

De penitente a protagonista, de cofrade a solista
Dani de Baza, el músico autodidacta que ha llevado a la corneta a su máxima expresión, actuará el sábado en TeruelEl Ayuntamiento de Teruel aporta 34.000 euros a la Semana Santa Turolense
El ‘Messi’ de la corneta, Dani de Baza, actuará junto a la Banda Santa Cecilia en Teruel
Daniel Jiménez (Baza, Granada, 1982), más conocido como Dani de Baza, comenzó siendo un corneta autodidacta ligado a la Semana Santa y a la Cofradía de la Esperanza de su tierra, y en la actualidad es uno de los músicos que más conciertos ofrecen de España, probablemente uno de los mejores cornetistas del mundo y desde luego un auténtico pionero a la hora de convertir su instrumento en solista en diferentes contextos musicales sinfónicos y contemporáneos.
Dani de Baza ofrecerá un concierto en Teruel junto a la Banda de Música Santa Cecilia, este sábado en la iglesia de La Milagrosa a partir de las 19 horas. Una parte estará dedicada a la música procesional que calentará el ambiente previo a la Semana Santa, y otra parte al repertorio laico con el que Dani de Baza está llevando su instrumento a otra dimensión. El concierto es gratuito pero hay que retirar invitación -dos por persona como máximo-en el Obispado de Teruel.
Para entender el auténtico alcance que tiene este músico hay que conocer un poco más su herramienta. La corneta es uno de los instrumentos más sencillos y humildes que existen, tanto que ni siquiera es capaz de reproducir las doce notas de la escala cromática. No dispone de pistones, válvulas ni teclas, sino tan solo de una llave que únicamente modula el sonido y lo sube medio tono de una escala de Do a una de Re bemol. Todos los sonidos que emite los saca el músico gracias a la posición de sus labios y la presión del aire que libera, al punto de que, a grosso modo, la corneta se parece más a un amplificador de silbidos o tarareos que a un auténtico instrumento musical. De hecho su antecedente es la trompa de postas -la que usaban los pregoneros o la que aparece en el logotipo de Correos, o si nos vamos más atrás en el tiempo los cuernos de animales, que apenas podían reproducir uno, dos o tres sonidos. “Hay notas que no pueden tocarse con la corneta, y las que pueden tocarse dependen de la destreza del músico”, resume De Baza. “En función de tu destreza puedes ampliar el registro llegando a algunas más agudas o más graves, pero teniendo en cuenta de que algunas notas, insisto, no las vas a poder tocar de ninguna manera”.
Esta es la razón -o una de las razones- de por qué los toques militares de corneta, que se tocaban con este instrumento porque es ligero y se puede usar con una sola mano mientras con la otra se sujeta un arma o la rienda de un caballo, suelen ser tan facilonas y utilizan tan pocas notas.
A esta limitación que tiene el cornetista se añade la necesidad de que el oído del músico esté trabajando todo el rato en tiempo real verificando que cada nota emitida esté correctamente afinada, y corrigiendo la forma de soplar o la presión del aire en caso de que no sea así. A diferencia de un pianista que toca una tecla o un bajista que pulsa un traste y una cuerda, no hay forma de saber con seguridad qué nota va sonar cuando empieces a soplar por la embocadura de una corneta. “Mientras tocas, tu mente está reproduciendo la nota que quieres que suene, tus labios la cantan y la corneta suena. Y lo si tienes mucha práctica la nota suena bien afinada desde el principio”.
El ser humano ha sido capaz de caminar por la Luna. ¿No es posible fabricar cornetas que reproduzcan todas las notas? Sí y no. De hecho existen cornetas con pistones que se utilizan en jazz desde hace tiempo, pero su sonido se parece más al de una trompeta que al de una corneta de llave. “Estamos investigando y queremos desarrollar cornetas más versátiles, pero por motivos de construcción no es sencillo, si quieres mantener el mismo sonido y el mismo timbre”, asegura De Baza.
