Singra, del infierno helado en 1938 a una lección de historia y sentido común en verano de 2024
Treinta y dos expertos de toda España y toda la localidad se implicó en la celebración de la recreación históricaEntre el 25 y el 30 de enero de 1938 el infierno se desató en Singra. Con Teruel recién conquistada para la República, el ejército gubernamental trató de cortar la carretera y la vía férrea hasta Zaragoza para afianzar la posición y aislar al general sublevado Varela en San Blas. Las cifras varían mucho según la versión, pero entre 900 y más de 3.000 personas murieron en las extensas explanadas heladas entre Singra y Sierra Palomera.
86 años después los uniformes de las tropas republicanas, sublevadas o de los tabores de Regulares marroquíes volvieron a verse durante este fin de semana en Singra. No provocaron el caos, miles de muertos ni traumas que afectaron a varias generaciones, sino que refrescaron la memoria de todo el mundo sobre lo que no tiene que ser un país.
Este pueblo del Jiloca acogió durante el fin de semana la primera edición de la Recreación Histórica de la Batalla de Singra, una cita que supero las expectativas más optimistas y en la que se volcaron todos los habitantes de la localidad y más de treinta recreacionistas de Zaragoza, Cataluña, Madrid o Valencia. Tal ha sido el éxito que tras el verano podría celebrarse una parecida en Vivel del Río Martín, y repetirse al año que viene en Singra.
Organizada por el Ayuntamieno de Singra y voluntarios del pueblo y coordinada por Gonzalo Luna y Fernando Alonso, del Grupo de Recreación Histórica Retaguardia de Zaragoza, unos treinta y dos recreacionistas de esa asociación y de otras del resto de España, se celebró una cita que incluyó la escenificación teatralizada de episodios que tuvieron lugar o pudieron tener lugar en aquellos aciagos días de principios del 38. Desde el funcionamiento de una cocina de campaña, hasta la atención a los heridos desde un puesto médico de la Cruz Roja, pasando por el asalto a un centro de mando republicano, una cantina improvisada o un puesto de costura donde las mujeres civiles remendaban los precarios pertrechos de la tropa.
“En un principio pensábamos hacer algo mucho más sencillo”, explicaba ayer Gonzalo Luna, presidente de Retaguardia de Zaragoza, “pero invitamos a amigos recreacionistas de otras provincias y como muchos nos dijeron que querían venir, fuimos ampliando el evento”.
Los recreacionistas derrochan pulcritud en los detalles históricos de los uniformes y pertrechos, al mismo nivel que valor didáctico en las representaciones, en muchos casos improvisadas. “No se trataba de representar lo que sucedió exactamente en Singra, aunque evidentemente nos documentamos muy bien, sino de enseñar a la gente cómo se desarrollaba el día a día de la batalla, recreando elementos que incluyan a cada uno de los dos ejércitos y también la parte neutral con los civiles o la Cruz Roja”.
Esta asociación zaragozana pone especial énfasis además en lo que sucedía en la retaguardia; las mujeres que remendaban los uniformes, las cocinas, o los buhoneros que se buscaban la vida poniendo en marcha cantinas o espectáculos teatrales para la tropa. “Las películas recrean siempre los tiros y los ataques, pero esa otra parte de la guerra, la menos épica, la que desarrollaban y sufrían los civiles, fue igualmente importante y es mucho más desconocida”, destaca Luna.
Tras un programa muy apretado el sábado por la mañana, por la tarde Rafa Saiz presentó su libro, Camino de Singra, que recrea la peripecia de un soldado catalán que murió en la ofensiva, y Francisco Javier Aguirre, que acaba de publicar recientemente La campaña de Teruel ofreció una conferencia sobre la ofensiva de Singra, situada cronológicamente entre la batalla de Teruel y la batalla del Alfambra, que supusieron respectivamente la pérdida y la recuperación de la capital para el bando sublevado.
Ayer, domingo, se organizó una visita explicada a las trincheras de Singra. No hay nadie en el pueblo que no las conozca, y sin embargo un centenar de personas acudieron a la cita.
