Veinte kilómetros de tuberías de riego, el inicio de una obra con la que sueña Sarrión desde hace 20 años
El proyecto arrancó el 26 de marzo y la previsión es ejecutar 4,15 millones este añoLas obras del regadío de Sarrión son una realidad y los 20 kilómetros de tuberías que ya se han colocado han llevado hasta la localidad la esperanza de que, por fin, el proyecto que comenzó a gestarse hace 20 años verá la luz. Las máquinas están trabajando en varios tajos y ya se han certificado un total de 350.000 euros de los 4,15 millones que está previsto ejecutar a lo largo de este año 2020. Los trabajos se iniciaron el 26 de marzo, en plena pandemia y con las últimas firmas realizadas de forma electrónica. El proyecto lleva dos décadas cogiendo forma y la obra, adjudicada y presupuestada, no podía esperar más.
Se trata de un proyecto de gran envergadura que se extiende por más de 10.000 hectáreas principalmente del término municipal de Sarrión, aunque también hay algunas en los de Albentosa, Manzanera y La Puebla de Valverde. A la gran superficie que abarcan las tuberías de riego, que suman un total de 294 kilómetros, entre las principales y las que luego van hasta las fincas, se suma la diferencia de cota entre unos lugares y otros, que es de en torno a 400 metros, según explica Ricardo Ibáñez, que es ingeniero agrónomo del Gobierno de Aragón en Teruel y responsable del proyecto desde sus inicios.
Todo ello hace que los trabajos se lleven a cabo en seis sectores diferentes, de los que 3 se terminarán este año, además de la balsa, cuya perforación del vaso ya ha comenzado. El responsable del proyecto precisa que la red es “mucho más compleja y extensa” de lo que es habitual en estos proyectos de regadío y eso hace que el presupuesto sea de 15,32 millones de euros, de los que 6,67 serán subvencionados por el Gobierno de Aragón y el resto lo abonarán los regantes de forma proporcional a las hectáreas que irriguen. El plazo de ejecución de las obras es de 45 meses y, según asegura Ibáñez, una vez iniciadas ya no se parará hasta concluirlas.
El agua se obtiene de tres pozos, dos de ellos muy próximos entre sí y ubicados al norte del municipio, en la zona comprendida entre el Llano del Pobo y Lomas de Babor. Estos acuíferos llenarán una balsa de 62.000 metros cúbicos de capacidad que se construirá en una extensión cercana a las 2 hectáreas de terreno. El tercer pozo está localizado al sur del término municipal de Sarrión, en la zona de la Cruz-Ermita de San Cristóbal que abastecerá a una balsa que es la que se está construyendo en la actualidad y que tiene capacidad para 10.000 metros cúbicos.
En el año 2003 se hicieron los tres sondeos de investigación en función de los que se establecieron unos caudales de explotación de 80 y 90 libros por segundo en los de la zona de las Lomas de Babor y de 60 litros para el pozo de la ermita de San Cristóbal.
El riego planteado en el proyecto es por micro aspersión, que es similar al agua que aporta la lluvia y es el que mejor se ajusta a las necesidades de las carrascas truferas. Desde los sondeos se bombea el agua a las balsas y de ellas se llega a las parcelas por gravedad.
En total se irrigarán 617,78 hectáreas de 134 propietarios y distribuidas en 929 parcelas. La superficie media de las parcelas es de 0,84 hectáreas y cada propietario posee de media una extensión de 7,09 hectáreas.
Miguel Muñoz, jefe de obra de Tragsa, que es la empresa que está acometiendo el proyecto, indica que por ahora ya se han colocado 20 kilómetros de los 294 de tuberías que habrá que soterrar a lo largo de los trabajos y apuntó que, en cuanto esté construida la balsa y equipado el primero de los sectores, ya será posible el riego, algo que técnicamente podría producirse este mismo año. Sin embargo, serán los regantes los que decidirán si el agua llega de forma escalonada a medida que vayan construyendo los sectores o esperan a ponerlo en marcha todo a la vez.
Muñoz destaca la gran envergadura de la obra y Ricardo Ibáñez hace hincapié en las exigentes pruebas a las que están sometiendo las tuberías de cada ramal antes de soterrarlo.
De momento están trabajando en los diferentes tajos un total de 30 personas apoyadas por en torno a quince máquinas de diversos tipos. Entre ellas hay una específica para perforar el terreno y soterrar las tuberías, cuyo pvc se une con un sofisticado aparato cuya soldadura evita las fugas.
El presidente de la Comunidad de Regantes, Manuel Doñate, está contento de ver, por fin, las máquinas en el terreno, pero adelanta que la “satisfacción final” será la inauguración del regadío de las carrascas. Muestra su agradecimiento tanto a Tragsa como al Gobierno de Aragón por el interés por agilizar el inicio de los trabajos pese al estado de alarma, que se decretó el 16 de marzo y las obras arrancaron 10 días después, el día 26 de ese mismo mes.
Para Doñate, si el proyecto era fundamental antes de la pandemia en estos momentos lo es todavía más porque “ahora sí o sí o hacemos el regadío o empezamos a desaparecer”, comenta haciendo referencia a la delicada situación económica en que la crisis sumirá a muchas familias. Detalla que la trufa era para algunos un complemento de la actividad principal, que ahora en muchos casos ha desaparecido o lo hará a corto plazo por la recesión generada a raíz del Covid-19. En este sentido, argumenta que el riego servirá con toda seguridad para asentar población en la comarca de Gúdar-Javalambre.
La alcaldesa de Sarrión, Ana de Miguel, dijo estar alegre por el comienzo de los trabajos: “Ya era hora, después de tantos años peleando”, asegura, para añadir que la actuación “va a favorecer a los truficultores” en la medida en que garantizará las cosechas de Tuber melanosporum.
La trufa necesita, para su óptimo desarrollo, aportes de agua sobre todo durante el periodo estival y las irregulares y cada vez más escasas precipitaciones de la zona afectan negativamente a las cosechas. El riego garantizará una producción media regular, algo de gran importancia de cara a la puesta en marcha de empresas de transformación y también para asegurar unas rentas mínimas. En los últimos 5 años la mayor parte de las campañas solo han recolectado trufa aquellos propietarios que contaban con sistemas de riego.
Desde la Comunidad de Regantes construyeron ya en 2012 una balsa donde los propietarios llenaban cubas para regar sus fincas. Se trataba de una medida costosa pero fundamental para evitar la pérdida de las cosechas e incluso que se secaran las truferas. Por otro lado, muchos de los truficultores perforaron pozos en sus campos como fórmula para garantizar la irrigación de las carrascas. Esas soluciones particulares fueron las que provocaron las continuas altas y bajas en el proyecto común.
El interés de los truficultores de esta zona de Gúdar-Javalambre por regar sus fincas truferas es lo que hace que, en los años de sequía a nivel nacional y europeo, la trufa de Teruel sea prácticamente la única que abastece a los mercados internacionales.