Autodidacta de la música
El granadino explica que empezó en la música “con una mano delante y otra detrás”, siendo un completo autodidacta en la corneta a la que llegó por su afición a la Semana Santa desde niño. “Profesionalmente me he dedicado hasta ahora a la producción de cine y televisión, pero se me dio la oportunidad de hacer una gira por China junto a un cuarteto de saxofones, de ahí fueron saliendo más conciertos y actualmente lo he dejado todo por la música”.
Publicó los discos Inmensity (2017) e In the world (2020), en los que versionaba temas contemporáneos para saxofón y corneta solista. Y muy recientemente ha dado un nuevo giro de tuerca publicando Sinfónico, un LP grabado con la Filarmónica Porrerenca dirigida por Joan R. Xamena con temas originales compuestos para orquesta y corneta solista.
De hecho, uno de los empeños de Dani de Baza es “crear repertorio para este instrumento, sencillamente porque no existe, más allá de los toques de la Semana Santa”. Su compositor de referencia es Agustín Castro, amigo, mano derecha, productor e ingeniero de sonido, y otros como David Rivas, Cristóbal López Gandara, Isidro Martínez “e incluso compositores extranjeros de renombre que se estan empezando a acercar a la corneta”. “Yo he hecho algún arreglo, pero no compongo música sencillamente porque no tengo tiempo”, afirma De Baza. “Me lleva tantas horas ensayar y estudiar el instrumento que casi no puedo hacer otra cosa”.
El proyecto de Baza está contando con compositores de diferentes sensibilidades y lugares, “porque así tocamos muchos palos, y la música ya no tiene necesariamente sonidos semanasantistas o andaluces, sino románticos, de bandas sonoras de cine o de cualquier otro palo”.
No obstante para un compositor no es sencillo componer música para corneta solista, por sus limitaciones sonoras. “Yo les indico algunas bases, y les indico lo que el instrumento puede y no puede hacer. Y ellos, teniendo en cuenta esas limitaciones, dan rienda suelta a su imaginación”.
La ventaja de tocar con una banda sinfónica es que “el resto de instrumentos rellenan los huecos que deja la corneta”, pero los solos son solos, y tienen que ser escritos usando solo las notas que puede reproducir el instrumento. Es algo parecido a escribir el capítulo de un libro sin utilizar las letras “R” y “C”, por ejemplo.
Dedicación plena
Desde hace varios años Dani de Baza dedica de 5 a 9 horas diarias a ensayar y estudiar, y cualquiera que toque instrumentos de viento sabe lo que eso supone. “Llevo los labios siempre muy delicados y tengo que cuidármelos mucho. Hace poco una empresa farmacéutica me regaló una caja de productos naturales”, asegura. Su entrenamiento pulmonar es draconiano, ya que buena parte de la expresividad de la corneta depende de la presión con la que sea capaz de soplar. “Antes de los conciertos tengo que cuidarme mucho”, explica. “Doy el 100% en el escenario y cuando acaba el concierto, acaba literalmente, porque estoy tan agotado que soy incapaz de hacer circular el aire a la presión necesaria”.
Dani de Baza asegura que, prácticamente, primero comenzó a dar conciertos y después aprendió a tocar. “Fui autodidacta en la cofradía de Semana Santa y no tuve maestros. Y cuando ya empecé a dar conciertos los otros músicos fueron quienes me enseñaron cosas. Un director me daba un consejo, un trompetista me enseñaba una técnica, un tuba me decía qué ejercicios podía hacer... y así he ido aprendiendo”.
Uno de los sueños de Dani de Baza es conseguir que quien quiera tocar la corneta en el futuro no tenga que pasar por eso, y tengan donde acudir para recibir una formación reglada. “Es poco probable que yo consiga que los conservatorios enseñen corneta, porque no conozco gente ni en los conservatorios ni en la política. Pero me gusta pensar que mi trabajo como solista, dando conciertos, abriendo el campo de la corneta y haciendo que la gente conozca más el instrumento puede servir de ejemplo y contribuir a que algún día haya estudios reglados”.
Más público
De hecho ya es una realidad que la corneta interesa cada vez a más gente. Más allá del uso militar, hasta hace algunos años su uso estaba restringido a la Semana Santa, donde apenas era conocido y valorado fuera de Andalucía. “Aquí se usa tanto que sentimos auténtica pasión por la corneta”, afirma Dani de Baza. “Pero eso está cambiando, y de hecho ahora por todo el país hay bandas de cornetas realmente buenas. La semana pasada toqué por Zamora y Valladolid y metí a 500 personas en un concierto. Ya hay gente que conoce y valora la corneta en toda España y eso es maravilloso”.
