico y editor hispano mexicano Vicente Rojo y con el escritor español Álvaro Valverde. Se trata de dos conversaciones exclusivas, que permiten no sólo conocerlos mejor, sino también descubrir sus opiniones sobre un amplio repertorio de temas de interés. Ambos son, por encima de todo, autores de una obra de marcada originalidad y relevancia en sus respectivos ámbitos.
La brillante y fecundísima labor de una leyenda viva de la cultura latinoamericana contemporánea como Vicente Rojo deslumbra y emociona a cualquiera que se sumerja en su múltiple e intensa trayectoria creativa. Se ha dicho que la dilatada labor de Rojo representa como pocas el poder de la imaginación y es verdad porque, además, “pinta la escritura” y “escribe la pintura”.
Por su parte, el extremeño Álvaro Valverde es uno de los nombres indiscutibles de la poesía española actual. Una reconocida labor creativa que se complementa con una fecunda tarea como crítico de poesía en diferentes periódicos y revistas de difusión nacional. Observador y protagonista a un tiempo del quehacer literario contemporáneo, Valverde declara en TURIA que “resulta imprescindible sentir la soledad para vivir la literatura”.
Vicente Rojo y Álvaro Valverde son, sin duda, dos personalidades muy atractivas y su opinión nos enriquece a la hora de interpretar este tiempo tan difícil y complejo que vivimos. En TURIA nos hablan, con absoluta libertad y franqueza, de sus respectivas obras e itinerarios vitales. Y, sobre todo, con sus respuestas se ocupan también de abordar diversas cuestiones que nos afectan o interpelan.
Además, entre otros contenidos relevantes, el nuevo número de TURIA descubre al gran poeta portugués contemporáneo Ruy Belo, una de las voces más personales y singulares de la lírica lusa del siglo XX. Y lo hace a través de una breve antología de textos y una nota introductoria a cargo del profesor extremeño Antonio Sáez Delgado, de la universidad portuguesa de Évora.
En la entrevista que TURIA publica con Vicente Rojo (Barcelona, 1932), mantenida en su estudio mexicano de Coyoacán, éste defiende el espacio de la plástica como un refugio: lo considera el último reducto de la libertad individual. Quien fuera sobrino del general Rojo, último jefe del Estado Mayor del Ejército republicano durante nuestra Guerra Civil, ha sido sin duda uno de los creadores más importantes no sólo de México, donde revolucionó tanto la pintura como el diseño gráfico de los libros, sino uno de los más destacados artistas latinoamericanos. Su trabajo abarca distintos ámbitos como pintura, libros de artista, ilustración, grabado y escultura, así como una multitud de series pictóricas y escultóricas desarrolladas durante décadas. «He tratado de hacer una suerte de geometría, respetada por un lado y enriquecida por otro, sometida a nuevas pruebas visuales», asevera.
Vicente Rojo, que ha pasado su vida tratando de imaginar que siempre está comenzando, concibe a la geometría un lenguaje, mientras que el denominador común de su obra sería la idea de que la imaginación –o asimilación inmediata de las posibilidades de las cosas es- infinita.
No olvida, en la conversación con el periodista Alejandro García Abreu, su trabajo como editor junto a Octavio Paz y cómo juntos “explorábamos los vínculos entre la obra plástica y la palabra escrita”. Y es que, para Rojo, “texto e imagen cohabitan los mismos espacios mentales en una vasta gama de correspondencias y complicidades”.
A propósito del papel de la memoria en su tarea creativa, Vicente Rojo confiesa que “desde niño, la conciencia del alborozo inseparable del dolor ha normado mi vida y mi trabajo”, Y comenta en TURIA cómo su primer recuerdo se remonta al 19 de julio de 1936: Recuerdo la reacción que hubo en Barcelona frente al alzamiento militar de Franco. Yo lo veía todo a través de la ventana de mi casa. Sobre el Paseo de San Juan se abre paso una imagen fuerte, nítida en términos plásticos: los camiones que pasaban con gente gritando o cantando mientras levantaba armas y banderas. Comienzo a ver el mundo a partir de esa doble imagen que tiene —tal como evoco en el Diario abierto—, unidos en una sola visión el sentido de la celebración y la tragedia. No olvido los brillantes colores, la euforia popular y, al mismo tiempo, está la presencia de las armas”.
Preguntado por el carácter lúdico de su obra, Rojo relaciona al circo con el espectáculo de la vida: “el circo representa nuestra vida cotidiana: la belleza y el riesgo existentes”. Y sobre su expresión poética, se muestra concluyente: “por un verso de un poema me atrevería a cambiar toda mi obra”.
Álvaro Valverde: “Hay un paisaje supeditado a la vida interior del que lo contempla”
El escritor Álvaro Valverde (Plasencia, Cáceres, 1959) es, por derecho propio, uno de los nombres más destacados de las letras españolas de nuestros días y su dilatada e interesante obra poética lo sitúa entre lo mejor de nuestra lírica contemporánea. Colaborador habitual de TURIA y de numerosas revistas y periódicos en los que ejerce la crítica literaria, cuenta Valverde también con una larga y acreditada trayectoria como gestor de instituciones culturales y promotor del fomento de la lectura.
En la entrevista que TURIA publica con el también poeta y periodista Fernando del Val, Álvaro Valverde reconoce que ciudad y naturaleza son conceptos que hablan de lo mismo, lugares en los que encontrar el silencio y sentirse extranjero. Además, Valverde se define como un paseante y confiesa su rechazo a la impostura. Está convencido, por otra parte que, “la poesía necesita poco para ser”.
