Un equipo de especialistas de Teruel logra un hito científico con la JPCam del Observatorio de Javalambre
Se trata de la segunda cámara más grande del mundoSeis ingenieros turolenses, con la colaboración de todo el equipo de ingeniería, técnicos y científicos del Centro de Estudios de Física del Cosmos de Aragón (Cefca) detrás, acaban de conseguir un hito de gran relevancia internacional, la puesta a punto de la segunda cámara más grande del mundo que se ha construido. Se trata de la JPCam, un ingenio tecnológico sin igual con el que se hará el gran cartografiado del universo en 3D desde el Observatorio Astrofísico de Javalambre (OAJ) en el Pico del Buitre. Las características de este instrumento hablan por sí solas sobre su monumentalidad: 1.200 millones de píxeles y más de una tonelada y media de peso. Todo ello con el sello made in Teruel.
Diez años después de que empezara a diseñarse la cámara principal del Observatorio de Javalambre, con la que se capturará la luz del cosmos que llegue a través del telescopio T250 de 2,5 metros de espejo, la llamada JPCam es una realidad. El pasado miércoles esta gigantesca cámara fue llevada hasta la cúpula donde se encuentra el telescopio para su integración final.
La comunidad científica espera que los cartografiados del cielo nocturno que se hagan con la JPCam contribuirán a hacer importantes avances en la astrofísica, y tal vez sean determinantes para desentrañar los misterios de la energía oscura, esa fuerza que ha acelerado la expansión del universo y que es uno de los grandes retos científicos de este siglo.
Aunque en su diseño y configuración han participado numerosos científicos e ingenieros en lo que es la colaboración J-PAS, el proyecto de gran cartografiado del cosmos que se hará con este instrumento, en su recta final han sido seis turolenses los que la han integrado y puesto a punto, siempre con el apoyo del resto del equipo del Cefca, recalcan al hablar con ellos.
Los seis han formado el equipo específico creado a finales de 2018 para integrar la cámara y poner en marcha todos los sistemas que la componen, que fueron fabricados por distintos proveedores de varios países. Se trata de una cámara única en el mundo, diseñada específicamente para el fin científico para el que se ha construido. Como bromean los ingenieros, no había manual de montaje porque tampoco existía nada parecido con anterioridad.
El equipo lo han formado dos ingenieros senior del Cefca liberados de otras tareas, con una larga experiencia ya en el centro de astrofísica turolense, y cuatro ingenieros contratados específicamente para dedicarse exclusivamente durante más de un año a esta labor.
Todos han demostrado estar a la altura de un gran reto tecnológico internacional, en el que participan otros países como Brasil y China, y han puesto de manifiesto que la provincia y sus jóvenes pueden afrontar cualquier proyecto de tecnología punta que se les ponga por delante.
Apenas son las diez de la mañana del pasado miércoles, 12 de febrero, cuando el vehículo corona el alto del Pico del Buitre, a casi 2.000 metros de altitud, tras remontar una subida llena de pendientes endiabladas y curvas cerradísimas que se han convertido en la delicia de los ciclistas después de que una de las etapas de la pasada Vuelta a España finalizara en el Observatorio de Javalambre.
Conduce Antonio Marín, responsable del Observatorio, habituado ya a sortear sin problemas esa subida todavía con nieve y capaz de producir vértigo a cualquiera. Es el científico que ha estado detrás del diseño y construcción de la JPCam desde los inicios junto a otros miembros de la colaboración, pero es quien directamente ha vivido el embarazo, el que ha sufrido en sus carnes los buenos y los malos momentos que entraña cualquier proyecto, y más cuando el hijo es de las dimensiones de lo que se está haciendo en el Pico del Buitre.
Emoción
Marín no deja de hablar durante todo el viaje como si contara cosas de un hijo recién nacido; se le nota emocionado y el motivo de la conversación no es otro que la JPCam. Diez años después de que empezara a engendrarse esta cámara sin igual en el mundo, a finales de enero terminó su integración y puesta a punto en la sala limpia del Observatorio, y ese día iba a llegar por fin al telescopio T250 para su integración definitiva.
El Pico del Buitre parece un lugar desierto, aunque cada vez son más los turistas que suben los fines de semana ahora que toda la carretera está asfaltada. Entre semana en cambio se respira un aire de tranquilidad y soledad que solo se ve rota cuando uno atraviesa la puerta de acceso al complejo del Observatorio. Dentro la actividad es frenética con los ingenieros y técnicos de un lado para otro dando los últimos toques para terminar de instalar JPCam y poder empezar a recibir los primeros datos.
La cámara había salido el día anterior de la sala limpia en un carro especialmente diseñado para su transporte, y en ese momento aguardaba ya lista en la sala donde está la campana de aluminizado de los espejos de los telescopios, justo bajo la cúpula del T250.
Asistimos a la fase final de su traslado hasta el telescopio. Los ingenieros mueven las dos toneladas de peso que suman la JPCam y el carro de transporte con sumo cuidado. Es un instrumento científico de alta tecnología, construido con una precisión que requiere de ese cuidado extremo para evitar cualquier golpe por mínimo que sea que podría desajustarlo.
El momento es histórico, un hito de la ciencia hecha en Teruel como lo fue en su día el inicio de la excavación del dinosaurio más grande de Europa, Turiasaurus riodevensis. De la tierra al cielo, y la JPCam emprende su camino hacia las alturas para encontrarse con el telescopio, al que se integrará para poder comenzar el cartografiado del cosmos.
