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‘Aristas y Crestas de Teruel’, un libro que abrirá un territorio inexplorado en la provincia ‘Aristas y Crestas de Teruel’, un libro que abrirá un territorio inexplorado en la provincia
Autofoto de Javier Magallón y Alberto Sánchez en la diminuta cima de la Oblicua del Altarico Chicuto, en Alcalá de la Selva. J. M.

‘Aristas y Crestas de Teruel’, un libro que abrirá un territorio inexplorado en la provincia

Javier Magallón y Prames planean el lanzamiento de la obra en la primavera del próximo año
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La editorial aragonesa Prames prepara el lanzamiento de Aristas y Crestas de Teruel, un libro realizado por el montañero turolense Javier Magallón y que pretende cubrir un hueco que por el momento está huérfano en la bibliografía montañera de la provincia. “Los montañeros no identifican Teruel con hacer crestas”, afirma Magallón, “y en muchos casos viajan muchos kilómetros para hacerlas, pero lo cierto es que en Villarluengo, en los Puertos de Beceite o en las Cuencas Mineras hay crestas desconocidas, remotas y extraordinarias”.

Hasta 50 crestas y aristas de la provincia –y alguna más en zonas limítrofes como Peña Golosa o Ademuz– incluirá Magallón en la obra, de la que lleva muy adelantado el trabajo de campo y que la editorial quiere llevar a las librerías a partir del 23 de abril de 2019.

A diferencia del otro libro que actualmente prepara Magallón y que también publicará Prames, en este caso a final de año, Litica, este es mucho más técnico y dirigido a un público más concreto. Si el primero desglosará un catálogo de piedras singulares con historias y leyendas a sus espaldas, que puede visitar casi cualquier curioso de la geología o la antropología, Aristas y Crestas de Teruel se parece más a 100 puntas inaccesibles (Dobleuve), con información técnica sobre la ubicación, dificultad, materiales y datos técnicos sobre vías de escalada clásica a través de crestas.

Público especializado 

Así pues, el público al que se dirigirá el libro son montañeros con experiencia que van, o quieren ir, más allá de la escalada deportiva, “a quienes les gusta la aventura y disfrutan sufriendo en ella”, según Magallón. “Con tres horas de aproximación y siete u ocho de actividad con 20 kg de peso en la mochila sueles llegar a tu casa a rastras. Pero el escalador al que le gustan las crestas vive la montaña desde el sentimiento, es un adicto y la necesita para vivir. Hay un libro de Sebastián Álvaro que se llama El sentimiento de la montaña que habla de esto, de que el monte es algo que va mucho más allá de la simple escalada. Si no eres capaz de sufrir para llegar a sitios inaccesibles para establecer una conexión total, no puedes meterte en estos sitios”. 

Una de las principales características que definen las crestas es que son vías largas, que requieren varios largos de cuerda, y requieren pericia en todas las destrezas del alpinismo y la escalada. “Puedes tener 100 metros de escalada clásica en vertical, luego un recorrido más fácil en el que vas ensamblado con el compañero, un resalte, luego tienes que montar un rapel... Una cresta es como un examen de todos tus conocimientos de montaña, porque tienes que saber hacerlo todo para moverte en ella”. 

Provincia ‘muy difícil’

El libro recogerá las dificultades específicas de cada vía reseñada, en base a una graduación tradicional que tiene algunas diferencias con respecto a los grados de la escalada, aunque también se incluye indicando el grado de dificultad de la zona de escalada más compleja de las que se encuentran en la cresta. “Además se añaden grados más subjetivos, como los de compromiso, aproximación y escapes. Esto es importante porque al ser un recorrido tienes que tener claro en qué puntos, si existen, puede interrumpirse la actividad en caso de que haya que hacerlo”. 

Todos esos factores se unen y resultan en una clasificación que va de F (fácil) a AD (abobinablemente dificil), cuyo nombre es lo suficientemente descriptivo. De esas no existen en la provincia de Teruel, “aunque la mayor parte de las que tenemos aquí son MD o MD+ (muy difíciles)”. 

Una de ellas es la Ki-Krest, en Villarluengo, una de las crestas que no ha abierto Javier Magallón durante la elaboración del libro sino que ya estaba abierta. Si lo habitual es que una cresta de 350 metros pueda costar entre 4 o 5 horas, esta, con 21 largos de cuerda, salta de 13 o 14 horas. “En los tiempos yo siempre tengo en cuenta que en este tipo de actividades hay que destinar tiempo también a estar en el sitio y a disfrutarlo”.

El libro será pionero en este tipo de actividad deportiva dentro de la provincia de Teruel, “los montañeros turolenses casi siempre buscamos las crestas fuera de aquí, y en muchos casos no sabemos ni que existe todo esto”, explica Magallón. “Nos vamos a hacer la Cresta del Diablo al Balaitús (Pirineo) y no sabemos que aquí al lado hay lugares igual de espectaculares”. 

En este sentido las zonas más aptas para crestear en Teruel son “el Maestrazgo, los Puertos de Beceite y las Cuencas Mineras, que por sus formaciones geológicas tiene vías muy ricas, difíciles y espectaculares. El Hocino del Pajazo en las Cuencas, los Órganos de Montoro, Puertos de Beceite, el Estrecho de Valloré o Las Hoces del Guadalope tiene lugares totalmente remotos que son sencillamente espectaculares”. 

Al contrario que Lítica o Cien Puntas inaccesibles, que ofrecían un recorrido por todas las comarcas turolenses, en este caso los parajes propuestos por Javier Magallón se circunscribirán únicamente a las zonas donde se encuentran las crestas más imponentes. “Son libros muy diferentes y merecían un tratamiento de la información diferente”, asegura el montañero. 

El turolense ha realizado y catalogado 45 de las algo más de 50 vías que aparecerán reseñadas en el volumen, un trabajo “que ha sido mío pero no solo mío, porque hay un colectivo de escaladores activos me han ayudado, no solo ha realizar algunas de las crestas sino también proporcionándome información, historias personales o pistas para encontrar nuevas vías”.