CGT y Liberanimo organizan una exposición y charlas sobre el Esperanto en Teruel
La lengua de Zamenhof y el anarquismo, el binomio por la unidad fraternalPese a que durante los primeros años de la historia del esperanto en España, que arranca con el siglo XX, esta se vinculó a clérigos y profesionales liberales, como notarios, farmacéuticos, médicos o intelectuales, a partir de los años 20 el esperantismo comenzó a vincularse fuertemente a los movimientos obreros. Representaba como nada el ideal filosófico de la internacionalización y la fraternidad entre todos los trabajadores del mundo, y anarquistas y socialistas utópicos de todo el mundo, como León Tolstoi, Paul Berthelot, Francisco Ferrer i Guardia, Conchita Monrás o el turolense Francisco Azorín Izquierdo, promocionaron, practicaron o simpatizaron con el esperanto como lengua universal.
De este fenómeno habla Esperanto y Anarquismo, una exposición organizada por CGT y la asociación de esperantistas turolenses Liberanimo que puede verse hasta el viernes en la sala de exposiciones del edificio de Bellas Artes. La muestra repasa, a través de varios paneles interpretativos, la historia de la lengua universal que fue creada por el oftalmólogo polaco Zamenhof en 1887, y de su posterior y progresiva vinculación al movimiento obrero.
La exposición se inauguró el lunes con una conferencia de Alberto Granados, presidente de Liberanimo, titulada El esperanto; una lengua sencilla y neutral, y este miércoles, a partir de las 19 horas, el historiador Serafín Aldecoa iba habla de Los primeros esperantistas de Teruel.
Para Granados, durante los primeros años del siglo XX el esperanto en España fue cultivado por burgueses no necesariamente progresistas, ávidos de exotismos intelectualizadores, o entre sacerdotes católicos que veían en esta lengua la resurrección del latín, pero el movimiento obrero pronto vio reflejado su ideario fraternal e internacionalista en el esperanto a partir de los años 20. Y no solo era una cuestión filosófica, sino también práctica. “Muchos obreros eran casi analfabetos y era inconcebible que aprendieran inglés o alemán”, explica Granados, “pero las características del esperanto hacía que en pocas semanas pudieran aprender esta lengua”, y con ello pudieran asistir a congresos o hablar con camaradas de todo el mundo. “En algunas organizaciones el aprendizaje del esperanto se planteó casi como una obligación”, recuerda Granados.
A partir de los años 20 esta vinculación entre esperanto y movimiento obrero y anarquismo fue tan evidente que la lengua comenzó a ser sospechosa entre los conservadores y los partidarios de Primo de Rivera. Durante el franquismo fue directamente prohibida, con curiosas excepciones como Frateco, la asociación de esperantistas de Zaragoza que fue la única que sobrevivió y funcionó ininterrumpidamente durante esos años, lo que la convierte en la asociación de esperantistas más antigua de España, gracias a la intercesión del distinguido militar franquista Ramón de Salas Bonal que formaba parte de ella.
Esperantistas en Teruel
El historiador turolense Serafín Aldecoa, por su parte, considera que hay dos hitos; el Grupo de Albarracín de Esperantistas, que se formó en 1903 como uno de los pioneros en España, y Julio Belenguer, uno de los principales impulsores de esta lengua en Teruel y del grupo de hablantes que se formó en la capital en 1906.
El anuario esperantista de principios de siglo Hispana Jarlibro dejaba constancia de que, en 1906, había nada menos que 16 grupos de esperantistas en la provincia de Teruel, “aunque algunos de ellos estaban seguramente formados por una sola persona”, apunta Serafín Aldecoa, como el de Cuevas de Almudén, donde el grupo estaba formado por el farmacéutico. También había casos que llaman la atención como el de Gúdar, una pequeña población donde había seis personas que hablaban esperanto.
El grupo de Albarracín fue especialmente importante ya que fue el primero que se creó en Teruel, en 1903 y solo 16 años después de la creación oficial de la lengua esperanta, y uno de los pioneros en toda España. Además fue un grupo numeroso y bien organizado, a diferencia del de la capital turolense que surgiría tres años después, con junta directiva y diferentes cargos. Aunque a partir de los años 20 el esperanto se vincularía al socialismo, el anarquismo y los movimientos obreros, durante las primeras décadas del siglo XX fue patrimonio mayoritario de religiosos, burgueses y profesionales liberales normalmente conservadores y de nivel cultural elevado. El de Albarracín no fue una excepción, y así su grupo de esperantistas se formó en torno a las Escuelas Pías y a clérigos vinculados a la Catedral.
Serafín Aldecoa también se refiere a Julio Belenger, activista cultural y figura clave en los inicios del esperanto en la capital turolense. Belenguer dio clases de esta lengua en su casa de la calle San Esteban y fue el principal promotor en 1906 del grupo de esperantistas turolenses que se reunía en la plaza de San Juan. Aunque nunca estuvo tan bien organizado como el de Albarracín, recibió gran influencia de este así como de la Federación Levantina, un gran foco de esperantistas españoles. Los grupos turolenses dependieron de esta federación, ya que hasta 1916 no se fundó la Federación Aragonesa.
El grupo de Teruel agrupó al menos a una docena de esperantistas, entre los que hubo algunas mujeres. Una de ellas, alumna de Belenguer, fue Gregoria Pérez, a la sazón directora del Colegio de Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús de Teruel, conocido también como colegio femenino. Cuando en agosto de 1911 por presiones de los intelectuales el Estado asumió la enseñanza del esperanto, en Teruel se impartió en el Instituto, en la Escuela Normal y en la Escuela de Comercio. Gregoria Pérez por su parte, que fue alumna aventajada e incluso fue nombrada Socia Propagandística del Esperanto en el Congreso de Valencia de 1909 implantó también las clases de esperanto en su institución.
Suele decirse que la prematura muerte de Julio Belenguer, en junio de 1927, supuso un mazazo para la proliferación del esperanto en Teruel, aunque también es verdad, como apunta Serafín Aldecoa, “que a lo largo de los años 20 la vinculación del esperantismo con los movimientos obreros, el anarquismo y el socialismo convirtieron esta lengua en sospechosa” para las clases conservadoras. La dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) nunca lo vio con buenos ojos, y posteriormente el franquismo lo prohibió con carácter general.
Durante esos años 20 una de las figuras clave del esperantismo turolense fue el arquitecto y diputado socialista Francisco Azorín Izquierdo. El de Monforte de Moyuela solía asistir como intérprete a Pablo Iglesias en el extranjero y en el Congreso de Copenhague de 1910 conoció el esperanto. En poco tiempo lo aprendió, escribió un método de enseñanza en diez lecciones y un diccionario de terminología arquitectónica titulado Universale Terminologio Arkitekturo que se publicó en 1932.