Se sube con una plataforma elevadora tras haber tomado todas las medidas de seguridad calculadas previamente. El ascenso es lento, a una velocidad de 3 milímetros por segundo para sortear una altura de unos 17 metros. Tardará casi dos horas para completar ese recorrido y poder encontrarse por fin con su pareja, el telescopio de gran campo.
Mientras sube a una velocidad apenas perceptible, salvo cuando van pasando los minutos, Marín habla con orgullo del ingenio: de sus 1.200 millones de píxeles, lo que la convierten en la segunda cámara más grande del mundo, solo superada por la del telescopio Pan-STARRS de Hawái; y de sus características especiales que hacen que sea única gracias a sus 56 filtros estrechos, que permitirán obtener información del cosmos desconocida hasta ahora.
El momento es emocionante porque supone la culminación de un proyecto de gran envergadura que ha sido financiado por el Fite con fondos aportados por las administraciones central y autonómica, que ha puesto a Teruel en el mundo de la astrofísica y que están permitiendo unos desarrollos tecnológicos nunca antes realizados en otros sitios.
Mientras asciende la cámara, Marín explica con detalle su construcción y pone el punto de mira en aspectos como su plano focal, de unos 60 centímetros de diámetro y 29 milímetros de grosor en la parte central. El metacrilato que lo protege durante el traslado permite ver el mosaico de los 14 CCDs que hay en el plano focal -además tiene otros 12 auxiliares para controlar la calidad de la imagen-.
Es un privilegio estar allí, puesto que cuando esté integrada la cámara será imposible apreciar cada uno de sus componentes, desde la FSU, que es la unidad de obturación y filtro, al criostato, la parte fría que estará a 110 grados bajo cero. Para construir semejante cámara se han hecho todo tipo de desarrollos tecnológicos con una única finalidad, la calidad. Se ha pensado incluso en un sistema para mantener la sobrepresión, para evitar que si se forma humedad esta pueda condensarse y congelarse, y todo ha sido desarrollo cien por cien del equipo JPCam.
La cámara llega dos horas después a la cúpula y por primera vez está frente a su pareja, el T250. Alrededor del telescopio los ingenieros se afanan en ultimarlo todo, en revisar cada componente y el movimiento correcto de los engranajes. La JPCam sale por fin de la jaula elevadora y toma contacto con el telescopio, aunque su integración definitiva y ajuste llevará todavía un tiempo antes de que se pueda tomar la primera luz.
Los ingenieros
La satisfacción es palpable en el rostro de todo el personal, aunque no hay lugar para celebraciones porque queda todavía mucho trabajo por delante. Sergio Rueda, ingeniero de sistemas del Cefca que lleva más de diez años en el centro, reconoce que es un momento de “mucha emoción y excitación porque es la culminación de muchos años de trabajo”. Este turolense de 44 años se formó en la Escuela Politécnica de Teruel y después hizo el máster en Barcelona. Estuvo trabajando en Zaragoza y Huesca, y el Cefca le abrió la posibilidad de regresar a su tierra. “Aquí la calidad se lleva al límite de lo tecnológicamente posible”, afirma, puesto que se mueven “a la orden de micras”. Es ciencia básica a nivel de ingeniería, pero después todo eso tiene aplicaciones en el mundo real.
Todos los miembros del equipo JPCam son turolenses y la mayoría se ha formado en Teruel. Guillermo López, otro de los ingenieros senior del Cefca, afirma que sería “interesante que hubiese más centros así”. Está satisfecho de haber participado en un desarrollo tecnológico tan importante en Teruel y de haberlo hecho “con un equipo de gente excepcional en lo técnico y lo profesional”.
Los cuatro ingenieros contratados específicamente para formar parte del equipo JPCam son Miriam Royo, David Lozano, Enrique Molina y José María Casino. Son todos jovencísimos y se muestran contentos de haber participado en este proyecto. Su historia es muy parecida. Casi todos tuvieron que irse fuera a trabajar tras finalizar sus estudios, a excepción de Miriam, y siempre quisieron volver a su tierra. Todos dejaron los trabajos que tenían en otras provincias para poder regresar. Valoran un proyecto puntero como el Cefca, y creen que Teruel podría albergar parques tecnológicos porque hay gente muy bien formada, en lugar de pensar solo en otros sectores cuando se habla de repoblación mientras los jóvenes turolenses tienen que emigrar.
Es hora de dejar las alturas del Pico del Buitre tras haber asistido a un momento histórico. Allí duermen ya juntos por el día JPCam y el telescopio T250, puesto que cada noche abrirán su ojo al cosmos para avanzar en el conocimiento de un universo del que formamos parte porque somos polvo de estrellas, y la estrella más grande de Teruel brilla ahora en Javalambre.
Cifras astronómicas para un proyecto puntero hacia el que mira la comunidad científica
JPCam es un proyecto astronómico por su fin, la astrofísica, y por las dimensiones de sus componentes. La cámara tiene 1.200 millones de píxeles y su construcción ha supuesto una inversión superior a los 10 millones de euros, de la que el Cefca ha aportado un 45% aproximadamente y el resto la colaboración brasileña. Pesa más de una tonelada y media y se han hecho desarrollos tecnológicos porque no hay nada similar en el mundo con sus 56 filtros. Para visualizar una imagen de JPCam a escala real haría falta un mosaico de 570 monitores Full HD.