Álvaro Lombarte regresa a las salas de exposiciones en La Fábrica de Solfa de Beceite
La serie de pinturas y esculturas ‘Organic’ podrá verse hasta el próximo 15 de abrilEl artista de Peñarroya de Tastavins Álvaro Lombarte regresa a las salas de exposiciones, tras el éxito que supuso Libérez-moi que pudo verse en octubre de 2018 en el espacio parisino Jour et Nuit Culture, con una nueva muestra que será inaugurada mañana en La Fábrica de Solfa, en Beceite, dentro de su programa cultural Las Historias Gourmet que organiza el restaurante turolense.
Allí podrá verse Organic, una serie de 21 pinturas de medio formato y cinco esculturas inspiradas en la naturaleza, creadas por Lombarte durante los dos últimos años en la mayor parte de los casos. La exposición se inaugurará a partir de las 18.30 horas de mañana, sábado, y podrá visitarse hasta el 15 de abril. Como es habitual en La Fábrica de Solfa, el chef del restaurante, Kike Micolau, realizará una interpretación gastronómica de las piezas que podrá ser degustada durante los días que dure la muestra.
Las piezas de Lombarte tratan de integrarse en el espacio expositivo con una serie de propuestas estéticas orgánicas –de ahí el título de la muestra– e inspiradas en la naturaleza y en la interacción del ser humano con ella. Esto parecía obligado “teniendo en cuenta la ubicación de La fábrica de Solfa y las intensas emociones que me vinculan a esos parajes”, explica el artista nacido en Peñarroya de Tastavins, “muchas de las obras que presento están inspiradas en los Puertos de Beceite, y en cualquier caso giran en torno a la naturaleza y en su relación con el hombre a nivel orgánico”.
En algunas de las piezas es evidente la influencia de plantas o árboles en lo formal, pero también en lo material, a través de las técnicas utilizadas, que evidencian ese carácter vivo y orgánico. Las pinturas mezclan acrílico con elementos como esparto, pasta de papel reciclado o astillas de madera, obtenidas “de un árbol monumental y centenario, que fuer herido por un rayo”. Esa fusión de elementos naturales y sintéticos pretende ser en último término “un tributo, una oda y una devolución a la naturaleza”, afirma Lombarte.
Organic también se sirve para extender su discurso en el relieve y los corrugados que adquieren los cuadros debido a las sucesivas capas que se sobreponen e interactúan entre ellas, hasta concluir la composición buscada por Lombarte. Algunas de sus pinturas, como Ciprés del Matarraña, son casi completamente visuales, mientras que otras, como Mi perro Tony o la excelente Espíritu del bosque transitan hacia lo táctil, gracias a las texturas que forman los diferentes elementos del cuadro y que ofrecen un desdoblamiento sensitivo sobre aquello que reproducen.
En esas pinturas además se plasma uno de los hitos recurrentes en la obra gráfica de Álvaro Lombarte, que es su obsesión por el horror vacui, manejar los espacios del lienzo para abrumarlos de elementos que contrasten con la superficie despejada en la que se apoya el cuadro. También esto redunda en el argumentario relacionado con lo orgánico y lo natural de al muestra, según la opinión de los aristotélicos del XVII: “La naturaleza aborrece el vacío”.
Las cinco piezas de escultura echan mano de otro tipo de materiales, como escayola, resina epoxi o plomo fundido, y hablan sobre otro de los referentes conceptuales de Lombarte, los laberintos y las estructuras intrincadas –Peladura cabeza las integra con el concepto de forma orgánica, y Más dura será 3, que recuerda a M. C. Escher, ofrece una visión más geométrica y angulosa–.
Carácter social
En conjunto, las 26 piezas transitan entre lo figurativo y el expresionismo abstracto reconocible en obras anteriores firmadas por Álvaro Lombarte.
Según el artista turolense, la muestra no se limita al reflejo de la interacción entre ser humano y naturaleza, por lo que “no elude un carácter social y comprometido con el medioambiente, incluyendo una instalación inspirada en los desastres causados en el Matarraña por el temporal Gloria”, explica Lombarte, “reclamando e instando desde la propuesta plástica que se lleven a cabo las acciones oportunas para limpiar el bosque y evitar incendios futuros”.
Esta fusión de lo plástico, lo conceptual y lo social responde a que Lombarte concibe la actividad del artista como una necesidad de conectar lo esencial de ser, en todos sus ámbitos. “Como artista no puedo dar la espalda a lo que me ha tocado vivir, uno no escoge el tiempo para venir al mundo, pero debe dejar huella en su tiempo. Como creador tengo un deber que cumplir, una historia que hacer”, asegura el turolense. “No puedo evadir la responsabilidad social del momento en el que existo, taparme los oídos o enmudecer, pero también es verdad que ceñirme solo a eso me resulta absolutamente imposible”.