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Del amor de Conchita al cortometraje desaparecido de juventud: la conexión cántabra de Luis Buñuel Del amor de Conchita al cortometraje desaparecido de juventud: la conexión cántabra de Luis Buñuel
Imagen de la presentación en el CBC de Calanda, la pasada semana

Del amor de Conchita al cortometraje desaparecido de juventud: la conexión cántabra de Luis Buñuel

Un grupo de autores ha publicado un libro sobre los lazos del calandino con la intelectualidad de esa región
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Desde algunas más conocidas, como las influencias que sobre él ejercieron Menéndez Pelayo o los artistas de la vanguardia cántabra, como otras más desconocidas, como su primer amor de adolescencia y su primer cortometraje perdido, un grupo de investigadores acaban de publicar un libro que explora la conexión entre el director calandino Luis Buñuel y Cantabria.

La obra, titulada Buñuel: Calanda-Vega de Pas-Madrid-París-Hollywood-México (Librucos) está escrita por quince autores coordinados por Esther López Sobrado y José Ramón Saiz Viadero. La pasada semana se presentó en el Centro Buñuel Calanda.

Partiendo de la referencia que el propio Luis Buñuel hizo en sus memorias Mi último suspiro de Vega de Pas, una de las tres villas cántabras pasiegas, donde veraneó con su familia y pasó alguna temporada en su juventud la obra teje una serie de relaciones a partir de lo personal, lo profesional y lo intelectual con esta zona del norte de España. “La relación con Cantabria propiamente dicha se refiere a esas estancias, pero van más allá sobre todo a través de su relación con personas de Cantabria que se influyeron mutuamente”.

Así, la obra habla de La historia de los heterodoxos de Marcelino Menéndez Pelayo, que inspiró a Buñuel para rodar La Vía Láctea (1969) sobre las herejías cristianas, o de Benito Pérez Galdós, la mayor influencia que recibió el cine de Buñuel según él mismo, y que se reflejó en tres películas, Nazarín (1959), Tristana (1970) y Viridiana (1961), las dos primeras basadas en novelas homónimas y la tercera en Halma. Obviamente Galdós no era cántabro sino canario, aunque la obra incide en la intensa relación que el literato afincado en Madrid mantuvo con Cantabria, donde se refugió frecuentemente durante cincuenta años en la finca de San Quintín, en El Sardinero.

La investigadora Esther López Sobrado profundiza en la relación de Buñuel con miembros de la vanguardia artística en Cantabria, como Pancho Cossío, Santiago Ontañón, León Gerardo Luis Quintanilla o Luis Ariquistaín; así como otras personas como Bertila de la Vega o Tomás Felipe.

Aunque López Sobrado, coautora y coordinadora de la obra, afirma que “esa relación efectivamente existió y tuvo su importancia”, también afirma que el libro está planteado con vocación descriptiva: “No tratamos de sacar conclusiones al respecto, sino que simplemente formamos un escaparate para mostrar esas conexiones que tuvo Buñuel para que el lector las conozca y pueda sacar sus propias conclusiones”.

 

Ilustración de Roberto Orallo, incluida en el libro

Vega de Pas

En uno de los capítulos de la obra Javier Gómez Arroyo explora la relación personal de Buñuel con Vega de Pas. Con el título Buñuel y el discreto encanto de la pasieguería, el autor repasa el paso del calandino por el terruño cántabro, que menciona en Mi último suspiro: “Tendría yo trece o catorce años cuando salí de Aragón por primera vez. Iba invitado a casa de unos amigos de mi familia que veraneaban en Vega de Pas”. Según Gómez Arroyo allí conoció a los hermanos Tomás y Santiago Pelayo Horé, y también se enamoró de una joven, Conchita Martínez-Conde, “a quien años después evocaría en las conversaciones que Buñuel mantuvo con Max Aub, referidas posteriormente por Ian Gibson en su obra Luis Buñuel, la forja de un cineasta universal”, según cuenta Gómez Arroyo en un artículo publicado por el suplemento cultural de El Diario Montañés el 27 de octubre de 2019.

La relación de Buñuel con Tomás Pelayo en Zaragoza y la Residencia de Estudiantes de Madrid hizo que el calandino regresara a Vega de Pas con relativa asiduidad al menos entre 1913 y 1918, según estima José Javier Gómez Arroyo, escritor y licenciado el Filosofía y Letras.

Bertila de la Vega fue una de las jóvenes que perteneció a ese grupo de amigos de Vega de Pas, y en conversaciones en 1989 con José Ramón Saiz de Viadero, coautor del libro, recordaba a Buñuel como “un joven simpático con quien se pasaba muy bien el rato porque siempre estaba con aleluyas”, y a quien recordaba como un intérprete “maravilloso” de violín.

Gómez Arroyo cuenta que esas estancias del Buñuel adolescente en Cantabria dieron para la filmación de su primera película, un cortometraje que “por un lamentable descuido se perdió en 1990”. Según el relato que José Javier Gómez Arroyo escribió en la prensa cántabra en 2019, “la lata que contenía la cinta, custodiada durante años por Natalia Pelayo Horé, la hermana de su fiel amigo Tomás, fue llevada junto a otras diferentes filmaciones aquél año y como complemento de adorno para un escaparate comercial de una hija de este último. Al cabo de unos días se desmontó el decorado y, presumiblemente, el celuloide debió arrojarse a la basura por parte de los operarios que desconocían su valor documental, ya no solo para la propia familia Pelayo, [...], sino también para la particular semblanza del gran cineasta y la propia crónica de Vega de Pas”.

Gómez Arroyo explica el contenido de este cortometraje costumbrista según el testimonio oral de quienes lo vieron: “en muy cortas escenas aparecían los hermanos Pelayo Horé con otros familiares saliendo por la puerta de su hacienda pasiega, donde Buñuel también se alojaba, incluso en secuencias invernales en las que a cámara fija se apreciaba al propio autor haciendo guasonas muecas con ellos y arrojándose bolas de nieve. Otra era una panorámica del molino de Marquillos por su parte trasera y cuya toma forzosamente hubo de hacerla desde el lavadero del Cañado, habitual punto de recreo de todas las generaciones de la villa y en la que aparecían intercaladas en la muda imagen varias de sus amigas pasiegas, suponemos que su adorada Conchita entre ellas también”.

Las últimas cincuenta páginas de Buñuel: Calanda-Vega de Pas-Madrid-París-Hollywood-México están ocupadas por una filmografía de Buñuel exhaustiva, “que incluye todos los trabajos del calandino, no solo como director, sino también como guionista, productor e incluso como actor o figurante”, explica López Sobrado.

 

Imagen de la obra colectiva sobre Buñuel y su conexión cántabra

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