Cuando baturros turolenses se codeaban con los mariachis en el cine mexicano
Teruel es protagonista de los filmes clásicos ‘En un burro tres baturros’ y ‘Miente y serás feliz’Hubo un tiempo en que los baturros turolenses se paseaban por las películas mexicanas codeándose con los charros y mariachis de la época de oro de esta cinematografía, aquella que corresponde a finales de los años treinta y la década de los cuarenta del siglo pasado. Los filmes mexicanos de 1939 En un burro tres baturros y Miente y serás feliz muestran a sendos turolenses en tierras aztecas con las jotas y la Virgen del Pilar de telón de fondo. En la primera debutó el gran mito del cine mexicano Pedro Infante, de quien ahora se celebra el centenario de su nacimiento.
Mucho tiempo antes de que Luis Buñuel llegara a México, en las pantallas de este país se oía hablar a lo maño y sus películas tenían como protagonistas a personajes que se declaraban turolenses de pura cepa con orgullo. En una de ellas incluso se recrea la vida en el municipio turolense de Camarillas.
Ver hoy esas películas deja boquiabierto porque resulta sorprendente que en 1939, antes de que llegara la gran oleada de exiliados a México tras la guerra civil española, alguien pudiera ubicar a Teruel en el mapa, hasta el punto de convertir a unos turolenses en protagonistas de unas comedias de éxito en la época y protagonizadas por los actores más destacados del cine clásico mexicano.
No son solo referencias a Teruel lo que puede verse en ambas películas, sino que los personajes son turolenses que se identifican con sus orígenes, se enorgullecen de su tierra y no dejan de mentarla a lo largo de todo el metraje. Ni los guionistas, ni los directores y tampoco los actores son españoles, ni se tiene constancia de que pudieran descender de ellos o que tal vez tuvieran alguna ascendencia turolense.
Es una incógnita por resolver a qué se debe la presencia de personajes de Teruel en estas dos cintas que se rodaron de forma prácticamente consecutiva en el verano de 1939, que nada tienen en común salvo el actor que protagoniza ambas, Carlos Orellana, uno de los cómicos de referencia de cine mexicano, que además de intérprete era director y guionista.
Hoy uno de esos títulos vuelve a ponerse de actualidad por haber sido la primera película para la que trabajó Pedro Infante, el mito incombustible de los mexicanos, el actor y cantante de la época de oro que rivalizó con otro gran mito, Jorge Negrete, y que murió a los 39 años de edad en un accidente de aviación cuando pilotaba él mismo la aeronave.
Recuerdo del ídolo
El siniestro ocurrió en abril de 1957, y cada año México recuerda a su ídolo en esas fechas peregrinando al cementerio del Panteón Jardín para rememorarlo y rendirle tributo, puesto que no olvida a quien fuera el actor más célebre y querido de todos los tiempos.
El mundo del cine en México vive estos días revolucionado por dos fenómenos, por el estreno de la película de animación Coco, de la Pixar, que se estrenará en España en diciembre y que se desarrolla durante el Día de los Muertos; y por la celebración del centenario del nacimiento de Pedro Infante, que tuvo lugar el 18 de noviembre de 1917 en Mazatlán (Sinaloa).
Para conmemorar esta efeméride se han organizado numerosos actos que incluyen retrospectivas de sus películas -que nunca han dejado de emitirse en la televisión-, conciertos, exposiciones, publicaciones de libros y programas especiales que van a inundar el país de una infantemanía paralela a la cocomanía en la que ya están inmersos.
Uno de los personajes de la película de animación Coco está inspirado en Pedro Infante y se llama Ernesto de la Cruz. Cruz era el segundo apellido de Pedro Infante, conocido con múltiples apodos, entre ellos “el ídolo de Guamúchil”.
Con motivo del centenario ha salido a la luz que la primera película en la que intervino Pedro Infante fue En un burro tres baturros, protagonizada por una familia de turolenses emigrados a México a principios del siglo pasado que buscan hacer las Américas y lo consiguen.
Lo llamativo de esta cinta es que empieza en Teruel, en el pueblo de Camarillas con su ambiente rural decimonónico, cuando tres amigos deciden emigrar a las Indias como lo hacía mucha gente en aquellos tiempos para prosperar.
Por supuesto, estas escenas no se rodaron en Camarillas, sino en decorados hechos en México con intérpretes mexicanos ataviados con trajes baturros y que le ponen realismo a sus actuaciones con un acento aragonés encomiable en algunos casos, como el de Carlos Orellana o Sara García, la abuelita del cine azteca. Otra cosa es la exageración que le pone otro de los intérpretes, Joaquín Pardavé, que por aquellos tiempos rivalizaba en popularidad con Mario Moreno Cantinflas, aunque en España no tendría tanta fama.