De hecho la Junta de Hermandades de Teruel llevaba años queriendo traer a Dani de Baza a la capital mudéjar, pero no era nada fácil cuadrarse con su agenda. En esta ocasión lo ha conseguido, lo que ha creado una enorme expectación. Para el andaluz es “un placer" tocar por primera vez en Teruel capital -hace algunos años tocó en Híjar-, aunque no tendrá demasiado tiempo para hacer turismo.
Y es que Dani de Baza vive literalmente en la carretera. La semana pasada regresó de una minigira por Castilla León, y de camino a su casa paró en Guadix (Granada) para ensayar un concierto que ofrecerá el domingo. Este viernes vendrá a Teruel, ensayará por la tarde junto a la Banda de Santa Cecilia, actuará el sábado y el domingo por la mañana se hará 500 kilómetros hasta Guadix para tocar por la tarde. “Lo llevo bien porque me gusta muchísimo tocar, porque la música es mi vida, pero hay que reconocer que es muy duro. Tengo que ser muy organizado, medirlo todo muy bien y no permitirme ningún lujo, ningún exceso. No creo que haya mucha gente que pudiera aguantar esto”.
Repertorio laico y sagrado
El concierto de Dani de Baza y la Banda de Música Santa Cecilia de Teruel ofrecerá algunas de las marchas procesionales que se podrán escuchar en las calles de la ciudad durante la Semana Santa, junto con algunos de los temas que forman parte del LP Sinfónico que acaba de lanzar el granadino, algunos de los cuales no son temas cofrades.
Entre estas últimas estará Aromas de Abril, compuesta por David Rivas Domínguez, Dama de Baza, inspirada en la escultura íbera del siglo IV a. C. encontrada en la antigua Basti, actualmente la ciudad de Baza; o El legado de un maestro, escrita por Agustín Castro Rodríguez en memoria de Alberto Escámez, un músico militar que fue el primer compositor de marchas procesionales para cornetas y tambores. Además podrán escucharse las marchas procesionales: Hosanna, Jesús de la Humildad (Sergio Infante Cabrera); Crucifixus (José Alberto Pina); la clásica Jerusalem (José Vélez García), Vera Cruz (Juan Luis Roig); La pasión (Manuel Alejandro González) y La saeta, el tema de Serrat sobre textos de Machado que se han convertido en todo un himno a la Semana Santa.
La impostura de los músicos de viento
Las particularidades de la corneta son solo la punta del iceberg de lo que esconden los músicos de viento. Si usted le dice a un bajista, guitarrista, violinista, pianista -o cualquier otro músico de cuerda pulsada, frotada o percutida- que haga sonar un la, sonará un la. Accionarán su instrumento, este vibrará a 440 herzios y se escuchará un sonido que todo, todo el mundo, identificará como un la. Aquí, en la China Popular y en la otra.
Lo que buena parte de la humanidad desconoce es que si usted le pide eso mismo a un músico de viento, si le dice que toque un la, no sonará un la. Sonará cualquier otra cosa. En función de si es un saxofonista, un trompetista, un tuba o un fliscornista sonará un si bemol, un re, un fa, o vaya usted a saber el qué. Cualquier cosa excepto un la.
Nadie que no sea músico de viento sabe por qué ocurre esto. Y quienes lo son se guardan mucho de revelar su secreto. Que si es por cuestiones de fabricación, que si para facilitar la lectura de las partituras... Yo he preguntado a muchos pero todos están determinados a llevarse su secreto a la tumba.
Me gustaría saber en qué momento un músico de viento descubre que no está tocando la nota que cree tocar, que sus dos son en realidad sis bemoles. No sé si pasan por algún tipo de rito iniciático o bautismo. Y también me gustaría ver la cara que se les quedaría a los músicos de viento si los teclados fabricados en Segovia escribieran una R cuando le das a la J, o los fabricados en Valencia escribieran una H cuando le das a la T.