Varias generaciones de una misma familia de Peralejos que se dispersaron por España se vuelven a juntar
El municipio de donde descienden los acoge para indagar en sus orígenesVarias generaciones de una misma familia de Peralejos dispersa por varios lugares de España se reencontraron el pasado fin de semana en este municipio a través de una iniciativa que buscaba indagar en los orígenes de todos sus miembros, y recuperar así los vínculos con la localidad de la que descienden. Fruto de la emigración a lo largo de las décadas, descendían todos ellos de un matrimonio de finales del siglo XIX que tuvo doce hijos, que se dispersaron y perdieron el contacto con el paso del tiempo. El sábado pasado su pueblo de origen los volvió a reunir en una iniciativa que promovieron tres familiares, planificada desde hace un año, con un programa completo para recordar a sus ancestros: Carmen Hernández Utrillas (1874-1952) y Tomás Hernández Asensio (1871-1925).
En total participaron 77 descendientes de varias generaciones, puesto que la emigración del siglo XX hizo que los hijos, nietos y bisnietos de Carmen y Tomás acabaran viviendo en lugares alejados e incluso perdieran prácticamente el contacto.
“Ha sido un encuentro que hemos vivido con mucha ilusión, porque hemos indagado en los recuerdos familiares a través de fotos y el árbol genealógico”, explicó Francisco Julián Garzarán, bisnieto de Carmen y Tomás, y una de las personas encargadas de organizar el evento junto con Rosa Hernández y Daniel Hernández. La investigación les ha permitido conocer sus raíces y compartir con el resto de su familia cómo vivían sus bisabuelos en una España rural muy distinta a la actual, que estaba muy poblada, pero sin las oportunidades que ofrece hoy y que fue la causa del gran éxodo poblacional experimentado a lo largo del siglo XX.
Detrás ha habido un minucioso trabajo de documentación y de recuperación de fotografías, que compartieron en una proyección el pasado sábado. Fue una de las actividades que desarrollaron, puesto que aparte de una comida de confraternización realizaron una caminata por la ribera del Alfambra, pudieron conocer dónde trabajaban sus antepasados y visitaron la casa natal de la familia Hernández-Hernández, de la que descienden, conocida como casa del Hoyo y que está siendo restaurada actualmente.
Experiencia
También conocieron algunos de los recursos que tiene el pueblo, como el centro de interpretación de la naturaleza de Peralejos y la Sierra de Castelfrío, y el Mural del Tiempo Geológico que se inauguró recientemente. Para ello contaron con las explicaciones de varios miembros de la familia que son expertos en patrimonio biológico y geológico, y que siguen teniendo relación con el pueblo, como es el caso de Daniel Hernández Abril y Rafael Royo Torres.
Tras la comida hubo una convivencia familiar en la que se compartieron anécdotas y recuerdos familiares. Francisco Julián comentó que no faltaron los obsequios en una jornada de la que destacó que había tenido “muy buena acogida” y unió a familiares que hacía tiempo que no se veían y que habían perdido prácticamente el contacto al pertenecer a diferentes ramas. “Ha sido una experiencia muy halagüeña y esperamos volver a hacerla cada cierto tiempo, no anual, para mantener la relación entre todos nosotros”, comentó Julián.
Ha sido este profesor jubilado y residente en Valencia quien se ha dedicado con mayor énfasis a indagar en los orígenes de la familia y el que ha compartido con el resto de sus miembros documentos valiosísimos para ellos como el cuaderno biográfico que escribió su tío bisabuelo, Aurelio Hernández, conocido como el hermano Gabriel, de La Salle, que impartió clases en Teruel antes de su traslado a Paterna (Valencia).
En ese incunable, compartido ahora con el resto de la familia, se explican los orígenes de esta saga familiar que acabó dispersa por varios pueblos de Teruel, Valencia, Zaragoza y Madrid, y que les ha permitido tomar conciencia de dónde proceden, de una España del interior de la que ahora tanto se habla pero que quedó relegada al olvido por las nuevas formas de vida que imperaron durante el siglo XX fruto de la inmigración del campo a la ciudad.
Saga familiar
Esta saga familiar arrancó a finales del siglo XIX fruto del matrimonio entre Carmen Hernández Utrillas, de Peralejos, y Tomás Hernández Asensio, de Villalba Baja, aunque Julián ha profundizado más en el árbol genealógico hasta remontarse a 1802 con datos investigados en registros, parroquias, cementerios y archivos. Eran conocidos con los apodos de Los Loles y Los Tijereros porque provenían de una familia de herreros. A la prole de los 12 hijos que tuvieron se sumaron con el tiempo 21 nietos, 37 bisnietos, 63 tataranietos y 12 trastaranietos. En total 145 descendientes.
El matrimonio tuvo doce hijos, de los cuales siete tuvieron descendencia y su historia la plasmó en un cuaderno biográfico uno de ellos, el hermano Gabriel. Este lo entregó a Francisco Julián a principios de los años 80 del pasado siglo, pocos años antes de morir. Es un documento donde se explican los avatares de esta familia rural, las costumbres de la época y los orígenes de la vivienda familiar, la casa del Hoyo, en la que llegaron a vivir hasta veinte personas porque se alojaban allí también los peoneros para la siega.
Compartir estas historias, conocer los orígenes de estas personas que acabaron dispersas y absorbidas por los modos urbanos de la vida moderna, ha sido una forma de reivindicar ese medio rural y esa España vaciada de la que ahora se habla tanto pero sigue siendo desconocida porque en ella se encuentra la identidad de quienes acabaron viviendo en las ciudades, afirmó Julián.
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