De los tres amigos turolenses que llegan a México, uno muere y los otros dos se casan por poderes con sus novias de Camarillas y estas se juntan con ellos al otro lado del Atlántico. El primogénito de una de las parejas se convierte en un sinvergüenza al llegar a la juventud y hace creer a sus padres que estudia en la capital mexicana, puesto que ellos regentan unas tierras en las provincias, para sacarles todo el dinero posible para sus juergas.
Es durante una de esas fiestas con sus amigotes cuando interpreta una jota aragonesa cargada de nostalgia. Aunque él nació en México, manifiesta llevar muy adentro la tierra de sus padres. El personaje del hijo lo interpreta Carlos López Moctezuma, uno de los malos de referencia del cine mexicano.
El problema es que López Moctezuma no sabía cantar y el director de la cinta, José Benavides, optó por que un cantante profesional le prestara su voz. Ese artista no fue otro que un jovencísimo Pedro Infante, que acababa de llegar a la Ciudad de los Palacios, como se llamaba entonces a Ciudad de México, y que como todavía no era famoso tampoco le importó prestar su voz sin poner su rostro.
No deja de ser llamativo que quien acabó siendo el gran ídolo de los mexicanos y quien hiciera de la canción ranchera su rasgo más distintivo, comenzara su carrera en el cine interpretando una jota aragonesa, aunque con un tono muy melódico. El cantante trabajaba entonces en la emisora de radio XEB, y fue allí donde se pusieron en contacto con él para ofrecerle su participación en el filme doblando a Carlos López Moctezuma. No supuso su entrada inmediata en el mundo del cine, puesto que hasta 1942 no rodaría su primera película como secundario, titulada La Feria de las Flores.
Obra teatral
En un burro tres baturros está basada en la obra teatral homónima de Alberto Novión, cuya acción se desarrolla en Argentina en lugar de hacerlo en México, sin que en la misma se haga referencia alguna a Teruel y no se concrete tampoco la procedencia aragonesa de los protagonistas.
Por tanto, fueron el propio José Benavides y Carlos Orellana, que firmó el guion junto con el director, quienes decidieron que los protagonistas iban a ser de Teruel y en concreto del municipio de Camarillas. El motivo de esta elección es un absoluto misterio, aunque llama la atención que Orellana volviera a rodar ese mismo año otra película en la que interpreta a otro personaje turolense.
Si En un burro tres baturros se rodó en julio de 1939 y se estrenó a finales de octubre de ese mismo año, el siguiente título que filmó Carlos Orellana, esta vez ya solo actor, se grabó en agosto y se llamó Miente y serás feliz.
En esta ocasión, bajo la dirección de Raphael J. Sevilla, y de nuevo con Sara García abriendo el reparto femenino, Orellana interpreta a un turolense que repite hasta la saciedad que es de Teruel, que exhibe con devoción una Virgen del Pilar que preside la principal estancia de su casa, y que no deja de añorar su tierra natal después de haber tenido que emigrar a México siendo joven para abrirse camino en la vida.
El título de la película, Miente y serás feliz, hace referencia precisamente a una de las características del personaje protagonista, porque estamos ante un aragonés tan noble y honesto, que es incapaz de mentir y que siempre presume de decir la verdad, lo que no dejará de causarle numerosos problemas.
Qué hacían estos personajes turolenses en el cine mexicano de aquellos años es un auténtico misterio, aunque pone de manifiesto que Teruel existe y que sus gentes, empujadas por la necesidad, han tenido que emigrar de la provincia desde tiempos inmemoriales, no solo por toda España sino también allende los mares.
Teruel y Aragón son tierras de emigrantes y su huella es alargada como demuestran estas dos películas de una cinematografía, la mexicana, que nació precisamente a finales del siglo XIX bailando jotas. Y es que las primeras cintas que se grabaron en México mostraban nada más ni menos que el folclore aragonés.
No se conservan copias de aquellos títulos primitivos, pero está documentado que en 1896 los pioneros del cine mexicano, Gabriel Veyre y su asistente Ferdinand Bon Bernad, rodaron la película Baile de la romería española en El Tívoli del Eliseo, donde aparece un grupo de personas bailando lo que según los estudiosos del cine silente han identificado como jotas aragonesas. Teruel y Aragón estaban por tanto muy presentes en el cine mexicano mucho antes de que Luis Buñuel llegara a esas tierras para quedarse.