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Alcañiz homenajea a Raimundo San Nicolás, uno de sus pintores fundamentales Alcañiz homenajea a Raimundo San Nicolás, uno de sus pintores fundamentales
‘Reflejos en el Guadalope’, óleo sobre táblex pintado en 1964 por San Nicolás ante uno de los modelos favoritos del alcañizano

Alcañiz homenajea a Raimundo San Nicolás, uno de sus pintores fundamentales

Este sábado se clausura una retrospectiva sobre el paisajista comisariada por Álvaro Lombarte
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Este sábado se clausura en Alcañiz la muestra titulada Raimundo San Nicolás 1918-1976. Pintor paisajista, sobre uno de los artistas fundamentales de la pintura alcañizana del siglo XX y que, aunque reconocido y muy querido entre sus paisanos, adolecía de una gran retrospectiva como la que durante estos días ha podido verse en la Sala de Exposiciones del Ayuntamiento de la capital del Bajo Aragón. 

La colección, cuyos fondos pertenecen a la familia del pintor y a numerosos particulares –vendió y regaló numerosos cuadros a sus paisanos– que han cedido temporalmente las obras, está formada por 52 pinturas, 32 óleos sobre lienzo, 18 óleos sobre táblex, una acuarela y una cera sobre cartulina, que glosan a la perfección la pasión que sintió este contable de profesión por los pinceles y por los rincones de su comarca. Desde la primera obra fechada en 1939 hasta la última, que terminó en 1973, tres años antes de su prematura muerte, se recorren “prácticamente todos los pueblos del Bajo Aragón, desde Peñarroya de Tastavins hasta Samper de Calanda”, explica Álvaro Lombarte, comisario de la muestra, además de varias vistas de las riberas del Guadalope, uno de sus referentes creativos por excelencia. “Él fue fundamentalmente un paisajista y vivió muy vinculado a su territorio, que conocía perfectamente y que plasmó a lo largo de toda su vida”, añade Lombarte. 

Esta primera obra que abre la retrospectiva, El descendimiento pintado en 1939, estuvo expuesto hasta mitad de los años setenta en una hornacina de la calle Panfranco de Alcañiz y Lombarte apunta una historia curiosa, y es que se cuenta que lo realizó por encargo de sus vecinos, como ofrenda para pedir protección tras la conmoción que supuso el terrible bombardeo sufrido en la ciudad de Alcañiz, el 3 de marzo de 1938, durante la guerra civil.

En los trazos de los paisajes de San Nicolás es inconfundible la influencia que los impresionistas ejercieron sobre él, a la hora de plasmar paisajes vivos y vívidos. “De su estilo hay que destacar lo vital y colorista de su paleta”, explica Lombarte. “Le gustaba jugar con el color y resaltarlo, acentuarlo”. También es destacable el dominio que adquirió a lo largo de los años a pesar de ser autodidacta, especialmente en la técnica de la espátula. Pero es que Raimundo San Nicolás “tenía auténtica pasión por el arte y pintaba día y noche... lo suyo era una fiebre”, asegura el comisario. 

Raimundo San Nicolás fue uno de los que recogió la tradición pictórica alcañizana que venía de autores como Ceferino Cabañas (1880-1950), considerado por el crítico de arte y conservador Rafael Ordóñez como “el gran pionero de la pintura alcañizana del siglo XX”, el cubista Miguel Delgado, Cristóbal Sierra o Alejandro Insa, entre otros. 

A pesar de que San Nicolás nunca ejerció la docencia ni dio clases de pintura, su espíritu activo, generoso y su naturaleza de auténtico agitador cultural en la localidad bajoaragonesa le llevó a transmitir esa tradición pictórica a la siguiente generación, y de hecho fue uno de los fundadores del grupo de artistas denominado El Casetón, con artistas de la talla de Enrique Trullenque, Antonio Boira, José Manuel Colado, Ángela Andreu o el propio Álvaro Lombarte. “Esta retrospectiva era necesaria para poner en valor a alguien como Raimundo San Nicolás porque fue un pintor fundamental en Alcañiz”, asegura con rotundidad Lombarte. “Aunque no nos enseñó a pintar, introdujo, alentó y sostuvo la pasión por la pintura en muchos de nosotros que después nos hemos dedicado a ella”. 

Su frenética labor artística le llevo a participar en numerosas exposiciones y en los Salones de Septiembre de Alcañiz, donde consiguió muchos premios. En 1943, con 25 años, participó con notable éxito en el I Salón de Artistas Aragoneses de Zaragoza. 

A finales de los años 60 asumió un importante papel de promotor cultural en su localidad natal, auspiciando numerosas jornadas de pintura colectiva al aire libre –su preferida– y sentando las bases de lo que después sería El Casetón. No solo fomentó la actividad artística entre muchos que después de dedicarían al arte, sino que gracias a él se produjeron numerosas exposiciones de jovenes creadores locales que acercaron el arte al público de todos los rincones del Bajo Aragón, pero también en el Matarranya, en Teruel capital, en Zaragoza e incluso en Salamanca y Madrid, según apunta Álvaro Lombarte en el catálogo de la exposición, donde expresa la necesidad de “descubrir y mostrar a través de sus cuadros al pintor que fue capaz de asombrar a sus contemporáneos, y que ahora espero que puedan admirar también las nuevas generaciones de nuestra ciudad”. 

El comisario de la muestra y pintor Álvaro Lombarte, que recientemente ha expuesto  Libérez-Moi en el Jour et Nuit Culture de París (2018), El caos y el logos en el Juan Cabré de Calaceite en 2016 y que el año pasado recogió el Premio Mariano Nipho del Bajo Aragón en la categoría de Arte, reconoce que siempre sintió “una profunda admiración por Raimundo San Nicolás”, y que revisitar su trabajo y revisar su obra para comisariar la exposición retrospectiva “ha sido algo entrañable”. 

La muestra ha sido organizada por el Ayuntamiento de Alcañiz, y ha contado con todas las facilidades por parte de la familia y amigos del artista.