‘Dos es singular’, una visión amable del apocalipsis que deja el ser humano tras de sí

La Sala de Exposiciones José Lapayese de Calamocha no descansa por Navidad, y ofrece a los aficionados al arte una muestra inaugurada la pasada semana y que permanecerá abierta hasta el 26 de enero. Se trata de Dos es singular, una muestra conjunta de pintura y escultura del artista madrileño Javier Aoiz y el leonés Arturo Amez, que conjuga dos conceptos artísticos muy diferentes, la pintura y el volumen, pero con un mensaje común, que tiene que ver con la huella que deja el ser humano tras de sí, y que habitualmente tiene funestas consecuencias.

La muestra puede visitarse gratuitamente en horario de 16 a 21 horas. Dos es singular puso a trabajar juntos a Amez y Aoiz hace un par de años aproximadamente, cuando tras la pandemia ambos autores revisaban su lenguaje artístico para expresar la destrucción y el abandono que provoca el ser humano. Desde entonces, la muestra ha visitado salas de exposiciones de Burgos o Espacio 36 de Zamora.

22 pinturas y 17 esculturas

Javier Aoiz aporta 22 pinturas, en las que una atmósfera brillante y etérea se rompe por la presentada humana. Diferentes ciudades retratadas desde perspectivas aéreas, habitualmente, como Nueva York, Madrid o Peñíscola comparten espacio con sirenas, cenicientas y matrioshkas, o bodegones en los que frutas y café se muestran dispuestos para el desayuno en mesas estáticas, junto a auditorios suntuosos o jardines verticales, sucedáneos de naturaleza. Los interiores casi vacíos, la luz sofocante del verano sobre los skylines difusos por la contaminación, la fuerza y frialdad del granito, el vidrio y el hormigón, restan humanidad a pinturas por lo demás suaves y hasta benevolentes, dentro del figurativismo más abstracto pero con algo de abstracción, tanto en la forma como en el fondo.

Por su parte las 17 esculturas de Arturo Amez parten de la idea de un ser humano caprichoso que juega a ser Dios, como un Ícaro inconsciente, y de los sueños rotos de desear subyugar el universo y la naturaleza queda tras de sí ruina, destrucción, abandono y muerte. Piezas que recuerdan a esquirlas mortales, o esas estrellas metálicas destinadas a romper las orugas de los carros de combate que quedan en la playa militar.

Las dos visiones, desde diferentes perspectivas y disciplinas, se complementan a la perfección; la figuración pictórica con la abstracción escultórica, la amabilidad de la paleta de colores de uno con la dureza de los materiales brillantes y con aristas del otro. Acrílico y acuarela, mármol y metal. Menta fresca, azul celeste, vainilla o canela sobre lienzo y papel; óxido de hierro, acero gris o bronce verdoso sobre bases de piedra, cristal o madera, materiales que se conjugan en un mensaje que tiene algo de apocalíptico.

Arturo Amez es un artista polifacético, nacido en León, escultor, actor y escenógrafo. Entró en contacto con el círculo artístico del Jiloca en 2018, cuando una de sus piezas participó en la selección de piezas expuestas en Calamocha con motivo del XX Certamen de Artes Plásticas José Lapayese.

Tras la pandemia comenzó a colaborar con Javier Aoiz Orduna, pintor madrileño, y en primavera de 2022 concluyeron su proyecto conjunto Dos es singular, que trata de sintetizar una idea global del arte a través de la pintura y el volumen y que ha girado por varias salas españolas. La obra individual de Aoiz, por su parte, ha podido verse en más de una veintena de exposiciones desde 2001, por salas de toda España, fundamentalmente en Madrid, Valencia y Castilla León.