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Alicia Rando, violinista turolense: “Manhattan me ha abierto a nuevos estilos, pero la música clásica sigue siendo lo mío”

A la músico turolense la pandemia le ha cogido en la Gran Manzana, donde trabaja y sigue estudiando
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A los cinco años empezó a tocar el violín de la mano de María Popa, a los siete entró en el Conservatorio de Teruel y desde los ocho ha sido solista en orquestas como la Sinfónica de Castellón o la del Real Sitio de la Granja de San Ildefonso, con la que actuó en el Teatro Marín en 2017, con motivo del 800 aniversario de los Amantes. Pupila de Sergei Fatkulin y actualmente de Peter Wingrad y Patinka Kopec, Alicia Rando es una de las grandes promesas de la música turolense. Actualmente se encuentra en Nueva York, donde alterna sus estudios con la actividad concertística y la producción musical. 

-¿Cómo ha cambiado su vida desde que marchó de Madrid a Nueva York?

-Muchísimo, por el choque cultural y la gran distancia que me separa de los míos y de mi casa, en Teruel.  Pero sigo llevando vida de estudiante, porque aunque el año pasado me gradué en el nivel Profesional Studies Certificate en la Manhattan School of Music (MSM), sigo siendo estudiando con mis dos profesores de violín, Peter Winograd y Patinka Kopec, a la vez que preparo programa, recitales y conciertos.

-¿Qué le están aportando Winograd y Kopec?

-Una nueva visión sobre la música y el panorama musical actual tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo. Durante toda mi formación en España conté con Sergei Fatkulin como mi maestro y mentor, del cual he adquirido la técnica y la mentalidad de la escuela rusa del violín. Ahora, y hablando de técnica, sigo con esa línea de trabajo didáctico y pedagógico de la escuela rusa que comencé de niña, ya que tanto Peter como Patinka son discípulos de Ivan Galamian, pedagogo del violín que aunó los aspectos técnicos de la escuela rusa y francesa. En la parte musical, mis profesores me están aportando un horizonte musical muy amplio por los variados y distintos estilos y caminos en los que me están formando, abriendo mis perspectivas a esas diferentes maneras de ver y entender la música clásica en particular y la música en general. 

-¿Qué importancia tiene el profesor para el violinista?

-El profesor con el que un niño comienza su aprendizaje es fundamental para su desarrollo. Creo firmemente que desde una edad temprana se debe construir una base técnica lo más impecable posible, porque si tienes grandes ideas musicales necesitarás recursos técnicos para desarrollarlas. Y en esto el profesor es determinante. 

-Pero más allá de su calidad... ¿determina la escuela o el estilo al que pertenezca?

-Sacarle el alma a un violín es un arte difícil de controlar. Como cualquier otro instrumento musical, tiene sus dificultades características. En este caso la mano izquierda ejerce un papel fundamental en la afinación, pero el arco en la mano derecha constituye el pulmón de las frases musicales. Se trata por tanto de un trabajo de coordinación minucioso en el que cada movimiento altera la calidad del sonido que produce. 

-Simultanea estudios con actividad concertística, y también con un trabajo de ingeniera de sonido... 

-Son caminos diferentes pero complementarios. Actualmente me encuentro en visa de estudiante realizando lo que aquí se denomina OPT (Optional Practice Training). Es un permiso que el gobierno de los Estados Unidos concede durante un año tras haberte graduado para trabajar en el ámbito en el cual has realizado tus estudios, en mi caso, la música. Pero uno de los requisitos durante este periodo es que tengas un contrato de trabajo. La ingeniería de sonido siempre llamó mi atención y he cursado varias asignaturas relacionadas. Al acabar el predoctorado supe que ofrecían un puesto de ingeniero de sonido a tiempo parcial en mi escuela y me contrataron. Nuestro trabajo consiste en organizar y llevar a cabo las grabaciones de los conciertos y actos que ocurren en las siete salas distintas de MSM, así como grabaciones privadas con grandes músicos del momento, ya que la escuela cuenta con un estudio de grabación profesional propio.

Además realizo actividades didácticas con un reducido grupo de alumnos de seis y siete años de edad pertenecientes al Distance Learning Project y Precollege de Manhattan School of Music lo que me permite realizar una actividad que es a la vez divertida y muy interesante.

-En cuanto a su actividad como concertista, ¿qué formatos y repertorios le interesan?

-Por el momento tengo más recitales, especialmente dúos de violín y piano. De hecho, junto a uno de mis mejores amigos en Nueva York, pianista, hemos formado un dúo y ya tenemos planeadoun programa de sonatas y piezas virtuosas para varios conciertos y recitales. Disfruto mucho tocando, me interesan todo tipo de formatos desde el concierto solista a los recitales de música de cámara con piano u otros instrumentos.

-El violín es un instrumento muy versátil, que viaja del romanticismo a punkrock, pasando por el country, el folk, el jazz o el swing... ¿le interesan otros estilos además de la música clásica? 

-He de confesar que hasta mi llegada a Nueva York nunca había salido del repertorio clásico. Pero al aterrizar en Manhattan School of Music, al ser una escuela en la que conviven tres estilos de música distintos (Clásica, Jazz y Teatro musical), mi exposición hacia distintos estilos de música hizo que probara cosas nuevas. Me interesan otros tipos de música, especialmente el jazz, ya que estoy muy influenciada por mis amistades cercanas, pero sigo siendo una músico clásica y no toco en público fuera de ese estilo. Lo mío es la música clásica.

-Los violines antiguos se cotizan mucho ¿Qué instrumento tiene usted?, porque el que le regaló su abuelo ya no lo podrá usar...

