‘Biela y Tierra’ visibiliza la alimentación sostenible en Teruel
El proyecto recorre la provincia para buscar alternativas a la crisis climáticaNo hay muchas alternativas. Parece que el futuro será sostenible o no será. El respeto hacia el medio ambiente se ha posicionado como la única receta para contrarrestar la grave crisis ambiental del planeta.
En este objetivo de vivir de una manera menos atroz y agresiva con la atmósfera, el mundo rural tiene un papel clave, y la comunicación para fomentar que un mundo mejor es posible, también. De esta hoja de ruta, nace Biela y Tierra, un proyecto liderado por cuatro mujeres, que este verano recorrerán la provincia de Teruel en busca de iniciativas que visibilicen que una alimentación sostenible sigue siendo el motor de cambio, y que las respuestas están en un entorno rural vivo.
En concreto, ayer hicieron una parada en Teruel para trasladar a los turolenses cuáles son las iniciativas de alimentación sostenibles y, también para convertirse en un altavoz de otras experiencias relacionadas con el arte, la educación o el ecoturismo que se han llevado a cabo en distintos puntos de la provincia.
Biela y Tierra nace con la intención de trasladar y comunicar una reflexión sobre la importancia de nuestra alimentación y la vinculación de esta con un mundo rural vivo. Es decir, tal y como explican las fundadoras de este plan: Edurne Caballero, Ana Santidrián, Sole López y Cristina Vázquez, ellas realizan un intercambio de experiencias entre quienes producen y quienes consumen para conseguir resolver los problemas globales a los que la población se enfrenta desde el medio rural. “En el 2008, las cuatro ya estábamos preocupadas por la crisis social, climática y medioambiental que estamos viviendo a día de hoy. La pandemia ha dejado muy claro que necesitamos un modo de vida más sostenible, pero ya hace años que nosotras nos hacíamos esta pregunta: ‘¿Cómo es que nuestros pueblos se estén quedando vacíos si, al final, es donde residen el 100% de las materias primas que nos alimentan?’”, cuenta Edurne Caballero.
A raíz de esta pregunta, las cuatro creadoras del proyecto comenzaron a investigar y a interesarse por iniciativas vinculadas con el sector de la agroalimentación en todos sus niveles, desde la producción, transformación, distribución, ecoturismo, restauración, dinamización rural… Su siguiente meta fue comunicar y divulgar todo aquello que aprendían en las diferentes localidades que visitaban al resto del mundo, por lo que en su página web: bielaytierra.com crearon su propio ‘cuaderno de campo’ -como a ellas les gusta llamarlo-, un conjunto de relatos donde cuentan los lugares que visitan, lo que hacen en ellos, a qué problemas se enfrentan estas localidades, qué medidas toman… Así como también realizan entrevistas de las personas involucradas en las labores del medio rural.
La ruta en bicicleta
La bióloga Edurne Caballero y la ingeniera química Ana Santidrián son las dos profesionales que este verano- comenzaron el 10 de julio- recorrerán un total de 1.000 kilómetros por la provincia de Teruel y conocerán cincuenta iniciativas. Tanto Caballero como Santidrián son dos expertas pedaleando, en 2019, ya recorrieron en bicicleta, durante cuatro meses y pico, casi 3.000 kilómetros por el norte de la provincia y visitaron un total de 160 iniciativas que proponían alternativas reales frente a la crisis actual. Sobre esta ruta de 2019, su punto de inicio estaba en Zaragoza, llegaron hasta Asturias y finalmente, terminaron en Alloza. “Una experiencia muy buena a nivel personal y muy interesante por las vivencias y los vínculos que se crearon tanto en las iniciativas que fuimos visitando, los contactos…” señala Ana Santidrián.
Esta primera ruta se centró en iniciativas vinculadas con el sector de la agroalimentación, sin embargo, fue ahí donde se dieron cuenta de la importancia de la cultura y el arte para dinamizar el medio rural y mantener la vida en los pueblos. Por esto, en este recorrido que hacen en 2021, han querido incluir iniciativas vinculadas con el arte y la creatividad, como por ejemplo, la primera iniciativa que hicieron que fue ir a Burbáguena a ver al escultor aragonés José Azul.
