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“Cantar poesía es darle nuevas alas e invitar a otros a calentarse en la misma hoguera” “Cantar poesía es darle nuevas alas e invitar a otros a calentarse en la misma hoguera”
Imagen del músico y cantautor leonés Amancio Prada

“Cantar poesía es darle nuevas alas e invitar a otros a calentarse en la misma hoguera”

Amancio Prada regresa a Teruel para ofrecer un concierto monográfico sobre ‘Cántico Espiritual’
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El 28 de abril de 1973 sonaron por primera vez algunos de los versos que forman parte del Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz, en el Teatro de la Gaite-Montparnasse de París, que Amancio Prada grabó en su totalidad cuatro años después en Segovia, convirtiéndolos en uno de sus discos más celebrados, “que más alegrías me ha dado y que más puertas maravillosas me ha abierto”, según el propio compositor leonés. Este viernes, cincuenta años después de aquel concierto retransmitido para la Radio Francesa, Prada tendrá de par en par las de la Catedral de Santa María de Mediavilla de Teruel, donde ofrecerá un concierto monográfico donde el violín y el chelo acompañarán su voz y su guitarra prodigiosa, para repasar esa grabación junto con otras canciones que redimensionan hacia la música otros poemas de Juan de Yepes -San Juan de la Cruz- y Santa Teresa. “No se puede cantar toda la poesía, por mucho que te guste”, afirma Prada. “Solo aquella que tiene algo especial, que cuando la relees sientes que renace dentro de ti como algo nuevo. Cantar poesía es una forma de hacerla tuya y darle nuevas alas para invitar a otros a calentarse en esa misma hoguera”.

Y hay hogueras cuyo fuego es imposible sofocar. “Cualquiera que se arrime a la poesía de San Juan de la Cruz, de Santa Teresa, de Cervantes, de Lope o de Lorca no puede permanecer indiferente. Jamás perderán su vigencia”.

Amancio Prada (Dehesas, León, 1949) ha dado esas alas musicales que ayudan a que los textos trasciendan épocas y públicos a muchos y muy grandes autores, de Bécquer a Rosalía de Castro, de Lorca a Agustín García Calvo, de Santa Teresa a Juan Carlos Mestre. Y cuenta que su primer y afortunado encuentro con San Juan de la Cruz, como otras grandes cosas en la vida, fue por pura casualidad. “Cuando vivía en una buhardilla del boulevard de Malesherbesen de París, en mi etapa de estudiante en la Sorbona, un compañero, seguramente harto de mis canturreos nocturnos, me regaló un libro gordísimo, Vida y obra de San Juan de la Cruz. Yo de él conocía poco más que el nombre, pero caí en la lectura de sus páginas y me enamoré. Se trata de la poesía más ardiente, enamorada y elevada que se ha escrito en castellano. Lo mío con San Juan fue puro enamoramiento, como todo lo que mueve y conmueve en la vida”.

El amor superlativo

El poema original fue escrito por San Juan de la Cruz entre 1577 y 1580, aunque no fueron publicados hasta 1622, primero en París y después, ya en castellano, en 1627. Se trata de una monumental oda al sentimiento de amor y de comunión con Dios, pero tomando como símbolo el amor profano de una pareja de amantes entregados. No está exento de cierto erotismo para lo acostumbrado a finales del siglo XVI -Gocémonos amado, y vámonos a ver tu hermosura al monte y al collado, do mana el agua pura, entremos más adentro de la espesura-. “No habla de un amor estático o contemplativo, sino del sentimiento que te mueve hacia lo amado”, afirma Amancio Prada. “Nunca se ha expresado tan de verdad como en los versos de San Juan o Santa Teresa. Quizá puedan parecer hasta palabras exageradas, pero al amor le conviene cierta exageración. El arte es la exageración de la vida”.

Apego a la tierra

La primera vez que Amancio Prada cantó en Teruel fue en 1986, y desde entonces lo ha hecho en varias ocasiones, en el Teatro Marín o en San Pedro, aunque le quedaba por abrir las puertas de la Catedral, “una de las pocas de España en las que todavía no he cantado Cántico Espiritual”. No oculta que siente especial ilusión por un lugar como Teruel, que le recuerda tanto a su tierra natal, el Bierzo donde se ubica Dehesas. “Considero una suerte haber tenido una infancia rural, el contacto con la tierra y con el silencio que adobaba el trabajo como fuente de ánimo y de consolación”, afirma el músico. “Ese apego a la tierra e ha acompañado siempre y estoy seguro de que, de un modo u otro, me ha hecho ser lo que soy”.

Aunque Amancio Prada ha vivido en numerosos lugares y ha dedicado su vida a la música y la poesía, la tierra oscura de su Bierzo siempre ha sido para él un refugio necesario. El artista recuerda que “durante el confinamiento regresé allí para volver a trabajar con mis manos y coger la guadaña, la azada, pisar la tierra y tocarla con las manos. A los animales les gusta tumbarse sobre la tierra, no sé que tiene mantener ese contacto pero existe algo bueno, algo sano en él”.

A ese respecto, Amancio Prada reivindica el paisaje como escenario de la vida, y en ese sentido reconoce que “el labrador”, como lo fueron sus padres y abuelos, “está tan apegado a su tierra y con sus ojos tan hacia abajo que no toma conciencia de la belleza donde vive”. “La mirada de la ciudad tiene la ventaja de que percibe el campo con toda la belleza que ofrece su paisaje, y esa percepción es la que impulsa a considerarlo un patrimonio en riesgo “que hay que preservar a toda costa”.

Pero también le preocupa que es desde la ciudad y desde sus interes, casi en exclusiva, desde donde se toman en cuenta las reivindicaciones de la España Vaciada, ahora que están en la agenda política, a la que se siente tan atado por lazos de sangre. “Me preocupa como muchos campos de Castilla, donde antes se cultivaba trigo, ahora se alicatan con esos azulejos negros de los huertos solares. Hace poco regresaba de cantar en Olot y al pasar por el desierto ondulado de los Monegros pensé si no sería mejor ponerlos en ese paisaje, donde al menos no se acaba con viñedos o tierra de labor”. Prada concluye con un reflexión a futuros: “Antes o después obtendremos una fuente de energía más limpia y potente... y entonces despejar toda esa basura también será un problema”.

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