Alloza vibra con su hijo más ilustre en el I aniversario de la muerte de Carbonell
Gobierno de Aragón y Diputación Provincial se comprometen a financiar el futuro museoJoaquín Carbonell (Alloza, 12 de agosto de 1947-Zaragoza, 12 de septiembre de 2020) llevó a Valdano -que jugó una pachanga al fútbol sala en Andorra- y a Pardeza a su pueblo, fue batería de la orquesta Bahía de Alloza y cantante ocasional gracias a su habilidad imitando el acento italiano. Llevó el aroma de su tierra por conciertos, entrevistas y hasta en el propio interior de su automóvil, cuando se le rompió un bote de conserva en el maletero y no sabía si limpiarlo porque olía a gloria. Fue un trabajador incansable que no recibió nada gratis y un maestro embarcando y reclutando compañeros de viaje en los proyectos que paría sin cesar su inquieta cabeza. Además de todo eso, compuso más de 150 canciones y se convirtió en una referencia de la música de autor aragonesa y española. Hace un año se marcho, no de grado sino por el empujón de la pandemia. Se fue de persona, pero no de pensamiento, y, en el primer aniversario de su fallecimiento, Joaquín Carbonell recibió un cálido homenaje al que no faltaron sus hijos y familiares, ni la música, su otra familia y su otra patria, ni vecinos, amigos y representantes políticos del Ayuntamiento de Alloza, Comarca del Bajo Aragón, Diputación de Teruel y Gobierno de Aragón, quienes rubricaron de palabra el compromiso para apoyar el futuro Museo Carbonell de Alloza, así como un festival anual de Música de Autor dedicado a su memoria.
Desde ahora su mirada guasona y somarda preside la plaza Joaquín Carbonell gracias al busto en piedra creado por el escultor alcañizano José Miguel Abril e inaugurado el domingo. En la parte musical, el homenaje corrió a cargo del cantautor Diego Escusol, la violinista Kalina Fernández y el músico Manuel Alloza, descendiente de esa localidad y afincado en Barcelona. Se pudieron escuchar temas paradigmáticos del compositor, como Canción para un invierno, Canción del olivo, Me gustaría darte el mar, Con la ayuda de todos y también Gracias por habernos dado el mar, canción homenaje compuesta por el propio Escusol.
Carbonell fue hijo adoptivo de Teruel sin haber nacido allí, fue un ateo que recibió la Cruz de San Jorge y demostró que “un chico de pueblo puede ser Premio al Mérito Cultural de Aragón”, como recordó él mismo el 23 de abril de 2019. Fue igual de cantante sobre el remolque de un tractor que en el Principal de Zaragoza, un pacifista que boxeó contra Perico Fernández en un plató del programa Tres asaltos de TVE Aragón, un internacionalista que jamás renunció a sus raíces y un lírico cuyas metáforas entendían mejor los labradores que los estetas. Fue quien tuvo los arrestos, ahí es nada, para traer el mar que conoció en Barcelona a su querido Aragón. Aunque solo fuera de pensamiento.
Su inopinada muerte por covid-19 el 12 de septiembre de 2020 y la incertidumbre sanitaria de los meses siguientes hicieron que los actos en memoria del cantautor se retrasaran. Incluso se aplazó un concierto especial programado para el 21 de enero. Pero ahora toman carrerilla para honrar como es debido la memoria del músico. “Pa qué tanto”, diría él.
Hoy mismo se presentará en el Gobierno de Aragón la inminente gala homenaje que se realizará en su honor, así como el libro editado sobre su trayectoria. Y el domingo en Alloza, delante de sus hijos Alejandro y Nicolás y de sus convecinos y amigos, la consejera de Presidencia Mayte Pérez en nombre del Gobierno de Aragón y Manuel Rando en nombre de la Diputación Provincial de Teruel se comprometieron en poner los medios económicos para que el Museo Carbonell de Alloza en la casa natal del músico sea una realidad cuanto antes.
Cuenta ya con la colaboración de sus hijos, que donarán todo el fondo archivístico de Carbonell, el de sus sobrinas, propietarias del número 35 de la calle Mayor donde nació, el apoyo del Ayuntamiento y la Comarca Andorra-Sierra de Arcos y el decidido empuje de la recién creada Asociación Joaquín Carbonell para que su legado se convierta en el centro cultural de Alloza, en un referente para escolares y jóvenes de la comarca, y en una robusta cuarta pata turística y patrimonial del territorio, junto al Centro Buñuel de Calanda, el Museo Pablo Serrano de Crivillén y el Museo del Pastor de Andorra. “Ojalá el 12 de septiembre del año que viene podamos estar inaugurando este museo”, confiesa José Loscos, presidente de la asociación.
