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Un proyecto a largo plazo,  la implicación vecinal y el contexto donde está, claves del éxito de Albarracín Un proyecto a largo plazo,  la implicación vecinal y el contexto donde está, claves del éxito de Albarracín
Los participantes, elaborando las conclusiones

Un proyecto a largo plazo, la implicación vecinal y el contexto donde está, claves del éxito de Albarracín

Doctorandos en patrimonio analizan las potencialidades y carencias, entre las que destaca la falta de vivienda
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Cruz Aguilar

Albarracín es una referencia en el aprovechamiento del patrimonio como motor turístico y las claves del éxito están en el contexto en el que está, en que el proyecto no ha triunfado de un día para otro, sino que se ha desarrollado a largo plazo, y en la implicación de los vecinos. Estas son las principales conclusiones que establecieron los doctorandos del proyecto Una Europa, que proceden de ocho universidades diferentes y que durante toda la semana han estado analizando el modelo Albarracín y estudiando la conexión entre desarrollo turístico, ámbito local y protección del patrimonio cultural.

En el Summer Camp que durante los últimos días se ha realizado en la Fundación Santa María han participado una quincena de titulados en disciplinas tan variadas como arqueología, arquitectura, antropología, geografía o historia del arte, pero todos ellos con una especialización en patrimonio cultural. Proceden de diferentes países entre los que se encuentran Polonia, Francia, Alemania o Escocia, entre otros.

Todos ellos han analizado la fórmula que ha convertido a Albarracín en un referente al saber combinar a la perfección el patrimonio con el turismo. Para hacer el estudio han trabajado con empresarios, representantes institucionales, agentes sociales y con la propia ciudadanía y, además de las potencialidades y recursos, también han detectado las necesidades que hay que mejorar de cara al futuro.

En lo que respecta a que se trata de un modelo a largo plazo, la profesora de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid, Ana Yáñez, destaca la amplia trayectoria de la Fundación Santa María y recuerda la protección patrimonial que décadas antes ya tenía la ciudad.

Albarracín es “un lugar de referencia” con respecto a su trabajo de recuperación del patrimonio, “una experiencia que interesa mucho no sólo en el ámbito nacional, sino que adquiere relevancia y proyección a nivel internacional”, explica María García, que es profesora de Geografía en la Universidad Complutense de Madrid.

Precisamente ese carácter pionero de la ciudad es lo que ha llevado a los integrantes del proyecto Una Europa a trabajar allí durante toda una semana. En este sentido, los responsables del Summer Camp argumentan que estar durante cinco días en esta zona turolense es una buena oportunidad para ver la realidad sobre el terreno y porque ofrece “un contexto académico, pero que tiene mucho de trabajo en la calle”, argumenta Ana Yáñez.

Los especialistas destacan que en la capital comarcal “no hay ninguna nota disonante” y en ello juega un papel fundamental la concienciación de la población, que se suma a las medidas patrimoniales establecidas. “Que la gente esté orgullosa del sitio en el que está y que haga las cosas a gusto para conservarlo es de gran relevancia”, comenta María García.

Sin embargo, también han notado cierta preocupación en el territorio por los inconvenientes que puede provocar que la llegada de turistas se intensifique de forma descontrolada.

Albarracín es un ejemplo a seguir por la forma en que ha sabido aprovechar el patrimonio como recurso para atraer economía. No obstante es esa gran afluencia turística la que provoca algunas de las ausencias a las que se enfrenta la ciudad, como viviendas de uso residencial, infraestructuras adaptadas a la masificación de determinados momentos o un sector industrial que contribuya a diversificar el turismo, que es prácticamente el único en el que se apoya la economía de la ciudad.

En este sentido, una de las carencias más notables es la falta de vivienda de uso residencial puesto que la demanda de alojamientos de usos vacacionales hace que los inmuebles sean muy caros e inaccesibles para las personas que se desplazan a la ciudad por motivos de trabajo. “Edificios hay, pero son tan caros que los trabajadores y los propios vecinos que se quieren emancipar no pueden vivir aquí porque no les sale a cuenta”, relata Tamara Pérez, que es historiadora del Arte y la única participante de Teruel en el Summer Camp.

La estudiante, que se está planteando ahora la temática de su doctorado, señala que durante esta semana de trabajo han analizado la situación y determinando las potencialidades y problemáticas, aunque en este chequeo no se incluye el planteamiento de soluciones. De todas formas, durante el encuentro que mantuvieron con el nuevo equipo de gobierno del Ayuntamiento de Albarracín, los integrantes les transmitieron su intención de intentar buscar una solución a la falta de viviendas existente en la ciudad durante esta legislatura que ahora comienza.

Diversificar

Otro de los problemas que, enumera Pérez, hay en Albarracín y que se puso de manifiesto con la pandemia es que la mayor parte de la actividad económica está vinculada al turismo. Esto supuso un importante receso durante la covid puesto que cayeron los ingresos de prácticamente todas las familias: “Se está viendo que necesitan un apoyo más aparte del turismo, diversificar la economía con algún tipo de industria”, dice Tamara Pérez, quien reconoce que es un problema difícil de solventar.