-Los más famosos son los Stradivarius y los Guarneri del Gesù, con un valor de mercado altísimo. De hecho el más caro de la historia es un Stradivarius apodado Lady Blunt que se vendió por 16 millones de dólares. Y no hay que olvidarse del arco, para mí es incluso más fundamental que el violín. Evidentemente no (risas), ya no puedo tocar con el violín que me regaló mi abuelo de pequeña, que es un 1/8, así que  tengo un violín italiano Romano Marengo-Rinaldi construido en Turín en 1913 y que ha sido mi compañero de aventuras desde 2015.

-La grandeza de los Stradivarius es por la madera, por el barniz, o por puro marketing o de snobismo?

-Sinceramente no lo sé. No he tenido la oportunidad de tener uno entre mis manos, y las investigaciones que se han hecho tampoco llegan a acuerdos. Hay estudios que hablan del barniz que el luthier usó, y cuyo secreto se llevó a la tumba. Otros se centran en la madera, ya que en el tiempo y en la zona en la que Stradivarius vivió tuvo lugar una anomalía climática muy fría que hizo la madera más densa de lo normal... No lo sé, pero sin duda tienen algo especial.

-En 2017 me aseguró que la clave para ser un gran músico no es el talento sino el esfuerzo. ¿Se reafirma? 

-Totalmente. La clave reside en el trabajo y el esfuerzo diario. Una gran capacidad y aptitud musical no se desarrollan solas, no crecen solas. Dos de mis frases favoritas al respecto son de Einstein, que decía que “el genio se hace con 1% de talento y un 99% de trabajo” y de mi abuela: “hace más el que quiere que el que puede”. Me la ha dicho desde pequeña.

-Por qué decidió tomar el camino de Nueva York? 

-Por los profesores que tengo actualmente. Desde pequeña sentí admiración por ellos y su pedagogía. Mr. Winograd es el primer violín del American String Quartet, una de las formaciones de cámara más importantes y reconocidas en todo el mundo y Ms. Kopec es la asistente de Pinchas Zukerman, uno de los mejores violinistas actuales. En mi mente siempre estuvieron los Estados Unidos, especialmente Nueva York y Manhattan School of Music pensando sobre todo en las posibilidades de futuro, aunque la opción de quedarme en Europa siempre estuvo ahí. Alemania era una de las opciones más fuertes junto a Nueva York.

-Nueva York es la ciudad con mayúscula... ¿qué tiene para ser la capital del mundo?

-Bueno, para mí la capital del mundo es Madrid (risas). Bromeo. Nueva York es una ciudad muy cosmopolita, con un panorama musical extraordinario, llena de gente de diversas culturas, creencias, pensamientos y nacionalidades. Yo creo que es justamente esa diversidad y la libertad con la que se vive la que proporciona tanta riqueza, fuerza y visibilidad a esta ciudad.

-¿Regresa a menudo a Teruel?

-Todo lo que puedo, pero me parece poco. Durante cada periodo de vacaciones regreso a mi hogar, Teruel, donde está mi familia. Echo de menos mi tierra porque en ningún sitio se come como en España, y una no sabe lo que es echar de menos el Jamón de Teruel hasta que no pasas siete meses sin probarlo... Sin embargo, tengo la suerte de haber creado un grupo de amistades muy cercanas en Nueva York, a las que considero mi pequeña familia en esta ciudad, por lo que la distancia con España se hace más amena y llevadera.

-¿Cómo está la situación en Nueva York por la pandemia del Covid-19? ¿Existe aislamiento? ¿Es posible que exista confinamiento en una urbe como NY?

-Actualmente Estados Unidos se ha convertido en el epicentro de la pandemia de Covid-19, siendo Nueva York la ciudad con más contagios del país. 60.000 y subiendo. Por muy difícil que sea imaginarlo, Nueva York se ha convertido en casi una ciudad fantasma, teniendo en cuenta que en  Nueva York es imposible que se paralice absolutamente todo o que corten los puentes conectores de barrios. Si bien es cierto que el gobierno no ha implantado medidas de confinamiento tan fuertes como en España, la población se ha dado cuenta de la importancia de quedarse en casa para evitar la propagación del virus.

-En una megalópolis como esa una pandemia parece un riesgo todavía mayor... ¿Qué es lo que más le preocupa?

-Mi mayor preocupación, sinceramente, está en mi familia y gente en España. Nunca se ha visto algo así desde el siglo pasado y el estar tan lejos de mi hogar en tiempos tan difíciles es duro. Y aquí lo que más me preocupa es que tras superar el primer periodo de la pandemia, la gente regrese a la rutina normal y se pueda producir un nuevo brote.

-¿Que está haciendo en estas semanas? Se habrán cancelado conciertos, sus clases... qué hace para aprovechar el tiempo?

-Aunque sigo teniendo mis clases vía online, este tiempo de aislamiento me está sirviendo para montar programa nuevo, pensar en proyectos, ponerme en contacto con más músicos con los que colaborar y trabajar conjuntamente... Y aún me queda tiempo para probar recetas nuevas, leer libros que tenía en mi lista de pendientes, seguir practicando mi estudio del ruso, y tener tiempo para mí, que también es importante.

-¿Cree que sacaremos algo positivo de todo esto? ¿O nos volveremos todavía más desconfiados?

-Creo que podemos aprender de todo. De esto podemos aprender que posiblemente no estábamos preparados para afrontar una situación así y en el futuro tendremos que poner en práctica eso de que más vale prevenir que curar. En lo económico y en lo social ya veremos... Nadie se podía imaginar a principios de año que en unos meses estaríamos como estamos ahora. No creo que nos volvamos más desconfiados pero de algún modo nos volveremos más precavidos.