Será un museo al que el propio Carbonell ya empezó a darle vueltas, como confesó Manuel Rando, aunque entonces pretendía estar dedicado a la música de autor. Acogerá su extensísima obra, desde la más conocida como los dieciocho discos en los que ha participado, sus catorce libros o dos documentales, hasta la más personal, como las fotografías y recuerdos que guardaba de sus 50 años como profesional de la música, recortes de prensa, las crónicas que escribió sobre música ligera en DIARIO DE TERUEL, a la sazón Lucha, cuando era alumno de Labordeta o Sinisterra, partituras, instrumentos, apuntes o grabaciones originales que sus herederos donarán al museo.
También están dándose los primeros pasos, según Nicolás Carbonell, para que se constituya una fundación con el nombre de su padre que vele porque su legado se mantenga y se valore, o para un festival en Alloza dedicado a la música de autor, como mencionó Marta Sancho, presidenta de la Comarca de Andorra-Sierra de Arcos.
Y también para que se celebre un concierto homenaje en Teruel capital, cuya fecha se anunciará cuando esté cerrada, ya que según confesó Manuel Rando “Teruel le debe una”, en referencia a la intención no consumada que tenía Carbonell de haber grabado en el Teatro Marín su espectacular librodisco Carbonell 50 años, un trabajo que pretendía ser conmemorativo de su medio lustro en la brecha y terminó siendo su testamento artístico.
Anécdotas y genialidades
En el homenaje, conducido por la allocina Adriana Garay, intervinieron algunos de sus amigos y vecinos que recordaron muchas de las anécdotas y genialidades que dejó su paso por el mundo, y que también recitaron algunos de sus versos, que descontextualizados de su envoltorio musical no pierden ni pizca de sentido.
Uno de los más aplaudidos fue el testimonio de Miguel Villanueva, compañero de andanzas y de comisiones de fiestas de Carbonell, y a quien le debemos el favor de ser ni más ni menos que la persona que introdujo, a los 15 años, a Carbonell en la música. “Yo cantaba en la orquesta Bahía y el empezó a tocar la batería junto a Gregorio Aguilar”, recordó. “Después empezó a cantar dos canciones que en ese momento estaban muy de moda, y él las bordaba con su aire italiano”. Se trata de Cae la nieve, de Salvatore Adamo y Venecia sin ti, de Charles Aznavour. También contó como Carbonell trajo a Jorge Valdano o Pardeza a Alloza, como trabajó junto a él como camarero en Andorra -”la faena más dura que Joaquín y yo hemos hecho en la vida”, y recordó y resumió en plan tweet la inabarcable trayectoria de su amigo con la siguiente frase: “No consiguió nada gratis porque fue un trabajador incansable, y siempre tuvo ideas geniales”.
La bibliotecaria de Alloza Alicia Ginés también tuvo emotivas palabras de recuerdo, y evocó la sorpresa de Carbonell cuando los escolares del pueblo le recibieron en una ocasión cantando La peseta, o las ocasiones en las que acudió a Alloza a presentar libros propios e incluso de su amigo y maestro José Antonio Labordeta, cuando se lo impedía el cáncer que finalmente se lo llevó.
Además José Loscos, presidente de la Asociación Cultural Joaquín Carbonell, insistió en los valores excepcionales que encarnó el músico, como la integridad, la honestidad, la coherencia, el compromiso y el talento, y el hecho de que fuera siempre un embajador activo y orgulloso de Teruel y de Alloza, y la gran oportunidad que existe de crear un espacio museístico que preserve y promocione su figura, “completando la oferta de otros genios del territorio, como Andorra con su Pastor, Pablo Serrano en Crivillén y Buñuel en Calanda”.
Reconocido en vida
En el caso de Carbonell no puede decirse eso tan humano de que sus méritos no le fueron reconocidos hasta después de su muerte. “Me siento muy orgullosa de pertenecer a un gobierno que le concedió el Premio al Mérito Cultural de Aragón (2019), que es el máximo galardón para reconocer una trayectoria cultural. Recuerdo que ese día lo vivió con entusiasmo e ilusión. Los artistas como Joaquín merecen ser reconocidos en vida, independientemente de que tras su muerte sea necesario que las instituciones velemos por la conservación y la promoción de su legado”.
“Cuando se marchó se fue uno de los nuestros, y lo hecho mucho de menos”, insistió Mayte Pérez, que coincidió con Manuel Rando en que su cabeza seguía maquinando proyecto tras proyecto. “Hablábamos sobre ese museo que quería poner en marcha en Alloza”, explicó el presidente Provincial, “sobre el nuevo disco que quería grabar en Calamocha y sobre todos los planes de futuro que tenía”. Entre ellos destaca también unas memorias que estaba preparando, y que de un modo u otro se espera que vean la luz próximamente.
El alcade de Alloza, Miguel Ángel Lorenzo, cito al propio Carbonell en Albada de la ausencia para manifestar su intención de que el cantautor, que se marchó en persona hace un año, no se retire nunca del pensamiento de los allocinos, de los turolenses y de los aragoneses, para lo que instó a que todos, Ayuntamiento, Comarca, Diputación Provincial, Gobierno Autonómico y socios de la Asociación Cultural se unan para hacer que, más temprano que tarde, el Museo Carbonell de Alloza sea una realidad.
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