Por último, tanto los turistas como los lugareños se quejan de la falta de infraestructuras, algo complejo de solucionar debido al tamaño de la localidad y al importante flujo turístico.

Uno de los objetivos del Summer Camp es que los participantes se lleven a sus países herramientas para aplicar en cuestiones de patrimonio cultural. No obstante, Yáñez argumenta al respecto que no se trata de fórmulas mágicas que se puedan aplicar, sino de tener en cuenta lo que ha funcionado en Albarracín, como la larga trayectoria del proyecto, la implicación vecinal o la importancia del contexto.

La profesora de Derecho destaca a su vez  el “enriquecimiento” que supone abordar el patrimonio cultural desde disciplinas tan dispares. En este sentido manifiesta que el programa Una Europa busca precisamente “crear laboratorios” multidisciplinares y añade que entre los cinco temas que la alianza de once universidades ha elegido está el patrimonio cultural.

El gerente de la Fundación Santa María, Antonio Jiménez, muestra su satisfacción de que Albarracín sea objeto de estudio “en el ámbito técnico y científico del patrimonio” puesto que “es un gran reconocimiento”. En cuanto a las carencias detectadas durante el análisis de los expertos, reconoce la problemática de la vivienda, “es una realidad palpable” y comenta en cuanto al hecho de que la localidad viva exclusivamente del turismo vinculado al patrimonio que “fue el único recurso” con el que contó la zona tras la caída de la madera, motor económico durante mucho tiempo.

Las profesoras Ana Yáñez (de pie) y María García (a la derecha, sentada) junto a varias alumnas

El perfil turístico de la ciudad y la sierra son distintos y la oferta debe tenerlo en cuenta

El perfil turístico de Albarracín no es el mismo que el de la Sierra que le rodea y eso hay que tenerlo en cuenta a la hora de plantear la oferta. La profesora de Geografía de la Universidad Complutense de Madrid, María García, indica que es difícil que los flujos de turismo cultural que llegan hasta la ciudad atraídos por su patrimonio extiendan su ruta al resto de los pueblos, con núcleos dispersos y sin elementos de interés de similar alcance. A juicio de la experta, los visitantes que recalan en Albarracín, una localidad de 900 habitantes, están alejados del turismo rural típico, que es el habitual en el resto de la serranía. Así, buena parte de los usuarios que se desplazan a la capital comarcal se asemeja más al turismo cultural y patrimonial que aglutinan determinadas ciudades como Toledo o Salamanca.

“Son dos perfiles distintos, dos velocidades distintas y que no tienen porqué coincidir”, explica García, quien argumenta que esos recursos que ofrece Albarracín no son similares a los de la sierra, que tiene otros con capacidad de atraer también numerosos visitantes pero con intereses diferentes.

Por otro lado, la geógrafa detalla que quizás no es necesario que el flujo de personas que llegan hasta la serranía sea tan intenso, sino fomentar que las estancias sean más largas para disfrutar verdaderamente de las actividades y el entorno. “Hay que hacer una reflexión desde el conocimiento de cómo se mueven los flujos turísticos, porque plantear que los que llegan a Albarracín se desplacen a otros pueblos no va a funcionar puesto que, aunque hagan una visita, la riqueza la dejarán en Albarracín”, asegura.

Otro de los aspectos que destaca es el crecimiento en el número de visitantes de fuera de España, que hasta hace una década era muy pequeño. María García añade que posiblemente conforme se consolida la ciudad como destino cultural y patrimonial para extranjeros “más diferencias haya con el perfil de visitantes de la sierra”.

Indica que los pueblos que rodean Albarracín deberían explotar recursos como la escalada, el excursionismo o las actividades en la naturaleza, que aunque también se pueden ofrecer desde la propia capital comarcal, al turista le resulta más ventajoso, si esa es su motivación, reservar su estancia fuera de Albarracín, donde los precios y la masificación son mucho más elevados.

La doctora en Geografía también reconoce que el hecho de que Teruel se afiance como destino turístico puede suponer una merma en el flujo de la Ciudad de los Azagra.  “Teruel existe y antes no existía y Albarracín era el principal referente”, argumenta.

Falta de gente

Entender el contexto y los flujos turísticos es una cuestión clave para no dar palos de ciego según las expertas.  En este sentido la profesora de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid, Ana Yáñez, argumenta que el turismo cultural atraído por el patrimonio “funciona en Albarracín, pero en la sierra hay otros modelos que se pueden aplicar”.

El hecho de que Albarracín sea una población que no llega al millar de habitantes es un inconveniente a los ojos de los expertos para el modelo de desarrollo futuro puesto que “se necesita gente para tener la localidad viva y con servicios”.