Inédita en Teruel
La provincia de Teruel acoge desde hace años recreaciones históricas de muchos tipos, desde el medievo -las más numerosas- hasta la que se realiza en Albentosa inspirada en la Segunda Guerra Mundial. Pero, a diferencia de otros lugares de Aragón, donde desde hace años se recrean campañas como la batalla del Ebro, en Teruel nunca han tenido lugar de forma organizada. El propio alcalde de Singra, José Javier Fuertes, explica que “mucha gente me advertía que me iba a meter en un lío, que había muchas heridas abiertas y esto era una mala idea”. Nada más lejos de la realidad. Gonzalo Luna aseguraba ayer que, lejos de generar animadversión, “en pocos lugares nos han tratado tan bien como en Singra”. “Todo el mundo se nos acercaba, nos preguntaba, nos contaba historias de los abuelos... Si se hacen las cosas con respeto nadie se siente molestado. Al contrario, la gente quiere conocer, recordar y contar sus historias”.
De hecho la asociación zaragozana, que nunca había visitado Teruel, ya ha recibido peticiones por parte de Vivel del Río Martín, quizá para después del verano.
Gonzalo Luna tiene claro que las circunstancias de la posguerra y “el trauma que provocó en quienes la vivieron” hicieron que la historia de la Guerra Civil haya sido siempre una asignatura pendiente. “Pero los jóvenes tienen que conocer qué ocurrió, lo que supuso una guerra civil y cómo transcurría la vida. Por eso hacemos esto”. A ese respecto, es inevitable que surja la pregunta, y Gonzalo Luna tiene clara la respuesta. “Entre los miembros de la asociación hay ideologías políticas diversas, como en todos los sitios, pero cada uno se guarda la suya. Nosotros somos aficionados a la historia de la guerra civil, a la historia de España, y eso no tiene nada que ver con la política”.
Luna asegura que “espero que el año que viene repitan y nos vuelvan a llamar, porque estaremos encantados de volver”. Esta asociación no cobra por lo que hace, sino que realizan sus actividades a cambio de un lugar para dormir “y si además hay un rancho popular para comer con el resto del pueblo, pues mucho mejor”.
Por su parte el alcalde, Jose Fuertes, está convencido por el éxito que ha tenido que el año que viene hay que repetir y creciendo, si se puede. “Buscaremos fecha en marzo o abril, porque ahora los agricultores están cosechando y además están las Ferias de Teruel, pero tuvimos que hacerlo el último fin de semana de junio porque Rafa Saiz no podía venir a presentar su libro en otra fecha. Y aún así ha sido un gran éxito”.
El fin de semana también contó con varios puestos de antigüedades de la época por las calles de Singra. “Me animó Vicente (Catalá) de El Viejo Desván de la Tomasa, de Bañón”, explica Fuertes. “Me daba miedo porque nuestro pueblo es pequeño, y no sabía si les iría bien... pero todos los puestos me han dicho que contemos con ellos para el año que viene”.
¿Heridas abiertas?
Fuertes se mostraba ayer especialmente satisfecho porque este fin de semana se ha demostrado que en la provincia de Teruel ni las heridas están tan abiertas ni es tan doloroso recordar el pasado como algunos se empeñan en sostener. “Todo se ha desarrollado con el máximo respeto, nadie se ha sentido molestado o incómodo... algunas personas del pueblo incluso ha querido colaborar vistiéndose con ropas civiles de los años 30. La gente se ha volcado y creo que ha sido muy bonito”.
La recreación no ha contado con subvenciones y no ha costado un duro a las arcas municipales, porque se han cubierto gastos con la barra que se instaló y la comida popular la hicieron varios voluntarios. De hecho no se emplearon elementos de pirotécnia, como disparos y explosiones controladas, porque requieren de un tipo especial de permisos. Pero la idea es que la recreación de la Batalla de Singra vaya creciendo poco a poco. “Es importante que consigamos financiación para restaurar y consolidar las trincheras, como han hecho en otros pueblos, y poco a poco intentar crecer para dar a conocer esta parte de la historia”, afirma el alcalde.