Tal y como cuentan las ciclistas, este viaje en bicicleta no solo es una experiencia gratificante por contribuir con el proyecto, sino también a nivel personal, ya que, según comentan las ciclistas, viajar en bicicleta es una vivencia mucho más pura que en otro medio de transporte .“Es una experiencia única, nos encantaría que todo el mundo, lo hiciera, al menos, una vez en la vida, cuando vamos en bicicleta, no solamente te mueves de un punto a otro, sino que estás transitando el territorio con todos tus sentidos: sientes el viento en la cara, la temperatura, la fuerza que haces con tus piernas, ves los cambios de paisaje, es un viaje mucho más integral”, añade Edurne Caballero.
Pero no solo esto, sino que ambas coinciden en que, en estas rutas, conocen mucho más al prójimo y, de ahí que, ellas se muestren muy agradecidas a todas aquellas personas que, en cada pueblo, conversan con ellas e intercambian experiencias. “Las personas que nos encontramos, comparten con nosotras su sabiduría, sus iniciativas, su conocimiento… y lo hacen de una manera totalmente desinteresada”, comenta Ana Santidrián que añade que, aunque a priori, ellas llegan a una localidad y no conocen del todo las iniciativas, las personas con las que se encuentran siempre se encargan de recibirles con hospitalidad y generosidad.
De todas las lecciones que Caballero y Santidrián obtienen de sus travesías en bicicleta, hay una esencial con la que las dos coinciden:“Con el dinero de cada uno, decidimos qué mundo queremos compartir, porque dependiendo el producto que compremos, podemos apoyar a familias que mantienen ese mundo rural vivo y gestiona los recursos de una manera sostenible o sin embargo, puede que estemos contribuyendo a crear otro mundo diferente, menos respetuoso con el medio ambiente”, añade Ana Santidrián.
Además, en estas rutas, también hay lugar para las conferencias, donde las ciclistas cuentan las iniciativas que descubren. En esta ruta del 2021, ya han recorrido la comarca del Jiloca y la Sierra de Albarracín y ayer, en concreto, visitaron la capital para contar las preocupaciones que tienen respecto al mundo rural. “No queremos que nuestros pueblos se apaguen, vamos a mostrar las iniciativas que hemos descubierto porque son alternativas reales para un mundo mejor, no son utopías del futuro, son personas que están trabajando en el territorio con esfuerzo y con dedicación. Es importante darles voz”, comenta Edurne Caballero
Primeras conclusiones
A pesar de que Edurne Caballero y Ana Santidrián llevan poco más de quince días con esta nueva ruta por la provincia de Teruel, ambas se muestran orgullosas de las iniciativas que están descubriendo, y es que, muchas de las personas de las localidades que conocen, les cuentan que, cada vez hay menos población en los pueblos, pero hay mucha gente que quiere quedarse. “Nos muestran su preocupación por que las administraciones les ayuden, que habiliten servicios para que gente de otras ciudades quieran ir, pero también para que los de aquí se puedan quedar”, añade Ana Santidrián.
Además, a pesar de que las ciclistas comentan que puede resultar complicado hacer entender a la gente la importancia de un modo de vida más sostenible, sí que se aprecian avances en las localidades que visitan. “Antes la gente solamente se quedaba porque no tenía otra opción, pero ahora, sí que vemos que la población se queda porque quiere y ese querer también está vinculado a querer apreciar y valorar los recursos y el lugar donde está viviendo”, señala Santidrián.
Y es que, ambas comienzan a ver una base ya establecida hacia un nuevo tipo de desarrollo, sobre todo, cuando hablan con personas mayores, donde creen que hay una sabiduría y un modo de vida mucho más sostenible. “Nuestros mayores ya vivían de una manera más resiliente en el medio porque sabían que si explotaban los recursos y los degradaban no iban a poder seguir con vida. Esta sabiduría popular todavía existe”, cuenta Edurne Caballero. De hecho, ambas aseguran que, de esta etapa ciclista, se quedan con una lección que una mujer de Albarracín compartió con ellas. “Antes había menos cosas pero había mas vida”, recuerdan que les dijo a las ciclistas.
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