Preguntado por qué la naturaleza no es un mundo frecuentado, Valverde lo tiene claro: “Está mal visto. Nos acusan de agropecuarios. Ahora no tanto, desde que existe la España vaciada o vacía -yo prefiero vacía-. No es tan peligroso. Se ha puesto en valor el medio natural. Algunas poetas están haciendo carrera con la cosa campestre. La poesía no es antigua por que hable del campo; la que habla de taxis, avenidas y semáforos tampoco es necesariamente moderna; la modernidad la dan el lenguaje y la concepción del poema, no el decorado”
Reconoce, por último, que no sabe si estamos al final o al principio de une época: “Está claro que hay un mundo que lleva años terminando, desde antes de la caída de las Torres Gemelas, si me apura, desde mediados del siglo XX, tras la Segunda Guerra Mundial… cada uno ponga la fecha que quiera. Pero, desde luego, en los últimos diez o quince años, el cambio se ha acelerado”.
Poemas
Resulta difícil de explicar la escasa presencia editorial en España del poeta portugués Ruy Belo (1933-1978). Máxime si tenemos en cuenta que su obra está considerada como una de las más destacadas del canon poético portugués de la modernidad y que, como nos recuerda Antonio Sáez Delgado en TURIA, la crítica ha situado su obra en la estela de la del mismísimo Fernando Pessoa.
Para paliar esta injustificada ausencia en español de Ruy Belo, TURIA ofrece ahora una breve antología poética que nos muestra su escritura desasosegante y de profundo aliento metafísico. Se trata de una selección de poemas en los que Madrid cobra protagonismo. No en vano, Ruy Belo vivió en la capital de España entre 1971 y 1977. Un periodo durante el cual publicó en Portugal traducciones de Jorge Luis Borges y Federico García Lorca.
Sus años en Madrid le sirvieron a Ruy Belo, según explica en TURIA el profesor Sáez Delgado, para experimentar “con una profundidad irresistible la percepción de una cierta pérdida o vacío existencial que es marca constante en su poesía, atravesada en este caso por la conciencia del extrañamiento de un sujeto que con frecuencia se siente extranjero o exiliado”.
TURIA es, con 38 años de trayectoria y periodicidad cuatrimestral, una de las publicaciones culturales españolas más consolidadas y reconocidas, por cuya labor obtuvo el Premio Nacional al Fomento de la Lectura. Desde hace un más de lustro, además de su edición en papel, la revista TURIA tiene una versión digital a través de una atractiva web y de una página en Facebook que está obteniendo una muy favorable acogida.
Vicente Rojo
El nuevo número de la revista TURIA publica una amplia y reveladora conversación exclusiva con el pintor, escultor, diseñador gráfico y editor mexicano de origen español Vicente Rojo, uno de los protagonistas más sobresalientes de la cultura latinoamericana de las últimas décadas. La entrevista, realizada por el periodista cultural mexicano Alejandro García Abreu, permite conocer a fondo su personalidad y su trayectoria, así como sus opiniones sobre un amplio abanico de cuestiones de interés. De ese material inédito, adelantamos hoy el siguiente fragmento:
- «Sólo perdura lo esencial», escribiste en Diario abierto. En ese libro maravilloso abundan las frases aforísticas.
- Otros destacados son: «Estoy lejos de conseguir la imagen que persigo» y «crear zonas de sombra y duda es lo que da sentido al arte». Esas frases casi aforísticas funcionan también en Puntos suspensivos. Escenas de un autorretrato, la automonografía de 432 páginas en las que se despliegan múltiples imágenes de mi trabajo en pintura y escultura. No se acaba nunca de aprender, de descubrir, de inventar, de reinventar.
- En Diario abierto revelas tus «vías de escape»: La diligencia de John Ford, Enamorada de Emilio Fernández y Gabriel Figueroa, Corazón. Diario de un niño de Edmundo de Amicis, Cumbres borrascosas de Emily Brontë, los hermanos Marx, Alfred Hitchcock, William Somerset Maugham, Benito Pérez Galdós e Ingrid Bergman.
- Quería vivir sin salir de la isla que era mi casa, realizar una especie de viaje alrededor de mi cuarto, a través de dos libros que fueron mi refugio: La isla misteriosa de Jules Verne y Robinson Crusoe de Daniel Defoe, relato del náufrago enfrentado a la adversidad con gran imaginación y eficacia.
- En el libro expresas que el origen de todo tu trabajo está en tus dos infancias.
- Claro. Mi primera infancia, en mi Barcelona natal, está construida en el recuerdo como un cúmulo de experiencias que fueron muy difíciles para mí. La segunda parte de mi juventud data de 1949, cuando llegué a México y la vida cambió: se me iluminó. Gradualmente comencé mi desarrollo cultural como un mexicano ansioso de formarse.
- «Se dice que toda la obra de un creador, sea escritor o artista, es en realidad una forma de autobiografía», escribiste en Diario abierto y en Puntos suspensivos. Escenas de un autorretrato.
- Puntos suspensivos, antología de mi trabajo como pintor y escultor, se titula así porque siempre quiero creer que mi obra sigue en proceso. Percibo, sin duda, los dos volúmenes —Diario abierto y Puntos suspensivos— como una forma de constancia de vida.